La fiesta de casamiento de "La amiga estupenda", de Elena Ferrante.
“Reinaba un gran bullicio y una alegría achispada. Bailaban jóvenes,
adultos, niños. Pero yo notaba lo que se ocultaba realmente tras la
apariencia festiva. Los parientes de la novia transmitían con las muecas
de sus caras un descontento pendenciero. Sobre todo las mujeres. ¿Se
habían endeudado hasta el cuello por el regalo, los trajes que lucían se
habían arruinado, para que ahora las trataran como pordioseras, con
vino malo y retrasos intolerables en el servicio? ¿Por qué Lila
no intervenía, por qué no protestaba ante Stefano? Las conocía. Se
tragarían la rabia por amor a Lila, pero finalizado el banquete, cuando
ella se hubiese cambiado, cuando hubiese regresado con el traje del
viaje de novios, cuando hubiese repartido los confites, cuando se
hubiese ido toda elegante del brazo de su marido, entonces estallaría un
litigio que haría historia y daría origen a odios que durarían meses,
años, a venganzas e insultos que arrastrarían a maridos e hijos, todos
ellos obligados a demostrar a madres, hermanas y abuelas que sabían ser
hombres.”
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