Eros borrascoso. Anne Carson se presentará la semana que viene en el FILBA
Anticipando lo que será la visita de la ensayista y poeta Anne Carson en el marco de la décima edición del FILBA -del 10 al 14/10 en Buenos Aires-, Marina Enriquez publicó en Página/12 esta nota sobre la obra de la escritora canadiense.
Ensayista y poeta con rigurosa formación clásica, Anne Carson se convirtió en una escritora de culto admirada por Harold Bloom y Susan Sontag, trabajando un cruce peculiar entre alta cultura y experimentalismo posmoderno. Es una de las visitas más destacadas del FILBA, que este mes celebra su edición número 10, y se presentará en mesas y una entrevista pública la semana que viene.
Ensayista y poeta con rigurosa formación clásica, Anne Carson se convirtió en una escritora de culto admirada por Harold Bloom y Susan Sontag, trabajando un cruce peculiar entre alta cultura y experimentalismo posmoderno. Es una de las visitas más destacadas del FILBA, que este mes celebra su edición número 10, y se presentará en mesas y una entrevista pública la semana que viene.
Por Mariana
Enriquez
La semana que viene empieza el
FILBA y, en su edición N° 10 invitó a varias celebridades literarias. Entre los
invitados está Anne Carson: es una sorpresa, no tanto porque Carson sea una
reclusa, sino porque es una especie de leyenda viva poco conocida en nuestro
país; salvo excepciones como Eros, el dulce amargo (Fiordo), su primer libro, o
Rec Doc (Bajo la luna), sus libros no están editados en Argentina y solo se
consiguen en esquivas traducciones españolas. Anne Carson, canadiense, 67 años,
es poeta, ensayista, profesora. Aunque tanto ella como su obra son
desprejuiciadas y genuinamente excéntricas, su quehacer no puede ser más
canónico: académica doctorada en Clásicas por la Universidad de Toronto,
también diplomada en estructuras métricas griegas en St. Andrews, Escocia,
enseña griego antiguo, da clases de escritura creativa y gran parte de su
obra está dedicada a traducciones de tragedias y poesía clásicas: Safo,
Eurípides, Sófocles, Simónides de Ceos y más.
Llamar ensayista y poeta a Anne
Carson es insuficiente. Ya en Eros, el dulce amargo, su debut en 1985, una
exploración del concepto griego de Eros que acababa en una meditación sobre el
amor y el deseo con referencias a Nietszche, Virginia Woolf, Safo, Eudora Welty
o Italo Calvino lograba sus marcas personales: la total libertad para la
asociación, la búsqueda de belleza en el lenguaje y la erudición amable: son
notables, por ejemplo las páginas que explican el nacimiento del alfabeto
griego, de las vocales y los no sonidos de las consonantes, el paso de la
oralidad a la escritura; están escritas con los ojos maravillados de quien
narra la conquista de un planeta desconocido.
En su siguiente libro, Tipos de
agua (Plainwater, 1995) ya ofrecía su alquimia de poesía, ensayo y capricho en
un texto cuyo tema central es el agua en un tratamiento muy diverso. En el
apartado “Introducción a la antropología del agua” escribe: “El agua es algo
que no se puede retener. Como los hombres. Lo he intentado. Padre, hermano,
amante, amigos verdaderos, fantasmas hambrientos y Dios, uno por uno, todos se
desprendieron de mis manos. Quizá así deba ser: se trata de lo que los antropólogos
llaman ‘peligro normal’ en el encuentro con culturas diferentes”. Más adelante
recorre el camino de Santiago en España, clasifica tipos de agua y divide su
propio diario acuático entre “nadando” y “no nadando”. A esta altura, Carson
tenía la admiración de Harold Bloom y de Susan Sontag, al mismo tiempo que se
retraía de entrevistas y de los curiosos que buscaban indagar en su audacia de
mezclar alta cultura y juegos posmodernos. Ese mismo año, sin embargo, dejó a
muchos mudos y con la boca abierta cuando publicó Glass, Irony and God (El
ensayo de cristal; Cuadro de tiza, en Chile, publicó una excelente traducción
en 2015), el primero de sus poemas narrativos personales, inquietantes y
desgarrados. Una mujer recién separada, ella misma, va a visitar a su madre que
vive en una parte desolada de Canadá. Se lleva los poemas completos de Emily
Brönte porque se siente identificada con esa soledad de páramo y pasión. “Nunca
antes me había enamorado./ Y era como una rueda cayendo colina abajo./ Pero
esta mañana temprano, mientras mamá dormía,/ y yo estaba abajo leyendo la parte
en Cumbres borrascosas/ donde Heathcliff se aferra a las celosías durante la
tormenta sollozando/ ¡Ven! ¡Ven!, al fantasma de su amada, / Caí de rodillas y
también sollocé./ Esa Emily sabe/ cómo ahorcar cachorros”.
En 1998 publicó uno de sus mejores
libros: Autobiografía de Rojo (Pre-Textos, 2016). El punto de partida parece
retorcido: inspirada en el poeta griego del siglo V Estesícoro, transforma el
mito de Hércules y Gerión en una historia de amor gay melancólica y realista,
escrita en verso. En el mito, Hércules debe matar a Gerión: el crimen es uno de
sus célebres Trabajos. Gerión es un ser alado, de piel roja, con tres cuerpos,
cada uno con su cara; es un pastor de ovejas que vive en una isla, y es un
monstruo. A partir de los fragmentos conservados que Estesícoro escribió sobre
Gerión (y que Carson traduce) se construye este romance entre un isleño actual,
un chico artístico y tristón, atormentado por Hércules, hermoso y desinteresado.
Crecen en un pueblo canadiense; vuelven a verse en Buenos Aires, después en
Lima y en los Andes, acompañados de Ancash, un joven peruano que vive con su
madre en una terraza de la capital. Es su libro más popular y sensual, el más
vendido y el que la ingresó en el panteón queer. El recorrido frustrante de
Gerión y Hércules, todo ese deseo enloquecedor, termina en una visita a un
volcán andino con el etéreo Ancash. “Somos seres maravillosos/ piensa Gerión.
Somos vecinos del fuego/ Y ahora el tiempo veloz los alcanza/ están parados,
uno junto al otro con los brazos/ tocándose, la inmortalidad en sus rostros/ a
sus espaldas, la noche”. Autobiografía de Rojo es el libro ideal para empezar a
conocer a Carson; también La belleza del marido. Un ensayo narrativo en 29
tangos (2001; Lumen lo publicó en 2005), un poema extraordinario dedicado a
John Keats, cuyo tratamiento del tema de la belleza es el punto de partida del
libro: “Una herida arroja luz propia,/ dicen los cirujanos/ Si todas las luces
de la casa estuvieran apagadas/ podrías adornar esta herida/ con su brillo”.
En los últimos años, Anne Carson
publicó Decreation (2005), donde vuelve a obsesiones generales y las disecta
(el Sueño, en este caso), además de dedicarle un ensayo a tres de sus
favoritas: Safo, la escritora mística y mártir medieval Marguerite Porete y la
también mártir Simone Weil. En 2014 publicó Albertine, rutina de ejercicios
(2014, Vaso Roto), un estudio en poemas breves y notas sobre el personaje de En
busca del tiempo perdido. La inquieta Carson parece incontenible en el formato
libro convencional: en 2010 publicó Nox (“noche” en latín, lengua que por
supuesto maneja), una elegía a su hermano Michael, que huyó de la casa familiar
muy joven, se cambió el nombre, vivió en la India, fue adicto y dealer y recién
reapareció cuando su viuda, desde Dinamarca, llamó a Carson para avisarle de su
muerte. Esta meditación sobre el duelo y la imposibilidad de conocer a otro se
presenta en fragmentos, pinturas, dibujos, garabatos, cartas, notas, poemas y
se consigue exclusivamente en formato objeto. Su spoken word-conferencia
Lecture on the History of Skywriting se presenta en vivo con su esposo Robert
Currie y un fragmento leído por Faisal bin Ali Jaber, ingeniero de Yemen cuya
familia fue asesinada por un ataque de drones en 2012. Float, su último libro,
publicado en 2016 (Knopf/Penguin), también apareció en edición no convencional:
hojas sueltas o dobladas que pueden ser leídas en cualquier orden, ubicadas
dentro de una caja transparente. Todas sus obsesiones están ahí: una excursión
al monte Olimpo, Proust, Gertrude Stein, el recuerdo de su padre y su tío en el
Canadá rural, las rutinas del matrimonio. “No trato de ser rara o de presumir
con estos formatos y estos diseños”, le decía a The Guardian. “Es la manera en
que funciona mi cabeza. Soy una escritora desordenada. Hay una canasta de cosas
que parecen formar una idea. Revuelvo ahí para encontrarla, intento diferentes
órdenes y conceptos y después me quedo con uno. No sé lo que realmente pensamos:
creo que tenemos conexiones entre pensamientos. Así se mueve la mente. Los
pensamientos están ahí pero los saltos, las conexiones, son el presente. Eso es
lo mágico”.
Anne Carson se presenta el jueves
11 a las 21.30 en el Auditorio del C3 (Godoy Cruz 2270) con la performance Las
palabras que faltan, sobre Safo; la acompañan Elisa Carricajo en proyecto de
Agustina Muñoz y traducción de Laura Wittner. El viernes 12 a las 18.30
participará de un panel con David Leavitt y Fernando Savater en el Auditorio
del C3. Y el sábado a las 20 la entrevista en el Auditorio del Malba Silvina
Giaganti.
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