En el árbol más alto

Vamos terminando el recorrido sobre la relación entre la literatura y el juego, con esta nota de Natalia Forés, en la que recuerda su historia con el cuento que, para ella, representa la mejor manera de describir la sensación de juego a través de la lectura.



Por Natalia Forés* 


"Aquel era un día para ser saboreado. Era un día para sentir el olor de cada pastito y de cada hoja, y el sabor del viento, y el sabor del sol que se quedaba entibiando las hojas de los árboles."
“El árbol más alto”, de Gustavo Roldán, es un cuento que leí con mi familia en la infancia, y que está incluido en el libro El monte era una fiesta. En ese entonces me encantaban los cuentos del monte chaqueño donde Don Sapo y sus amigos animalitos, siempre andaban metidos en travesuras e intrigas.
Pero sobre todo me gustaba cuando mi mamá nos leía y nos contaba además, sus propias anécdotas de la infancia con sus hermanos, en Resistencia, en la provincia de Chaco.
Sin embargo no fue hasta que volví a leer los cuentos de Gustavo Roldán de adulta que entendí otro nivel de profundidad en su escritura. Desde mi lugar actual de docente en promoción de la lectura, entreví en sus palabras un amor por el juego, los niños y la naturaleza que me conmovió. Y siempre que puedo traigo sus cuentos a las actividades de las bibliotecas comunitarias en las que trabajamos con el Programa Bibliotecas para armar.
Sobre todo en las actividades que involucran chicos y grandes, hijos y padres, abuelas, maestras... Siento que este texto guarda un poco la clave que intentamos transmitir acerca  de por qué con cosas tan lindas y necesarias, la lectura, los libros, las historias. A veces, los adultos nos olvidamos de lo que es el juego y de su importancia.
En el cuento “El árbol más alto”, Gustavo Roldán nos relata la historia de un coatí cachorro, al que le encanta trepar. Al principio sus papás coatíes no lo entienden: "No había forma de hacerles entender que la vida puede ser muy aburrida si uno no se trepa a los árboles. Creían que subir a los árboles era sólo subir a los árboles. Les costaba entender que llegar a la punta de la rama más alta era eso sí, pero también un montón de cosas más." 
Pero en cuanto los papás coatíes se trepan para ir a buscarlo... se reencuentran con el sabor del juego, el sol y los sentimientos. Cosas para las que a veces no alcanzan las palabras. "Se miraron y era como si hubieran dicho muchas cosas, porque cada uno sabía lo que sentía el otro, y entonces las palabras eran como cáscaras vacías."
Recomiendo encarecidamente leer este cuento, sobre todo en el estado actual de aislamiento social en el que a muchos nos falta un poco de sol, cielo y juego.
Leyendo a Gustavo Roldán realmente podemos sentir que estamos en la punta de la rama más alta tomando solcito.
Cuento leído en Youtube: www.youtube.com/watch?v=ZAmG-KimqXA

*Natalia Forés. Ilustradora y animadora. Docente de promoción de la lectura y stop-motion en el Programa Bibliotecas para armar.


El monte era una fiesta
Gustavo Roldán
Loqueleo, 2015.


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