Simone

Hoy se conmemoran treinta años de la muerte de Simone de Beauvoir, una de las intelectuales más controvertidas del existencialismo francés, en el que participó junto a su pareja de toda la vida, Jean-Paul Sartre. Este movimiento tuvo como base fundamental una profunda raíz comunista que profesó un incondicional apoyo al stalinismo y al sistema establecido tras la cortina de hierro. Actitud que hoy es altamente cuestionable. Libro de arena

Por Ernesto Hollman*

Simone de Beauvoir se formó en el seno de una familia de la burguesía francesa de principios del siglo veinte. Uno de sus libros más ilustrativos con respecto a esta etapa es la muy famosa Memorias de una joven formal en el que relata los pormenores de su niñez,  su adolescencia de estudiante y su paso por la Sorbona, a los que siguen la juventud y la lucha política.  
 Este texto es el minucioso retrato que ella hace de sí misma; de una egocéntrica personalidad que pese a sus esfuerzos por tratar de cambiar las estructuras educativas que pretendían encasillarla en un prototipo de mujer burguesa, jamás podrá modificar. Hay una frase que le dice su compañera de curso en la Sorbona, Simone Weil, (que se deja morir de hambre en la Segunda Guerra para compartir el martirio de quienes eran asesinados en los ghetos y campos de concentración): “Tú nunca dejaras de ser una burguesa”.
 Y esta es una verdad que emana de gran parte de su escritura. Pese a la lucha interna que Beauvoir se impone a sí misma, su acérrimo ateísmo, su militancia en el Partido Comunista y su incondicional adhesión a la filosofía sartreana, no laharán ser  menos burguesa que Françoise Saganun autora denostada por la intelectualidad francesaque ha sido mucho más sincera en novelas comoBuenos días, tristeza o Las maravillosas nubes.
 Donde más plenamente se manifiesta esa actitud conservadora es en el relato que Simone hace de la muerte de su madre, Una muerte muy dulce. Manifiesta su culpa por haber sido una joven rebelde y contestataria frente a la figura materna y  se reprocha el abandono del núcleo familiar después de la muerte del padre, un ateo confeso. La figura de la madre se yergue como un porte de dogmas cristianos, moralistas y conformistas y es contra estos parámetros que Beauvoir pelea; pero cuando se declara en la mujer una enfermedad terminal surge toda la potencialidad burguesa de Simone.
 De pronto se convierte en el ángel junto a la cama del martirio de su madre. En esa clínica se convierte en la niña de mamá y junto a su hermana convalidan el último tramo de la existencia de la madre que dura dos meses. Todos sus comportamientos junto a la moribunda no son otra cosa que la apoteosis del discurso burgués: Negación de la muerte, un virtual desgarro del cuerpo materno para alargar los últimos días, las mentiras permanentes y la puesta teatral de algo que  sólo una clase social puede permitirse: morir dulcemente.
 El texto está plagado de frases muy duras y de alto impacto para la retina de los lectores. Todas ellas tienen que ver con la moribunda y con una analogía ideológica: “Sus recuerdos,….  transformados en sueños irreales y desgarradores por su voz pueril y la eminencia de su muerte”, “Una boca de vampiro chupaba ávidamente la vida”. El punto más álgido de este entramado se presenta cuando descubre el sexo de su madre: “…me di vuelta y me absorbí en lacontemplación del jardín. Ver el sexo de mi madre me había provocado un shock” Aquí no solo es Freud y el psicoanálisis, es la realidad de su propia condición  burguesa: la muerte, la madre y la sexualidad operan en Simone el rechazo físico a lo que no puede afrontar como un ser liberado de atavismos congénitos.
 En la obra, Beauvoir describe las situaciones de su participación en esa muerte, como la hija amante que le brinda en los últimos instantes todo el amor que no pudo brindarle antes, para convertirse en el sostén afectivo y económico (claros gestos de dominación y poder) de un cadáver llamado mamá. Ante la negación de la enfermedad de su madre, ambas hijas determinan qué debe o no saber, a quién debe recibir o no, si es menester o no que un cura venga y  hable con ella. Así deviene el tiempo en esos dos meses de agonía. Mientras Simone viaja en taxi desde y hacia la clínica por las calles de París, muchas veces ante la atónita mirada,(tras sus enormes anteojos), del inefable Sartre.
 En los tramos finales del relato su bronca y su odio se manifiestan contra la muerte como un enemigo brutal de lo humano, emergente de una naturaleza caníbal que se solaza en la debilidad del hombre. Proclama: “… la muerte es un accidente… es una violencia indebida”.
 Me pregunto: ¿es debatible la muerte? ¿Es realmente un proceso antinatural?
Afirmaría junto al gran Cèline –uno de los grandes escritores franceses y antiburgués hasta la médula- que nosotros deberíamos aprender lo que los animales saben sobre cómo morir. Dice,  en referencia a los perros (a quienes amaba por encima de los hombres):“cuando un animal intuye su fin se retira a morir sólo y en armonía”.


*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992.  Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.ñ

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