Fragmento de Contame que te cuento, en "Todo lo que necesitás saber sobre Literatura para la infancia", de María Luján Picabea
Además de ser un objeto en el que la conjunción de lenguajes produce en los receptores diferentes modalidades de gozo estético, el libro álbum es valorado por los críticos, debido a su singularidad. Libro de Arena comparte un fragmento de la apreciación que hace María Lujan Picabea acerca de los libros álbum, el Capítulo 20 de su libro Todo lo que necesitás saber sobre Literatura para la Infancia, un interesante trabajo destinado fundamentalmente a los mediadores de lectura.
“Los libros álbum
ponen en juego no solo el placer intelectual sino también el estético, al
tiempo que acarician el nervio emocional.
De pie en una
librería de Vila Crespo, con el sol del mediodía reventando en las ventanas, ,
ella se detiene escasos minutos en un álbum pequeño, de hojas blancas y líneas
despojadas; da vuelta una página, otra, una más, y sigue. Todas se parecen
bastante a la que la rpecede, pero hay una
carga que se va haciendo más pesada y que comienza a colgársele de los
hombros. Sobre el final ella siente que los vellos del cuerpo se le erizan y un
repentino temblor la sacude; se siente afortunada de poder experimentarlo.
Mirar no es
fácil. Es un ejercicio que compromete la habilidad de interpretar y pensar en
términos de imágenes, pero también relacionar esas figuras con experiencias
pasadas, y conectarlas con la propia vida, para extraer de ellas un significado
completo.
En el primer
capítulo de La otra lectura, el
escritor, ilustrador y editor Itsvan Schritter invita:
“Tome un libro ilustrado para chicos.
Cualquiera sea, el que más le guste. Pequeño o grande. Largo o corto. En
colores o en blanco y negro. Lujoso o de bolsillo. Hojéelo. Véalo. Léalo. Delo
vuelta. Manoséelo. Huélalo. Desempolve su niñez, refresque sus gustos, alerte
su mirada, transparente su corazón, métase en ese mundo, relájese, siéntase
libre, disfrute”.
De eso se trata,
de apropiarse de ese objeto bello y mágico en el que se entraman varios saberes
y disciplinas, y narrativas al servicio de una experiencia, una comprensión, un
hecho estético y cultural.
Los niños pueden
“leer” las imágenes y objetos que ellos mismos producen, las que producen sus
pares, y también las que han producido artistas y hombres de distintos tiempos
y culturas”, comenta la educadora Mariana Spravkin. Y es que los más pequeños
crecen en un mundo de estímulos visuales, por encima de todo, que deben
aprender a ordenar, decodificar, y clasificar para ahuyentar el caos. La
secuencia narrativa que propone un libro es como un hilo con varios nudos de
los cuales es posible agarrarse para subir una cuesta.
Si les cuentan
cuentos desde muy chicos, aun antes de que aprendan a leer, los pequeños
imitarán el gesto de contar, pasar páginas y narrar lo que sucede en ellas.
Allí reside la clave de estos libros que se expresan en dos o más lenguajes, y
que producen tensiones, ritmos y silencios entre el discurso de la escritura y
el de las imágenes.
Así lo resume
Schritter:
“Los libros para chicos ofrecen una
oportunidad única de abrirse a una multiplicidad de discursos. Y el de la
imagen no debe ser desdeñado. A la par del texto, creando nuevos relatos,
fundando nuevas lecturas, uniéndose en un todo de sentido, jugando desde la
página o desde el objeto mismo, desafían, convidan o comprometen con todas las
lecturas posibles, a resolver, apostar, crear desde el lugar del lector”.
Como afirman las
docentes e investigadoras Mariel Rabasa y María Marcela Ramírez, los libros
álbum rompen con la norma literaria y se acercan más a otras narrativas como la
del cine, la historieta y la publicidad. La clave, en todo caso, es darle al
lector el tiempo necesario para
ensamblar ambos lenguajes, contrastarlos, ponerlos a jugar, y apropiarse de las
distintas líneas hacia las cuales se proyectan.
Así lo expresa
con precisión En el país de los libros,
de Quint Buchholz, un álbum que es casi
una oda a la lectura y sus formas, los pasajes a tierras distantes, miradores a
los sueños, a veces cobijo, a veces afrenta, pero siempre una provocación, un
ataúd, semilla o fruto, y en cada caso, compañía. ”
Todo lo que necesitás saber sobre Literatura para la
Infancia
María Luján Picabea
Buenos Aires, Paidós,
Col. “Todo saber”, 2016
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