30 años de la muerte de Alberto Girri
Hoy se cumplen 30 años de la muerte de Alberto Girri, uno de los poetas de la Generación del 40. Su obra poética se caracteriza por el uso de un lenguaje intelectual y despojado. Su obra Beatriz Cenci fue musicalizada y llevada al terreno operístico por Alberto Ginastera. Recordamos a Girri leyendo dos de sus poemas.
Poesía de observación
En los viejos de Yeats,
asistiendo a un acumularse
de experiencia e historia
que impreca con doctos
y respetables harapos,
informes ruinas eruditas,
la sagrada Bizancio
como urbe hostil a viejos,
y el persistente rencor
hacia la vida, que agravia
por acabar siempre pagando
con moneda de desgracia,
soledad, separación,
y la fácil, trivial conjetura,
de que la indignidad de la vejez
fue más llevadera
en siglos distantes.
Y cuando,
vanamente, por las plazas,
quisiéramos reconocerlos
entre el anónimo, ininterrumpido
tremolar en los bancos,
no nos parecen de Yeats
esos ancianos que nada
comentarían si Catulo pasara por allí,
mientras balbucean sus crueles
datos, para encuestas:
"¿De qué sirvo ahora? Mis hijos
apenas si vienen a verme una vez al año.
¿De qué sirve un viejo?"
Poesía de observación
Sudamericana, 1973.
A Thomas de Quincey
Para hablarte,
no quiero saber nada de tu amado Lactancio,
ni de la indulgencia servil de tu leyenda,
ni de la droga que piensa,
ni de tu seria abominación del veneno.
Esta es mi confesión preliminar.
Thomas de Quincey,
tú, el imaginador para quien el amor era una clepsidra rota,
tú, que hacías gestos de burla
y mirabas a los hombres como planetas extraviados,
ven hoy a recorrer mi colección de máscaras, sabor del espejo,
albergue de la tregua cotidiana.
Ven, acuéstate en un propicio cielo de pizarra,
hombre-dios buscando el ansioso, húmedo caer de las palomas
sobre un arrabal de niñas hambrientas.
Tirso, tirso y frente enriquecida de gas,
toda vergüenza es inhumana y para anunciarte
marcharon por la noche las infinitas caballerías del desvelo.
Ven, dame el puro equilibrio de tu mundo
nunca rebajado a comparar la muerte con la ambigüedad del sueño.
Tirso del pensamiento,
me rescataste del cielo y yo te lo agradezco.
Ríe entonces de lo que el orden y el nivel te hubieran
reservado:
"Yo era célebre y admirado,
ahora me comen los gusanos"
Thomas de Quincey.
Editorial Nova, 1946.Obra poética I
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