Alberto Pez y Roberto Cubillas, socios creativos
En el ciclo "La ilustración toma la palabra" que llevamos adelante hace un tiempo, Mario Méndez entrevistó a una de las parejas creativas más destacadas de la literatura infantil y juvenil: Alberto Pez y Roberto Cubillas. Compartimos un fragmento de la entrevista en la que cuentan los aspectos más divertidos del trabajo juntos.
MM: Un paso
atrás, porque vieron que el eje de la charla que hasta ahora no hemos tomado
era “Las parejas creativas”. Hoy Roberto lo decía en el bar y me llamó la
atención, ¿Cómo sabés que un texto es para tu ilustración y cuándo no? Y ¿cómo
se deciden a laburar juntos?
RC: En
realidad, lo primero que empezamos a hacer fue a bocetar cosas juntos. A tener
una idea y empezar a tratar de publicarlos. Él recién empezaba a escribir.
Entonces para mí era más fácil intervenir en el texto. Decirle “Acá me complica
dibujar una ballena, por qué no ponés otra cosa”. (Risas). Era un texto
intervenido. Después él empezó a escribir no solamente pensando en mí, sino sus
ideas, y algunas de esas ideas no las veía para mí. O porque trato de buscar
una síntesis de elementos que si a mí me viene un texto en el que tengo que
dibujar toda una ciudad no me siento cómodo, entonces le digo que no. O porque
la cantidad de texto, a mi criterio, es demasiada, o no se va a complementar
con el dibujo. Yo necesito lugar en el que hacer algún chiste, hacer que se
complementen, que se arme ese concepto de supuesto libro álbum. Que no importa
si lo es o no. Lo que importa es que el texto y el dibujo se vayan complementando.
En esos casos le digo que no, pero en otro los vamos ajustando. Y él ahora
enganchó para laburar con otros autores, con otros dibujantes…
MM: Se
engañan… (Risas).
RC: Con O’ Kif
y con algún otro. Igual yo a él lo aliento bastante a que escriba directamente
y lleve a editoriales, como hacés vos. Y a lo sumo que te den dos o tres
ilustradores para elegir.
MM: Por ahí me
llega a mí y digo que con ese ilustrador no trabajo… (Risas). Pez se quejaba de
que no es tan pareja la cuestión del trabajo conjunto.
P: Es mi
comisario estalinista… (Risas).
RC: Lo tengo dominado en ese sentido. Yo tengo más libertad para opinar, para intervenir en el texto, para decirle que en un lugar sobra una línea… A veces le hago tachar en el Word, pero no admito nada del dibujo. De hecho, le he rebotado cosas en las que después vi que tenía razón. Yo tuve una época en la que hice cosas poniendo colores muy oscuros, y él me decía que lo veía muy oscuro… “No, está bien”.
Asistente: ¿Este?
MM: La
balada del basilisco.
RC: Ese es re
oscuro. A mí me gusta, pero era una etapa en la que estaba medio deprimido, y
ponía todo oscuro. Y él me lo decía. Yo le contestaba que a los chicos les iba
a gustar… Y era todo gris. Después le di la razón. Esos libros están destinados
a…
MM: ¿A los
adultos? ¿No anduvieron?
RC: El texto
está buenísimo. Si lo hiciera hoy, le daría mucho más humor y color a la
gráfica.
Asistente: Mi
hija no es un prototipo de jovencita. Ha tenido muchos de estos libros,
entonces no tiene el problema del chico al que no le gusta…
RC: No tiene
el parámetro del de las hadas. (Risas).
Asistente: Se
dice que “no le gusta” a los chicos en general… Pero a ella le encantaba,
cuando era chica lo recitaba de memoria, fascinada.
RC: Que bueno…
Es que es una balada…
Asistente: Los
dibujos le gustaban… ¿Ya no te gusta?
RC: Ahora lo
haría más simpático. Trataría de suavizar la gráfica con ciertas vueltas de
humor que tiene el texto. Ahí la gráfica está un poco por su lado, es medio
agresiva. A mí me gusta más lo que hago ahora. Por ahí a mi criterio fui
refinando algunas cosas, y otra persona puede pensar que ahora hago todos
circulitos. Porque yo trato de construir todo geométricamente. En ese “no
tanto”, a pesar de que es vectorial y digital, no es tan geométrico o tiene
cosas de color más pesadas. Ese es uno de los casos que él me había dicho que
estaba un poco oscuro.
Asistente: ¿Y
la idea cómo surgió?
RC: La idea la
teníamos, ¿no?
Asistente: Es
una leyenda de San Juan… (Risas).
RC: Teníamos
un libro de mitología. ¿Cómo se llamaba el autor?
P: Salía de
ahí, de los seres mitológicos argentinos…
RC: Era un
libro de editorial Plus Ultra que se llama Fauna del Terror. Después
puedo buscar el nombre del autor. Está redactado muy toscamente, parece un
informe policial, no le pone nada de onda. A cada bicho le pone qué parece, que
come tal cosa, y así. Pero estaba bueno, porque recopilaba todo de acá,
recopilaba de Uruguay, me acuerdo de que estaban con el basilisco y había
empezado a estar de moda Harry Potter, y había un basilisco, que no era este,
pero el de acá venía de ese. Adaptado, venía de un gallo y esas cosas más de
campo, pero lo habíamos sacado de ahí.
P: La idea
también en esa época, era que Robert tenía ganas de dibujar cosas mejicanas…
RC: Norteñas. ¿Mejicanas?
(Risas).
P: Mejicana.
Vos mismo me lo dijiste…
RC: Me gusta
mucho la gráfica mejicana, las calaveras…
P: Yo conocí
a José Guadalupe Posada por él. Esa cosas que le voy debiendo a mi amigo. Un
montón de gente.
RC: No, pero
ese era el del zombie, que lo hicimos mejicano. Yo me acuerdo de que era
campero porque aparecía un gaucho acá, un viajante…
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