El papel de los juegos en Harry Potter

En Libro de arena seguimos recorriendo la relación entre la literatura y el juego. En esta nota, Belén González revisa la dimensión y la importancia que tiene el hecho de jugar, en la saga sobre el niño mago de J. K. Rowling.



Por Belén González


Inventar un juego no es tarea fácil, menos pensando en un mundo mágico donde prácticamente todo es posible.
Si de juego hablamos se deben tener en cuenta algunas particularidades:
  • Debe ser entretenido
  • Tener un objetivo
  • Tener reglas que delimitan las acciones y que, de no cumplirse, conllevan penalidades.

En Harry Potter, J. K. Rowling reversiona varios juegos conocidos, entre ellos el ajedrez mágico, los gobstones (especie de canicas) y las cartas del snap explosivo. También hay otro tipo de competencias como La copa de las Casas y el Torneo de los Tres Magos. 
Pero a nivel juego, su verdadera creación, que complejiza bastante estas tres premisas, es el quidditch: una mezcla de fútbol, béisbol y básquet, que se juega sobre escobas voladoras.

El quidditch se practica en una cancha ovalada que tiene tres aros de distinta altura en cada una de sus esquinas. Se juega con tres tipos de pelotas que condicionan las acciones de los cuatro tipos de jugadores, contando siete en total para cada equipo.

Las pelotas son la quaffle, que es utilizada por los cazadores para marcar los tantos si logran mantenerla en altura, evitar al guardián (arquero) y, finalmente  hacerla pasar a través de los aros. Después están las bludgers cuya única y violenta misión es golpear a los jugadores del equipo contrario para desestabilizarlos, manejadas por los bateadores. Por último está la snitch dorada, seguramente la más recordada, ya que es de la que se ocupa el protagonista de toda la saga. Es una muy rápida pequeña bola alada que, de ser atrapada por el buscador (hay sólo uno en cada equipo) finaliza el partido. De lo contrario, continúa indefinidamente. Dificilísima tarea y más para un miope como Harry.

Todo esto se complica con varias reglas y más de 700 tipos de faltas, según se aclara en "Quidditch a través de los tiempos".

Muchas veces sorprende en el quiddich (y los otros juegos y competencias) la importancia que le dan los personajes a ganar. Más allá de las particularidades, el juego es juego porque alguien gana y alguien pierde, sean individuos o equipos. Y durante toda la saga, el perder se vincula con la deshonra, la humillación (como en el caso del juego de los gobstones que arrojan un desagradable líquido cuando un jugador pierde).




Por otro lado, el ganar se liga con el éxito personal, la gloria. Sin ir más lejos,  cuando encuentran el espejo de Oesed (aquel que tiene la particularidad de mostrar el deseo más profundo de quien se refleje) Ron se visualiza ganando la copa del torneo de quidditch y siendo alabado por todos.

Pero, en algunos casos, no resulta que el ganador sea también victorioso: el ganar el Torneo de los Tres Magos, después de enfrentar las extremadamente difíciles y tortuosas pruebas que establece el concurso, a Cedric le costó la vida y a Harry le provocó una angustia inmensa.

A los lectores nos resulta fácil empatizar con el afán de los personajes por ganar y con sus alegrías cuando lo logran, pero también nos vinculamos con sus derrotas y lo que aprenden de ellas. Ambas resoluciones de los juegos y competencias nos interpelan. Tal vez sean estos detalles, tan humanos, algo de lo que convirtió a la saga de Harry Potter en una de las historias más leídas de la actualidad. 

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