Laura Linzuain: “Un catálogo crece porque recibe autores nuevos, pero también porque cuida a esos autores con los que un día se comprometió”

En esta segunda parte de la charla con Laura, hablamos de las diferentes colecciones que le toca editar en Norma, así como de los cambios en el diseño que se fueron dando. Hablamos de criterios para definir las edades sugeridas, de las colecciones temáticas, de la importancia de las efemérides, de los proyectos editoriales que se vienen y de una colección “Al gran pueblo argentino: ¡Democracia!”, que era muy significativa cuando hicimos la entrevista, en abril, y lo es hoy mucho más, a punto de votar nuevamente.

Mario Méndez: Recién mostraste todas las series: desde Buenas noches, las series de colores de los más chiquitos, hasta Zona Libre. Zona Libre es un caso muy especial en Editorial Norma, porque, así como Libros del Eclipse fueron pioneros en el libro álbum, Zona Libre si no fue pionera fue por lo menos muy importante para el libro juvenil. Una vara muy alta, con libros muy exitosos, que se han mantenido como long sellers a lo largo de los años. Como Los ojos del perro siberiano, Los vecinos mueren en las novelas y tantos otros. 

Laura Linzuain: El que nombra Mario está acá… (muestra Los ojos del perro siberiano). Lo que decís es absolutamente así. Una de las cosas que más me emocionaron cuando entré en Norma, fue que iba a conocer a los autores de estos verdaderos long sellers. Este libro, este año cumple veinticinco años. Fue el primer título de Zona Libre (este nombre, además, me parece tan acertado para una colección juvenil), y es increíble, porque a pesar de que tiene veinticinco años, sigue con mucha fuerza. Su autor era el editor en ese momento. Es decir que quien creó la colección era el editor, Antonio Santa Ana. Quizá todos aquí los conozcan, creador de esta serie muy querida por los lectores jóvenes. Y que tiene, realmente, mucha fuerza. Tanto Buenas Noches como Zona Libre son colecciones potentes para las edades a las que van destinadas. Las novelas de Zona Libre se animaron con temas que otras colecciones, otras series, todavía no habían abordado. De hecho, lo que cuenta este primer libro es bastante rupturista para ese momento. Hablar del SIDA, de la homosexualidad, con una voz muy singular. Por eso digo que este libro le dio un buen comienzo a la colección, hizo que después estuvieran bien amparados los otros textos. Creada además por un editor... Así que todo esto me entusiasmaba mucho cuando entré hace cinco años. 

MM: Cuando entraste (lo comentaste antes y ahora te doy el pie), hubo un cambio de formatos y de presentaciones. Como bien dijimos, Los ojos del perro siberiano, o La venganza de la vaca, son libros que ya tenían un formato, ya tenían una tapa y hubo cambios. ¿Cómo se enfrenta eso? ¿Por qué se hacen esos cambios?

LL: Este cambio ocurría con todas las colecciones de todas las casas editoriales. Creo que como lector, uno se enamora y está muy “apegado” visualmente, sobre todo a una colección. Cuando uno compra libros de una colección, y está contento y confiado porque sabe que ahí hay buenos títulos, que lo que se edita ahí está bien, en principio, le cuestan los cambios del aspecto o hasta del tamaño de los libros, a los que ya está habituado. Miren… este era el formato original de un Buenas noches (muestra Choco encuentra una mamá). Con estos colores alrededor haciendo un marco… Ya resulta un poco antiguo. Y esta es la tapa de la nueva maqueta (muestra Quien lo encuentra se lo queda), que cambió, además, del tamaño. Es un cambio fuerte, pero también fue ventajoso. Los libros de las colecciones Torre de papel tenían el isologo en la tapa, que se correspondían con el tamaño de los libros, que era estrecho y alto (como una torre). En la jerga de la maquetación, tenían una caja muy chiquita, y no permitía demasiado juego con las ilustraciones.

Ahora les voy a mostrar la diferencia, importante, que hay entre una caja chiquita, con una que te da mayores posibilidades a la hora de ilustrar, especialmente los libros que tienen el interior a colores. Esto fue una ventaja. Primero uno se siente un poco tironeado por el cambio (yo tenía una cosa nostálgica… se iban a perder ciertos rasgos) pero después te das cuenta de que fue una buena decisión. Fíjense, por ejemplo, en este libro hermoso: La mejor luna, de la querida Liliana Bodoc. Este es el original, en la tapa tenían este sellito (uno como lector se va acostumbrando a la presencia de todos estos elementos) y, en la contratapa, estos paratextos: sinopsis, biografía. Y vamos a ver las preciosas ilustraciones de Eugenia Nobatti, que son todas nocturnas, porque la historia trata sobre una gata a la que le gusta andar por los tejados, y mirar la luna; su dueño es un nene que la quiere mucho y que sabe que la gata está triste cuando no hay luna en el cielo. Y acá está el libro, en su nueva maqueta.

No sé si se va a poder advertir, pero las ilustraciones se ven magnificentes en este tamaño. Si uno las mira juntas, ve que el libro “creció”. Y sabemos que, para estos lectores, para los niños pequeños, las ilustraciones son muy importantes, porque mientras les leen están viajando con la ilustración…, en esa lectura de a dos, lector-mediador, tan amorosa, ¿no? Finalmente creo que fue una buena decisión. Los paratextos pasaron al final de la obra, dentro del libro. Y además, un gustito que nos dimos, y que nos dio mucha alegría es ponerle un pequeño mensajito. Porque la reedición se hizo para todas las colecciones. Fue un trabajo largo, muy intenso. Y le colocamos también, un pequeño texto para que acompañe el colofón. Nos gustó mucho pensar los distintos textos del colofón de cada una de las colecciones, que son distintos. Como una pequeña prosa poética. Por ejemplo, en Buenas noches, el colofón suele ir en la página de créditos, en la que llamamos “página de legales”, donde aparecen todas las personas que trabajaron en la obra. Y dice así: “Este Buenas noches soñaba con llegar a tus manos”. Después, en las Torres, pusimos: “Llegaste a lo alto de esta Torre. Ahora podés ver más lejos.” Como un pequeño mensaje, junto al isologo de la colección. Y en los Zona Libre: “Estuviste en Zona Libre, adonde siempre podés volver.” Estas pequeñas cosas también hacen al libro. A mí me encanta bucear en los paratextos de los libros, ver qué cosas hay ahí…; me encantan los colofones, los libros que incluyen dibujos en los colofones, o en los que se cuentan cosas sobre la factura del libro. Eso me parece hermoso. Pienso que hay lectores que, sin querer, se pierden esto. Ese trabajo como de filigrana del editor, que decide contarle a quien lee sobre el peso del papel, la letra que se eligió… No pueden contar mucho más, pero imagino que quienes hacen los libros siempre tienen ganas de contar más. Nosotros en las maquetas tenemos prepautadas, una o dos tipografías, y no podemos apartarnos de ellas. Como vieron, son colecciones con características fijas. En series de otras editoriales pueden verse, por ejemplo, tipografías muy diferentes según la obra publicada.

MM: Bien. Ese trabajo secreto de los editores, porque nadie sabe quién pensó esas tres frases de colofón, muy lindas las tres, muy invitadoras. Seguramente ese fue un trabajo tuyo con Laura Leibiker.

LL: Sí, fue una gran alegría haber hecho juntas trabajos tan hermosos. Este lo hicimos entre las dos. 

MM: Ese trabajo de los editores que a veces, lo hemos dicho en clase, es como el de los árbitros de fútbol. Cuando trabajan bien no se nota, están ahí, en las sombras, cuidando los libros.

LL: Así debe ser, porque la obra es del autor, o de la autora, o de la ilustradora o del ilustrador. Y el editor está ahí, para que esa sea la mejor publicación posible. 

MM: Acá preguntan, porque tu charla ha disparado mucha cosa didáctica, cómo son las divisiones entre las edades en la infancia, y cuándo comienza la pre adolescencia. Es todo un tema. Si ese original que te llegó va a la Torre Amarilla, o a Zona Libre, o a la Torre Roja, o a la Azul. ¿Cómo los sabés distinguir?

LL: Con el paso del tiempo uno va entendiendo qué cosas ese lector, por sus posibilidades vitales (si lee o no lee, si estará acompañado o no por un mediador), puede abordar. Y hasta dónde creemos que la práctica de la lectura ya lo hace un lector más sólido e independiente; o no. Justamente, para que pueda terminar una lectura, si el lector es pequeño, el texto debe ser breve. No tiene que contar muchas historias que se mezclan, o encontrarse con un narrador que presenta cosas muy experimentales, si es un lector que se inicia y tiene, digamos, seis años. Para esos lectores pensamos en cuentos más breves, aunque dentro de las colecciones siempre hay variedad, porque un lector no es una caja con una etiqueta. Cada lector llega hasta cierto lugar, particular. Nosotros mismos, cuando éramos adolescentes, leíamos literatura que hoy diríamos era para adultos, porque no existían tantas divisiones. Las posibilidades lectoras son muy particulares, pero es cierto que como vamos a las escuelas con nuestros libros, más o menos sabemos que, en determinado momento de la infancia aprendemos a leer, o bien que todavía estamos en ese proceso. Muestro algunos casos.

Por ejemplo, los Buenas noches (muestra Floriana y el dragón). Muestro el libro de una autora muy querida, es Liliana Cinetto, que tiene varios títulos en esta colección. Este es un libro de “pareja autoral”: una autora y un ilustrador trabajaron juntos y de manera muy dialogada. No es que Liliana le dio el texto completamente terminado a Poly Bernatene, sino que trabajaron juntos de mil modos, y el texto a veces se “encoge” para que la ilustración “diga” algo nuevo; o crece, o cambia, en función del trabajo del otro artista. Es un proceso de trabajo que, cuando uno está en el medio, es muy hermoso de ver. Este libro narra una historia, pero de un modo que Liliana Cinetto hace mucho y muy bien, que es reversionándola, a partir de los cuentos clásicos. Sebastián (Vargas) también hizo una nueva versión increíble de un cuento clásico, que es para jóvenes, o para adultos, o para chicos muy lectores. La reversión de cuentos clásicos es una puerta ideal para los primeros lectores. En esta serie la maqueta, de páginas de gran tamaño, también ayuda a la lectura. Acá usamos letra de imprenta mayúscula, que en los primeros años la leen mejor. Otra autora muy importante de nuestra colección Buenas noches es Keiko Kasza (muestra Choco encuentra una mamá y Mi día de suerte).

Tenemos muchos libros de ella, que suele tomar la fábula, como género, y darle una vuelta muy graciosa, humorística y sorprendente. Los libros de Keiko Kasza son amados por los primeros lectores. Dentro de esta serie, también nos permitimos publicar ciertas cosas… (acá, justamente, entra el factor de si los libros se venden o no), como la poesía. No es tan frecuente que este género sea el más elegido por los lectores ni por los mediadores. Pero en Buenas Noches nos lo permitimos y miren con qué monstruo: con Gianni Rodari (muestra El viaje de Juanito Pierdedías). Este es un libro de poemas. Y hace poco, para darles un pantallazo sobre Buenas Noches, sacamos uno hermosísimo para nosotras, que es Cual para tal. Un libro que fue escrito por Laura Wittner, una poeta exquisita, y Juan Nadalini. E ilustrado por Mariana Ardanaz, que no sé si verá, pero todo su trabajo es exclusivamente realizado con plastilina. Por eso digo que esta serie de los primeros lectores nos da libertades que no tenemos en otras. Acá hay otro libro, ilustrado por Ximena García (muestra Ahora que lo pienso) y escrito por Martín Blasco. A esta obra le tengo mucho cariño, porque fue el primer libro que edité cuando entré a la editorial. Acá tenemos uno de Laura Devetach (muestra ¿Quién fue primero?).

Les muestro también, para que vean la maravilla de los ilustradores: Claudia Degliuomini hizo un trabajo, a partir de la retahíla de Devetach, que es de una delicadeza… Fíjense los colores tan suaves, tan diversos, en relación con los de otros títulos que vimos hoy. Acá hay un título de Sergio Andricaín (muestra ¿Dónde está el niño?). Y algunos libros vienen de afuera, porque son muy potentes (muestra ¡Es hora de dormir, papá! de Coralie Saudo), en el sentido de que se siguen eligiendo. Nuestro catálogo es muy argentino, casi en un noventa y nueve por ciento. Pero también hay algunos textos de otros países. Me fui un poco de la pregunta y me puse a mostrar Buenas noches

MM: Está muy bien; es muy lindo, como dicen acá en el chat Seba y Debby…  Ahora me voy a poner a escribir un Buenas Noches

LL: Ah, ya me acuerdo, el tema de las edades. Por qué pongo un texto en un lugar: por eso, por las posibilidades que creo tiene ese lector-modelo para abordar el libro. Otro ejemplo, ahora de la serie desde los once años, la Torre Amarilla (muestra Sopa de diamantes). Creemos que el lector está perfectamente preparado para leer un policial largo. Con una trama difícil, en la que va a tener que poner mucho de sí. 

MM: ¿Cuál es ese?

LL: Sopa de diamantes, de Norma Huidobro. Acá también tengo uno de un autor muy querido (muestra Los buscadores del Tuyú, de Mario Méndez). Cuando reeditamos este libro, acá arriba, en la tapa, le pusimos: “Edición actualizada por el autor”. Porque todos los libros que tenían ya un tiempo de publicados, se los dimos a los autores y a las autoras para que los vigilaran en relación con el texto, sobre todo si encontrábamos alguna cosita que creíamos podía revisarse; por ejemplo, cuestiones que hoy, ideológicamente, ya las vemos distintas. Pienso en Maxi Marote: este es el original y este el que también revisó su autor, Martín Blasco (muestra la edición original y la reedición del libro). Este es uno de los primeros libros de Martín, que tiene muchos títulos en nuestro catálogo. Él aquí quiso revisar cuestiones de género. Había ciertos chistes, o algunas referencias a los colores en relación con los géneros, que él ya no las quería dejar. Son pequeños detalles, pero está bien revisarlos. Pasó el tiempo y el autor ya no quería contar la historia de esta manera. Lo que corrigió eran pequeños chistes, pero nos pareció que estaban bien esos cambios, sobre todo porque fueron decisión de él. No fue algo que nosotras le señalamos. 

MM: Sumo algo sin ánimo de ser autorreferente, pero que tiene que ver con la cuestión de las edades. Los buscadores del Tuyú, que recién mostraste, era un libro que estaba en la Torre Azul, para chicos un poco más chicos. Y no anduvo…

LL: ¡Cierto! Lo cambiamos de serie.

MM: Era un libro que no circulaba demasiado. Y nos propusimos, en una charla editoras-autor, ver si lo revisábamos, lo corregíamos, le cambiábamos algunas cuestiones, y lo pasábamos de serie, a la que es para chicos un poco más grandes, que es la Torre Amarilla. Esas cosas a veces se hacen y tienen éxito; a veces no, porque nada está asegurado. Ya lo dijo Laura antes. Uno no sabe si el libro va a funcionar o no. Puede intuir que una serie o en una colección, una idea, tiro un ejemplo y de paso te doy un pie, en el año 2022 hubo una colección en la que Norma fue pionera, las dos Lauras en ese momento la idearon, dedicada por completo a Malvinas. En ese momento, si vos le preguntabas algo sobre Malvinas a un editor avezado (no voy a dar el nombre), y te decía: “Malvinas nunca funcionó”. ¿Cómo ibas a saber que esa colección iba a funcionar? 

LL: Dos cosas. Muy bueno lo que trajiste de tu libro. Yo acá no tengo la edición vieja, pero a veces ocurre esto. Para quien preguntaba cómo saber dónde ubicar un texto, bueno… En general la pegás, pero no siempre. Y ese libro en particular, no funcionaba porque era para un lector más grande. Era complejo para un lector de nueve años, y en cambio, para uno de once años está muy bien. Y el editor o editora lo habrá incluido buenamente en esa serie, habrá considerado que era lo mejor. Hay que tomar decisiones todo el tiempo al publicar, y a veces acertamos; otras, no. En relación con Malvinas, veníamos advirtiendo (y ahí el Publisher, sobre todo, tiene que estar viendo qué pasa en el ambiente, escuchando de qué se habla y sintiendo eso que puede ser bastante intangible, que es qué nos está pasando, qué cosas nos preocupan realmente como sociedad), algo que fue increíble cuando llevamos adelante el proyecto.

Lo armamos con estos tres libros que les muestro, y a los que les pusimos una banderita en la tapa, como señalando el tema: El secreto del abuelo, de Margarita Mainé; que cuenta la relación de una nieta con su abuelo, que es un veterano. Postales desde Malvinas, de Federico Lorenz; que es un libro de no-ficción. Y este, Las sonrisas perdidas, que es el que escribió Mario, y que es una historia sobre un combatiente en las islas. Nosotras sentíamos que iba a tener una repercusión fuerte. Y cuando empezamos a investigar para hacer el proyecto, me di cuenta de la profusión infinita de cosas que existen en la Argentina en torno a Malvinas. En realidad, el interés del pueblo argentino por Malvinas es mucho. Hay nombres de escuelas, de bibliotecas, libros, escritos, investigaciones de distinto tipo, placas, esculturas, monumentos… La verdad es que el tema da para mucho y fue muy clara la repercusión que tuvo. Veníamos también de darnos cuenta de que las historias que hablaban sobre nuestra Historia, les interesaban a los chicos y a la escuela. Hubo otras efemérides muy importantes, como cuando se cumplieron los doscientos años de la muerte de Manuel Belgrano, para la que publicamos una serie de libros sobre él, y otros que sencillamente presentaban a personajes históricos clave. Como el de Laura Ávila sobre San Martín (muestra José de San Martín. El general y la niña); o este otro, de Paula Bombara (muestra Juana Azurduy. La fuerza escondida). Pensamos que estaba bien que hubiera novelas históricas para las infancias, algo que existe para lectores adultos, y creímos que era muy bueno que el catálogo ofreciera. Libros que respondieron a un momento, pero que queremos que perduren en el tiempo, dentro del catálogo. Que estén allí, por si un niño o niña quiere escuchar una historia sobre San Martín, que es muy interesante; porque lo literario hace maravillas. Y lo que cuenta Laura es una historia completamente alejada del San Martín que conocemos o respecto de lo que estamos acostumbrados a escuchar. Lo que Laura cuenta es la historia de San Martín con su hija. Y a partir de esa relación, conocemos algunos hitos de su vida pública, que no importan tanto, porque finalmente los vuelve a contar la escuela año tras año. Lo que importa es esta “otra historia”, desconocida, a la que logra dar vida Laura Ávila, con esa pluma exquisita que tiene para contar cosas a partir de la Historia. Por eso creo que estas obras venían muy bien para nuestro catálogo. Y acertamos. 



MM: Algunas cosas del chat, que no quiero dejar pasar. Sebas dice que hay que hacerlo mientras estamos vivos, en relación a los cambios de gusto político, y obviamente en relación con Roald Dahl y algunas discusiones que surgieron hace poco. Marisol, una compañera de Venezuela, pregunta con qué criterio se hace la clasificación según la edad… me parece que Laura ya hizo una respuesta bastante amplia. A Sebas le gustó Las sonrisas perdidas… gracias, y Postales, por la apuesta a publicar no ficción, sobre todo para chicos de entre ocho y diez años, y en un libro bellísimo. Debby comenta que la biblioteca tiene todos estos libros y que vinieron los autores. ¿En qué proyectos están ahora, Lau?

LL: No puedo contar demasiado de lo del año que viene. Hay que saber que los proyectos, dentro de una empresa editorial, se adelantan mucho. Cuando uno ve que un libro aparece, está pensado hace, quizá, dos años. O más. Un año, seguro. Lleva mucho tiempo el proceso desde que decidimos que vamos a publicar un libro, ponemos una fecha…, y empezamos a trabajar. Sí puedo contarles que habrá nuevos proyectos, nuevas obras. Que nos llegan obras también, algunas de autores que ya son de nuestro catálogo. Un catálogo crece porque recibe autores nuevos, pero también porque cuida a esos autores con los que un día se comprometió. Hay series que se arman a partir de una obra, como pequeñas sagas, sin que el autor lo haya premeditado. A veces pasa esto: un autor o autora escribe algo y a partir de la recepción que tiene de ese libro, o del pedido posterior de sus lectores… se va armando una serie. Nuestros autores (vos también lo has hecho) recorren las escuelas y reciben opiniones, y pedidos de los lectores que preguntan qué le pasó a un personaje, cómo sigue la historia... Y supongo que se quedan pensando en ese personaje que crearon, si sigue teniendo vida o no. Me contaba un autor, que durante años no pensó en qué le habría pasado a su personaje, y de golpe se le ocurrió, y legítimamente quiso seguir contando más. Hablo acá de cosas que van a ocurrir pronto… Después, por otra parte, los que saben sobre la historia editorial en la Argentina saben que SM cerró, y que por suerte pudimos reeditar varias de esas obras, algunas en nuestro catálogo. Otras no se reeditaron, están esperando. Cosas del mundo editorial, la lentitud respecto de la posibilidad de publicar. Bueno, uno de aquellos libros es este (muestra Tres espejos. Luna y Espada, de Sebastián Vargas), un libro muy hermoso y muy original. Son dos novelas dentro de un mismo volumen. Un libro que da muchas satisfacciones a quien edita, porque permite jugar… Acá, por ejemplo (abre el volumen y lo muestra en la mitad), es donde se dividen las dos novelas, una de las cuales va a estar impresa al revés, porque, justamente, esta obra permite una doble entrada de lectura.

MM: Recordame… En un momento fueron dos, ¿no es cierto?

LL: Sí. Fueron dos libros independientes, después uno. Y nosotras consideramos que es un solo libro formado por dos novelas, aunque alguien pueda, si quiere, leer una sola de esas dos novelas (que cuenta la historia de uno de los dos protagonistas) y decir que no le interesa saber qué pasó con la vida del otro personaje. Aunque un lector incluso haga esto, creemos que, verdaderamente, es un libro. Esta es una de las publicaciones paradigmáticas dentro de SM; publicaciones que fueron acompañadas por cientos de miles de lectores, que aman estas obras, y que por suerte fueron reeditadas. Otras son El espejo africano, de Liliana Bodoc, y Octubre, un crimen, un policial extraordinario de Norma Huidobro. Estas tres obras, dentro de nuestro catálogo, pertenecen a la colección Torre Amarilla, que tiene ilustraciones en blanco y negro. Sin embargo, en algunos casos, le pusimos color en el interior. Fíjense en la tapa, qué maravilla (muestra El espejo africano). Aquí le pedimos a la ilustradora, Vanina Starkoff, que plasmara una escena previa al comienzo de la obra, un momento de posible felicidad en una novela tan dura como esta. Porque es la historia de una niña secuestrada por esclavistas en el África, a comienzos del 1800, que es traída al Río de la Plata. Esta escena amorosa de la tapa, de la pequeña con su mamá, casi no existe, porque la obra empieza cuando la niña es arrancada de su familia, a la que no verá nunca más. Por eso digo, cuántas posibilidades tiene un editor a la hora de pensar una tapa, esto es una cosa muy hermosa. Y en Octubre, un crimen (la muestra), hay una ilustración mucho más conceptual, hecha por la ilustradora Laura Varsky, que hizo una lectura y una trasposición extraordinaria de lo que cuenta la novela, tantos años después de su primera edición. Porque esta es una novela de 2004, que ganó el premio El Barco de Vapor. Además, de estas dos novelas hicimos ediciones especiales, en tapa dura, y les colocamos una cinta de color como marcapáginas. En este caso, fíjense lo que hizo la ilustradora, porque es brillante (muestra la tapa de Octubre, un crimen). Si ven, en la tapa hay una flor que está por ser segada. Y es la historia de una chica joven que está por ser asesinada. Y la de otra chica, que va a buscar justicia para la víctima de ese crimen, décadas después. Esto es algo que se reitera en muchas de las novelas de Norma Huidobro: la búsqueda de justicia, aunque el tiempo haya pasado. Y en la contratapa Laura Varsky ilustró un montón de manos femeninas, en torno de esa flor: a pesar de que la flor fue cercenada, van a cuidarla, para que vuelva a florecer. La ilustradora trajo una referencia muy contemporánea, el grupo de mujeres que ayuda a otra, porque en la novela es un grupo de mujeres el que logra develar el enigma de la muerte de la joven asesinada muchísimos años atrás, es decir, que ya no logran hacer justicia, pero, a pesar de eso, la lectura que Varsky hizo es brillante, la resignificó con elementos de nuestro presente. Los aportes que hicieron las ilustradoras en ambas reediciones son magníficos. 



MM: Bueno, nos has contado y mostrado bastantes cosas. ¿Querés contarnos las últimas cosas que han presentado en la Feria?

LL ¡Claro! Les voy a contar algo, porque fue de mucha alegría hacer esta serie. Como decíamos antes, el editor que es Publisher debe estar viendo este latido, qué es lo que está ocurriendo. Y, este año no debemos soslayar que estamos conmemorando los cuarenta años de la recuperación de la democracia en la Argentina, luego de siete años de la dictadura más sangrienta de todas las que sufrimos. Y no queríamos que faltasen libros que abordaran el tema. Ciertos títulos ya estaban en el catálogo y entendimos que se insertaban muy bien dentro de esta serie, del proyecto al que llamamos Al gran pueblo argentino, democracia. Otros títulos surgieron como resultado de un pedido… Por esto se entiende, conversar con un autor, contarle qué imaginamos, y que si esto le resuena, si cree que es una buena idea, avance en la escritura. En la Feria, Ani Shua me contaba que muchos de sus mejores libros fueron resultado de un pedido editorial; lo cuento porque suele haber cierta polémica en torno a los libros “a pedido”. Entonces, imaginamos una serie de libros para que en las escuelas se pueda pensar, no solo en la democracia como forma de gobierno, sino como una forma de relacionarnos con los demás, de vivir en libertad, que nosotros elegimos y nos fue arrebatada. Proyectamos entonces una serie de libros para todas las edades. Ya les mostré El país de Malku, que para hablar de democracia trabaja a partir del concepto de soberanía. Como dijo su autora, Margarita Mainé, no se puede defender la democracia de un país que no se ama, porque no se lo conoce. Nos pareció que era una linda idea que Malku, el niño protagonista, desde el norte de nuestro país, no desde la centralidad de Buenos Aires, les mostrara, junto con su familia, a todos los chicos del país, y él también descubriese, un territorio tan vasto y variado como el que tenemos. En la serie siguiente, Torre Naranja, destinada a primeros lectores, un libro que también es una reedición que Adela Basch, su autora, quiere mucho: Una luna junto a la laguna.

Es un libro muy querido por los primeros lectores, y cuenta una pequeña historia (que no les voy a narrar), pero sí algo del cierre, en el que centralmente tres personajes conversan sobre una cosa que aparentemente es igual para todos, pero cada uno de los personajes la ve diferente. Y en este caso es así, porque esa cosa es la luna, vista en sus distintas fases. Adela dice que quiere especialmente a este libro, porque está muy relacionado con algo que ella cree: que nos enriquecemos en nuestras diferencias, no cuando sentimos que somos iguales. Después, este libro, que también lo escribió Laura Ávila, (muestra República de Kiara) y que refiere la democracia enfocándose en nuestras relaciones con los demás. Este es para Torre Roja, que es la colección para lectores a partir de siete años, y que cuenta una situación en la que podemos observar qué bueno es que la democracia exista dentro de un grupo. Y luego un libro muy especial, de Liliana Bodoc, que se llama 3155 o el número de la tristeza. Es un cuento que estaba en otra serie dentro de las colecciones de Norma, pero que lo pensamos para chicos a partir de nueve años, y la verdad es que funcionó muy bien, porque trabajamos con la ilustradora, Vitu Carudo, y lo transformamos en un libro álbum. 3155 es el número del decreto mediante el cual, durante la dictadura, se prohibieron libros, entre otros, este: Un elefante ocupa mucho espacio, de Elsa Bornemann. La obra narra qué pasó con quienes leían ciertos libros, y cuenta tres historias muy distintas, pero que apuntan sobre todo al período de la dictadura. Liliana pudo contar ese momento terrible de manera tan poética y sin hacerlo truculento, a la vez. Este es un libro distinto, muy necesario (muestra Todas las voces), que tuvo como antecedente a Postales desde Malvinas, obra que creció a partir de las imágenes que trajo Federico Lorenz, de sus muchos viajes a las Malvinas. En reunión editorial se nos ocurrió que era interesante que contara sus viajes, con imágenes, para los argentinos y argentinas que lamentablemente nunca pisamos las islas. De algún modo, aquel libro inspiró a este, porque pensamos: “¿cuántos docentes y cuántos chicos no saben lo que pasó a partir de 1976?”. Muchos maestros son jóvenes y no saben lo que vivimos a partir del golpe. Y los invitamos a Federico y a Mario para que nos dieran una mirada histórica, pero también desde lo emotivo. Ambos autores nos decían que fue difícil listar los eventos de estos cuarenta años de democracia, poner cuarenta años en un libro de ciento y pico de páginas. Es un libro pleno de imágenes y fotos, donde hubo también un trabajo con los paratextos; algunos los escribimos conjuntamente, desde edición, con los autores, y mostramos no solo lo terrible que fue la dictadura, sino también elementos de la democracia, que ahora tenemos naturalizados, pero que fueron muy difíciles de reconquistar. Se había terminado hasta con fiestas populares, como los carnavales. Hasta la posibilidad de reunirnos para gritar y para cantar habíamos perdido. Aparecen en el libro, el juicio a las Juntas… entre otros hitos muy importantes de estos cuarenta años, algunos vinculados con el dolor, y otros con la recuperación, y también con la alegría. Y, por último, La sombra del jacaranda, de Zona Libre, una obra que también tenía un antecedente, El mar y la serpiente. Su autora, Paula Bombara, hacía mucho que venía trabajando el texto. Esta nueva novela sería una suerte de “la segunda parte” de El mar y la serpiente, obra en la que Paula ficcionaliza su propia historia, que es la de haber perdido a su padre, que fue un desaparecido. Y en La sombra del jacarandá, lo que cuenta son esos caminos que hicimos en democracia, con los esfuerzos de muchos: los organismos de Derechos Humanos, los científicos, que nos permitieron encontrar los restos de los seres queridos, con toda la comunidad, con los que no pueden hablar pero quieren, con los jóvenes que dicen que van a seguir luchando para encontrarlos…, es un poco un cierre de lo que se cuenta en El mar y la serpiente. Nos parecía que, entre los libros que estaban encaminados, incluir este era muy importante porque mostraba otro aspecto clave de la recuperación democrática; era un muy buen modo de poder acercar el tema, tanto a las escuelas como a aquellos lectores que simplemente quisieran saber. 



MM: Muy bien, Laura. Espectacular la mirada sobre las novedades, sobre los últimos libros y sobre esta genial colección de la democracia. Por lo menos como idea, en un año tan particular. Bueno, nos tenemos que ir despidiendo porque van a ser las nueve. Hablaste de todo durante casi dos horas sin parar. Diste una clase sobre el Publisher, sobre el doble carácter del libro, sobre las formas de trabajar entre ilustradores y escritores, y la pasamos muy bien. Espero que vos también te hayas sentido cómoda, nos vemos el jueves en la entrega de los premios Destacados de ALIJA, seguramente. Gracias, buena semana y nos estamos viendo.

LL: Bueno, muy feliz de haber estado acá, muchas gracias, Mario, y a las personas que nos acompañaron. Gracias por la invitación.


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