Sobre Los vecinos mueren en las novelas, de Sergio Aguirre
Para cerrar el recorrido por el género policial del Laboratorio de análisis y producción de literatura infantil y juvenil contemporánea, publicamos esta reflexión realizada por una de las participantes más fieles a las propuestas del Programa, sobre su lectura de la novela Los vecinos mueren en las novelas, de
Sergio Aguirre.
Por Natacha Goransky *
El género policial me deja fría. En mi
biblioteca no hay un sólo libro sobre crímenes, detectives, acertijos ni nada
que se les parezca. Supongo que esta es la razón por la cual me acerqué a Los
vecinos mueren en las novelas, de Sergio Aguirre, con cierta desconfianza.
Cómo vengo del campo visual, desde un
principio, la tapa me hizo ruido. Sabía de antemano que la historia transcurría
en la campiña inglesa, pero yo estaba segura de que la foto que ilustra la tapa
de la novela no mostraba una estación de tren en Inglaterra. Creía que lo más
probable era que la foto fuera de una estación de estilo inglés en Argentina.
Mi primera sospecha se despertó al ver que
aparecía un perro recostado en el andén. Dato: en Inglaterra no hay perros
callejeros.
Observando más la foto, descubrí que en la
pared de la estación se ve un pequeño altar a la virgen. Gran Bretaña es un
país anglicano y jamás uno verá la imagen de una virgen fuera de una iglesia
católica.
Terminé de corroborar que la foto estaba
sacada en Argentina o en algún pais vecino cuando, con una lupa, llegué a leer
que el cartel colgado sobre la puerta que conecta el anden con el edificio de
la estación dice: “encomiendas”. Éste mismo cartel evidenció que la foto estaba
espejada.
Por último, noté que el photoshopeado general
era de baja calidad y que, la ya mencionada foto del frente se repite en la
contratapa y en una de las solapas; un recurso usado para rellenar espacio.
¿Por qué la tapa era tan floja?
Cómo verán, la primera impresión que tuve del
libro me generó grandes dudas sobre la calidad que podría llegar a tener.
En el primer capítulo mantuve mi ojo crítico
bien alerta, no me gustaban las palabras que había elegido el autor para
describir ciertos objetos: “casilla”, en lugar de “cobertizo”; “cajas de
mudanza” en lugar de “canastos”.
Por otro lado, ambos personajes me parecían
hoscos, prejuiciosos y poco amables. Me costaba interesarme en lo que les podía
llegar a pasar.
Hasta que empezó la verdadera historia: la
que se cuentan los personajes entre sí y lo que termina efectivamente pasando.
La descripción de los movimientos, los gestos y los diálogos que tienen entre
ellos, no me dejaron cerrar el libro hasta que lo terminé.
La historia me resultó fascinante y también
así la forma que encontró el autor de narrarla.
Impresiona la capacidad que tuvo, de dar
vuelta varias veces el punto de vista y de hacer que el lector dude sobre lo
que, un segundo antes, daba por cierto.
“Los vecinos mueren en las novelas” es un
libro muy recomendable que –después de dos noches de pesadillas en inglés–
confirmó, que la distancia que mantuve hasta ahora con el género policial, va a
seguir intacta.
Descargo: Para ser justa con la diseñadora de
la tapa de la novela, habiendo criticado su trabajo sin saber la circunstancia
en la que se lo encargaron; debo agregar que vi varias tapas diseñadas e
ilustradas recientemente por ella para Eterna Cadencia, que me parecieron
excelentes.
* Natacha Goransky es ilustradora. Ha vivido
y trabajado en Inglaterra, cosa que de algún modo se desprende de la lectura de
esta reseña, ha colaborado en distintos proyectos con Bibliotecas para armar y
es asidua concurrente de los encuentros con autores en La nube, así como del
Laboratorio de análisis y producción de literatura infantil y juvenil.
Los vecinos mueren en las novelas
Sergio Aguirre
Grupo Editorial Norma, 2000
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