100 años del nacimiento de Lawrence Ferlinghetti

Ayer cumplió 100 años Lawrence Ferlinghetti, el único poeta de la "beat generation" estadounidense que sigue con vida. Compartimos una breve reseña de su vida, y el poema que dedicó a la muerte de Allen Ginsberg.



Lawrence Ferlighetti cumplió ayer cien años. En general, los beatniks tuvieron vidas más agitadas y cortas. En octubre de este año van a cumplirse 50 años, de la muerte de Jack Kerouac, derribado por la cirrosis cuando tenía poco más de cuarenta años. Gregory Corso llegó a los setenta, pero tuvo estadías más o menos prolongadas en la cárcel siendo muy joven. 
El caso de Ferlinghetti fue diferente. No es que haya vivido entre algodones Tuvo una infancia difícil, porque su padre murió antes de que él naciera y eso desequilibró a su madre hasta tal punto que desde los dos años lo criaron su tío materno y su mujer. Esta crianza  tuvo idas y venidas, que incluyeron una estadía de cuatro años en Francia, y un retorno a los Estados Unidos en el que, mientras sus tíos buscaban trabajo,  Ferlinghetti vivió en un asilo de huérfanos. Cuando su tía consiguió empleo como institutriz, se mudó con ella a una casa en la que había una inmensa biblioteca y en la que tuvo la posibilidad de leer mucho y variado.
Estudió periodismo en la universidad de Carolina del Norte y se doctoró en la Sorbonne.
En la Segunda Guerra participó como oficial en el desembarco de Normandía.
Vivió unos años en Europa. Al regresar en 1951, se estableció en San Francisco, donde fundó la revista “City Lights”, y una librería para ediciones económicas del mismo nombre, para subsidiar la publicación.
Más tarde fundó la editorial, (también llamada  City Lights),  en la que publicó a los poetas beatniks.
La librería de Ferlighetti ocupó un lugar importante en la vida  cultural de San Francisco. Allí se hizo, por ejemplo, la lectura de “Aullido”, de Allen Ginsberg, indudable manifiesto generacional de posguerra.
Para celebrar estos cien años del nacimiento de Lawrence  Ferlinghetti, compartimos justamente el poema con el que despide a Ginsberg, el otro  gran longevo de los poetas de  la “generación beat”.

Allen Ginsberg se está muriendo

Allen Ginsberg se está muriendo
dicen los periódicos
los noticieros.
Un gran poeta está muriendo
Pero su voz
no morirá. Su voz está en la tierra
En Lower Manhattan
en su propia cama
está muriendo.
No podemos
hacer nada.
Está muriendo la muerte que todos mueren.
Está muriendo la muerte que mueren los poetas
tiene un teléfono en la mano
y desde su cama en Lower Manhattan
llama a todos.
Tarde en la noche
en todos los lugares del mundo
el teléfono suena:
“Habla Allen”
dice la voz
“Habla Allen Ginsberg”. Cuántas veces han escuchado esa voz
en todos estos grandes años.
No tendría que decir “Ginsberg” En todo el mundo
en el mundo de los poetas
solamente hay un Allen.
“Quería decirte” dice.
Les dice lo que sucede
lo que se le viene
encima.
La muerte la amante oscura
se le viene encima.
Su voz viaja vía satélite
sobre la tierra
sobre el mar de Japón
donde un día él se alzó desnudo
tridente en mano
un hombre joven de barba negra
como un joven Neptuno
de pie en una playa de piedras.
Hay marea alta y las aves marinas lloran.
Las olas rompen contra él
y las aves marinas lloran
en la costa de San Francisco.
Sopla un viento fuerte
hay olas enormes
azotando el Embarcadero.
Allen está en el teléfono
su voz está en las olas.
Yo leo un libro de poesía griega
en donde está el mar
y los caballos lloran
donde los caballos de Aquiles
lloran
aquí junto al mar
en San Francisco
donde las olas lloran.
Hacen un sonido sibilante
profético
Allen
susurran
Allen

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