Esas queridas bibliotecas
Hoy es el Día
internacional de la Biblioteca y para celebrarlo Mario Méndez entrevistó a
bibliotecarias y bibliotecarios que comparten con nosotros sus experiencias.
Por Mario Méndez
Desde 1997, cada 24 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Biblioteca. La propuesta surgió de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, apoyada por el Ministerio de Cultura, en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada el 1992 durante el conflicto en los Balcanes. Bibliotecas para armar decidió sumarse al homenaje consultando algunas amigas, protagonistas del trabajo que compartimos: difundir, alentar, promocionar la lectura. La idea era que nos contestaran tres preguntas sencillas relacionadas con su bello trabajo: ¿Por qué y para qué es importante una biblioteca?, ¿Cómo funciona hoy la biblioteca a tu cargo (o en la que colaborás)? y ¿Nos contarías una anécdota, o una actividad que te parezca significativa?
Fueron cinco las bibliotecarias elegidas, y desde luego el recorte, como todo recorte, resultó arbitrario. Pudimos haber incluidos al querido Pablo Medina, ilustre fundador de la Biblioteca La Nube, la biblioteca por excelencia dedicada a los libros para niños y jóvenes. O a amigos bibliotecarios como Hernán Carbonell, bibliotecario en Salto, y además escritor, o Claudio Ferraro, por muchos años a cargo de la biblioteca del Mariano Acha, y excelente narrador. O bibliotecarias como Analía Deferrari, una de las mejores lectoras que conozco, que pasó de la biblioteca de un colegio primario a la de la UTN, con la misma pericia, o mi querida amiga y compañera Liliana Morales, bibliotecaria premiada por su proyecto de biblioteca en una escuela de Bariloche, o Silvia Brescia y Marta Costa, amigas de la pujante biblioteca del pequeño pueblo de Carlos Salas, o las que llevaban libros en bicicleta en General Villegas, o… tantas y tantos, que bueno, elegimos estas cinco para que representen a todo el amplio mundo de las bibliotecas.
Débora Szuchmacher fue la primera en contestarnos. A cargo de la Biblioteca Popular Alberto Gerchunoff desde hace 20 años (esa misma biblioteca de la Sociedad Hebraica donde hacemos los Ciclos de Literatura y Cine, con su indispensable colaboración) esta Licenciada en Lingüística y Literatura nos dice con cierto pudor que “Seguramente por no ser bibliotecaria profesional, es que tengo una mirada bastante romántica de la biblioteca” y así nos ofrece su “modesta colaboración”:
Considera que “Una biblioteca es importante porque es el espacio en el que se produce un encuentro maravilloso entre los lectores o potenciales lectores y los libros. Porque es un espacio democratizador del conocimiento. Todos tienen o deberían tener acceso a una biblioteca. Es importante, además, porque es el espacio en donde se albergan los saberes y se conserva la memoria de una comunidad y por lo tanto, las posibilidades de construcción de las identidades”.
De su biblioteca, nos cuenta que “está abierta de lunes a viernes. Se realizan préstamos a domicilio, fundamentalmente de literatura y también consultas en sala, en general de estudiantes e investigadores, de material especializado. Por ser una biblioteca popular, está abierta al público en general. En mi trabajo cotidiano intento aplicar esa frase de Borges que dice: `Ordenar bibliotecas es ejercer, de un modo modesto y silencioso, el arte de la crítica`.”
Y prefiere no contarnos una anécdota, sino describir la relación que se establece con los lectores, que considera muy significativa “en especial con aquellos que vienen con cierta frecuencia. Suelo recomendar determinados autores que me parece que pueden enriquecer y ampliar la mirada del que lee. Cuando se trata de consultas más especializadas, el recorrido es otro. Me gusta "navegar" la biblioteca. En esas búsquedas, generalmente, un libro lleva a otro de tal manera de poder ofrecer lo que el lector busca y un poco más”.
Débora Pert también respondió muy rápido a nuestra consulta. Cuentacuentos, docente y escritora, voluntaria en la Biblioteca Popular de Florida desde 2010 y asidua concurrente a las entrevistas con autores que hacemos en La Nube, Debby nos dice que “Una biblioteca es un espacio democrático donde se genera cultura: cualquier persona, sin importar su condición social, accede a toda clase de libros. Allí también tiene la oportunidad de escuchar charlas, concurrir a cursos y a diversas manifestaciones artísticas (cine, teatro, música)”.
A cargo de la sección infantil de la biblioteca, hace su trabajo voluntario con gusto: “Me resulta muy gratificante recomendar libros, y que al devolverlos, me den su opinión. Una actividad que me resulta muy significativa es el Encuentro LIJ (este año realizamos el 4º). En él, durante dos jornadas, entrevistamos a escritores, que nos cuentan sobre la "cocina" de cómo hacer un libro, los narradores nos brindan sus espectáculos, y los ilustradores realizan alguna actividad junto con los chicos.
“Si me preguntaran qué es lo que más me gusta hacer –concluye-, sin lugar a dudas diría que contarles cuentos a chicos y a adultos. No hay edad para disfrutar de un lindo cuento”.
Paula Epstein fue la tercera en contestar a nuestro requerimiento. Bibliotecaria y docente es, según dice la presidenta de la asociación, el “alma mater de la Roffo”. Al momento de definir por qué es importante una biblioteca y cómo funciona la suya, fue muy precisa: “Una biblioteca es importante porque actúa como una herramienta que facilita el acceso a la cultura y a la educación, generando un espacio de comunicación y convivencia absolutamente democrático. Hoy en día, pudiendo interactuar con los avances tecnológicos en la búsqueda de información. Nuestra biblioteca intenta ser un lugar de referencia dentro de la comunidad a la que pertenecemos. Se encuentra situada en el barrio de Villa del Parque, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y cuenta ya con cien años de historia, habiéndose colocado su piedra fundamental en el predio del Instituto de Oncología "Dr. Ángel Roffo", cercano a nuestra institución y llevando el nombre de la esposa de tan destacado médico argentino: `Helena Larroque de Roffo`.
Contamos con un servicio de préstamos a domicilio que se ve incrementado al mantenerla actualizada. A través de diversas actividades buscamos que los vecinos la descubran y puedan sentirla como un lugar de pertenencia. De ahí, nuestra frase de cabecera: "Hacete socio… Hacete amigo.". Si bien ya no es común que la sala de lectura se llene de chicos estudiando, tratamos de contar con el material que leerán a lo largo del año en sus respectivos colegios y de ese modo colaborar, dentro de nuestras posibilidades, con la economía familiar. Recibimos constantemente la visita, no sólo de alumnos de escuelas vecinas, sino también de otros barrios, y eso nos permite y nos ayuda a dar a conocer este espacio que tanto queremos. La tarea no es fácil y el esfuerzo es mucho, pero es sumamente gratificante ver los resultados. En estos tiempos la biblioteca tiene que aggiornarse para poder llegar a mucha y más gente”.
Para finalizar, Paula tenía una bella anécdota que compartirnos:
“De las muchísimas anécdotas que surgieron a lo largo de los años, elegimos una para compartir. La titulamos: `Raro milagro del viernes 13´. El año pasado un grupo de adolescentes llegó a la biblioteca, pero no cualquier día, sino un viernes 13. Buscaban información sobre derecho que aún no figuraba en ningún libro. Casualmente esperaba en la sala de lectura la madre de un alumno que estaba en su clase de piano. Pero hete aquí que dicha madre era abogada y docente universitaria. En resumen, impartió una clase especial para nuestros jóvenes visitantes. Pasado ese momento los invitamos, previo reparto habitual de chupetines, a conocer y disfrutar del espacio infanto juvenil con el que contamos. Lo que nos llamó la atención es que al despedirse, el último de los chicos venía con un rollito de dinero en la mano. Consideraron que tenían que colaborar por ese tiempo que se les ofreció en la biblioteca. Obviamente, los invitamos a usarlo para compartir una merienda entre todos. ¡Podemos asegurar que la pasaron lindo!”.
Desde Mar del Plata, vía mail, nos llegó la respuesta de Marisa Diez, a quien conocí en su puesto de trabajo, la Biblioteca del colegio Don Orione, donde trabaja desde 2011, siempre apostando a la lectura de los chicos de su colegio, y también de las maestras. Marisa es, sin duda, una compañera de ruta. Se recibió de Bibliotecaria Escolar (con mucho orgullo, aclara, como si no se le notara), en la Universidad Nacional de Mar del Plata y en 2012 tuvo la alegría de recibir el Premio Nacional y Latinoamericano “Hormiguita Viajera” por su labor en dicha institución, donde sigue trabajando mucho. (Por suerte para escritores, niños, docentes y promotores, agrego yo).
Acerca de la importancia de las bibliotecas, opina que “las bibliotecas, a través de su historia, fueron variando en su formato, contenido e importancia. Su valor en la sociedad, también. Su misión principal permanece intacta, pero si, se ha debido adaptar a la sociedad en la que está inserta. Hoy, la biblioteca, es un lugar en donde podemos encontrar ese libro que tanto buscamos, la información que requerimos, pero se transformó en UN LUGAR DE ENCUENTRO para compartir la información, disfrutar un libro, un cuento y encontrarse con el otro para HACER JUNTOS un lugar muy especial”.
Acerca del funcionamiento de su biblioteca, Marisa dice que: “La biblioteca escolar Don Orione, pertenece al Colegio Don Orione de la ciudad de Mar del Plata. Es un lugar de mucha importancia en la institución. Que fue haciéndose desde muy abajo. Hace 50 años, cuando abrió sus puertas, y por muchos años, fue solo un lugar olvidado, solo para ir a buscar alguna información que requerían los alumnos. Hoy es un lugar en donde concurren niños desde los 3 años hasta los 19, docentes, directivos, familias y comunidad para compartir gratos momentos: compartir un cuento, actividades culturales, reuniones de padre, etc. La biblioteca “es parte” de la institución, brindando su espacio para diferentes actividades, siendo parte del proyecto solidario del colegio hacia comunidades más vulnerables, organizando ferias del libro, preparando cada año el proyecto lector desde el nivel inicial hasta la secundaria y mucho más. Pero hemos descubierto que también se transformó en un lugar especial para que los niños y adolescentes se acerquen a compartir sus alegrías y tristezas personales, es UN LUGAR DE ESCUCHA. Porque la biblioteca de hoy debe ser un lugar de ENCUENTRO y de CONTENCIÓN, además de todo lo ya conocido”.
Finaliza con una anécdota que resalta su compromiso: “Desde hace 5 años, todos los 24 de marzo, organizo “EL mes de LA MEMORIA” en la cual se presentan diferentes materiales que posee la biblioteca sobre la última dictadura militar: documentos que enviaba la Junta Militar a las escuelas, libros prohibidos, libros actuales para informarnos más sobre lo que pasó y cuentos y novelas de últimas ediciones cuyas historias nos llevan a vivir, junto a sus personajes, lo sucedido desde 1976 hasta 1983.
Cada año, comparto, junto a los alumnos y profesores, vivencias que me hacen crecer como bibliotecaria y principalmente como persona. Y nos hace crecer como comunidad.
Dialogar con los más peques sobre los nietos recuperados, contarles un cuento prohibido. Con los más grandecitos, compartir lo sucedido con aquellas personas que “pensaban diferente”, compartir un párrafo de una novela actual que nos lleve a través de la historia. Y con los jóvenes, debatir sobre documentos de la época, como “Subversión en el ámbito educativo. Conozcamos a nuestro enemigo”, dialogar sobre como vivía un joven en dictadura, compartir experiencias de profes que vivieron en la época, para poder valorar su vida y luchar por su libertad y derechos… es una de las tantas actividades que brindamos en nuestra biblioteca y que nos trae muchas alegrías”.
El último testimonio es el de Verónica Lichtmann. No la conozco personalmente, pero Nuri Abramowicz, compañera del programa, me la “presentó” de esta manera: “Conozco a una bibliotecaria que trabaja con el gremio de los recolectores de basura, leyendo y analizando libros, ¿te interesa el dato?” Desde luego, le dije que me conectara con ella y así me enteré de que Verónica es Profesora de Enseñanza Primaria, Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) y Especialista en Didáctica de la Lengua y la Literatura (Universidad Autónoma de Barcelona). Que coordina Clubes de lectura en literatura infantil y juvenil, cursos de capacitación docente y diversos proyectos de Promoción Cultural y es miembro fundador de Edelij. Y que el trabajo que desarrolla junto a Mercedes Colombo, en el marco del Programa de Responsabilidad Social de la empresa de higiene urbana Aesa desde el año 2008 fue destacado con una mención del Premio Vivalectura en el 2014.
Sobre por qué y para qué es importante una biblioteca Verónica opina que “por un lado, para acercar los libros a los lectores. En ese sentido, me parece importante que pueda tener una gran variedad de tipos de texto (novelas, cuentos, poesía, historietas, libros informativos, ensayos...), de autores, de estilos, y también una persona que pueda orientar, escuchar qué busca ese lector, qué leyó y le gustó -o no-, por qué camino quiere seguir explorando o para sorprenderlo mostrándole cuántas cosas pueden esconderse entre esas tapas de cartón”.
Acerca de su trabajo nos cuenta que “La biblioteca que co coordino funciona en el marco de un proyecto de Club de Lectura al que asisten los barrenderos de la empresa Aesa de manera voluntaria. Se trata de un espacio, generalmente en sus vestuarios, en el que una vez por semana, junto a Mercedes Colombo, los esperamos para leer diversos textos y comentarlos entre todos. Las lecturas están a cargo nuestro y luego se genera un muy rico intercambio entre todos. Al finalizar, contamos con dos cajas con libros, nuestra biblioteca circulante, y el que quiere puede llevarse libros en préstamo. En una hay libros para adultos y en la otra, para compartir con sus hijos, nietos, sobrinos. No es necesario haber participado en el Club de Lectura para poder llevarse algún libro. Y, por lo general, los usuarios son los propios barrenderos pero también los pañoleros y supervisores.
Anualmente, la empresa cuenta con un presupuesto para ir actualizando la biblioteca y a la vez, muchas veces se nutre con libros que los barrenderos encuentran en la calle y donan a la biblioteca.
Finaliza su participación con un par de anécdotas bellas: “Una vez, una de las barrenderas que se había llevado un libro para su hija, al devolverlo nos entregó una cartita que nos había escrito la nena para comentarnos qué le había parecido la historia y para decirnos que le gustaba mucho que le leyéramos cuentos a su mamá. Otra vez, había un muchacho que quería llevarse algún libro pero no se definía por ninguno. Y cuando le mostramos uno que tenía preguntas y respuestas sobre los mundiales de fútbol, se le iluminó la cara y nos dijo: ¡No sabía que había de esto en libro!”
Sirvan estos testimonios, estos recortes de historias de bibliotecas y bibliotecarias para saludar, desde un Programa como el nuestro, que tiene en el libro, la lectura y la biblioteca su eje principal, a todos los amigos y amigas que desde su puesto tanto hacen por la lectura.
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