21 de marzo - Día Mundial de la Poesía


En Libro de arena celebramos el Día Mundial de la Poesía -21 de marzo- replicando las palabras de algunas y algunos poetas que han explorado la posibilidad de responder a la pregunta: ¿qué es la poesía?
En esta inmersión de lectura, Diana Tarnofky anduvo recorriendo las voces de María Teresa Andruetto, Olga Orozco, Laura Devetach, Diana Bellessi y Juan Gelman. ¡Pasen y lean! 



Por Diana Tarnofky 



“La poesía es inaprensible. No se la puede abarcar en ninguna definición. Cualquiera sea el centro cambiante desde el que se la considere -pepita de fuego, lugar de intersección de fuerzas Desconocidas o prisma de cristal para la composición y descomposición de la luz- su ámbito se traslada cuando se lo pretende cercar y el número de alcances que genera continuamente excede siempre el círculo de los posibles significados que se le atribuyen. Intentar reducirlos a una fórmula equivale a suspender el vuelo de una oropéndola, a paralizar a un ángel, a domesticar a un dios natural y salvaje y a someterlos a injertos, a operaciones artificiosas y a disecciones hasta lograr cadáveres amorfos. Porque la poesía es un organismo vivo, rebelde, en permanente revolución, y aun la definición  más feliz, la que parece aislar en una síntesis radiante sus resonancias espirituales y su mágica encarnación en la palabra, no deja de ser un relámpago En lo absoluto, un parpadeo, una imagen insuficiente y precaria. La poesía es siempre eso y algo más, mucho más.”

“¿Para qué la poesía?
Ayuda a las grandes catarsis, a mirar juntos el fondo de la noche, a vislumbrar la unidad en un mundo fragmentado por la separación y el aislamiento. A denunciar artificios y apariencias. A saber que no estamos solos en nuestros extrañamientos e intemperies.
Descubrir el tú a través del yo
Descubrir el nosotros a través del ellos.
Entrever otras realidades subyacentes en el aquí y en el ahora.
Azuzarnos para que no nos durmamos sobre el costado más cómodo
Celebrar las dádivas del mundo
Extremar significaciones.”
Olga Orozco. Poesía completa. Adriana Hidalgo editora. 2013

 “Entrar en poesía”-como define George Jean- a este mecanismo, entrar por la capacidad de aceptar la existencia de un ritmo interno, de la propia respiración, de los mensajes misteriosos de los sentidos, no formulados con palabras y no sólo por el conocimiento de técnicas o de conceptos. Entrar en los ritmos y mensajes misteriosos que se encontrarán en algún momento con el ritmo del poeta al que leemos o escuchamos. Entrar en poesía tal como alguien se tira al agua o toma sol. Y permanecer allí, en una inmersión en el lenguaje-agua, lenguaje-sol, lenguaje-juego, lenguaje-mirada, sonido, textura, donde nada quede reducido únicamente a la comunicación racional. Así se consolida la creatividad personal y se construye el imaginario. Por eso hay que defender el estado poético, el estar en poesía, el estado de lectura y escritura, tanto o más que cualquier otro estado en los que se desarrollen disponibilidades valorizadas como “útiles” para la llamada vida práctica.”
Laura Devetach. La construcción del camino lector. Ed. Comunicarte. 2008

“Inasible, indefinible, la poesía. Sólo se pueden aproximar algunas ideas para decir de ella, algunos arrimos: Alejandra Pizarnik dice que la poesía es “ese lugar donde todo sucede”, ya que “en el poema toda palabra dice lo que dice y además más y otra cosa”. Gandhi afirma que “es la política permanente del espíritu”. Saer la nombra como “un sistema de relaciones” y Dylan Thomas, irreverente y delicioso, asegura que “es aquello que me hace reír o llorar o arrepentirme, que hace relucir las uñas de mis pies, que me hace esto o aquello o nada”. Para Octavio Paz, es “la otra voz”; “el antídoto de la técnica y el mercado”. Coincidiendo con Olga Orozco, creo que “la poesía existe para que no muera la pregunta”. Roberta Iannamico, joven poeta bahiense, asoma su asombro y recupera otro concepto que habita también en el pensamiento de otros poetas: la poesía es un modo de estar frente al mundo: “Yo le digo poesía no al género literario sino a lo que está detrás de eso, antes que se convierta en palabras. Una forma de ser, ver, sentir, ver pasar”. “Creo que la poesía establece una relación de unidad y de totalidad con el mundo."
 
"Es una forma de conocimiento. Se opone a las demostraciones, desconfía del razonamiento, las explicaciones que se dan no la manifiestan, sorprende, trastoca, interroga, provoca rechazos, seduce, enamora. Por su carácter eminentemente polisémico se cruza con la polisemia de la realidad. La poesía elige, se resigna o permite una forma de aproximación oblicua hacia aquello a lo cual convenimos en llamar mundo. Busca el revés de las cosas, lo oculto, la ambivalencia, y está emparentada con lo abierto, con la posibilidad. Ella, “la que fuego es”, como la nombra Haroldo de Campos, es la que abre el juego.”

“En el poema las palabras resisten, exponen involuntarios significados, tienden trampas, se reinventan. El poema rehúye de los lectores pasivos, provoca a los que hacen funcionar los textos desde el deseo. Hecha de lenguaje, ideología y experiencias; hecha también de recortes del habla, leerla es una provocación para leer lo que no se ve; es extrañarse en el misterio, es leerse a uno mismo. Cuando acciona puede generar imprevisibles asociaciones donde no sólo importa lo que dice sino también lo que calla. Como toda tarea artística requiere procesos de pensamiento particulares, habilidades para aceptar lo diverso sin reglas convencionales. Dice Juan Gelman: “La poesía viaja del misterio de uno al misterio de todos y en ese encuentro gana su transparencia. Pasa sin nombre, sin número, ajena al cálculo y la sumisión, corrige la fealdad y el desamor, abriga en sus tiendas de fuego. Entra en el lenguaje como cuerpo, corazón que interroga y no puede dormir, come los libros de la noche. El poema se forja en el combate contra lo que no va  a decir y así construye rostros que duran la eternidad de un resplandor, o de un miedo, una miseria, alguna dicha, un recuerdo que despertó y no sabe si va a la muerte o a vivir”.  (“Esa realidad invisible”, Diario Página/12, 22 de enero de 2011.)
Mirta Colángelo. De susurros y susurradores. Ed. Comunicarte 2015

“No sabemos decir qué es poesía, pero cuando algo de ella ha sido capturado y por eso mismo nos captura, podemos reconocerla, tal como lo expresan los versos de Montale, Non c’e pensiero che imprigioni il fulmine / ma chi ha veduto la luce non se ne priva. La poesía es lenguaje cargado de posibilidades, pero ¿en qué consiste esa carga?, ¿qué le da al poema su fuerza, su durabilidad, su alojamiento en la memoria? Sabemos que reside justamente ahí, en su capacidad de quedarse en nosotros, su triunfo sobre el caos, sobre la banalidad del mundo y de las cosas, su resistencia al paso del tiempo, su pequeña victoria ante lo efímero y lo fugaz. La intensidad hace a la poesía y nos permite diferenciarla de todos los otros modos de la palabraEn el poema, las palabras –más que en ninguna otra forma de lo oral o de lo escrito- dejan de ser funcionales a la construcción de una historia, se “olvidan” de ser útiles, se ponen a hacer “otra cosa”, como hacen “otra cosa” los gestos en el teatro o los sonidos en la música. Se genera así una fuerza mucho más potente que la suma de elementos que constituyen el poema, alcanzando un resultado que aprovecha de un modo misterioso las cualidades de cada una de las partes. Cada buen poema es, entonces, un pequeño triunfo sobre el caos y también sobre lo plano, lo literal, lo cerrado, lo puramente racional y lo unívoco.”
María Teresa Andruetto. La lectura, otra revolución. FCE 2015

 “¿Cuál es el miedo a la poesía? La hija subversiva y díscola de la lengua, con una pirueta de exceso y una demanda de pureza. Su acción es regenerativa,"naciendo, nacida siempre”, diría Eckhart. El poema nace en la violenta y amorosa acción que reclama a la lengua volver a hablar. Es por eso la poesía su hija pródiga. Revisa las leyes ordenadoras estancadas por la costumbre o por la hábil manipulación que intenta volverla un instrumento de domesticación; una cueva del mentir, una herramienta de poder para la explotación y la muerte. La emoción personal, herida, amordazada por vastos procesos de socialización nonc sanctos, se expresa aquí, y se desliga de condiciones como suelen hacerlo los versitos en la cancha o en las marchas cuando la ideología retrocede y el significante avanza, y ese movimiento, produce un temblor, una sensación de pérdida de la tranquilidad o de estar extraviados en la producción de un acto creativo sobre el que nadie tiene un control total. Ritmo y significado apelan al temblor del otro, a su inalienable poder creador."

“Comunicación entendida como comunión. Cómo no habría de temérsele a algo tan deseado y tan prohibido. Le temen los poetas mientras lo buscan y escriben; le teme el lector, a quien han intentado masacrar con aquello de la letra con sangre entra, le temen las clases que dominan y sus instituciones de control; y las empresas del dinero, las que regulan y administran qué libros, qué voces llegan al lector, las que optaron largamente por la marginación de la poesía y aún lo hacen, aunque escucho aquel murmullo nuevo, aquella atención hacia el bocadito que se les escapa y molesta, capaz de resistir al autoritarismo y a la masacre, al nuevo orden económico y a la tentación de ser bocado digerido porque, de hacerlo perdería el género, es decir, la razón de ser, la realidad de la poesía.”

El poema, pide ser escrito. Pero así como una copla hace su largo camino hasta cerrarse en lo mejor de sí, rueda como una piedrita que en su viaje se transforma en diamante duro y fino, lleno de brillo y sentido; así, de la mano de su autor, el poema busca estabilizarse-desde su necesidad de decir y a través de los poderes del oficio específico-en lo mejor de sí. Es escrito, pero no nace muerto. Vuelve a abrirse en cada lectura, en la magia del diálogo secreto con su lector, sin el cual nunca existiría. Sólo solicita nuestra atención, nuestra entrega por un momento, para que ambos, poema y lector, bailen llenos de dicha en la pista. Luego cada uno se replegará hasta que llegue nuevamente la cita, con el mismo o con otro, pero más se baila, mejor se baila, y más se lo disfruta..."
Diana Bellessi . La pequeña voz del mundo.  Ed. Taurus 2011

 Sobre la poesía
 Habría un par de cosas que decir/
que nadie la lee mucho/
que esos nadie son pocos/
que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y

con el asunto de comer cada día/ se trata
de un asunto importante/ recuerdo
cuando murió de hambre el tío juan/
decía que ni se acordaba de comer y que no había problema/

pero el problema fue después/
no había plata para el cajón/
y cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo
el tío juan parecía un pajarito/

los de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén/murmuraban
que siempre los están molestando/
que ellos eran hombres y enterraban hombres/y no
pajaritos como el tío juan/especialmente

porque el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje hasta el crematorio municipal/
y a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos/
y cuando le daban un palmetazo para que se callara la boca/
el pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que les hacía pío-pío en la cabeza/el
tío juan era así/le gustaba cantar/
y no veía por qué la muerte era motivo para no cantar/
entró al horno cantando pío-pío/ salieron sus cenizas y piaron un rato/
y los compañeros municipales se miraron los zapatos grises de vergüenza/pero

volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/ esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/ para un poeta es cada día más difícil

conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/ que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/

y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron las muchachas/ los almaceneros/ los guerreros/ los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/

lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias/
tío juan después de muerto/ yo ahora
para que me quieras.
Juan Gelman- «Los poemas de Julio Grecco», en Hacia el sur, 1981-1982.


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