Sobre Los casos del comisario Croce, de Ricardo Piglia
En el Laboratorio de análisis y producción de literatura infantil y juvenil contemporánea hoy llevaremos a cabo la entrevista abierta y gratuita a Andrea Ferrari, como broche de oro para el recorrido realizado por el género policial. Que mejor ocasión que esta para compartir la reseña que realizó escritor y periodista Hernán Carbonel, y que invita a leer -o releer- Los casos del comisario Croce, del gran Ricardo Piglia.
Por Hernán Carbonel*
Al pie de la página 157 de Antología personal (Fondo de Cultura
Económica, 2014) se lee: “Los tres relatos incluidos en este apartado forman
parte de una serie en preparación que tiene como protagonista al Comisario
Croce”. Esos tres relatos son “El Astrólogo”, “La música” y “La película”.
El protagonista había nacido
a la narrativa pigliana en la novela Blanco
nocturno (Anagrama, 2010), policial gauchesco al que se referencia de
manera constante en el recién editado Los
casos del comisario Croce, uno de los varios volúmenes que Ricardo Piglia
dejó meticulosamente pautado para su publicación póstuma.
Pero, ¿quién es Croce? Un
hombre de campo que “anda metido siempre en misterios y asuntos ajenos”, “el
mejor investigador de estas provincias, famoso por sus métodos nada
tradicionales de descifrar los enigmas que le planteaba la realidad”. Rastreador,
con un gran capacidad de observación, opera mediante asociaciones, se detiene
en el detalle irrelevante, combina perspicacia y coraje, “intuición poética con
exactitud matemática”, practica “el arte de la adivinación” y se hunde en la
turbia realidad hasta que (¿será así, o se tratará de uno más de sus
artilugios?), huyendo de la dictadura, se pierde en tierras uruguayas. Y el
único que podía “contarlo” a Croce es -quién si no- Emilio Renzi, fetiche de
Piglia, confesor del comisario: “Croce me contaba otro de sus casos, como si
quisiera que yo los escribiera”.
Plagado de intertextualidades
que remiten a libros propios y ajenos, Los
casos del comisario Croce pueden aludir a Los siete locos (donde, a la manera en que Borges da muerte a
Fierro en “El fin”, le imagina un final al personaje de Arlt) o a su propia
“Tesis sobre el cuento”, de Formas breves.
A partir de aquella anécdota de los cuadernos de notas de Chejov -“Un hombre,
en Montecarlo, va al casino, gana un
millón, vuelve a su casa, se suicida”- se construye el argumento de “El
jugador”, que el autor ya había ensayado ligeramente en un pasaje de La ciudad ausente.
Conjuga, también, como en Blanco nocturno, el policial con la
gauchesca en un enigma histórico ligado a Urquiza y a un poeta asesinado luego
de la Batalla de Caseros (“La excepción”), y pone en escena a un conferencista ciego,
presidente de la Sociedad de Escritores, director de una colecciones de novelas
policiales, en una charla a la que asisten escasos espectadores: en “La
conferencia”, Piglia le otorga voz, reescribe el discurso borgeano citándolo,
lo ensaya. “Croce en castellano es cruz”, le dice el viejo escritor, “el
sargento Cruz, que, como sabemos, se jugó por el matrero y desertor Martín
Fierro”.
Mixturando crítica,
autobiografía y ficción, cruce desde el cual edificó gran parte de su obra,
Piglia introduce en estos doce cuentos, sobre todo en el último, “El método”, reflexiones
teóricas, perlas sueltas, miscelánea, apuntes de lo que quizás hayan sido los
prototipos de textos que no llegó a escribir, y definiciones sobre un género que
cultivó como lector, editor y escritor: “¿Expresión de qué sería el relato
policial? De nuestros temores, pero también de nuestra decisión de ser más
valientes y más decididos”.
Trabajando
sobre la “tradición realista del género” -según confiesa en la Nota del autor, la mayoría de los argumentos
“se basan en casos reales”-, encuentra los intersticios en los que se permite
dialogar no sólo con Arlt, Borges y Hernández, sino también con Poe, Walsh y
Conan Doyle.
En los textos reinciden
espacios como el almacén de los Madariaga (lugar de encuentro socio-campero mítico,
al estilo del bar de Arispe en Briante), la pampa (“la irritante quietud de la
llanura”, “siempre igual a sí misma”: "Un lugar de la llanura era igual a
otro", al decir de Borges), los pueblos de provincia (Olavarría, Quequén,
Necochea, Azul, Pergamino, Bolívar), temáticas como el agua (sea la laguna del
pueblo donde vive Croce o el delta del Paraná), la mujer, el lenguaje (“la
cárcel del lenguaje”) y el peronismo, o conjeturas acerca de la existencia del
crimen perfecto (la utopía del género policial, y también su negación).
“Vas a terminar escribiendo Los casos del comisario Croce, vos”, le
dice un personaje a Renzi, hacia la mitad de Blanco nocturno. “No estaría mal”, le responde él. Bravo es el
apellido de ese personaje. Bravo tenía razón. Renzi también.
*Hernán Carbonel es un
periodista y escritor nacido en Salto, Pcia. de Buenos Aires, localidad donde
ha sido bibliotecario y sigue siendo animador cultural, conductor de programas
de radio como "Margaritas a los chanchos", en los que no solo pasa buena música
sino que ha entrevistado a grandes de nuestras letras y también del rock
nacional. Ha publicado la novela Una
excursión a los comechingones, el libro de cuentos El chico que no crecía y la investigación periodística El caso Arroyo Dulce.
Los casos del comisario Croce
Ricardo PigliaAnagrama, 2018.
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