Gaby Pérez: “Yo tengo una concepción del libro: tiene que ser bueno en todo sentido”

En esta primera parte de la entrevista a la editora y fundadora de la pujante Riderchail, hablamos de todo. De la Feria del libro y su relevancia, de la CONABIP y el excelente Programa Libro por ciento. También del enorme crecimiento de su editorial y de la importancia del libro ilustrado, que lograron hacer entrar en planes lectores de las escuelas. No pudimos ni quisimos evitar el tema del papel, de los precios abusivos de las papeleras y las importadoras. Y terminamos, como empezamos, hablando de los libros que forman las catorce colecciones de la editorial.

Mario Méndez: Buenas tardes. Estamos con Gaby Pérez, editora de Riderchail, vieja amiga, compañera de ruta… tiene más cargos que el General cuando era Secretario de Trabajo y Previsión, vicepresidente y ministro de Guerra. Es miembro del consejo directivo de la Cámara Argentina del Libro, es consejera de la Fundación El Libro, que como saben organiza la Feria, y Presidenta de la Comisión Organizadora de la Feria del Libro Infantil, la que se hace en invierno, la que llamamos “la Feria chica”, de literatura infantil y juvenil. Y es sobre todo, la editora, factótum, Publisher, maestranza, de Riderchail. Una editorial que tiene ¿cuántos años, Gaby?


Gaby Pérez: Hola a todos, buenas tardes. Veo caras conocidas… Riderchail fue fundada en el año 2007. Así que ya llevamos dieciséis, diecisiete años en la industria. Ni la pandemia nos paró. Seguimos publicando en la pandemia también. 


MM: Eso es importantísimo y va a ser un punto a tratar, porque algunos estuvimos a punto de fenecer y muchas de las Pymes de nuestro campo, de la LIJ, dejaron de editar en pandemia, hasta que, en algunos casos, vino algún empujoncito (un gran empujón) de unas compras estatales. La semana pasada no tuvimos encuentro porque fue el cierre de la Feria, la entrega de premios, el desarmado de stands. Gaby, ¿qué es para vos la Feria del Libro?


GP: La verdad es que la Feria es una fiesta de la cultura y de los libros. Y en particular, para las editoriales pequeñas como la que dirijo yo, es una gran vidriera. Es la posibilidad de mostrar nuestros libros masivamente, de acercar nuevos lectores, de conocer todos los canales de venta, de confraternizar personalmente con libreros del interior, con distribuidores y libreros del exterior también, porque la Feria no empieza los jueves cuando abre el público; empieza los martes cuando arrancan las Jornadas Profesionales. Esos tres días que tenemos, son muy importantes porque estrechamos lazos, sellamos negocios, damos a conocer nuestros fondos editoriales, y abrimos nuevos caminos. La Feria es importantísima; estar en la Feria es muy complejo, es muy sacrificado, es muchísimo esfuerzo, pero el rédito que vuelve después de la Feria es mucho mayor al que nos proponemos, siempre. Mirá que yo arranqué en el stand colectivo donde estabas vos con Amauta en el 2010, y desde entonces participamos ininterrumpidamente, salvo los dos años que no hubo Feria. Y siempre con un balance súper positivo.


MM: En 2010 participaste, Riderchail tenía tres años, participaste del stand colectivo; en el 2011 0 2012 creo que estuvimos juntos en el stand con Crecer Creando, Abran Cancha, Amauta y Riderchail, y al poco tiempo ya tuviste esa esquina característica, la punta de la CAL en el Pabellón Azul, y ahora tenés un stand muchísimo más grande. No lo cuentes pormenorizado, porque el secreto es un secreto, pero ¿cuál creés vos que es la razón de ese crecimiento tan grande? ¿Cuántos libros tenés publicados ya?


GP: Más de cien. Empecé con seis en el año 2007 y ahora tenemos más de cien. Igual, ese crecimiento, ese recorrido que vos mencionaste, no fue tan corto. Fue un poco más largo. Estuvimos dos o tres años en el stand colectivo de la CAL, después ese año que dijiste, que compartimos, y después estuvimos dos o tres años sólo con Abran Cancha. El pool de editoriales se iba achicando hasta que me dejaron sola. Y ahí nos instalamos en esa esquina que vos decís, del Pabellón Azul de dieciséis metros cuadrados. Cuando Abran Cancha nos dijo que volvía al stand colectivo de la CAL, yo decidí seguir a ver qué pasaba, y nos fue muy bien. En ese stand, solos, estuvimos otros tres o cuatro años. Y el año anterior a la pandemia, en 2019, decidí dar el paso, un pasito, e irme a veinte metros cuadrados. Pero con otra ubicación. Vos sabés, y a los que no son expositores de la Feria les contamos, que la ubicación dentro del predio tiene distintos costos. Y de acuerdo al stand que uno elija, si tenés más visibilidad, el lugar es más caro. Nos fuimos de dieciséis a veinte metros y de lo que se llama Color Rosa al Color Celeste, que tenía una ubicación mucho mejor que la anterior. Y ese año pudimos comprobar que el cambio de ubicación, más allá de los metros, que no eran muchos más, nos dio mucho más resultado. La visibilidad es mucho mayor, y esto repercutió en ventas dentro de la Feria y en expansión después de la Feria. Después vino la pandemia, no hubo Feria ni en 2020 ni en 2021 y este año decidimos ir por más, y pasamos a treinta y dos metros celestes, en cabecera, mirando la entrada. Suena muy técnico pero el cambio fue rotundo. Fue muy importante en todos los programas: en CONABIP, en las Jornadas Profesionales, en el desfile de público y de lectores que tuvimos en el stand, que fue mucho mayor que el que habíamos tenido el año pasado, en esos veinte metros, y ni que hablar cuando estábamos en el stand Rosa. 


MM: Para los que por ahí no saben tanto, ¿qué son las Jornadas de la CONABIP? Así, a grandes rasgos.


GP: En realidad no es una Jornada sino un programa… La CONABIP es la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares. Es una institución del Estado que abarca a las bibliotecas populares de todo el país, de Ushuaia a La Quiaca. Las bibliotecas del Estado que están en grandes ciudades y las que están en pequeños pueblos, donde en muchos  casos ni siquiera hay librería. O sea, que si el Estado no les da una ayuda, les es muy difícil acceder a los libros. La CONABIP ha creado un programa (que desde que yo estoy en la Feria en el 2010 ya existía) que se llama Libro por ciento. Por el cual, todos los expositores que se anotan en ese programa tienen que hacerles a las bibliotecas un cincuenta por ciento de descuento sobre el precio de tapa de los libros. Y además, no pueden elegir los libros; tienen que ser todos los libros que tienen exhibidos en el stand. El expositor puede no adherirse si no quiere; en general nos adherimos todos. Al principio, los primeros años, cuando yo empecé a participar en la Feria, notábamos que a veces los grandes grupos no se anotaban, porque el cincuenta por ciento les parecía mucho descuento. Hoy, el subsidio que se les da a las bibliotecas es tan importante, y esa compra es tan importante que todos se anotan. Salvo los expositores que venden libros de saldo. La CONABIP no permite que en este programa entren libros de saldo, sino solamente libros de línea, así que prácticamente nos anotamos todos. El Estado les da un subsidio en dinero a cada una de las bibliotecas, con el que por un lado les paga los viáticos, que dependen de donde está ubicada cada una, y una suma (no estoy segura, pero creo que este año fueron aproximadamente $300.000) y se la tienen que gastar en la Feria. Y si no se lo gastan, porque después rinden con las facturas, lo tienen que devolver. Vienen, se lo tienen que gastar todo en libros y después hacer la rendición a CONABIP. Las bibliotecarias y los bibliotecarios vienen felices, y nosotros estamos felices de recibirlos. Son jornadas de mucha algarabía, de muchísimo trabajo. Nosotros nos esforzamos mucho por atenderlos, porque son  más que bienvenidos, y a ellos les encanta venir a la Feria. En esas jornadas que duran un fin de semana, viernes, sábado y domingo, hay determinados horarios en los cuales la Feria sólo abre para las bibliotecas. En algunos casos se mezclan con el público, pero este año, de ocho y media a dos de la tarde, y el domingo en el mismo horario se abrió exclusivamente para bibliotecas. Están ellos nada más, las y los bibliotecarios. 


MM: Clarísimo. Acá Debby, que es bibliotecaria en una biblioteca adherida a CONABIP dice que son jornadas de fiesta, y además pregunta algo que a mí también me llamó la atención, ¿por qué decís sector Rosa? ¿No es Azul, Verde y Amarillo? 


GP: No, disculpen. Azul, Verde y Amarillo son los pabellones. Que también tienen un precio distinto. El Verde es el más caro, después viene el Azul, y después está el Amarillo. Esos son los pabellones. Pero además, los lotes (para decirlo en criollo, lote es el pedazo de piso que nosotros compramos por veintiún días en la Rural. Nada más. Sin un parante, sin una viga, nada. Un pedazo de piso), esos metros cuadrados de piso que compramos, tienen colores: Ocre, Rosa, Gris y Celeste. Y de acuerdo al color, el metro cuadrado en el que está ese pedazo de piso tiene un precio diferente. El Celeste es más caro que el Rosa. Cuando nosotros empezamos, estábamos en el color Rosa, que era el metro cuadrado más barato, porque estaba más “retirado del mundanal ruido”. Y el Celeste está mucho más adelante. Por eso el metro cuadrado es más caro. 


MM: Muy bien. Otra clase. Excelente. A ustedes la CONABIP, lo he visto, les compra muchísimo. Y sin embargo Riderchail no es una editorial destinada a la escuela. Mayoritariamente es por impulso y no para prescripción. ¿A qué se debe?


GP: No, no es así, Mario. Nuestro público por excelencia es el mediador de lectura, el docente, el bibliotecario. Nosotros tenemos promotores en las escuelas y elaboramos planes de lectura. Si ustedes entran a nuestra página web, hay un botón que son las guías docentes para cada uno de nuestros libros, para acompañar el trabajo en el aula. No es un cuestionario ni una cosa light. Son actividades lúdicas, pensadas, que se pueden hacer a partir de una lectura del libro que se adopte en la escuela. También son libros por impulso, porque son de una edición muy cuidada y son muy vistosos, muy bonitos. Supongo que a eso apuntás con lo de los libros ilustrados…


MM: Muy ilustrados, mucha historieta, novela gráfica…


GP: Nosotros hemos logrado que el libro ilustrado entre a la escuela. Y entra con mucho placer, porque facilita mucho la tarea del docente en la formación de lectores. Las imágenes también se leen, y eso hace que el libro ilustrado sea mucho más conveniente de adoptar a determinadas edades, sobre todo para los que son primeros lectores. En el Primer Ciclo. 



MM: Ahí estás empezando a develar el secreto y yo tomo nota a ver si me copio. El libro muy ilustrado, muy cuidado. Yo te he visto revisar, en la Feria, libros recién editados. Señalarme que me fije que está mal cosido, que la encuadernación falla acá o allá… ¿De dónde es esa formación tan cuidadosa con la edición y la impresión?


GP: Bueno, vos me presentaste diciendo que yo era el factótum, la editora y la maestra; eso es verdad. Yo edito los libros, cuido los libros, voy al pie de imprenta de los libros, trato con los clientes, trato con los docentes, paso el lampazo, hago de todo. El lunes pasado tuvimos que postergar la entrevista porque fui personalmente a armar las cajas para desarmar en stand. No lo hice sola, por supuesto, porque teníamos que embalar once mil libros, pero yo estaba ahí, mis hijos también (la nuestra es una empresa familiar) todos estábamos embalando libros. Pero también hay una cuestión de mi personalidad: no sé por qué, pero tengo el ojo entrenado para el error. Siempre. Me muestran algo y lo primero que veo es lo que está mal, o el defecto. No siempre es bueno eso, pero en el tema de los libros me ha servido mucho. Para elegir la imprenta, para exigirle, para advertir sobre ciertas cuestiones, que una vez que el libro está hecho no se puede volver.  Y en el cuidado del libro no solo es importantísima la cuestión ortográfica sino el todo. Si abrís un libro y la encuadernación falla, el libro falló también. Ese libro cayó. 


MM: Tenés una mirada de diseñadora…


GP: Un libro al que no le incrustaste bien el ISBN, es un libro que falló, porque, por ejemplo, no lo pueden ingresar en las librerías. Son pequeños detalles, que quizá el lector no nota, pero que tienen que tener una cuidada perfección. 


MM: Interesante para comentarlo: uno te ve mirar los libros, te escucha hablar de libros, de todo lo que sabés del circuito, además de la impresión y de la edición… Vos sos abogada. Ese es tu oficio de origen, ¿verdad?


GP: Sí, soy abogada y ejercí veinte años la abogacía. No es que me recibí y después me dediqué a otra cosa. Ejercí veinte años,  y ser abogada me ha ayudado también en muchos aspectos de la editorial. En los contratos de los autores, en los derechos de autor… La abogacía es una profesión que te ayuda en cualquier emprendimiento que quieras arrancar. Te da un conocimiento general de muchas cosas cotidianas que son necesarias de conocer para poder encararlas. 


MM: Sorprendente, la verdad. Es muy humanística la abogacía. A veces parece que no, pero lo es. 


GP: Totalmente. Y también te da una cultura general importante. 


MM: Así que ejercías; cuando empezó Riderchail seguías siendo abogada, hasta que pudiste largar… ¿o no?


GP: SÍ, en un momento dado de mi vida hacía las dos cosas en forma paralela. Hasta que Riderchail empezó a caminar, me di cuenta de que podía vivir de la editorial, dejar la abogacía, y de a poquito me fui despidiendo y me fui quedando con la editorial. 


MM: Impecable. Muy bien. Varias cosas se me abren con esta charla. Acá está Diego, y hay varios autores que han empezado con vos. Creo que Verónica Álvarez Rivera también. ¿Cómo es tu mirada para elegir a los autores?


GP: Mi mirada, como todo, va evolucionando. No es la misma que tenía en el año 2007. En ese momento, te digo cómo surge la editorial, yo era amiga de varios ilustradores, justamente por mi profesión. Los asesoraba en derechos de autor y ese tipo de cosas. Teníamos un grupo que éramos amigos. Todos ilustradores menos yo.  Uno de ellos, además es escritor. En un asado surgió esto de hacer una colección de libros y armar una editorial de tipo cooperativa… Ni siquiera armar una editorial. Empezar a editar libros a ver qué pasaba. Y mi papel en todo eso era justamente la parte legal. En ese momento Sergio De Georgi dijo que tenía unos cuentos, y que podíamos armar una colección. Sergio es escritor e ilustrador, pero en ese momento ilustraba muy poquito; estaba más volcado a la escritura. Y escribió seis cuentos de perros y gatos. Y armamos la colección Relatos de perrigatos. Sergio repartió un cuento a cada uno de esos ilustradores para que lo ilustrara y así arrancamos. En un momento dado, en el año 2008, fue como que la editorial hizo la plancha. Porque no querían seguir con el proyecto de la editorial. Me dijeron que por qué no seguía yo, y les dije que no, porque el de la edición era un tema que desconocía totalmente. Me dijeron que me iban a ayudar. Me tomé un año para pensarlo y en el año 2009 largamos otra vez. Yo la conozco a Graciela Repún; con ella hacemos una colección también. Ahí arrancó la historia de Riderchail. La mirada que yo tenía en ese momento no es la misma que tengo ahora con quince o dieciséis años de experiencia o de formación. Nunca hice nada de taquito en mi vida, entonces me fui formando, y por supuesto, la visión que tenía en ese momento cambió un montón, no es la que tengo ahora. Quiero decir que en ese camino, en esos primeros años, conocí gente muy generosa, que me ayudó mucho a formarme; una de esas personas fuiste vos, Adela Basch fue otra; Daniel Lopes me ayudó mucho en lo que era la parte comercial, Luciana Murzi que sigue trabajando con nosotros en Riderchail también. De a poquito me fui formando, y me topé con gente muy generosa que me ayudó mucho. 





MM: Qué bueno. Esa colección con Graciela Repún era Colectiblos… ¿o no?


GP: No, antes hicimos otra que se llamaba Enigmáticos. Eran cuentos policiales escritos por ella y por Enrique Melantoni. Y otro con Julián Melantoni. Eran cuentos policiales con ilustraciones. 


MM: Sí, de formato alto, ¿no?


GP: Sí, de diecisiete por veinticuatro. Exactamente. Pero de estas primeras colecciones de Riderchail, más artesanales, menos profesionales, la que se mantiene como si hubiera salido hace dos años es Relatos de perrigatos. Acá les muestro nuestra nave insignia (muestra Milo, el gato malo), de Poly Bernatene y Sergio De Georgi, que es un libro que hoy, con cien libros, sigue estado en el Top 5 de Riderchail. Es una colección que empezó con seis, ahora son ocho, porque Sergio escribió un par de libros más y la seguimos completando. Por supuesto que cambió el diseño; no era así al principio. Eran libros con ganchos (Riderchail no tiene más libros con ganchos), y le cambiamos el papel; antes era con papel obra, ahora es papel ilustración de 170 gramos, pusimos polipropileno brillante en las tapas, antes no lo tenía… es decir, nos profesionalizamos nosotros y también profesionalizamos a la colección. 


MM: Dos cositas. Primero, me sorprende, porque es una colección atípica. Ocho títulos, originalmente seis, del mismo escritor, y de  un escritor, del que yo he leído algunos de los Milo, pero no es un Top 10 editorial. 


GP: No, y sin embargo esta colección camina muy bien; entra en todas las escuelas, siempre. 


MM: Creo que pesó mucho, obviamente, esa primera mirada a la ilustración. Bueno, Poly es un maestro, un gran, gran ilustrador. ¿Quiénes otros están en la colección?


GP: Bueno, hay tres con ilustraciones de Viviana Garófoli, que es la esposa de Sergio, todo queda en familia. Teníamos uno que lo había ilustrado Claudia Legnazi, y que lo hicimos re ilustrar, porque era el único libro de la colección en el que los animales estaban humanizados. Y no era la idea de Sergio, entonces lo hicimos ilustrar de nuevo, y uno de los títulos, que es Narcisa, la gata coqueta, lo re ilustró Pablo Pino. Y hay otros, títulos que están ilustrados por Gustavo Mazali, y por Alejandro O’ Kif. 


MM: Todos ilustradores muy conocidos.


GP: Y como nosotros, gente grande ya, Mario.


MM: Peinamos canas. ¿Estos libros, esta colección tiene precio de venta al público similar a los libros que entran por prescripción? ¿O son más caros, con eso del polipropileno y demás?


GP: No. Yo tengo una concepción del libro: tiene que ser bueno en todo sentido. Tiene que ser bueno el texto, tiene que ser buena la ilustración, tiene que ser bueno el papel, sobre todo los libros para chicos. A los chicos tiene que llegarles un buen libro, un lindo libro a las manos. Y estoy convencida de que el libro que los chicos compran y que tienen que leer en la escuela tiene que ser igual. Tiene que ser lindo, bueno, brillante, tiene que ser bien ilustrado… Entonces nosotros siempre tratamos de hacer una ecuación por la que el precio nos permita entrar a la escuela. Todos nuestros libros tienen un precio que permite entrar a la escuela. ¿Hay libros más baratos? Seguramente. Pero el precio de nuestros libros permite eso. Todos, absolutamente todos. Y justamente ahora, el problema que tenemos con el papel, es que el techo que tenemos las editoriales infantiles es ése: si llevo un libro a siete mil, ocho mil, nueve mil pesos, ese libro no entra a la escuela. Lo que me está obligando a hacer la papelera es que yo lleve el precio del libro (ni siquiera para ganar plata, para poder sacarlo y no perder), a esos precios. Por eso, con otras editoriales infantiles estamos haciendo una movida contra los precios abusivos del papel. No se debe ni a la inflación que estamos viviendo, ni a la coyuntura del país, ni  a la escasez de papel que hay en el mundo. En este momento, en la Argentina tenemos el papel más caro del mundo. Y no hay explicación para que eso ocurra. 


MM: Esto es buenísimo; lamentablemente la entrevista va a salir dentro de dos meses, más o menos, cuando, seguramente, ya habremos solucionado todo…


GP: Ojalá…


MM: Pero está buenísimo, aunque la entrevista se publique dentro de dos meses más o menos, que aunque sea lo charlemos nosotros acá, y que se reproduzca entre gente interesada en el libro. Hay, como bien dice Gaby, una movida que se inició un poco espontáneamente en la entrega de los Destacados de ALIJA, porque hubo algunas reconocidas editoras, sobre todo del mundo ilustrado, el libro álbum, que desde el escenario señalaron estas cuestiones. Y a partir de ahí, un grupo grande de editores de literatura infantil y juvenil, lo ha llevado a Infobae, a La Nación, a Clarín (ahí salió con muchos errores), y  están tomando la posta. Pero encontramos respuestas rarísimas. ¿Qué dicen las papeleras, Gaby? 


GP: Las papeleras dicen que la Cámara del Libro hace lío y que no es así. Y ponen unos números que no sabemos bien de dónde los sacan, porque los números que estamos manejando son los que recopiló la Cámara del Libro al comparar factura contra factura. Yo compro papel en marzo… ¿cuánto pagué por la misma cantidad dos meses atrás? El aumento está ahí, no es muy difícil ver como aumenta el papel. El papel es un commoditie que cotiza en dólares. Y nos están aumentando en dólares así que no se entiende por qué ellos compran a tres dólares y nos los venden a nueve, al valor de dólar blue, cuando ellos lo compran a valor del oficial. El abuso es tremendo. 


MM: ¿Vos creés que tiene que ver con que no les interesa, como cliente, la industria editorial? ¿Qué prefieren ralearlo para que el cliente sea la etiqueta, la caja…?


GP: Yo creo que hay un oligopolio tanto en los fabricantes como en las importadoras de papel, y los libros infantiles se hacen con papel importado. Lamentablemente, el papel que se usa para los libros infantiles no se fabrica acá en la Argentina, entonces lo importan; que es el papel ilustración, que nosotros llamamos pesado, de 150 o 160 gramos, de 350 gramos para las tapas, por ejemplo. ES un papel ilustración pesado que acá no se fabrica. Ellos están pudiendo importar papel y nosotros no estamos pudiendo importar nada. Las imprentas no están pudiendo importar papel, y las empresas importadoras de papel que se dedican exclusivamente a eso sí lo están pudiendo hacer,  no entendemos por qué. Tampoco podemos imprimir afuera; eso sería caótico para las empresas de impresión de la Argentina, pero hoy imprimir un libro afuera nos sale la tercera parte de lo que nos cuesta acá. Y no es la mano de obra, es el papel, el precio del papel. Las papeleras y las importadoras se están quedando con la rentabilidad, tanto de la imprenta como del editor.


MM: Y las papeleras son solo dos. Ledesma y otra, de la que no recuerdo el nombre. ¿Verdad?


GP: Sí, ellos son los dos  fabricantes de papel acá en la Argentina. Ledesma y Celulosa. 




MM: Son las únicas dos, tiene la sartén por el mango y no largan. ¿Por qué no podemos imprimir afuera? ¿Cuál es el problema?


GP: Porque no podemos importar. Cuando vos imprimís afuera, para que los libros que encargaste te lleguen tenés que hacer una importación. Como no te permiten hacer pagos al exterior porque no hay dólares, no podés importar. Si no podés importar, no podés imprimir afuera. Lo que nosotros estamos pidiendo no es importar, queremos imprimir acá. Lo que queremos es que el Estado regule lo que están haciendo las papeleras. Eso queremos, regulación del Estado, no que nos regalen el papel. Queremos comprar el papel al mismo valor al que lo compra una empresa en Dinamarca, al precio internacional. Sobre todo el papel que se fabrica acá; no hay motivo para que lo paguemos más. Siempre hablando de cotizaciones en dólares entonces no hay motivo. Si en Dinamarca el papel se paga a tres dólares, ¿por qué nosotros acá tenemos que pagarlo a nueve? No se entiende. 


MM: Insisto, ¿será que somos tan pequeños en la torta que no les interesa vendernos a nosotros sino a sus grandes clientes, o es que hay una política contra el libro? Que sería en contra de la historia…


GP: No, no creo que sea una política en contra del libro. Es una política de “Yo tengo la sartén por el mango. El papel vale esto. ¿Lo querés? Si no, no hagas libros”. Como en definitiva, los grandes grupos editoriales van a comprar igual, el Estado está comprando libros, entonces el papel lo van a vender igual, y las pequeñas editoriales son las que quedamos raleadas, son las que no podemos comprar y stockearnos de papel.


MM: Buenísimo, aunque sea para los que estamos acá. Se multiplicarán las charlas en las bibliotecas, en las escuelas, en el café, y dentro de un par de meses, si no está solucionado, cuando salga publicado, otra vez será una tribuna para charlarlo, está buenísimo. Hablemos de algo más lindo. Hablemos de libros. ¿Cuáles son las novedades que tiene Riderchail?


GP: Un poco siguiendo el hilo conductor que veníamos teniendo respecto del desarrollo de la editorial, Riderchail tiene el fondo editorial dividido en colecciones. En este momento tenemos catorce colecciones. 



MM: ¿Organizadas por edades o por temáticas?


GP: Por edades… a veces por género… tenemos una colección de terror, la colección Enigmáticos que ya había nombrado son cuentos policiales. Y sí, en otros casos, las tenemos organizadas por edad. Lo veo a Diego… una de las colecciones que iniciamos con Diego fue Letras animadas, que son libros álbum totalmente ilustrados. Éste es el libro de Diego (muestra Un pueblo sequito, de Diego Javier Rojas), que cuando salió tenía otra tapa, y el ilustrador no se quedó convencido con la tapa que tenía, y la cambió por esta que nos dio mucho más resultado. Como ven, en libro tiene solapa. La solapa es algo carísimo de hacer, y aun así, nosotros tratamos de mantener el precio del libro en Letras animadas, que ahora, con la última novedad que sacamos ya son veintitrés. Este entra en las escuelas. Son libros adoptables. El último que sacamos en la colección es El secreto del monstruo, de Liliana Cinetto, que es la segunda parte de este otro libro, que es El monstruo de las pesadillas, que es uno de los Top 5 de la editorial. Entonces, con Liliana decidimos sacar la segunda parte. Por supuesto, no son libros de terror, son libros de monstruos. Es un libro para seis, siete, ocho años, máximo. Y es un libro tierno. Habla un poco de la superación, y sobre todo esta segunda parte, El secreto del monstruo, habla de la aceptación a sí mismo. Cómo nos sentimos cuando no cumplimos las expectativas de los demás, sobre todo de nuestra familia. Las cosas que hacemos para tratar de ser nosotros mismos, y cómo la familia finalmente te termina aceptando, porque eso es lo mejor: que seas como vos querés ser. Es un monstruo que se dio cuenta de que no quería ser monstruo. 


MM: Las ilustraciones son de…


GP: Las de El monstruo de las pesadillas son de Pablo Pino, y las de El secreto del monstruo son de Omar Aranda.  Tenemos un equipo de ilustradores muy, pero muy amplio. Nos encanta seguir sumando escritores e ilustradores. 


MM: Tienen más de cien títulos me dijiste, así que evidentemente, es así. 


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