Adela Basch y Luciana Murzi: “En Abran Cancha pudimos, y seguimos pudiendo, hacer algo de lo que queríamos hacer cuando empezamos”

En el año en que Abran Cancha cumple veinte años de vida no podíamos dejar de entrevistar a su creadora, maestra de editores y escritores, la tan querida Adela Basch, y a una de sus tantas ahijadas, la joven y talentosa escritora y editora, Luciana Murzi. Hablamos de los primeros tiempos, de los sueños iniciales, de la pandemia, de la post pandemia. Hablamos de todo, y la pasamos muy bien. No podía ser de otra manera.

 

Mario Méndez: Buenas tardes. Voy a hacer la presentación formal. A Adela Basch ya la conocen todos, todas, todes. Tiene más de sesenta, setenta libros publicados, ¿no, Dolly? 

Adela Basch: Sí.  

MM: Muchos años en la carrera como autora, y como editora. Este encuentro va a estar teñido de cosas personales, porque no lo puedo evitar. Era editora de Libros del Quirquincho cuando yo empecé, y fue mi primera editora, con El monstruo de las frambuesas, título que me regaló. Entre sus muchísimos títulos, de memoria, puedo mencionar San Martín, caballero del principio al fin, Belgrano hace bandera y le sale de primera, Déjame ser la negra María, El reglamento es el reglamento, Una luna junto a la laguna, Oiga, chamigo Aguará  Y Luciana Murzi, que es una más de las tantas ahijadas (yo me considero ahijado también), del hada madrina que es Adela. Luciana es editora. Si tenemos acá chicos y chicas estudiantes de mis cursos Luqui se recibió en el curso de verano, de enero o febrero. Es editora oficial, aunque venía ejerciendo la edición de manera ilegal desde hace un tiempo, escritora, con varios libros publicados, en Abran cancha, también en Longseller.  

Luciana Murzi: Tengo también en Pequeño editor.  

MM: Tres en Longseller, ¿no? 

LM: Cuatro.  

MM: Recordamos los títulos… 

LM: Caperucita Arroja, Blancalluvias y los siete gigantotes, El gato con botes y La bella rugiente 

MM: ¿Y el de Riderchail? 

LM: El flautista de Hamelin.  

MM: Tenés uno que me llamó la atención, porque no suele ser la línea de Abran cancha, (ya vamos a hablar de las líneas editoriales). Uno de terror.  

LM: Sí. Nunca apagues la luz 

AB: Pero Abran cancha tiene líneas y también tiene curvas. (Risas). 

LM: Sí, es una mezcla. Yo quería escribir terror, y la verdad es que va bien. Va con Abran cancha también.  

MM: Bien. Otra cosa que quería decir, que me anoté, es que Abran cancha cumple, este año, veinte años. Según el catálogo que hizo Delius, una de las primeras ilustradoras y diseñadoras. ¡Veinte años de Abran cancha! Empiezo entonces con las preguntas.  



AB: ¿Quién hubiera dicho que íbamos a durar veinte años?  

MM: La verdad. Bueno, ¿cómo es que se te ocurre pegar ese grito, “Abran cancha”, entre las editoriales grandes, siendo que estabas absolutamente instalada en el mundo editorial como autora, ya habías pasado la experiencia del Quirquincho, que supongo que tuvo sus altos y sus bajos, y se te ocurre abrir cancha con la tuya propia? ¿Cómo fue eso?  

AB: Lo primero que se me viene a la cabeza es que porque estaba loca. Voy a tratar de ser sincera en todo, y no reprimir nada que se me ocurra. Así que ojo.  

MM: Adelante. Acá todo se edita y es toda gente adulta, puede tolerar nuestra sinceridad sin ponerse colorada. 

AB: Creo que en algún sentido no tenía mucha noción de lo que estaba haciendo. Por otro lado, justamente por haber tenido la experiencia de ser editora en el Quirquincho, y porque tenía libros publicados, me entusiasmó la posibilidad de tener una editorial que fuera una cancha nueva. Donde yo pudiera poner mis reglas, donde pudiera publicar, en ese momento, géneros que no son los que más se publican. A mí me costó muchísimo publicar mi primer libro porque era teatro. Nadie quería publicar teatro, estuve mucho tiempo golpeando puertas, para poder publicarlo. Y siempre me decían que teatro y poesía no publicaban, porque eran géneros que no se vendían. A mí me gusta ir contra la corriente, y me entusiasmó la idea de abrir un espacio que tuviera algunas diferencias. Con el tiempo me fui dando cuenta de que no era tan fácil, que algunas utopías no se podían realizar del todo, que tenía muchas idealizaciones en la cabeza, pero pude, y sigo pudiendo, hacer algo de lo que quería hacer.  

MM: ¿En qué, fundamentalmente, querías diferenciar a Abran Cancha de otras editoriales? Teniendo en cuenta que además tenías la experiencia del Quirquincho. ¿En qué querías marcar diferencia?  

AB: Quería poder publicar estos géneros que tienen cierta dificultad para publicarse, por un lado. Por otro lado, quería publicar textos que no tuvieran una aprobación unánime del mercado. Lo cual es un gran riesgo, sobre todo cuando uno necesita del mercado para sostenerse. Esa, me parece a mí, es una actitud hermosa, pero al mismo tiempo hace que las cosas sean muy difíciles de sostener. Yo quiero publicar libros que por ahí van un poco en contra de lo que es el mercado, y eso hace difícil sostenerse. Siempre va a ser una lucha. En algunos casos lo he logrado, en otros he publicado libros que me encantaban que están muy fuera de lo que el mercado pide, y no me fue tan bien. Pero bueno… 

MM: Pero te diste el gusto.  

AB: Me di el gusto.  

MM: Vos sabés que lo que decís me viene al pelo para dar un ejemplo. En la materia que yo doy (ojalá haya alguien de la materia acá), hablamos al principio de la cursada (ahora estamos llegando al final), de lo que Bourdieu llama “los polos, y que define como polo cultural, polo económico… y dice que las editoriales cercanas al polo cultural lo que hacen es no tener una obediencia cínica al pedido del mercado. Exactamente lo que acabás de decir. En otra punta del mercado, o sabiendo que el mercado pone su impronta (y estás dentro del mercado, porque Abran cancha vende en las librerías, en la Feria y demás), pero sin esa obediencia, cínica, como dice Bourdieu. Vos, Luqui, eras una niña de jardín cuando empezaste con Abran cancha 

LM: Tenía diecinueve años cuando arrancó Abran cancha y empecé a trabajar con Adela. Y también empezaba las carreras de Letras y Edición, al mismo tiempo. Una cosa que no sé si te acordás, Dolly… Cuando yo tenía nueve años vos ibas a comer a mi casa. Yo te quería enchufar unos cuentos que ya venían armados (hasta el título tenían), “Cuentos para chicos escritos por chicos”… Una cosa así, ya con un pensamiento de Edición. Obviamente, con mucho criterio, vos me dijiste: “Bueno,  después lo vemos”. Y ahora mirá adónde estoy…  

AB: Es increíble. De alguna manera, cuando uno se pone a hacer una retrospección, puede ver el camino, y el camino estaba trazado de alguna forma. Después, uno se fue saliendo y pos suerte inventó algunas cosas nuevas. Pero hay algo que ya estaba. Sí, yo me acuerdo.  

LM: Tenemos muy buena onda y ella empezó con este proyecto… Empezaste con Había una vez un libro 

AB: Un solo título. Durante tres años hubo un solo título.  

LM: Después Cuentos con rima para los que se animan…  

MM: Y cuando vos empezaste, ¿qué hacías en la pequeña y pujante empresa? 

LM: Vos bien sabés que en las pequeñas empresas, todos hacemos todo. Hay de todo para hacer y pocas personas. Además, trabajaba con ella, asistiéndola como escritora, y lo primero que me dio fue resumirle un capítulo del Quijote. Creo que tenía que hacer un libro para Estrada 

AB: Sí. Yo ya había hecho Abran cancha que aquí viene Don Quijote de la Mancha, hacía muchos años… 

LM: De ahí el nombre de la editorial.  

AC: Ese fue mi primer libro, pero en ese momento yo estaba por hacer otra versión, que ya estaba publicada también, Las increíbles aventuras de Don Quijote y Sancho Panza, no en teatro, sino narrativa. Tenía que volver a elegir capítulos de la novela para incluir y le pedí a ella que me ayudara. Ese fue el primer trabajo. Porque siempre estuvo muy mezclado mi trabajo de escritora con mi trabajo en la editorial. Hacíamos todo. Por momento éramos ella y yo solas. A veces había alguien más, y hacíamos todo. Éramos las “che pibas”. Íbamos al banco, al correo… 

LM: Las “che pibas” de nosotras mismas. Fuimos armando todo: el sistema administrativo, los contactos con las librerías, ver qué publicábamos, ver cómo funcionaba el mercado, que no es fácil. Cómo fue cambiando también. Tratamos de acomodarnos. Es cierto que la poesía, así, sola, no vende, eso lo sabemos. Entonces hicimos un montón de ediciones distintas. Ahora sacamos uno de Dolly con fotos. Tratamos de hacer cosas distintas para ver cómo nos movemos.  

MM: Ese que decís, con fotos, es Que no calle la calle, que está buenísimo. Con las fotografías en esta versión.  

LM: Las fotos de Silvia Sergi. Sí, porque ese era un libro que fue también de los primeros, Que la calle no calle, y ahora es Que no calle la calle. Y ese se vendió bárbaro. Los libros de Dolly se venden. En general, se venden. La poesía, hace rato. Lo que es difícil es que el género se sostenga con autores nuevos.

MM: Igual, lo de los autores nuevos es complicado. Porque también es difícil que los géneros más instalados, el cuento o la novela, sean muy exitosos, cuando es un autor que recién empieza. Sin embargo, Adela siempre abrió las puertas a los nuevos autores. En el Quirquincho, cuando tenía la responsabilidad de ser la editora para una editorial mediana, y luego con su propia editorial. Eso se lo reconocemos todos. Por esa época Luqui tenías ese proyecto alucinante que era el de las Julianas… 

LM: Julianas Editoras. Cuando era chica había unas valijitas, (creo que siguen existiendo), que eran Juliana mamá, Juliana maestra… Se abría la valijita y había un montón de cosas. Entonces, para Juliana editora lo que hacíamos con Lucía Aguirre, hoy editora de Loqueleo, que es compañera y amiga, era hacer crítica de libros. Nos llevábamos libros, elegíamos los que nos gustaban y lo hacíamos. Me llevaba un montón de tiempo. Así que lo abandonamos.  

MM: ¿Ya no existe más Juliana? 

LM: Ya no existe más el tiempo. Las dos fuimos madres y ya está.  

MM: Eso quita bastante tiempo. 

LM: Sí. Tratamos de reflotarlo pero no creo. Además pensamos a pasarlo a Instagram que es como lo que es moda ahora, pero bueno, quedó ahí. Ya vendrán otras cosas.  

MM: Y hablando de críticas, y de llegar a los medios, esta es para las dos. ¿Cómo manejan en Abran Cancha la cuestión de la prensa y las redes? 

LM: Venía haciéndolo yo. Pero ahora incorporamos a una colaboradora que se ocupa de las redes. Y está hermoso. La verdad es que yo lo hacía pero no lo manejaba tan bien como ella.  

MM: ¿Y ven que eso reditúa? Para futuros editores y para gente a la que le interesa el tema. ¿Es valiosa la difusión en redes?  

LM: Sí, mueve. Tenés que contactarte con Instagramers, porque lo fuerte está en Instragram, en este momento. Por lo menos para el sector. Es una movida distinta a la de mandarle un libro a alguien para que lo publique en el diario. Porque el público es distinto. Es todo más dinámico, hay que llamar la atención de otra manera. Pero la verdad es que nos vino bien. Lo implementamos hace tres meses. Y anda bien, siempre hay que chequear.  

AB: Creo que nos dimos cuenta una vez más,  de que no podemos hacer todo nosotras, que es un poco como veníamos trabajando siempre. Pero bueno, no podemos hacer todo. Más allá de la cuestión del tiempo. Porque no sabemos hacer todo tampoco. No sabemos. Y están además las cuestiones del tiempo y la energía. Por suerte pudimos encontrar esta forma. Y recomiendo que los actuales y futuros editores la tengan en cuenta.  

MM: ¿Cuál es el desafío más grande de una pequeña editorial, hoy, para seguir creciendo? ¿Con qué obstáculo  principal se encuentran?  

LM: Creo que los momentos son totalmente distintos. Pre pandemia era una cosa.  En pandemia fue dificilísimo sostenernos, y ahora como que se abrió todo. Todo lo que fue la Feria del Libro, una locura. Es un momento totalmente distinto, en el que lo que vemos nosotras es que hay que apostar. La gente va a las librerías, las escuelas están leyendo un montón, me parece que hay como una apertura, y que el desafío es encontrar contenido para esa avidez de lectura y de libros que hay. Nosotras estamos trabajando en eso, por eso sacamos una colección nueva, nos pareció que era el momento, (Florencia Esses que está en la sala es autora), de libros para primera infancia. Porque hay un mercado muy amplio para ese tipo de libros. Los sacamos parea la Feria y ya están con un montón de lectores. Creo que ahora es un muy buen momento para generar proyectos.  

MM: ¿Pensaban que después de la pandemia, cuando estuvimos todos con la soga al cuello en el mundo editorial, iba a haber este enorme rebrote, o por lo menos a mí me parece? ¿Pensaban que íbamos a volver a antes de la pandemia? 

AB: Yo no me lo imaginé.  

MM: Es una sorprendente alegría. 

LM: No volvimos a lo que era antes. En cuanto al mercado del libro, digo. Volvimos a algo mucho mejor. Yo tampoco me lo imaginaba. No podía pensar mucho en medio de la pandemia. Era medio adivinar lo que iba a pasar. Adivinar si esta Feria iba a funcionar o no… 

AB: Una cosa que pasó en la pandemia fue que empezaron a proliferar las copias piratas. Los PDF piratas, todas esas cosas, y yo pensé que bueno… ya estaba. El libro ya estaba. Como que eso no se iba a revertir. Yo veía todo muy oscuro, la verdad. Pero, bueno, fue diferente, por suerte. No quiero decir que los PDF truchos no sigan circulando, pero el panorama es mejor de lo que yo pensaba.  

MM: Por lo que he charlado con colegas editores y editoras, autores y autoras, muchos pensábamos lo que vos decís, Dolly, que esto no tenía futuro. Los docentes recirculaban los PDF, no volvíamos a visitas escuelas, la escuela no pedía más libros. Sin embargo, acá estamos, y la Feria fue un termómetro maravilloso. Llena como nunca de gente. Récords absolutos. ¿Cómo les fue en la Feria?  

AB: Nos fue bien. Compartimos un stand de la Cámara Argentina del Libro, un stand colectivo en el que había otra interesante editorial llamada Amauta, por ejemplo. La verdad es que nos fue mejor que cuando compartimos stand con una sola editorial o con dos. Nunca estuvimos solas, porque nunca pudimos afrontar lo que es el costo de un stand para lo que es Abran Cancha, sola. Jamás. Pero hemos compartido con otros, y nunca nos fue tan bien como en este stand de la Cámara Argentina del Libro.  




MM: Qué bueno. Y eso que estaba muy mezclado, porque habíamos veintipico de editoriales. La cosa estaba muy mezclada. Nosotros creo que por primera vez no perdimos. Es más, ganamos un poquito, así que estábamos sorprendidos y contentos.  

AB: Yo no sé si para nosotros no fue también la primera vez que no perdimos.  

MM: Acá dice Laura Gutman: “Mucha gente empezó a escribir y a hacer talleres de lectura y de escritura en la pandemia. ¿No es cierto?” 

LM: Creo que había que reinventarse desde todos lados. Los escritores, los talleristas, y la gente en particular. ¿Qué hacías durante la pandemia?  

MM: Lo que decíamos de la federalización. Que acá tengamos gente de Corrientes, de San Andrés de Giles, del Gran Buenos Aires… hace poco teníamos una compañera que venía de Chubut. O de Neuquén, esa es una posibilidad. Pero hay esta necesidad de salir también, ¿no? ¿Ya han visitado escuelas en lo que va del año? 

AB: Sí. Unas cuantas ya.  

MM: Esta colección nueva de la que hablabas antes, Luqui, para primeros lectores, que yo creo que ese es uno de los cambios que vino con la pandemia, ¿cómo se vende? Porque a las escuelas, no… 

LM: No, es un producto claro de librerías. Además, yo sostengo que los mediadores, las familias, compran mucho para primera infancia. Después se va perdiendo. El sobrino les dice que no quiere leer… no compran tanto libros para once, doce, trece años. Para primera infancia, es producto de librería. Para Feria también… en la Feria funciona todo, pero los de más grandes me parece que funcionan más en escuelas que en librerías. Nosotras queríamos generar algo para tener presencia en librerías. Y esa fue una cosa que hicimos.  

MM: ¿Y el tema de la distribución, en librerías? ¿Les abren cuenta las grandes distribuidoras en las cadenas? ¿O la hacen a pulmón, van ustedes, librería por librería?  

AB: Lo hicimos pero ya no.  



LM: Tenemos venta directa a las librerías chiquitas. Ahora volvimos a estar en Yenny, Cúspide y Librería Santa Fe, que son las grandes. De repente no estábamos más, y ahora volvimos. Pero con las chiquitas siempre trabajamos. Lo que no tenemos es una exclusividad con una distribuidora que es un modelo de negocio que  hacen otras editoriales. Que las distribuidoras agarran el material y vos no podés tener contacto con las librerías. Eso no le tenemos. Pero sí trabajamos directamente con librerías grandes.  

AB: Y con muchas librerías chiquitas tanto de acá como de otras partes del país.  

MM: ¿Lograron que les abrieran cuenta fácilmente en las cadenas grandes 

LM: Ojo que ya habíamos estado… Y sí… es un mail, Mario.  

MM: Sí, lo que pasa es que no es tan fácil… 

LM: Lo que pasa es que tenés que hacerte cargo de mandar a todas las sucursales. De todo el país. Después te vuelve, porque la verdad es que todo el mundo va a comprar a Yenny 

AB: Es trabajoso… 

MM: Es trabajoso, el porcentaje que se quedan es especialmente grande, es un tema… 

AB: Pero existe la posibilidad de acceder a un público al que de otra manera no accedés. Porque hay muchos lugares donde la única librería que hay es una de esas.  

MM: Claro. Es buenísimo charlar eso, para futuros editores, y para gente que está interesada en el tema. Cómo el tema de la distribución puede convertirse en un cuello de botella. Qué difícil es recuperar la inversión, la cantidad de ejemplares… Uno entrega sin saber si se va a vender o no. Acá Laura Gutman sigue diciendo que los chicos que nacieron y atravesaron la primera infancia en pandemia tienen mucha dificultad de introducción al lenguaje. De ahí la necesidad del libro. Cierto. Bueno, todos quedamos marcados por esto. Los adolescentes, los preadolescentes, y los jóvenes de diecinueve años como tenía Luciana. Todos quedamos marcados por la pandemia.  Debby levanta la mano… 

Debby: Lo que quería comentar con respecto a lo que vos decías, Luciana, sobre que los padres compran libros para los más chiquitos y que con los más grandes se va perdiendo, yo observé otra cosa. Yo estoy en una biblioteca desde hace muchos años. Aparte voy por las escuelas narrando cuentos, y lo que veo es que durante jardín y primaria vamos bien. Y la gran fractura es la del secundario. Y que también, muchas veces “la culpa” es de los papás. Porque viene el nene a la biblioteca, y empieza a mirar, y a ver, y a leer, y le dicen: “Vamos que nos tenemos que ir. Si está enganchado ahí… Esperá un ratito para ir a hacer los mandados o para lo que sea. Dejalo copado con eso.  

LM: Para mí, lo que pasa en el secundario es que pasan a una literatura de adultos. Hay un montón de juvenil, pero como que se va a otra cosa… Universal… No sé. Y por ahí no está para eso, sino para algo juvenil específicamente. Los padres siempre tenemos mucha culpa. Pero el padre que no tiene una biblioteca, que no da el ejemplo de estar leyendo, quizá queda en el imaginario del chico que leer es para chicos. Pueden ser un montón de cosas, pero me parece que apuestan más cuando son más chicos y después, como que se los dejan a la escuela.  

Debby: Y lo que veo en la escuela, es que les siguen dando para leer lo que me hacían leer a mí hace más de treinta años. Y los chicos no son los mismos. Con tanta literatura nueva que tenemos. Me parece que eso tampoco motiva. La cuestión de que el libro es como un castigo porque tienen que leerlo para hacer la guía.  Cuando vamos a las escuelas con compañeras, lo primero que les decimos es que no van a tener que contestar guías, no van a tener que buscar los sustantivos y los adjetivos, ni el personaje principal… Que es para divertirnos, para pasarla bien. Y cambia la actitud del chico, totalmente. Ustedes  lo sabrán mejor que yo. 





MM: Laura levantó la mano. 

Laura Gutman: Retomo un concepto de antes y lo uno con el de la secundaria, la pre adolescencia, la adolescencia… Así como en la oralidad el poder entrar en el lenguaje, el poder hablar, es un gran paso hacia la autonomía, entrar en el lenguaje de los adultos, darse a entender, decir sí o decir no, decir quiero, decir dame, decir tomá… y los padres necesitan entender a los hijos, en el mejor de los casos poder descifrar ese balbuceo que después se convierte en palabra. Y el libro, la rima, la consonancia, la repetición, el juego, la canción… todo eso ayuda a incorporar el lenguaje. Desde el sonido al significado. Al revés de lo que nosotros pensamos, que cuando ya hablamos lo hacemos al revés. Del significado al sonido, al revés de cuando se aprende a hablar. Así como esa es una primera y fundamental etapa de independencia, la segunda es la lectura. El que sabe leer tiene autonomía de ideas, y eso es algo maravilloso que pasa cuando uno hace comprensión de textos a partir de los diez, doce años. Yo esperaba que mis padres se fueran a dormir la siesta para irme a la biblioteca a leer lo que ellos leían en los sesenta y pico. Tu hijo, Masters & Johnson, a Escardó… compraban los libros de escuela para padres. Yo leía esas cosas y a veces hacía mi propia interpretación de cosas que me superaban. Después empecé a leer a Quiroga… En una época no existía la novela juvenil. Leíamos a Quiroga, a Cortázar, a Pizarnik. 

LM: Tampoco existía la literatura infantil.  

LG: No, los cuentos de transmisión oral se pasaban a la literatura. El tema de la lectura en la secundaria tiene que ver con estas dos cuestiones de lo que está atado a la currícula, y lo que está por fuera. Y hay mucho consumo de los adolescentes por fuera. En el mejor de los casos está el docente que está preparado para ofrecer material escrito para determinada franja de edad: el fantástico, la novela gótica, el terror, la novela gráfica o periodística, pero el adolescente lee lo que quiere.  

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre