El que acuna y besa
Del lugar donde se bañaban nuestros padres y abuelos al pulmón ecológico y
el negocio inmobiliario. Como parte de los escritos referidos al río, Libro de
arena publica un nota acerca de la mirada
esquiva hacia el río, del lugar límite que ocupa, del movimiento de negación
del darle la espalda, de la distancia impuesta sobre la proximidad real del Río
de La Plata, de su final abandono e insólita recuperación con otro signo.
Por Alvar Torales
"¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?"
Y sí, fue por ese río,
incontaminado aún, que llegaron numerosas naos para que todo comenzara. El río
de un lado, el sitio indígena del otro, y en el medio el hambre. Don Pedro se
fue con su sífilis, y vino Garay, vasco testarudo, a proseguir la obra. Río y
Riachuelo, aguas turbias pero limpias aún. Por ese río también aparecieron
otros barcos, esta vez con estandartes británicos. Una y otra vez. Y una y otra
vez fueron rechazados. Ese río, al que muchos años después Leopoldo Lugones
llamaría el de "color de león" tuvo sus lavanderas, su alameda donde
florecieron amores, crímenes, fugas, invasiones. Ese río del que no se divisa
la otra orilla, pampa fluvial, Mar Dulce lo llamó Solís. Tal vez porque su
inmensidad competía con los sueños de grandeza de la veleidosa Buenos Aires es
que le dio la espalda. Buenos Aires lo ignoró, no lo tuvo en cuenta y cuando no
pudo ganarle más terreno se volcó decididamente al oeste. Y luego lo asesinó.
Saladeros, frigoríficos, deshechos industriales de toda clase lo fueron matando
poco a poco. Primero al Riachuelo, luego al río. "Ningún hombre se baña
dos veces en el mismo río" dijo Heráclito. Pues en el Río de la Plata no
se puede bañar una sola vez. Está moribundo. Pero no siempre fue así. En la
primera mitad del siglo XX Buenos Aires tuvo su costanera, adornado por Lola
Mora, sus cervecerías, sus paseos, su feria de juegos mecánicos, su rambla y su
balneario público donde miles de porteños, cada día y cada noche podían
disfrutarlo. Para quien no lo vivió resulta difícil imaginarlo. Hoy no queda
nada, solo la alta contaminación. La última dictadura lo usó como depósito
final de los centenares de viviendas que demolió para construir autopistas (claro
que en este caso con un resultado tan favorable como impensado, ahí se formó la
Reserva Ecológica). Perdido y olvidado quedó el Monumento al Trabajo, mientras
los hombres de bronce arrastran eternamente la enorme piedra, muy cerca, el
lugar por excelencia del trabajo, el puerto, se convirtió en Puerto Madero,
barrio exclusivo y elitista.
Tal vez en alguna oportunidad,
los porteños recuperemos el único aporte natural que tiene la ciudad, el
majestuoso Río de la Plata. Mientras tanto nos acompaña la voz de la poesía en el bailecito:" Si Buenos Aires No Fuera Así"
Buenos Aires tiene un río
que lo acuna,
que lo besa,
si no fuera así, así,
hay que gran tristeza.
tiene noche y en su magia,
una gris melancolía,
si no fuera así, así,
yo no lo querría.
tiene canto, tiene vino,
al amanecer,
y un amigo en el camino,
siempre ha de tener,
siempre ha de tener.
tiene el tango tan sentido,
dePichuco, de Piazzolla,
si no fuera así, así,
que cuidad tan sola.
Buenos Aires tiene el vuelo
de palomas, que alegría,
si no fuera así, así,
yo me moriría.
tiene el juego de los niños
en las plazas asoleadas,
si no fuera así, así,
no tendría nada.
tiene canto, tiene vino,
al amanecer,
y un amigo en el camino,
siempre ha de tener,
siempre ha de tener.
tiene el tango tan sentido,
de Pichuco,
de Piazzolla,
si no fuera así, así,
que cuidad tan sola.
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