Cecilia Pisos: “Rodari no es el escritor que ‘se manda la parte’. Él dice: ‘Miren, así se trabaja con la palabra’. Y da las claves”
En esta segunda parte de la entrevista a Cecilia Pisos, dedicada fundamentalmente a la obra del gran Gianni Rodari, nuestra invitada siguió recorriendo facetas esenciales del autor, como su condición de investigador de los mecanismos de la fantasía, su postura clara en contra de la sacralización de la figura del escritor, su defensa del oficio: el escritor visto como un “laburante” de la palabra. Todas líneas con las que Cecilia no solo coincide: “las predica”, como bien dice, con mucho humor..
Mario Méndez: Ya estamos en tres pantallas llenas. Podríamos haber colgado el cartelito de “No hay más localidades”.
Cecilia Pisos: Yo parezco una predicadora de Rodari, pero es que creo que hay que darle una vueltita más de tuerca, dedicarle un poco más de atención. A mí, una cosa que me gusta de la figura de él, y que lo pinta de cuerpo entero, está en la contratapa de la primera edición de la Gramática…, y es la sencillez, la no afectación con la que plantea el oficio de escribir. Lo tengo acá anotado y me encanta comentarlo, porque es la idea de la escritura que yo tengo además. Él dice: “Lo que estoy haciendo es investigar las constantes de los mecanismos de la fantasía, las leyes de la invención que aún no han sido formuladas, para ponerlas a disposición de cualquiera. Insisto en señalar que aunque el romanticismo lo haya rodeado de misterio, y hayan instaurado una suerte de culto en torno a él, el proceso creativo es inherente a la naturaleza humana. Y por tanto, está al alcance de todos, con la alegría que da el expresarse y jugar con la fantasía”. Esta es la desacralización de la figura del escritor que él propone… Vieron que el escritor romántico es el tipo que va a la naturaleza, y cae un rayo y él se inspira… No. No es esa idea la de Rodari. Rodari es un laburante de los textos, un laburante de la palabra. Porque su método no es “me inspiro”. No. Es, en cambio, “Empiezo a jugar con las palabras y, de las aproximaciones que surgen, voy a inventar lo que va a suceder en la historia”. Y eso es algo que todos pueden hacer. No sé si a vos te pasa, Mario. Pero en las escuelas, cuando los chicos te preguntan de dónde sacás las ideas, cómo hacés para escribir, y vos les contás que hacés como ellos… yo por lo menos, escribo en un cuadernito, empiezo a pensar, mezclo cosas, después corrijo… y no me salen bien al principio, muchas veces… Cuando vos acercás ese trabajo "trabajoso", valga la redundancia, a los chicos, a mí me parece que eso les aclara las cosas. Que ellos no piensen que un escritor es alguien extraordinario, que piensen, por un lado, que escribir le da trabajo como a ellos, pero por otro, que, con el mismo esfuerzo, ellos también pueden dominar la palabra, hacer con ella lo que quieran, jugar, escribir. Esa es una cosa que a mí me acerca todavía más a la figura de Rodari. No es el escritor que se manda la parte. Por el contrario, dice “Miren, así se trabaja con la palabra”. Y da las claves.
MM: Como en todos los escritores, subyace su ideología. Esta democratización del arte, la distribución, para que todos puedan ser libres, para que todos puedan leer, para que todos puedan escribir, y porque es un laburante, lo dijiste muy bien. Me parece que en eso fue fiel a su inicio desde el PC italiano, hasta el lugar de fama y de referente internacional de la literatura y de la pedagogía. Obviamente, vos sabés y creés que está vigente. Esperemos que las futuras maestras acá también lo tomen. Y que piensen que sí, que los chicos tienen que saber que cualquiera puede ser escritor. Cualquiera. Simplemente, hay que laburar.
CP: Exactamente. Porque los chicos tienen la idea de que nosotros, como somos grandes, y como somos escritores profesionales, no luchamos con los textos. ¡Y cómo luchamos, Mario! Luchamos como el primer día con los textos. ¿No? Es raro que a uno le salga algo de corrido. Uno lucha y lucha con el texto, con la materia con la que trabaja. Entonces, para los chicos es reconfortante, porque piensen que los chicos están luchando hasta con la grafía muchas veces. Entonces, yo les digo que es un trabajo, les pregunto qué parte de escribir les gusta. Les digo que a mí me encanta la de inventar, porque me entusiasmo con una idea, y me pongo contenta, pero cuando tengo que sentarme a escribir, empiezo a transpirar. Me pongo colorada, me pongo nerviosa porque a veces no me sale, me voy, vuelvo, tacho, les muestro los tachones… Las maestras, a veces, se horrorizan. Porque además de que muestro tachones mi caligrafía es pésima, porque tengo un problema en las manos. Pero sigo escribiendo a mano. Creo que esa cercanía, esa cosa concreta de la mano con la lapicera sobre la hoja, a mí me acerca materialmente al corazón de lo que escribo.
MM: Eso está buenísimo. Que los chicos puedan entender que es un oficio, que somos trabajadores, y que Rodari lo pensaba así. Y no que estamos en la torre de marfil y ahí recibimos “la palabra”.
CP: Ni en los “vernissages”. Porque está esa cosa del “glamour" de los escritores… Los de infantil no tenemos ningún glamour, dicho sea de paso. Únicamente, las reuniones de fin de año de las editoriales.
MM: Los desayunos, los brindis... Esas cosas, que se extrañan, por cierto, ahora que estamos encerrados.
CP: Claro que sí.
MM: La tarta voladora es uno de los ejemplos del binomio fantástico. ¿Verdad?
CP: Sí. Y es muy curioso. Porque, al principio, yo hubiera dicho que era más bien una hipótesis fantástica. Vieron que Rodari tiene las hipótesis fantásticas, y en algún momento dice que las hipótesis fantásticas son como binomios más expandidos, más desarrollados. Lo dice en la Gramática… Por eso hay que leerla bien finito. Yo la había leído varias veces, y este año la leí con otro subrayado, y encontré otras cosas. Es un texto muy breve, que parece muy simple, pero con muchas vetas a explorar. Lo primero que encontré de La tarta voladora, fue el poema que él escribió, que lo traduje, y es el que está en el videíto que hice para ALIJA, que seguramente ustedes vieron. Entonces pensé que era un binomio, torta/cielo. Pensé que él respondía a una fantasía infantil, una torta gigante. ¿A qué chico no le gustaría una golosina inmensa? Pensemos que los personajes de La tarta voladora son parecidos a los de una película del neorrealismo italiano. Es un barrio sencillo de Roma, donde están esos edificios de departamentos, en los que todo el mundo se conoce, hay una vecindad. Ahí se ubica, no solo la historia, sino la escuela de los chicos que colaboraron con Rodari. De hecho, el Comando de los adultos, cuando ven la torta gigantesca, y creen que es un plato volador, se instala en la dirección de la escuela. O sea, en el lugar de la autoridad. La cuestión es que La tarta voladora surgió de un binomio que le regalaron a él. Se lo regaló un amigo que había vivido muchos años en Estados Unidos. Hay una frase en inglés: “A pie in the sky”, que es una frase hecha, que hace referencia a algo muy deseable pero improbable. Por ejemplo: “Casarme con vos sería a pie in the sky”. Eso, en el caso de un amor imposible. Sería lo que yo más quiero pero que sé que no va a suceder nunca. Hay un video de época de la RAI en el que se puede ver a Rodari contando que se anotó esta frase en una cajita de fósforos, y que le fue dando vueltas en la cabeza durante un tiempo, hasta que escribió este poema, en El libro de los errores. Y en el poema, que está en el video, están tal cual las distintas partes del argumento. El poema es como una grilla del argumento de la novela que después desarrolló con los chicos. Hay una italiana que investiga de dónde había salido esta frase, “A pie in the sky”. Parece que era de un sindicalista americano que fue injustamente a prisión, y la frase estaba en estribillo de una canción que había compuesto contra el Ejército de Salvación. Decía algo así como que te prometen “a pie in the sky” y quién sabe qué te dan después. Salió de ahí. Y esta novela tiene todo el trasfondo de la carrera espacial, la amenaza de los extra terrestres, todo lo que tiene que ver con el espacio, que es de la época de su escritura. Y que está muy presente también en la obra de Calvino. Si ustedes piensan en Las Cosmicómicas… Calvino es un escritor muy rodariano. Hay muchos puntos en común entre ambos. En toda su obra.
MM: ¿Qué estás produciendo ahora con respecto a Rodari? ¿En qué estás trabajando?
CP: Me pidieron dos artículos. Uno, que sale esta semana, justo para el cumpleaños, en el blog del especialista mexicano Adolfo Córdova, Linternas y Bosques, sobre la relación de la obra de Rodari con el nonsense inglés, el humor de los limericks y el trabajo del grupo francés OULIPO https://wp.me/p4cL8D-2ld En el otro, que se publicará a fines de diciembre, el 30, en la revista digital Ardea, de la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, me centré en el método inventivo, compositivo de Rodari, la invención a partir de lo lingüístico, que no es como se trabaja en la prosa o la narrativa. Umberto Eco tiene una definición estupenda en las Apostillas a El nombre de la rosa. Él dice que el novelista, el que escribe narrativa, inventa una trama, inventa un mundo y lo va amoblando. Dice que primero tenés las cosas, y de ahí salen las palabras. En cambio el poeta trabaja al revés: trabaja con las palabras y después, de las palabras sale el sentido. Vieron que el de la poesía siempre es un sentido a completar, un sentido a futuro. Rodari trabaja, aun la narrativa, desde esos núcleos poéticos iniciales. Como, por ejemplo, el binomio. Ese es un procedimiento que no es tanto surrealista sino también de otro escritor, Raymond Roussel, que trabajaba justamente con las homofonías del lenguaje, algo parecido a la "piedra en el estanque" de Rodari. Y con esas homofonías creaba sus ficciones. Entonces, esta creación que en principio es poética, lo que Rodari hace es llevarla al aula, confrontarla con los niños, recibir retroalimentación y trabajarla. A mí, como método, me parece fascinante. Y tomé como caso La tarta voladora, porque es el más extenso, y es uno de los libros que menos se conoce acá. Yo, por ejemplo, me lo compré por Mercado Libre, una edición de los noventa, de La Galera.
MM: ¿Edición argentina?
CP: No, de Barcelona. Era viejo, lo compré usado. No hubo reedición. En italiano, sí, Einaudi la hizo. Las ilustraciones de la edición que yo tengo son de Bruno Munari, que es un ilustrador de la época. Si ven cómo están representados los personajes, por ejemplo, son muy conceptuales las ilustraciones. Ahora les voy a mostrar algunos. Por ejemplo, éste es el papá de los chicos, el guardia Melleti. Justamente, los que hacen el lío, los que desobedecen para investigar ese extraño objeto volador que bajó cerca de Roma, son los hijos del policía, Rita y Paolo, los dos hermanitos que descubren la tarta. Acá está, por ejemplo, el piloto del helicóptero que mandan las autoridades, que sobrevuela la tarta para ver de qué se trata. La mide, hace comparaciones, le parece que tiene en el exterior unas cosas parecidas a las decoraciones con fresas de las tortas… Los del comando le dicen que no divague, y realmente no se trataba de una metáfora; en verdad, la "nave" tenía fresas, porque no era una nave espacial, era una torta. Esto de literalizar es una cosa muy de Rodari. Volver algo literal, “a pie in the sky”, que es algo imposible, él lo hizo posible en la línea narrativa de su historia.
MM: Este seminario que diste, ¿pensás que se va a repetir? Porque estoy seguro de que me adelanto a la pregunta de varios… veo gente anotando… me parece que muchos andarán con ganas de que éstos encuentros vuelvan a repetirse. ¿Estás para eso?
CP: Tendría que pensarlo, una vez más para comienzos de 2021 quizá. Lo di dos veces éste año en Entrepalabras, escuela de escritura online (https://entrepalabras.org/). Iba a darlo una vez y lo di dos porque realmente era mucha gente. No hacíamos solamente la lectura, sino que probábamos muchas de las sugerencias de la Gramática… de Rodari. Hacíamos una parte de lectura, que era confrontar la Gramática… con la producción rodariana, y después intentábamos nosotros mismos con la escritura. Hicimos binomios, hicimos piedras en el estanque, hipótesis fantásticas… un poco de todo. Es un seminario en el que hay que leer y escribir bastante, es muy trabajoso. No sé si voy a volver a darlo éste año, tendría que pensarlo, quizá haga alguna cosa más breve. Y si no, podría quedar para el año que viene, una repetición a principio de año. Eso podría ser; si hay gente interesada lo podemos volver a repetir. Porque más allá de la figura de Rodari, su método creativo es algo a lo que uno no está muy habituado. Siempre se piensa que uno se inspira en “algo”, no en la palabra. Y Rodari es un escritor accesible, en el sentido de que él da consignas muy precisas. ¿Vieron cuando una maestra dice “escribí un poema”? Nadie puede escribir un poema con una consigna tan vaga. Siempre hay que tener algo de donde se pueda hacer agarrar el chico y la persona adulta que escribe, también. Si en los talleres, uno les pide a las maestras o a los chicos, un poema que tenga tres versos, y que en el tercero dé vuelta lo que dijo en los dos anteriores, ahí ya hay una consigna; entonces el que prueba con la escritura tiene de dónde agarrarse para empezar. En ese sentido, yo no lo afilio tanto a Rodari al surrealismo, sino más bien a otro movimiento, que es el OU.LI.PO (Ouvroir de Littérature Potentielle), que es el Taller de de Literatura Potencial de los franceses, que justamente surgió en los años sesenta, a partir del trabajo, entre otros, de Raymond Queneau y François Le Lionnais. Calvino fue uno de los miembros de Oulipo no francés. Nosotros tenemos uno en este momento, que es el argentino Eduardo Berti. A mí el movimiento me interesa, hace años que lo sigo, escribí un libro que es “oulipiano”, que es Te lo cuento otra vez, que está hecho sobre el experimento Ejercicios de estilo de Raymond Queneau, de contar una misma historia de distintas maneras, muchas veces. El caso de Rodari, yo lo veo más para ese lado. Por ejemplo, en el último libro de Rodari hay un cuento que se llama "Código de una guía fantástica" o “Guía de inicios fantásticos”, según las traducciones porque hay como una polisemia en la palabra avviamento La traducción más cercana para mí, sería “Códigos postales fantásticos”, frase que Rodari menciona en un artículo, al referirse a un juego oral que hacía con los chicos, muy parecido al que se propone en este cuento. En él, el narrador es un vendedor de enciclopedias, que le dirige una carta al Ministro de correos y telecomunicaciones, en la que le dice que le parece estupenda la Guía de códigos postales. Porque él tenía insomnio, y leyendo la Guía de los códigos, a partir de la repetición monótona de los nombres de las localidades italianas, lograba dormir. Después de muchas noches sin dormir, en vez de contar ovejitas, él leía las localidades italianas. Barlamo, Baricella, Barigazzo, las va nombrando, y hace con ellas, toda una letanía. Hasta que llegó un momento en el que eso ya no lo hacía dormir. Lo ponía mal porque no pasaba nada, no había acción, lo aburría sin dormirlo. Entonces un día, una palabra, una localidad, Sambrusón, le encendió la lamparita. Y, enseguida asoció "Sambrusón" con "trombón". Ahí tenemos un binomio espacial, porque es un binomio que tiene una palabra que es un sustantivo propio, el nombre de un lugar, un topónimo, que se asocia con otra por su sonoridad y no por su significado. Entonces él hace unos versos y arma una historia:
Un pastor de Sambruzón
enseñaba a las cabras
a tocar el trombón.
Finalmente, el viejito le dice al Ministro que él está dispuesto a transcribir toda la guía de códigos postales, agregando estas rimas, que pueden sugerirles historias a otros, a cambio de que le dé un código postal propio. Le dice que estas rimas servirán al abuelo que quiere contarle un cuento al nieto, o al escritor, que quiere inventar historias, o simplemente al que quiera leerlas en voz alta… Con lo cual, mostrando el mecanismo (asociación de localidades por rima) con el que genera unas pocas historias, deja a la vista una posibilidad infinita de producción narrativa. Esta cosa es la que me a mí me acerca Rodari a Oulipo. Muestra un mecanismo que cualquiera puede repetir. Y esa es una de las misiones de este grupo: Oulipo da lugar a la producción textual a partir de lo que ellos llaman contrainte, o restricción. Que no es ni más ni menos que una consigna que guía la escritura, una regla a seguir en el texto. Un ejemplo de contrainte es el lipograma, que es escribir un texto sin usar determinada letra. Y ahí lo tenemos a Georges Perec, escribiendo una novela entera sin usar la letra “e”, que es la letra más frecuente en el francés. Una proeza. A estos experimentos de escritura, concretos, que los puede hacer cualquiera, porque están "las recetas" a disposición, subyace, como en la Gramática... de Rodari, una cuestión democratizadora de la creación. A los surrealistas yo los veo más con lo del sueño, lo onírico, lo aleatorio... Esto es un trabajo más sistemático con la escritura.
MM: Vos tuviste un proyecto de escribir a través de un intercambio con los lectores, ¿no?
CP: Sí, fue una novela, Mar cruzado, que se fue publicando en un blog, por capítulos, como los viejos folletines, y en el que los lectores comentaban a la par que los personajes, las entradas de la narradora. Pero muchas veces escribo con mis lectores o los acompaño en sus escrituras. A vos te habrá pasado también, Mario… Esta semana me llegó un mail de una nena que me dice que tiene un perrito que es así o asá. Y me pregunta si no puedo escribirle una historia a su perrito. Entonces yo le contesto que la que mejor conoce a su perrito es ella, que yo no lo conozco. Y le propongo que empecemos a escribir una historia y le tiro una punta: Capítulo 1: Mila y el día que llegó el perrito. Yo trabajo mucho con los chicos. Una de las cosas que siempre llevo en la cartera, es mi mazo de cuentos, porque los encuentros con chicos son azarosos. Pueden ser encuentros maravillosos después de sus lecturas, o encuentros en los que descubrís que no leyeron y el diálogo se va de lo literario. Entonces, especialmente para esos casos o, al revés, cuando veo que hay interés, uso ese mazo de cartas de cuentos. Las inventé para un libro de Santillana que era para tercer grado y se llamaba Panzaarriba, y las hice, en parte, siguiendo el modelo de Propp de la Gramática de la Fantasía. Son doce cartas de personajes, doce de objetos mágicos o ayudantes, doce de acciones y doce de lugares, y cuando la cosa se aplana, las saco. No falla nunca. Se los súper recomiendo, docentes, futuros docentes, grandes, chicos… No falla nunca. Vos sacás un personaje, sacás otro, tirás la primera frase: “La princesa estaba aburridísima, el dragón desde abajo le decía que bajara a jugar…” Y ya salta el primero preguntando si el dragón no le tiraba fuego. Y empiezan a surgir cuestiones de lógica del relato. Si el dragón quería jugar con la princesa, ¿cómo podía hacer para no quemarla? Empezás a construir la voz… ¿Cómo habla una princesa? ¿Cómo habla un dragón? ¿Qué tipo de princesa queremos? ¿Una típica o una cómica? Es infalible. El método rodariano para contactar con los chicos, sirve hasta en los cumpleaños… Yo lo he usado en los cumpleaños de mis hijos. Cuando mis hijos eran muy chiquito, vivimos unos años en México. Y yo estaba sola, no tenía abuelas, madre, tías que me ayudaran… Sola con todo. Los cumpleaños los animaba yo también. Y los animé, muchas veces, con este juego.
MM: ¿Vos has dado taller literario con niños o con adolescentes, Cecilia?
CP: Con chicos di hace mucho tiempo, así de manera sistemática, con encuentros semanales. En las escuelas suelo dar talleres puntuales, de una sesión, para trabajar con los chicos. Pero cuando recién me recibí y daba clases en la facultad, antes de tener mi beca para dedicarme a la investigación, como otro trabajito más, di estos talleres para chicos en un banco. Resulta que tenía una amiga que trabajaba en Recursos Humanos, y como era muy entusiasta de la literatura, del teatro, quería organizar talleres para los grandes y para los hijos de los que trabajaban. Una cosa inédita, porque en general, en un banco no le dan mucha bolilla a eso, pero ella me llamó y organizamos un taller literario para los papás y otro, para los chicos. Yo pensé que el de los chicos iba a ser terrible. Era los sábados a la mañana y el lugar que nos habían dado era una oficina en el edificio donde los papás iban todas las semanas a trabajar. Yo pensé que los papás ni locos iban a hacer otra vez el caminito a la oficina, un sábado a la mañana para llevar a los chicos. Bueno… lo hicieron todo el año, un par de años. Fue un taller muy lindo, porque armamos una biblioteca también. Todos los chicos se llevaban cada semana un libro, y la primera parte de los encuentros las ocupaban los comentarios de los libros. La segunda, era una consigna de escritura, y después se llevaban otra para la casa.
MM: ¿Y a vos cómo te ha ido, en cuanto a concentración, trabajo, creación, en este año tan particular?
CP: Fue un año que me permitió dar más talleres, y terminar de redondear algunos libros que venían del año pasado. En el verano, antes de entrar en cuarentena, salieron varios títulos, tal como estaban programados: "Viaje a la bandera", en el marco de la recordación belgraniana, "Adivinan¡zas!", un adivinancero ilustrado, Urciélago, la historia de un murcielaguito entusiasta que está aprendiendo a escribir y el segundo tomo de la saga La torre menguante, "El club de los maquinistas". Y ya en pandemia, hace poquito salió en España y en Francia un librito en coautoría con un ilustrador argentino, Gastón Caba, que está viviendo allá. Se llama "Mi buena estrella" y mezcla cómic con poesía. Se nos ocurrió esa cosa loca porque a Gastón le gusta mucho la poesía, compartimos algunos poetas favoritos, y la verdad es que trabajamos muy duro todo el año pasado, adaptando la poesía al lenguaje del cómic. Esperemos que haya quedado lindo, no sé cuándo llegará a la Argentina. Porque no hay transporte y por toda la situación. Esperemos que en algún momento llegue.
MM: ¿Qué editorial es?
CP: Es Bang Ediciones, y la división de cómic para niños, que se llama Mamut, un sello que se especializa en cómics para chicos chiquitos. Les muestro alguna imagen de adentro. Este es el principi. El personaje es Luci, una nena a la que una noche, la mamá la está peinando y, de pronto saca la mano por la ventana, agarra una estrella y se la pone, como una hebilla, en la cabeza. “La estrelló”, digamos. Y la nena la toma como mascota y se las ve en figurillas para que la estrella no se le rompa, el perro no se la agarre, ustedes ven que siempre me voy para el lado de los tomates… la poesía, pero el humor también. Y tengo también unos libros para prelectores que me llegaron la semana pasada, Sale la luna y Rataplán. Son libritos para bebés, con la idea de retomar y prolongar las poesías tradicionales. “Sale la luna, redonda, redonda”, por ejemplo. A partir de ese pie poético conocido, desarrollo nuevas metáforas sobre la luna.
Otra de las actividades que me mantuvo en contacto con los chicos, aparte de las visitas por zoom, fue el concurso de binomios fantásticos que organizamos en Entrepalabras. Me gustaría leer algún texto de binomio de niño.
MM: No queda mucho tiempo… no quiero cortarte…
CP: Entonces no lo leo pero les aviso: se publica este jueves, en la página de la escuela y en el Facebook de Entrepalabras, escuela de escritura online. El jueves, que es el cumpleaños de Gianni Rodari, festejen leyendo la antología de los chicos. Hicimos dos antologías del primer y del segundo taller de los grandes, y el jueves se publica la de los chicos. Los chicos escribieron maravillas.
MM: ¿El ingreso es libre?
CP: Desde el Facebook, seguro va a estar el link para la antología. Fíjense el jueves, o entran al sitio. Tiene una modalidad que permite que entre un visitante por un ratito. Ahí pueden verla.
-Antología de binomios infantiles: "Felizcumple100, Gianni Rodari" https://es.calameo.com/books/0060300553af94b3d83ea
-Antología del curso "Feliz cumpleaños, Gianni Rodari", primer cuatrimestre:
https://es.calameo.com/books/0060300550bae07db3891
-Antología del curso "Feliz cumpleaños, Gianni Rodari", segundo cuatrimestre:
https://es.calameo.com/books/00603005596dea19a1068
MM: Bueno, abro para que hagan preguntas, en los siete minutos que nos quedan de esta charla. En el chat hay muchos agradecimientos. Si no hay ninguna pregunta entonces, te invito a leernos algunos de los binomios que escribieron.
CP: Bueno, les leo. La consigna fue la siguiente: les propusimos que eligieran dos palabras que no tuvieran mucho que ver entre sí y escribieran a partir de su combinación; les dimos un ejemplo de texto con binomio fantástico de Rodari, “La nariz de fiesta”, o sea que el binomio era “nariz” y fiesta”. Les explicamos que las palabras no tenían que ser cercanas por su significado. Les leo uno…
El pez y la media
Un día una media se cayó a un río, y un pez que pasaba por ahí, al verla se enamoró.
Todos los días el pez le llevaba regalos. La primera semana le llevó flores. La segunda semana, perlas de ostras. La tercera semana, le cantó, acompañado de un coro de sapos y ranas. Pero la media nunca le prestaba atención.
Hasta que un día, la media, arrastrada por la corriente, empezó a moverse y a alejarse de la orilla, que era el lugar donde siempre había estado. Octavio, el pez, empezó a seguirla, mientras gritaba:
“¡Espérame! ¡Quiero decirte algo! ¡Espérame!”.
Y así, durante un mes y tres días siguieron nadando. Hasta que la media, al fin, paró. El pez, muy cansado, vio que la media se inflaba y se inflaba hasta tocar su mejilla. Octavio pensó que se trataba de un beso y como también notó que se había inflado un montón, creyó que ella era un pez globo.
El pez y la media, desde entonces, siguen nadando juntos por el río, donde viven felices por siempre. “
Fíjense como la estructura lograda, además, es muy linda. Le regaló tres cosas... Al escribir, siguió el esquema del cuento tradicional. Y además está la cuestión de los sentimientos de lo inanimado...
MM: ¿Y el autor o autora es un chico de qué edad?
CP: Ay, sí, perdón. Es Abi Luz Rosello Puebla, de la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires.
MM: Y es de escuela primaria…
CP: Esta chica tiene diez años.
MM: Con recursos de escritura… “un mes y tres días”…
CP: Sí, muchos detalles. Realmente, un relato construido como debe ser. Con esas pequeñas cositas…
MM: A ver otro…
CP: Bueno, otro que es un poema. El binomio era “gato- reloj”. Los binomios de los niños recurren mucho a los animales. Ustedes saben que la presencia de los animales en la literatura infantil es muy exitosa. Y el poema se llama “La puntualidad del gato”.
Se paseaba por los techos
el gato de mi tía,
con la melena al viento
y solo durante el día.
Disfrutaba del sol
con sus lentes oscuros
y unos ratones asados
que los come sin apuro.
Con su reloj en la pata
y sus alpargatas
piensa no llegar tarde
a cantar su serenata.
Su reloj lo distrae
al compás del tic-tac,
las agujas lo desafían
y no las puede atrapar.
Su novia lo espera
con traje de fiesta,
muy puntual en su vereda
antes de dormir su siesta.
El gato nunca ha llegado
pues su reloj lo ha demorado.
Su novia aún lo espera
sentada en los tejados,
pero su vestido ya se ha arrugado.
Inquieto reloj
que nunca te detienes,
que el tiempo no opaque
el amor que se tienen.
MM: ¡Ah, muy bueno!
CP: Esta es una nena de doce, de acá, de la ciudad de Buenos Aires, Lola Aróstegui.
MM: Habrá sido un esfuerzo grato elegirlos.
CP: Sí, y también recibimos muchos textos que no eran binomios, aunque igualmente muy interesantes. Pero tuvimos que ceñirnos a nuestra regla. Toda esta experiencia contradice eso de que “los chicos no leen”, “Los chicos no escriben”… Uno de los prejuicios que aparecía en ese decálogo de Rodari que ustedes leyeron era: "Los niños de ahora no leen". No es así. Leen, escriben…
MM: Bueno, Rodari en ese Decálogo para espantar lectores, dice que comparar a los lectores de ahora con los lectores de antes es para que se vayan espantados.
CP: En todas las escuelas que visito pregunto si alguno escribe, si tiene una libretita como yo tenía cuando era chica, porque yo tenía una libretita secreta que guardaba en un cajón… Y se empiezan a levantar, tímidamente, algunas manos. En secreto, algunos, y otros, no tanto, muchos niños escriben.
MM: Queda menos de un minuto así que aprovecho para hacer un buen cierre. ¡Muchas gracias Cecilia!
CP: Gracias a ustedes. Ojalá pronto nos podamos ver. Vayan a leer a sus Rodaris.
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