La historia de Rosalía y un libro infantil para pensar la identidad

Julia Broguet es antropóloga y autora de una obra para chicos cuya protagonista es una nena esclavizada de 1810. Tributo a su antepasado.

Rosalía y el revés de la cosas 
Julia Broguet y Romina Biassoni
Listocalisto, 2020.

Por Paula Busnadiego

“Desde el año 1500 hasta 1865 alrededor de 12 millones de personas fueron capturadas en África y llevadas a América para ser vendidas como esclavas. De ese total, 45 mil llegaron al territorio de la actual Argentina”, recita el final del libro infantil Rosalía, y el revés de las cosas. De todas esas historias de vida algunas quedaron plasmadas en los registros reales de personas esclavizadas durante la época colonial, un documento que fue la base sobre la que se creó el personaje de Rosalía, una historia imaginaria que interpela al lector sobre la necesidad de repensar la propia identidad.

Julia Broguet es antropóloga y autora Rosalía y el revés de las cosas, con ilustraciones de Romina Biassoni y editado por Listocalisto. Se trata de una historia que se sitúa en 1810 y que, tal como explica la autora, sintetiza la vida de muchas niñas y niños que vivieron en situación de esclavitud. La autora cuenta que Rosalía es un eslabón más de un trabajo colectivo que se viene desarrollando hace tiempo y que fue posible gracias a la labor de organizaciones de afrodescendientes que han sostenido sus memorias. Postula además la necesidad de revisar una historia nacional blanqueada, negadora de la esclavitud como proceso traumático, y que en la actualidad a través del racismo expresa su legado.

—¿Cómo fue el proceso de producción de un libro infantil a partir de los registros reales de personas esclavizadas?

—El proyecto toma las investigaciones doctorales de la historiadora Magdalena Candioti, que desde nuevos paradigmas trabajó sobre la esclavitud durante el período colonial. Por mi parte, desde la antropología, abordo las temáticas que se vinculan con la presencia afrodescendientes en nuestro país. Y en ese diálogo que entablamos fuimos armando la figura de Rosalía y el relato de las escenas y personajes del libro. Lo trabajamos desde la perspectiva de una niña, fuimos relevando situaciones y escenarios posibles de las infancias en situación de esclavitud, y así se fue construyendo la historia de la protagonista, que sintetiza la vida de muchas niñas y niños en esa situación.

—¿Por qué decidiste destinar esta historia a las infancias?

—El objetivo inicial tenía que ver con crear un material que pudiera ser utilizado por las maestras y maestros en el segundo ciclo del nivel primario, cuando se ve historia provincial. En ese momento de la escolaridad primaria se trabaja la colonia como uno de los temas, y en general lo que aparece (y que nos ha quedado grabado en la memoria) son muchas estereotipaciones, tanto de la situación de esclavitud como del pueblo afrodescendiente.

Pensamos que los enfoques que había sobre la temática no contribuían a entender lo que ese fenómeno significó, ni a generar empatía con ese acontecimiento histórico tan traumático que ha dejado huellas nos solo en los afrodescendientes sino en toda una sociedad. Digo en toda la sociedad porque la esclavitud nos sucedió a todos y es un legado que permanece, no quedó en la colonia, está en muchas formas de pensar y ver las cosas. Desde esta mirada nos pareció necesario la creación de un recurso áulico, simple, que permita un abordaje distinto y un trabajo desde lo afectivo, por eso pensamos un escenario que fuera cercano a las niñas y los niños.

—El libro está dedicado a Benita Rosalía Villamonte ¿Quién es ella?

—Ella es mi antepasada, esto es algo que supe hace unos pocos años a partir de mi acercamiento a la historia colonial y por casualidad di con algunas fuentes históricas que me permitieron rastrear mi historia familiar. Yo soy afrodescendiente, aunque mi fenotipo no responda a la construcción que uno se hace de una persona afrodescendiente, pero sí tiene que ver con mi historia familiar, una historia que no me fue transmitida. En realidad tiene que ver con la historia de todos aunque no nos la cuenten. Este descubrimiento para mi fue muy movilizante y fue parte de las ganas de armar este proyecto.

—¿Por qué creés que es vital recuperar esos relatos y difundirlos?

—Porque tienen que ver con la forma con la que nos proyectamos como sociedad, con la forma con la que entendemos la pluralidad que nos constituye desde que se funda nuestro país, porque tienen que ver con los vínculos que construimos con aquellos que reconocemos como diferentes, y porque contribuyen a construir una sociedad que no sea racista, expresiones que hemos visto muchas en nuestro país sin tener que irnos a Estados Unidos. Hay un racismo estructural que ha omitido la historia de los pueblos afrodescendientes y de los pueblos originarios en nuestro país, por eso creo que es importante apropiarnos de esa historia y hablar de ella.

—¿Rosalía invita a repensar nuestra propia identidad?

—Exactamente, ese es el sentido. Repensar nuestra identidad tiene que ver con poder incluir todas las historias que nos han constituido.

—Has trabajado sobre diversidad cultural y discriminación racial en las escuelas. ¿Creés que se recibe una educación racista?

—Creo que sí, es un racismo que fundó a la misma institución. La escuela en nuestro país se fundó sobre un paradigma que ha sido racista, por eso no son estructuras fáciles de cambiar, las instituciones son de procesos lentos y largos. Además la problematización del racismo es bastante reciente en nuestro país y lleva tiempo trabajarlo en la escuela. Sí veo muchas voluntades y docentes que reconocen esa matriz racista y que trabajan en función de crear otra cosa, para que esa estructura se transforme. Y veo que hay algunos faros en el camino. Que se haya cambiado el Día de la raza por el Día de la diversidad cultural, que se haya incorporado el 8 de noviembre Día nacional de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro en el calendario escolar, son algunos de ellos.

—Cada vez que se celebra el 25 de mayo en las escuelas la historia se repite y cuando aparece a negritud lo hace bajo el estereotipo del esclavo feliz.

—Exactamente, pero el 8 de noviembre del año pasado una comisión compuesta por afrodescendientes en la argentina emitió un comunicado en contra de esta práctica que llaman del corcho quemado, y a partir de ese momento varios ministerio de educación provinciales se hicieron eco de esta declaración y se replicó en las escuelas. Muchos directivos también se sensibilizaron con el tema y por eso en algunas instituciones se dejó de poner en práctica esta costumbre, entendiendo que es estigmatizante. Creo que hay muchas voluntades pero que aún falta avanzar en términos de políticas, la lucha viene desde hace décadas, quizá este sea un contexto que le da lugar al tema.

—¿Por qué creés que la historia oficial fue “blanqueada” invisibilizando a los negros?

—Tiene que ver con la conformación de nuestra nación, con la idea de progreso y con la valoración de la época en torno a las razas, a la idea de que había razas que estaban destinadas al progreso y al desarrollo de la civilización y otras que no, y entre estas últimas estaban las poblaciones no blancas (negros, originarios y mestizos). En esta construcción nacional de la Argentina primó la blanquitud.

Ni siquiera se consideraron los procesos de mestizaje, y ahí esta el racismo, no solo vinculado al negro sino también al originario o a toda aquella persona que tiene un rostro oscuro, a las identidades marrones.

—¿En el país el racismo también tiene un contenido de clase, por ejemplo cuando se llama al pobre “negro” para denigrarlo?

—Exactamente, esas variables se refuerzan entre sí. La perfección étnico racial y la construcción de clase están todo el tiempo trabajando juntas en función de la marginación y de la exclusión de ciertos cuerpos en la historia nacional. En nuestra historia eso se ha reforzado permanentemente. Hace poco empezamos a entender que el racismo también es un problema para la argentina, y que la exclusión por la condición social se refuerza en una historia que tienen que ver con la omisión de determinadas presencias étnico raciales en nuestra historia.

Fuente: www.unoentrerios.com.ar

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