“Los lectores se forman como en Hansel y Gretel: siguiendo las miguitas de pan, pero por bibliotecas y librerías”
Juan Forn, autor de libros célebres como Nadar de Noche y Corazones, entre otros, vive en Villa Gesell desde hace una década y media. Durante cuatro años brindó charlas semanales en la Biblioteca Popular Rafael Obligado, de la localidad costera, donde un grupo de habitantes lo escuchaba hablar de lo que más le gusta: sus lecturas. El material que salía de aquellos encuentros lo volcaba luego en sus notas para el suplemento cultural Radar y más adelante en sus ya míticas contratapas de los viernes del diario Página/12. De esos procesos habla con Dalia Ber en esta entrevista.
- ¿Cómo surgió la idea de las charlas en la biblioteca de Gesell?
- Yo sentía que leía, leía, leía y me quedaba con eso embotellado adentro, y creo que fue antes de que empezara a hacer las contratapas, se me ocurrió la idea de dar una charla a la semana con el tema del que pensaba escribir, fuera la nota larga para Radar, cuando las hacía, o después la de los viernes. Era cuando tenía todo el material en crudo, digamos. Las charlas si no me equivoco eran los lunes a la noche, las chicas de la biblioteca popular me dieron las llaves. Yo ya les había donado la mitad de mis libros, hice una especie de desguace de mi propia biblioteca y me quedé sólo con los libros que iba a releer, o los que pensaba usar, o mis libros favoritos de mis escritores favoritos. Les di como dos mil ejemplares míos para la biblioteca. Entonces con muy buena onda me ofrecieron el espacio. Yo iba a la charla en el salón grande, poníamos sillas, el pizarrón, y llevaba una parva de libros y fotos que les mostraba a los participantes y les iba contando el cuentito. De la misma manera que lo hago por escrito, pero oral. Lentamente se fue formando un grupo, además de los ocasionales, cosa que a mí me vino bárbaro porque de ahí salieron los que son hoy mis mejores amigos de Gesell y Mar de las Pampas. Además se estableció una especie de rutina, que para algunos fue la puerta de acceso a la literatura o su reingreso, porque hay mucha gente que lee de joven y deja de leer. Una cosa buena que tiene Gesell es que tiene muchas librerías de usados, y algo que hago yo es hablarles de libros del pasado. Generalmente muchos libros del pasado están en oferta, o en saldos. Entonces generó una cosa muy rara.
- Fuiste como un nexo entre esos libros y la gente que iba a las charlas, podría decirse.
- Por un lado estaban los libros de la biblioteca, por otro los de las librerías de usados, estaba también la vieja circulación de libros de mano en mano, esos que querés que lea otro cuando vos lo terminás de leer, y bueno, se fue formando una pequeña secta de lectores entendidos a la manera que yo entiendo los lectores: como la historia de Hansel y Gretel, siguiendo las miguitas de pan. Pero en este caso, en lugar de hacerlo en el bosque, el camino fue por bibliotecas o librerías.
- Ese también fue entonces un poco el recorrido que siguieron los libros que vos donaste a la biblioteca, estuvieron relacionados con la propia actividad de las charlas.
- Sí, Kierkgaard dice que el problema de la vida es que hay que vivirla para adelante pero sólo se la entiende para atrás. Hay cosas que vos hacés llevado por impulsos y cuando mirás para atrás entendés la lógica de todo el sistema. Yo sinceramente nunca pensé en eso, actué llevado por una necesidad personal de compartir, por decirlo de alguna manera. Pero el efecto fue muy lindo. Eso habrá durado cuatro años. Además, había un proyecto de algunos de los del grupo que estaban tratando de armar una escuela Waldorf en Gesell. Entonces estas charlas eran a la gorra y había una lata en donde ponían lo que pusieran iba para la escuelita Waldorf.
- O sea que a través de estas charlas se generaba un contacto con el pasado pero a la vez con el futuro, a partir de este proyecto.
- Sí, pero a mí en todos los casos de no sé cómo llamarlo, altruismo, solidaridad, lo que no me gusta de estas cosas es que terminan siendo como didácticas, como que uno baja dos escalones para que lo que dice se entienda, pero desde un lugar más alto. Lo que me gustaba de esto era que yo hablaba como hablo delante de cualquiera, de la Academia Argentina de Letras o en algún lugar de alto nivel de sofisticación intelectual. Quizás cambiaba levemente el lenguaje porque trataba de hacerlo coloquial. En el caso mío, en los tiempos en que yo trabajaba en Planeta una vez al mes teníamos reunión con todos los vendedores de la editorial y había que contarles de qué se trataban los libros que tenían que salir a vender. Y yo se los contaba como si fuese una peliculita. Cuando trabajás en ese ambiente hay mucha gente que por más que esté en el palo del libro no lee, entonces ya al haber jugado con esa frontera tan difusa ya conocía esa mecánica y se me hacía más fácil. Pero bueno, así funcionó. Lamentablemente lo tuve que cortar cuando mi mamá se enfermó pero al mismo tiempo lo que hice en ese momento fue darle mi contratapa semanal al diario de Gesell, que es como una institución, y al diario de Mar de las Pampas. Yo cuando llegué con mi familia, con mi mujer y con mi hijita que tenía en ese momento dos o tres años, sentí que el pueblo nos recibió bien. Gesell se caracteriza por ser uno de esos lugares donde hay gente que viene a empezar de nuevo. Hay lugares así distribuidos por el país, en Córdoba, cerca de la cordillera, en el sur, en el norte. Ese agradecimiento que yo sentía por el buen recibimiento que nos habían dado y por esa posibilidad de convertirte en otra persona, en una persona mejor cuando te vas a un lugar más chico, porque tenés más tiempo, quería devolverlo de alguna manera.
- ¿Entonces las notas que escribías para Página/12 las mandabas también a los diarios locales?
- En principio era la nota de Radar, generalmente mi fecha de entrega también para las contratapas eran los jueves a la tarde-noche y las charlas eran los lunes, así que yo ahí trabajaba sobre el material en bruto, y en cierto sentido hacía lo mismo que después hice caminando por la playa, que es ir reculando de a poco la historia que quería contar. En este caso lo hacía con personas delante, después lo empecé a hacer solo. Como lo había hecho antes, como lo hice toda mi vida.
- ¿Y cómo era la recepción del grupo de la biblioteca?
- Por lo pronto había un personaje adorable, que se llama Miguel, que es un personaje legendario que empezó en la escuela panamericana de Arte en Buenos Aires, después ha sido sonidista de todas las bandas musicales que hay en Gesell, al mismo tiempo es capaz de arreglar ascensores y al mismo tiempo lee como un poseso, es un tipo que tiene una vida casi de monje. No tiene nada, no tiene posesiones pero pinta y lee como un descosido. De hecho él era como mi lugarteniente. Eran tiempos pre google y yo hablaba y cada vez que tenía una duda decía “Miguel, ¿El alzamiento de los rusos después de la revolución era de cuál año a tal año? ¿El problema de la reforma de Lutero cuál era?”, entonces Miguel me iba diciendo. Y por otro lado les decía “Les voy a hablar de alguien que ustedes no tienen idea quién es” y generalmente les mostraba la foto hacía lo mismo que en las contratapas, en mis notas, trabajar el sesgo de época para que entendieran esa singularidad y ahí ya empezaban a entender. Si vos les decís esta historia que voy a contar empieza en Brasil en los años 60, o empieza en Japón después de la bomba atómica o empieza en Rusia después de la revolución…todos tenemos una información, el inconsciente colectivo está tan cargado de información que si uno sabe trabajar con complicidad con su interlocutor tiene un montón de materia fértil del otro lado que el otro no sabe que la conoce. Muchas veces me pasa con gente que viene caminando por la playa o por las calles de Gesell y me dicen “Uh me acuerdo cuando contaste la historia de ese escritor al que no le gustaba la fama y entonces se encerró y no salía de la casa”. Están hablando de Salinger, pero en ese momento cuando yo les conté de Salinger anotaron el nombre, algunos fueron a leerlo, otros no, pero de alguna manera lo que trato es de meter ficha adentro de estas personas que me escuchan para que eso el día de mañana dé sus frutos.
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