En el mes que el Programa dedica a la Cultura Afroargentina comparto un cuento que es un triple homenaje: al personaje, sea o no apócrifo, al que aprendí a querer desde chico; al profesor Figueroa, que en segundo año, en el Nacional Mariano Moreno, nos enseñaba Historia con gracia y pasión y, sobre todo, a mi viejo, que cantó esta canción en un acto de “primero inferior”, hace más de ochenta años y que hoy, a los 93, la sigue cantando. Por Mario Méndez Falucho* En el colegio nadie tenía dudas: el negro Figueroa era el mejor de todos los profesores. Cierto es que no se parecía casi nada a ninguno de los otros profesores, y menos aún a lo que uno pudiera esperar del típico profesor de historia. Al contrario, grandote como era, chistoso, medio mal hablado, Figueroa parecía un profe de educación física, o mejor aún, un entrenador de fútbol. Y en sus clases, siempre diferentes, siempre divertidas, nos sentíamos tan a gusto como si estuviéramos sentados al costado de la cancha, esperando a q...