Raquel Franco y Diego Bianki: “Editor es aquel que no baja los brazos y acuna los mismos proyectos durante un montón de años, hasta que puede ponerlos en el mundo”

En esta segunda parte de la entrevista comenzamos por hablar de la presencia de Pequeño editor en la escuela, para seguir luego con otros muchos temas. Fuimos desde el posicionamiento de nuestras editoriales e ilustradores en el mundo, al déficit de calidad gráfica a la que la edición argentina se enfrenta, pasando por las particularidades de la feria de Guadalajara, por las ventajas que da el trabajar en equipo y cómo ese trabajo del equipo que forma Pequeño editor confluye para armar nuevos proyectos… Y por otros tantos temas que, como siempre en estas charlas, tuvieron a la ilustración en el centro de la escena.


Mario Méndez: Dentro del mercado, en su relación con  la Literatura infantil y juvenil, con los chicos, hay un punto que es clave, y que me imagino que es problemático para editoriales como Pequeño Editor: la escuela como canal por el que entran los libros. Hay editoriales que venden casi específicamente colecciones para escuelas. Para primeros grados, para nivel medio… Otras que van directamente al trade. Pero ustedes libros que entran al aula y a la vez el atractivo de la mesa adonde va el tío, o el papá, o el mismo chico, elige y le dan bola a lo que elige. ¿Cómo se manejan con la cuestión escolar?

Raquel Franco: La verdad es que no tenemos mala experiencia en las escuelas, considerando sobre todo que visitamos diez escuelas de las diez mil que hay. (Risas). Hay escuelas que aprecian mucho algunos libros nuestros. Pero la escuela es una de las instituciones más tradicionales y conservadoras de la sociedad. Entonces tiene sus rangos de lo que puede aceptar y de lo que le sirve. Porque tiene  objetivos clarísimos sobre qué tiene que hacer en tercer grado, cuáles son los contenidos y cuánta fluidez de lectura tiene que tener un alumno a los 7, a los 8, a los 10 años. Hay muchas escuelas a las que les interesan mucho algunos proyectos nuestros, pero son escuelas que trabajan el libro álbum o el libro ilustrado dentro de su currícula, como un proyecto de la escuela y de la biblioteca. En la mayoría de las escuelas no hay lugar, porque el libro álbum presenta algunas particularidades: poco texto y mucha densidad de significado. Y a la escuela le cuesta muchísimo amparar eso en su trabajo de aula. Sobre todo, porque lo que busca la escuela es la fluidez lectora. Que se adquiere con la lectura, entonces necesita mucho texto, o más texto. En el primer ciclo la escuela trabaja primero la decodificación, la fluidez, que los chicos puedan leer de corrido oraciones cada vez más largas, etc. Entonces, por ejemplo, Prohibido ordenar, es un libro cuyo sentido profundo los chicos lo van aquilatando a partir de los diez años. Es una historia del señor aquí presente, en la que un padre llega a la noche, a la madrugada, porque trabaja en una fábrica, y tropieza con los restos de los juguetes que dejaron sus hijas después de haber jugado toda la tarde. Y todas las madrugadas se enfurece con eso. Hasta que un día, furioso una vez más, levanta una muñeca del piso, la mira, y de pronto se imagina a su hija jugando con esa muñeca. Y reconstruye la escena de esa tarde, en la que sus hijas, a las que no ve prácticamente durante el día, están jugando. Empieza a recoger todos los juguetes, y empieza a vivir y a participar de eso que sucede todas las tardes, simplemente en el acto de ordenar los juguetes. Entonces se instala en la familia una regla: él es el que ordena los juguetes, y a la mañana siguiente, cuando las nenas se levantan, charla con ellas sobre lo que jugaron. Así, adivina eso que forma parte de la vida en el hogar mientras él no está. Está escrito de una manera súper sencilla, tiene unas ilustraciones hermosas, y el punto de vista del adulto, algo que un nene puede percibir en ese relato a partir de los 10, 11 años. Es cuando el relato se hacer profundo, y para los chicos es de una comprensión de la mirada de los padres que antes nunca habían tenido. Pero tiene una pequeña porción de texto por página, porque es un libro álbum; está contado de una manera muy sintética y sencilla. Entonces, es usual que la escuela considere que se trata de un libro para chicos de 8. Porque es la cantidad de texto que los chicos pueden leer solos, que pueden transitar. En ese salto entre el nivel de decodificación y el nivel de comprensión de sentido, es muy difícil convencer a un docente de que ponga un libro ilustrado de estas categorías.

Asistente: Una pregunta, ustedes, ahora, después de tantos años de estar en el mercado, ya tienen  promotor…

RF: Sí.

Asistente: Como para que cuando acerca el catálogo a las escuelas, pueda explicar el sentido…

RF: Sí, tenemos una promotora extraordinaria, pero no es alguien que pueda convencer al mundo, y sobre todo a la escuela como institución, porque vos podés convencer a un docente. Hay muchos docentes que esto lo ven y les parece fabuloso, pero también tenés que convencer a una institución que tiene un proyecto, una idea, una dirección, una supervisión, una cosa que mostrarles y que justificarles a los padres.

MM: Si vos me contás ese libro así, yo te lo compro, está buenísimo. Me suena autobiográfico… (Risas). ¿Influirá el costo o el prejuicio?

RF: Nosotros solo vamos a vender libros a escuelas privadas. No hay modo de que estos libros, con el precio que tienen, puedan ser comprados en una escuela pública.

Asistente: Salvo que haya una compra del Estado.

MM: Que ya no hay.

RF: Muchos de estos libros fueron comprados por el Estado. Gran parte del catálogo. Están en muchas bibliotecas del país. No hay problema de precio en las escuelas privadas con estos libros. Porque han comprado, incluso, Rompecabezas. Yo no creo que sea el precio.

Diego Bianki: No. Es esta estructura tradicional a la que creo que se ciñe la escuela, que cuesta romper.

RF: Sí, y además otra cosa, y es que hay muchas editoriales haciendo cosas de muy buena calidad. No es que eligen solo entre Prohibido ordenar y Circo. Hay mucha propuesta, hay cosas muy buenas, interesantes, hay promotores con más fuerza de venta y hay sellos que se van insertando mejor en lo que la escuela necesita.

MM: Una de las preguntas que hice en estos encuentros de La ilustración toma la palabra, es cómo ven el posicionamiento en el mundo, hoy, del libro ilustrado, de los autores que hacen trabajos integrales, o algunos que solo ilustran, argentinos. ¿Estamos en la cresta de la ola? Pareciera que estamos en un gran momento, pero no lo sé.

DB: Evidentemente, sí. Me parece que acá siempre hubo nivel y confianza por parte de los ilustradores que manifestaron interés por  salir y publicar en el exterior, y participar de ese contexto. De hecho, históricamente hubo cantidad de ilustradores que lo han logrado, que hacen historietas, o que las hicieron, o que hoy se están dedicando al libro ilustrado, al libro álbum o al informativo, o al que fuera. A mí me parece que en la Argentina hay un nivel excelente. Uno se tropieza con una baldosa, y de abajo sale un dibujante. Y mirá que acá en Buenos Aires te tropezás bastante, porque las veredas están siempre dadas vuelta. Basta ver los premios internacionales que los colegas tienen, para saber que estamos muy bien representados. Y algo que es muy interesante, pero de lo que yo me voy dando cuenta a partir de que sigo viajando todos los años a Bolonia, es que Argentina, dentro del contexto latinoamericano, va ganando cada vez más espacio. Lo digo así, porque no es lo mismo que Colombia vaya por un lado, que Argentina vaya por un lado y Chile por otro, como pasó en los últimos cinco años. Hoy todas las editoriales estemos conectadas, y entonces se van generando proyectos en común, donde todos participamos combinados, tirando ideas, trabajando juntos, o alquilando los stands en las mismas calles. O por ejemplo, el evento “El arte desarma tu cabeza”, lo tomó un grupo de editores españoles y lo hizo en Cataluña. Hay una mirada hacia Latinoamérica, porque también hay una mirada viciada de Europa, pese a que hay altísima calidad allì También la hay en Asia, hay por parte de las Ferias y de los editores, de otros países, un “querer descubrir”. Porque el editor tiene eso. El editor y el agente que organiza Ferias, son personas ávidas, curiosas de encontrar siempre algo que les llame la atención. Y creo que Latinoamérica está llamando la atención. De hecho, por primera vez este año, en la Feria del Libro de Bolonia, Latinoamérica tuvo una charla. Entonces fuimos invitados colegas de Perú, de Colombia, de Chile, Brasil y de Argentina, para contar un poco nuestra historia. Lo que digo no es una verdad porque yo lo digo. Basta con mirar en cualquier librería, lo que se está haciendo en nuestro medio y compararlo. Porque también llegan materiales importados, que permiten  darse cuenta de que lo que se está produciendo hoy en materia de libros ilustrados en Argentina, tiene tanto nivel como lo que se está haciendo en el resto del mundo. En ese sentido creo que estamos muy bien representados, y debemos estar más que orgullosos de eso.

RF: Dicho lo cual, y pese a eso, no tiene mucha calidad gráfica. No artística, sino gráfica, de producción. Y eso sí nos juega en contra, porque la mayoría de los países de Europa imprimen en China o en sus propias imprentas, que son mucho más sofisticadas, con mucha más variedad de papel y de recursos técnicos que los nuestros. Y a otro precio, también. Entonces hay mucho trabajo de excelente calidad que tiene un resultado en papel y de impresión no tan extraordinario como el que puede tener otra edición.

DB: Claro, pero a la vez se produce una polarización, entre lo que es la producción de contenidos en un determinado soporte, con el vaciamiento de los contenidos. Porque pasamos de abrir libros que despliegan serpentinas y cohetes, pero nos olvidamos de los contenidos. Y yo creo que lo que está llamando la atención también, aparte de la calidad de las ilustraciones, es lo que nuestras historias están contando. Ahí está la diversidad que viene a aportar Latinoamérica en este momento, o Argentina, en un contexto europeo donde se está rizando el rizo. Porque dale con los libros de animales. Uno va a Bolonia y no hay editorial que no tenga por lo menos tres o cuatro libros vinculados al zoológico, a los animales o a las mascotas. Porque ahí sí hay una mirada del mercado como mala palabra. Se sabe que eso vende. No está mal, porque nosotros también queremos vender, si no, no estaríamos acá, nos habríamos acabado hace mucho tiempo. Pero también me parece que parte de la responsabilidad social como editores, que tenemos nosotros en este contexto, es, no solamente atender las demandas del mercado, sino tratar de mirar hacia otros lados y hacer otro tipo de propuestas. Así como Europa está mirando hoy día a Latinoamérica, también está mirando desde hace unos años a Europa Oriental. Entonces, hay que ver las editoriales de Polonia, por ejemplo. O pequeñas editoriales rusas o checoslovacas. Uno empieza a ver (y ahora veo que acá en La nube hay una exposición de materiales soviéticos), es muy interesante meterse en esos pequeñísimos stands de la Feria de Bolonia, donde no están las editoriales más importantes y más conocidas, y descubrir que hay otras miradas, que hay otras propuestas. Y que no está, en esta producción que se puede hacer en China, donde hay dorados, y plateados, y gofrados, y desplegables, sino que está en lo básico de un libro, en el contenido. Nada más que eso.


MM: Ustedes tienen uno en canadiense, llegaron a Hungría, a China, a Corea, y estás hablando de Europa Oriental y Occidental. ¿Qué pasa con Norteamérica?

RF: ¿Qué pasa con Estados Unidos? Yo voy todos los años a la Feria de Guadalajara y año a año se va viendo un cambio en eso. Pero ellos consumen en castellano los libros que las mismas editoriales traducen al español. Por ejemplo, Scholastic tiene toda su serie, eligen algunos de sus libros, los traducen al español, y se venden sobre todo en las escuelas bilingües. Hace unos años comprendieron que necesitan obras escritas en “español auténtico”. Porque se trata de traducciones ofrecidas a nativos… es claro que no va a funcionar muy bien. Y también era inevitable que llegaran obras auténticas de mano de profesionales hablantes nativos, bibliotecarias y especialistas dentro de su propia inmigración. Lo cierto es que desde hace unos años empiezan a buscar material en Latinoamérica, pero tienen una serie de restricciones y pruritos descomunales que es muy difícil transitar. Por ejemplo, en la Feria de Guadalajara hay una señora que compra allí para una cantidad de bibliotecas enorme. Se llama Linda Goodman.  Tiene un stand en Guadalajara, con un gran portal en forma de arco, decorado con lucecitas led que dibujan su nombre. Es una señora grande, que habla un español bastante cortado, que siempre va muy maquillada... es muy entretenida. Te pregunta: “¿Qué tienes?” Le doy Abecedario. Me dice: “Este librrro tiene afrroamerricanos”. “Sí”, le digo. “Mis bibliotecarias no pueden todavía con estos negritos. No es para eias.” Le digo que parte de la propuesta del libro es justamente mostrar  una gran diversidad de personajes, etnias, culturas, que el estilizamiento es un recurso de estilo. Y me dice que no. “Y aquí, este niño tiene el torrrrso desnudo”. “Sí, es un bebé”. “No. Torrrso desnudo en Estados Unidos, no”. (Risas). Miró uno a uno los dibujitos, y realmente fue señalando: “esto no”, “esto no”. Entonces… “Bueno, Linda, este libro no es para ti.” Al mismo tiempo que se va Linda viene una librera de Los Ángeles al stand; se llevó literalmente doscientos Abecedarios. Porque ella vende en Los Ángeles a la comunidad hispano hablante, no a las bibliotecarias de las escuelas. Le vende directamente a la comunidad. Y el libro le parecía espectacular. Entonces quieren incorporar material latinoamericano, pero que sea poco latinoamericano. O viene Scholastic a pedir algún material para publicar, pero tienen que ser cosas muy características. Fútbol, por ejemplo. Buscan el estereotipo local. Entonces todavía es un mercado dificilísimo de transitar. Es mucho más conservador en la ilustración, tiene una escuela de ilustración mucho más realista… ayudame con esto, Diego… estoy a punto de decir cualquier pavada. (Risas).

DB: En realidad tiene un abanico de posibilidades infinitas en relación con el género visual. Y calidades infinitas. Lo que pasa es que hay estructuras de enseñanza o hay estereotipos de “lo que hay que mostrarles a los niños”, como los que tiene esta señora. Porque no es que nosotros hacemos nuestros libros de manera estereotipada. Ella tiene una mirada estereotipada sobre lo que está repasando. Entonces el peligro y la dificultad para entablar relación con el mercado, son esos. Cómo entender a un mercado que es tan cerrado y tan poco permeable a la hora de mostrar un libro. Este año es la primera vez que colocamos un libro en EEUU, Un libro en tamaño real, que acá está en coreano, y que es un libro con fotografías. No hay personajes, hay animales y objetos, hay ideas y pensamiento crítico… Y después de muchos años, habiendo tenido agente, que lleva nuestro material y lo ve con editoriales de Estados Unidos, es nuestro primer libro, es la primera oportunidad de ingresar a ese mercado con una edición muy particular.

RF: Es como el mercado más promisorio de todos, porque tiene creo que más hispano hablantes que toda Latinoamérica, pero es el más difícil de entrar.

MM: ¿Las fotografías son tuyas?

DB: No. Ahí contratamos dos estudios de fotografía, para hacer todo el trabajo de producción del libro. Esta fue una empresa muy grande también. El trabajo de un equipo. Muchos de nuestros libros nunca están hechos por una única persona, a pesar de que aquí aparece Jorge Doneiger como autor, hay un equipo que lo respalda, o en el  caso del libro de las nubes o en otros proyectos editoriales, como Cuentos del Globo, por ejemplo, nosotros armamos un equipo interdisciplinario donde cada uno participa de acuerdo con su saber, y creo que eso es lo que de algún modo se manifiesta en el producto final. Ese intercambio de ideas, ese equipo que se arma, ese complemento que hay entre lo plástico, lo lúdico, entre lo vinculado a la educación o a la estética fotográfica, termina por amalgamar en ediciones de ese tipo. Incluso, cuando solamente trabajamos en casos como estos, donde hay un escritor, un ilustrador y los editores, muchas veces hay un trabajo de participación en el que nosotros generamos intercambios, y donde muchas veces nos toca el papel de tener que comentarles a los autores que algo que ellos están proponiendo y que a nosotros nos interesa, sin embargo tiene que seguir siendo trabajado. Y este libro es uno de los ejemplos en los que nos tocó trabajar y armar equipo con los autores. Porque a veces hay propuestas que vienen cerradas. Donde ya el editor no tiene por qué meter la mano en absoluto, sin embargo a veces hay que hacer un trabajo adicional, y recuerdo que en este caso fue interesante, porque cuando nos llegó el texto, para  contarlo rápidamente, es sobre una historia, en la que llega un circo a una ciudad. El niño se levanta y ve desde la ventana de su habitación que el circo está llegando, y entonces, raudo, se viste y sale corriendo hacia la zona en la que se establecen los carromatos , y pide hablar con el dueño. Le dicen que está muy ocupado, que en ese momento el circo recién llega, que vaya otro día. El chico, tenaz, va al otro día, descubre cuál es la casilla en la que se hospeda el dueño del circo, le golpea la puerta, y cuando le abre y le pregunta qué quiere, y él le dice que él sabe imitar pájaros. El dueño lo mira, el nene es chiquito y el dueño es enorme, y le dice que vio miles de imitadores de pájaros, que está harto, que ha visto miles, que no le interesa ninguno más. El chico, pobrecito, se va cabizbajo. No obstante eso, sigue volviendo con su insistencia de niño. Y le sigue insistiendo, le dice que si lo dejara podría mostrarle, y el dueño le dice que no, que está harto de que vayan a mostrarle sus imitaciones. El niño se, y resulta que una vez comenzada la función, el domador se queda sin público. Y claro, la gente que estaba viendo el espectáculo se sale porque alguien ve a un niño volando. La historia era fantástica, pero ¿qué pasaba? En ese momento, a Ruth que estaba dando un taller para niños, se le ocurrió mostrar los originales y leerles el cuento y los niños se quedan mudos. Así como ustedes sonrieron con la anécdota, los niños se quedaron mudos. Y a nosotros nos pareció rarísimo, porque estábamos felices con el libro ya casi listo para llevar a imprenta. Entonces les empieza a preguntar, hace un sondeo. Y la propuesta, que para nosotros estaba cerrada, porque las ilustraciones eran fantásticas, la historia era genial, es que con los niños nos dimos cuenta que  había algo que fallaba. Y los niños lo habían detectado. Y era que la última ilustración, que era una doble, el niño volaba con los pájaros, pero nadie salía a verlo.

Asistente: Si nadie lo veía no había niño volando.

DB: Exactamente. Entonces fue interesante, porque después de haber hecho ese taller, Ruth les manifestó a los autores lo que estaba ocurriendo con el espectador. Ahí nos reunimos y empezamos a trabajar con los autores. Y les propusimos retomar  las últimas cuatro páginas, de las ilustraciones del libro. No la última, sino las cuatro, de manera de volver a narrar esa entrada del dueño del circo, que era el domador que presentaba a las bestias, y hacia el final, lo que nosotros le proponíamos era que no solo se fueran los espectadores, sino también todos los animales. Que todo el circo fuera a ver a aquel niño que estaba volando, y el domador se quedara solo debajo de la carpa del circo. Y la verdad es que el libro ha funcionado, y se reprodujo en varias lenguas, y todavía se sigue reeditando y vendiendo. Es uno de los libros más exitosos. Este ejemplar que trajimos es coreano, y también se editó en francés.

MM: Decí el nombre en castellano. Pobre Pía, la compañera que desgraba…

DB: ¿Qué crees tú que puedes hacer en mi circo?

MM: La autora es…

DB: Giorgina Ro, la escritora. Y el ilustrador, Maximiliano Lucchini.

MM: Y esto que se dio de  casualidad, con Ruth en el taller, ¿después lo han tomado? ¿Prueban los libros antes?

RF: Sí, hay otras situaciones…

DB: Esperá que haga memoria. Una casa bien abierta. Es un libro que está ilustrado por Claudia Legnazzi, con objetos: piedritas, palitos, algas de la playa, en fin… El texto es de un poeta brasileño, Guimaraes Rosa, y es un texto que habla sobre un niño que no tiene casa. Que vive en un caño en la playa. Se lo dimos a Claudia. A mí como director de arte me gusta que sean el ilustrador o la ilustradora quienes hagan la propuesta estética de lo que leen en la entrelínea del texto. Entonces Claudia nos hizo una devolución de dos dobles, (me acuerdo de que nos reunimos en la oficina de Raquel, un día soleado), y nos reunimos, tomamos café, ella se fue y nosotros nos quedamos mirando lo que Claudia había hecho. Claro, el texto era un texto triste, porque hablaba de un niño que no tenía casa, y no tenía familia. Y hablaba de la hora de la noche, cuando se encendían las luces de todas las casas, cuando las familias se reunían, y hacía un contrapunto entre lo que le pasaba al niño que no tenía ni familia ni casa, y lo que ocurría en el resto del mundo familiar. Un texto ilustrado con una impronta como la que nos había acercado Claudia, podía producir un libro en el que no solamente había grises en el texto, sino que había grises en las ilustraciones, porque ella lo había teñido todo de gris. Pero antes de que le propusiéramos algo a Claudia, Raquel propuso llamar a dos lectoras.

RF: Flavia, acá presente, nos leyó otro también. Es decir que esta historia la hemos repetido.

DB: Yo conté esta historia en 2016, cuando me tocó abrir un congreso de diseño editorial en México, y conté esta historia. Pero para contarla, primero leí el texto sin mostrar las maravillosas ilustraciones finales, porque nosotros les dimos el texto sin las ilustraciones a estas expertas. Cuando lo leyeron, la devolución que nos dieron por escrito, era que no se nos ocurriera publicarlo porque era un bajonazo. (Risas). Lo decían muy bien, pero en definitiva era un bajón. Y claro, con esas ilustraciones magníficas pero en paleta de grises de Claudia, a la que previamente llamamos hablándole de tratar de hacer un contrapunto con el color, vimos que el resultado no nos convencía. Después de esa devolución, como director de arte me fui mascando y mascando y mascando ideas, porque ellas (Ruth había encontrado ese texto en un blog de poesía de Brasil) amaban ese texto. También me pareció apasionante, y cuando lo leí en el Congreso quise volver a experimentar a ver si estábamos en lo cierto, o no, ante otro público. Así que luego de leerlo pregunté qué les parecía. Y la gente decía que era muy, muy triste. Entonces, conté que luego de reunirnos como equipo de edición, llamamos a Claudia. Le contamos lo que nos parecían sus ilustraciones: que eran preciosos pero que no había color. Y le dijimos que creíamos, que aunque el libro estuviera transmitiendo una historia fatal, tenía que llevar color como contrapeso


RF: Perdón. En realidad, lo que tenía ese texto era que cuando uno lo leía desde la perspectiva adulta, estaba narrado por la voz del niño. Por supuesto, uno se imagina a un niño sin casa y sin familia viviendo en la playa, y se quiere matar en ese instante. Pero al ser contado desde el punto de vista del nene, que al final en la arena escribe “casa”, empieza a jugar con las letras de la palabra “casa”, mira el mar e identifica en la palabra “mar”, la M de su propio nombre. Entonces, en el momento en el que el nene está aprendiendo a hablar de su nombre y del mar, reconoce que es la misma letra. Entonces se siente emocionado por eso: acaba de hacer un descubrimiento. Para un adulto el texto es muy triste, pero desde el punto de vista del relato, termina con el chico haciendo un descubrimiento. Sale de una situación de tristeza a un reconocimiento de identidad. Porque dice que es un pedacito de su propio nombre y que su casa es el mundo. Lo que hicimos fue señalarle a ella esta diferencia de punto de vista. Y cuando hicimos ese trabajo, ella encontró el color. Encontró una manera de cerrar esa última página, recalcando este punto de vista en lugar del punto de vista del lector adulto. Esa fue la transformación que pudimos hacer: que ella se replanteara la lectura.

Asistente: Además, las ilustraciones fueron piedritas pintadas. Divinas. Entonces, esa historia de la playa y de cómo a través de lo gris de las piedras se puede crear…

DB: Eso surge a partir de que el personaje escribe la palabra “casa” en la arena con un palito que recoge. Ahí le propusimos que explotara esa veta. Lo que dice Raquel, por un lado. Pero por el otro explotar la veta de jugar con los elementos que deja el mar, e intervenirlos. Una manera de enriquecer eso que está proponiendo el texto, a favor de esa conjunción, y de ese enlace, y de ese diálogo que se puede manifestar entre los dos lenguajes.

Asistente: El otro día contó que les pedía a todos sus amigos que le trajeran piedras y cosas de la playa.

DB: Nosotros juntamos varias bolsas de pequeñas piedras, me acuerdo. Ella tenía unas algas hermosas que coleccionaba y las utilizó en el libro.

RF: Pero armó por cada doble, un bastidor entero con arena y con todo. Y tiene las quince dobles del libro cada una armada y pintada.

Asistente: Yo me acuerdo de que hablé con vos, cuando estaba por salir, y pasaba algo… Que tenía que estar o no la casa… ¿te acordás?

RF: También. Porque tiene un gran trabajo de interpretación. Y los únicos elementos que teníamos para señalar una, era lo que hiciera Claudia con las imágenes. Cuando a él se le ocurrió tomar todos los elementos de la playa, y del mar, y pintarlos, en ese laburo de interpretación que hicieron los dos juntos, fue que el libro tomó su dimensión.

DB: Yo creo que de los libros que más nos acordamos y de los que más disfrutamos, y que no quiere decir que a veces sean los más vendidos, son los que tienen experiencias como estas, donde se arma realmente equipo de colaboradores, en el que todos estamos peleando en favor del libro. Para que sea un gran libro. Aunque no vendas después. Porque este libro no fue el más vendido, pero nunca nos vamos a olvidar de la experiencia que logramos de trabajar en ese conjunto y en esa riqueza.

MM: Pensaba, como pregunta que va cerrando… Ustedes editan entre cinco y ocho como máximo por año. Y supongo que llegan muchos proyectos y ustedes mismos producen muchas ideas. ¿Cómo se decide el proyecto, o los proyectos del año?

RF: Cada año es distinto…

MM: Vamos a un caso concreto. Este año sacaron La hermana menor, que tenemos acá. Suniyai Moreno es la autora de los textos. Y las ilustraciones son de Mariana Chiesa. ¿Cómo se decidió?

RF: Es que esa es otra historia extraordinaria. La voy a contar porque está buenísimo contarla, y porque está Suniyai acá. Porque es un ejemplo de cómo van surgiendo algunos proyectos, dentro de Pequeño Editor. Y porque tiene relación con Prohibido ordenar.
Y después trato de explicar cómo elegimos los proyectos.
Cuando salió Prohibido ordenar, hicimos un concurso en Facebook, preguntándole a la gente que nos veía en las redes, cuál era el juego o juguete de su infancia que más recordaba. Y en ese momento, Eliza Rodríguez posteó algo que nos encantó: contaba que en donde ella vivía se jugaba al Blanco y Negro, con un hueso. Y que ese era el hueso que compartía todo el poblado disperso en muchísimos kilómetros, para darle gusto a la sopa. Un solo hueso entre todos los pobladores. Naturalmente, ganó el concurso por lejos, y nos gustó tanto la historia que la citamos a la editorial a charlar sobre eso. Y nos dimos cuenta de que ahí había una historia. Y le pedimos a Eliza que la escribiera. Y así empezamos a acunar un segundo proyecto asociado a la narración de Eliza. Nos dimos cuenta de que esa historia que nos parecía conmovedora, profunda, interesante para contar otras infancias, ganaba si nosotros contábamos primero su origen real, la historia de ella, su infancia y otras infancias en Santiago del Estero. Así que lo que empezamos a armar junto con el trabajo de escritura de Suniyai fue una investigación que financió el Fondo Nacional de las Artes, que implicó ir a Santiago del Estero, investigar, hacer entrevistas, filmar la zona en la que Suniyai pasó su infancia, y contar el origen de la historia. Cuando ella terminó el texto compilamos todas las imágenes, hicimos un pequeño video, le pedimos a Mariana las ilustraciones, y con ella también trabajamos muchísimo. El color, el punto de vista de la niña, y lo que luchamos con el título… Porque el título natural de esa historia era “El huesito gustador”... Pero -reflexión inevitable de editor- nos preguntamos qué iba a pasar con ese libro si le poníamos ese título.

Asistente: No tiene enigma, además.

RF: Había muchas cosas. No tiene enigma, pero al mismo tiempo no tenía un referente en el que anclar la imaginación. Porque en la vida urbana, “El huesito gustador” no significaba nada. O significaba algo extraño, enigmático. No podíamos asir un significado. Y para elegir un título, el lector tiene que agarrarse de algo para construir su propia hipótesis de lectura.  Entonces empezamos a jugar, y pasaron meses mientras iban haciendo las ilustraciones, mientras iban filmando, jugando con el título, y buscando también otras cosas, que tuvieran sentido con la historia, que nos mantuvieran en esa línea de sentido profundo del relato que nosotros entendíamos.

DB: Puro hueso, se llamó en un momento.

RF: Sí, pero hay un libro de Silvia Schujer, que tiene un título parecido. Además y encima parece que tiene unas connotaciones re pornográficas que ni imaginábamos. (Risas). Así que tampoco podía llamarse así. Hasta que encontramos La hermana menor, que cuando todos lean la historia, van a ver el sentido que tiene con esta historia del huesito. Pero volviendo atrás, fijate que esto no tiene nada que ver con el proceso de selección de originales que uno imagina en una editorial. No hubo proceso de selección de originales. Hubo búsqueda de construcción de un relato, porque nos interesaba ese contenido. Lo mismo para el libro de cómo cuidar a tu cachorro, que ahora fue premiado como libro informativo. Hubo una búsqueda específica para construir un libro alrededor de ese tema. Otro es el caso de los libros de la Colección Duraznos, donde sí tenemos que hacer una selección de textos, porque tenemos un formato que es muy restrictivo. Son libros para chicos de 0 a 3 años, que se tienen que resolver en diez dobles, para chicos muy chiquitos. Entonces, uno tiene unos criterios sobre qué lenguaje imagina que tiene que haber, y qué lenguaje gráfico. Ahí queríamos que se incluyeran canciones, porque nos interesaba la musicalidad, entonces sí hay una búsqueda de originales. Pero hay mucho trabajo que está alrededor de una idea, construir un libro para darle amparo a esa idea. Una arquitectura.

MM: ¿Les llegan proyectos armados que toman de vez en cuando? ¿O es lo menos?

DB: Es lo menos, sí.

RF: Es mucho menos. Pero, por ejemplo, cuando llegó tu texto le dijimos que sí de una, y fuimos a buscar al ilustrador.

MM: Fue un pedido de Ruth. En realidad era un cuento que rebotaban en los manuales, por triste. (Risas). O sea que ustedes tienen todo un tema con eso.

RF: Lo que pasa es que está interesante leer cosas tristes.

DB: Nos interesan justamente los temas. Y tampoco es que estamos pensando en poner un tema porque no está en la LIJ. La verdad es que no somos tan inteligentes. (Risas). Somos bastante instintivos. Hay algo que nos gusta y queremos defenderlo a rajatabla. Lo desarrollamos, y apostamos, y ahí está. Después, los que están del otro lado decidirán si ese libro va a tener continuidad o la va a perder, y en un año va a pasar lo que pasa en el mundo editorial, que los mandan a picar. Pero así también están estos libros con historias. Porque cuando te invitan a tener la oportunidad de contar el detrás de escena, como nos diste vos ahora, hay cosas para contar que van más allá de hablar de un formato, un buen escritor, un buen ilustrador. Sino que el libro se construye, requiere de un montón de herramientas, de un montón de saberes, y de una convicción del trabajo conjunto de la editorial con los autores. Pero también ocurre que a nosotros no vienen a buscarnos todos los autores o viceversa. Muchas veces cae gente con proyectos que no tienen que ver con nosotros, en el sentido de que hay que trabajar demasiado tiempo para ese proyecto, o que realmente no está maduro, y nosotros no podemos proponernos estar detrás de eso. Pero llegan con alguna intención, y tiene que ver con lo que nosotros hacemos. Son los menos los que llegan como el tuyo, a pesar de que decís que Ruth te encargó ese texto. Un libro en tamaño real nos llegó a nosotros. No sé si a otra editorial antes. Un libro como Pájaros, tampoco circuló por otras editoriales y llegó a Pequeño Editor. En realidad, nunca hemos visto (o salvo raras veces) un libro que hayamos rebotado en otra editorial.

RF: Sí hemos decidido no publicar alguno que luego se publicó, como el de Tortilla de papas, u otros a los que nos les dimos amparo en el catálogo y se publicaron luego por otros sellos.

MM: En este caso, viene a cuento contarlo, Ruth estaba trabajando para Edelvives. Me pidió un cuento a fin de año. Yo tenía este, rebotado de varias texturas por triste, se lo mandé y le gustó. Me pidió unos cambios que yo no entendí, porque fue todo por mail, medio rapidito (Risas), con ella lo hemos hablado. Yo estaba de vacaciones, y me mandaba una serie de sugerencias piolas, que después tomé cuando hicimos el libro, pero en ese momento yo le decía que no lo publicara, que total ya no lo habían publicado varias.  Ya está. (Risas). Y cuando salió publicado, volví en abril y me dijeron que el cuento había salido y que iba a cobrarlo. Y yo pensé que Ruth se había enojado, pero no. No nos habíamos entendido. Nos juntamos después, un día que vino de viaje, y ahí entendí lo que ella quería, y por qué lo quería para Pequeño Editor. Y así fue. Es otro cuento, está mucho mejor que el del manual, incluso le cambiamos el título. En el manual se llamaba “A juntar”, y acá fue Prohibido ordenar. No sé si tienen alguna pregunta más…

Asistente: Sí. ¿Cuándo sale el libro de pareidolia?

DB: Ah, el de las caritas sobre el antropomorfismo en los objetos… Hicimos una convocatoria por Facebook, en la que invitábamos al público en general a que mandase fotografías en las que descubriera antropomorfismo en los objetos. El video tuvo miles de reproducciones. Siete mil en su momento. Y entonces abrimos una casilla de correos de Gmail para que la gente mandase ahí. Y llegó cantidad de cosas. Cosas irreproducibles, porque las ve la persona que tiene la fotografía, pero no podría formar parte de un libro, porque le falta calidad fotográfica, o de mirada, pero también llegaron cosas sorprendentes. Dentro de lo masivo que puede llegar en la convocatoria de esa propuesta, llegaron buenas cosas. Respondiendo a tu pregunta, no es un libro típico dentro de nuestro catálogo. Si bien se lo puede vincular a lo lúdico, tiene una mirada juguetona, lo puede disfrutar tanto un chico como un adulto, pero no está dentro de lo que es la literatura infantil y juvenil. Es un libro de imagen. Entonces, a nosotros nos cuesta encontrar el espacio y el momento para publicar, porque digamos que tenemos una demanda, cuando nosotros vamos a darle continuidad a nuestro catálogo, y editar novedades. Pero básicamente, no está publicado todavía, porque el libro no está terminado de componer y armar. Lo hemos mostrado en Bolonia, tenemos un par de co-editores en países latinoamericanos, pero como nosotros lamentablemente hacemos muchas cosas, quisiéramos hacer menos y estamos de los dos lados del mostrador, porque somos autores pero nos transformamos en editores, yo de oficio, Raquel profesional, uno va haciendo las cosas de a poquito. En pequeños espacios ociosos, se va nutriendo y ayudando a que ese libro vaya creciendo. Te pido que tengas paciencia. En algún momento ese libro va a surgir. Si acá te mencionamos libros que han tenido tres años y a veces más, ese ya lleva un año. Y te cuento una cosa que quizá no sepas. Yo empecé con esa propuesta en paralelo a haber empezado a fotografiar nubes. El libro se publicó en el 2009 y yo estuve tres años sacando fotografías de las nubes, así que eso empezó en el 2006. Y todavía tengo en mi computadora, una carpeta que dice Fotos de Nubes, y otra que dice Fotos de Caritas, y las dos responden al mismo principio de pareidolia. Justamente eso de mostrar formas reconocibles en otras cosas.

MM: El proyecto original tiene más de diez años, entonces.

RF: Corolario: Editor es aquel que no baja los brazos y acuna los mismos proyectos durante un montón de años, hasta que puede ponerlos en el mundo.

DB: Perfecto. Así que esperamos no defraudarte.

MM: Un título bárbaro para la entrevista. (Risas). Bien, si no hay más preguntas… Una más…

Asistente: Buenas noches. Me llamó mucho la atención el título del libro con el que ganaron el premio este año. Cómo cuidar a tu cachorro. No me hubiera imaginado nunca ese título en el catálogo de Pequeño editor. Pienso que no pude mirarlo porque dije: “no puede ser de ellos”. Cuéntame qué es eso.

RF: Sí. Porque hay otra historia atrás. Un día estoy en la oficina hasta las siete de la tarde. Suena el teléfono. Levanto imaginando que es un llamado de mi casa, pero no: era Marcelo Pérez que me dice que él se dedica a los perros. Y que se da cuenta de que en el mercado no hay un solo libro para perros, para contarles a las familias como ocuparse de criar a un perro chiquitito. Y que quiere hacer un libro de fotos grande, con tapa dura, que sea un libro como los de Taschen para la mesa de café, pero sobre los perros y la forma de cuidarlos. Y me dice que tiene un programa en la radio. Le dije que la idea me parecía divina, pero que no éramos la editorial que buscaba. Y entonces empezó a preguntarme cómo era el proceso de hacer un libro. Yo caminaba por la oficina hablando con él, pensando en por qué iba a perder cuarenta y cinco minutos tan preciosos ya en el día manteniendo esa conversación telefónica con un desconocido… Cuando paso por delante de mi biblioteca, y veo un libro de Edelvives, de la década del 90, que se llama Mi gato Coque. Paro la vista ahí, saco el libro y le digo que venga al día siguiente, para que charlemos personalmente sobre su idea. (Risas). Y él tenía razón. No existe un solo libro para chicos sobre como cuidar a un perrito. Y era un tema genial para hacer un libro informativo. No un libro de ficción. Lo que quisimos buscar para ese libro fue un formato, un texto interesante, con instrucciones para cuidarlo. Entonces dijimos que si íbamos a hacer un libro con instrucciones, la agregábamos un contexto de narración, para que los chicos pudieran entrar al libro por distintos lugares. Igual que con las nubes. El famoso género híbrido. Compusimos un relato con el diario del nene que va contando eso, lo que le contó el veterinario, y entonces aparecían las instrucciones de cuidado, y también había una zona infográfica en la que se contaba, al estilo de ese libro de Edelvives, que fue una inspiración. Y naturalmente… ¿Quién tenía que ilustrar eso? Chanti. Naturalmente. Para mí no existía otra posibilidad. Para mí, el libro empezó a ser posible cuando Chanti nos dijo que sí. Ya lo habíamos imaginado con esas ilustraciones y con esa mirada.

MM: ¿La narrativa la hizo Chanti también?

RF: No. Nosotros guionamos eso, y Chanti agregó su humor gráfico y su mirada. Lo que hizo Marcelo Pérez fue darnos la información. Le hicimos una entrevista grabada, y fuimos armando ese texto para distribuirlo. Y después teníamos que descubrir un perrito, que fuera encantador, para fotografiarlo. Así que hicimos casting de perros también. (Risas).

MM: Las cosas que hace un editor…

RF: Totalmente. Entonces sí, es un libro informativo, y llama la atención en el catálogo de Pequeño Editor, pero también fue un experimento. Porque no tiene por qué ser exclusivamente informativo. Es un híbrido. Y los híbridos nos encantan. Era este juego de tipos textuales, sobre todo.

DB: Pero no es el único informativo. Abecedario es informativo, Con la cabeza en las nubes, también, Un libro en tamaño real es informativo, Cuentos del Globo también tiene una parte informativa.


Asistente: Claro, pero este es informativo desde el título. Me hizo pensar en libros de los años setenta. Lo voy mirar ahora en un ratito. (Risas).

RF: También era una búsqueda. De hecho, si me preguntás, me encantaría hacer una serie a lo “años setenta” de cómo hacer cosas.

Asistente: Hace mucha falta.

EF: Absolutamente. Para los nenes es súper interesante. Ese es un libro que convoca a los chicos a cualquier edad.

DB: Por eso van a ver los instructivos en Youtube. El correlato en libro de lo que en Youtube es una tendencia muy fuerte.

RF: Porque lo que tienen los chicos, que es esa curiosidad por entender el mundo, encuentra mucha respuesta en la ficción. Y hay chicos que buscan esa respuesta en otro lugar. Eso también es interesante de dar a leer.

Asistente: Bueno, nueva serie…

RF: Ojalá.

MM: Bien, los despedimos con un gran aplauso.

APLAUSO FINAL.

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