Última ronda y otros microcuentos: una aproximación al microtexto desde la LIJ
"Microrrelato, minicuento, microtexto, nanorrelato o como quiera
llamárselo", dice Álvar Torales sobre el tema que analizamos durante este
mes, al que define como "haiku prosaico". Y toma como caso en la
literatura infantil y juvenil, el libro Última ronda y otros microcuentos, que compila una serie de historias en pocas palabras
bajo la selección de Graciela Repún, editado por Amauta.
Por Álvar Torales*
Se dice que la poesía es la síntesis del lenguaje
expresado en su forma más bella. Si tomamos la primera parte, la de la
síntesis, podríamos decir que el microrrelato, minicuento, microtexto,
nanorrelato o como quiera llamárselo, es una suerte de haiku prosaico. Desde ya
pido disculpas si esto se considera una herejía.
Graciela Repún, en el prólogo de Última ronda y otros microcuentos lo compara, acertadamente, con un relámpago, que en su fugacidad alcanza para iluminar todo el panorama. El microrrelato no parece un género, sino más bien una técnica; los hay ingeniosos, humorísticos, profundos y en algunos casos un simple juego de palabras.
Desde su célebre taller literario, Graciela junto a los escritores y editores Mario Méndez y Jorge Grubissich, pergeñaron la idea de publicar un libro para niños con microrrelatos escritos por autores noveles y algunos inéditos, en el que también participaron con sus creaciones. Este es un puñado de esos textos aparecidos en el libro editado por Amauta.
“El desvelo”, de Graciela Repún:
En esa casa casi todos
sueñan: el ratón con el gato, el gato con el perro, el perro, con su dueña.
Ella es la única que no sueña. No puede dormir.
La desvela la sospecha de que en su casa hay un ratón.
“Avenida Luro 7229”, de Mario Méndez:
Esa mañana cruzaba la
avenida Luro desierta, rumbo a la escuela, cuando me detuvo la inconfundible
voz de doña Elena, llena de zetas.
-Venga, Marito, que hoy no hay escuela. Que hay revolución -me dijo la
madre de Eduardito, asomada a su balcón.
Yo me la quedé mirando. Sin comprender todavía, volví a mi casa. Dudaba.
Entré a la pieza de mi mamá, que aún dormía. Ella se levantó de un salto,
corrió a la cocina, puso la radio. Un rato después, despacio, me hizo una
caricia triste, que tardé bastante en comprender.
Era el 24 de marzo de 1976 y no, no había escuela.
“Silencio”, de Jorge Grubissich:
Estuvo ante la pantalla en blanco horas, días, meses, años, buscando un
principio. Décadas buscó y buscó, sin encontrarlo.
En el último instante de su vida aún permanecía ahí, frente a la pantalla
en blanco. Tocó una tecla. La del punto. Era su punto final. Nunca fue capaz de
escribir otra cosa...
“A tiempo” de Leandro Katz:
Me propuse ser puntual antes de que fuera demasiado tarde.
“Refrán”, de Gragry Troncoso:
"Martes: no te cases ni te embarques, ni de tu casa te apartes",
decía siempre mi abuela.
-No me importa, a la escuela vas igual, respondió mamá muy seria.
“No todos los fuegos”, de María Laura Burattini:
Para calmar su sed, la llama bebió agua. Y se convirtió en cenizas.
En su prólogo, Graciela Repún nombra, como maestros del minicuento a Bretón,
Artaud, Shua, Cortázar, Borges, Arreola, Denevi, Monterroso y Kafka, entre
otros. Me voy a tomar el atrevimiento de sumar a Antonio di Benedetto y cerrar
esta breve reseña (después de todo se trata de microrrelatos) con el cuento “La
seducción”, del autor de Zama:
El hombre logra en sueños lo que no logró despierto: seducir a una mujer
carnal, perfumada y esquiva.
Lo despierta un golpe en las costillas: la esposa, que duerme con él, le ha
hundido el codo en el costado.
Ha soñado que el marido se ha dejado seducir por una mujer carnal,
perfumada y esquiva, a quien ella no conoce.
*Integrante
del Programa Bibliotecas para armar, permanente animador de los ciclos de cine
y literatura en la biblioteca de Hebraica, de las entrevistas en La nube y del actual
Laboratorio de análisis y producción de
literatura infantil y juvenil, Álvar Torales se está convirtiendo, poco a poco,
en un gran periodista cultural, como lo prueba esta nueva reseña.
Última ronda
y otros microcuentos
Mario Méndez
Amauta, 2017.
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