El amor en los tiempos del 80
Dalia Ber, coautora junto a José Miguel Esses del libro Los 80, la década, nos acerca un pantallazo sobre los estereotipos románticos en las telenovelas de la década de 1980.
Por Dalia Ber
La década del 80 en Argentina tenía entre sus parejas de
referencia a los siempre unidos Caroline y Charles, de La familia Ingalls, íconos del amor eterno; Susana Giménez y
Ricardo Darín, formada luego de que la incipiente diva se hubiese separado de
Carlos Monzón; Guillermo Vilas y Carolina de Mónaco, codiciada estrella del
tenis y bella integrante de la realeza europea, y los hermanos Pimpinela, que
se presentaban como novios y cantaban, entre otros tantos hits, aquel que
preguntaba: “Quién es/ soy yo/ Qué vienes
a buscar/ A ti/ Ya es tarde/ Por qué/ Porque ahora soy yo la que quiere estar
sin ti”. Son algunos ejemplos pero la lista podría continuar.
En la televisión local, todo cambió desde el momento en que
el 1 de mayo de 1980 la locutora y conductora Pinky anunció con bombos y
platillos: “Señoras y señores, he aquí la televisión en color”. La primera
telenovela hecha íntegramente a color en el país fue Rosa de lejos, que protagonizaron Leonor Benedetto, Juan Carlos Dual
y Pablo Alarcón y produjo María Herminia Avellaneda. La nueva tecnología
permitía a su gran cantidad de espectadores apreciar la piel de porcelana y los
labios carmín de Rosa, interpretada por Benedetto, una campesina joven y de
escasos recursos que llega a la ciudad y se instala en un conventillo del
barrio de La Boca, donde trabaja como costurera y conoce a un maestro que logra
conquistarla, Dual. Pero un millonario seductor –Alarcón- se cruza en su camino
y la enamora, para luego abandonarla con un hijo. El actor llegó a confesar que
en ese tiempo una de las seguidoras de la tira, que iba al mediodía por canal 7
y superaba en rating a Almorzando con
Mirtha Legrand, lo reconoció por la calle y le pegó un cachetazo, enojada
con su papel en la historia. Rosa finalmente tiene una revancha: alcanza una
buena posición económica con la Maison Rosa, dedicada a la alta costura, y se
casa con el maestro. Final feliz.
“Ana, no te enamores de mí/ yo no soy tu príncipe azul ni
tu caballero/ solo soy un hombre”. Esta era la canción de apertura de Los cien días de Ana, telenovela
protagonizada por una muy joven Andrea del Boca y José Luis Rodríguez, alias Silvestre.
Ella lo miraba enamorada mientras él cantaba, después se iba desilusionando y al
final comenzaba a llorar. La emitía ATC, y en paralelo a la ficción surgió el
romance en la realidad. “Andrea y Silvestre, un amor a pleno sol”, titulaba la
revista TV Guía en enero de 1984. Llegaba también el escándalo: Andrea tenía 18
años, Silvestre 29 y una esposa que esperaba al tercer hijo de ambos. La pareja
se mantuvo hasta 1987, cuando él publicó una carta en la que anunciaba la
ruptura.
En 1984, los mediodías de canal 9 se pusieron hot: Amo y señor, con Arnaldo André y Luisa
Kuliok, levantaba la temperatura. Los protagonistas de la historia eran Alonso
Miranda, el hombre más poderoso de la ciudad Puerto Caliente, en el norte
argentino, y Victoria Escalante, hija de una familia aristocrática venida a
menos. Entre ellos surgían los apasionados besos, sí, pero también los
cachetazos. Casi en la misma proporción. Hoy una telenovela así en plena
televisión abierta sería impensada. Además de esta particularidad, Amo y señor trascendió como “La
telenovela del destape”, por su erotismo y escenas picantes poco habituales en
ese horario. Hacia el fin de la década Luisa Kuliok protagonizó otro de los
grandes éxitos de su carrera: La extraña
dama, en el canal 9 de Romay. Allí interpretó a Gina, una mujer pobre que
tiene una hija con Marcelo –Jorge Martínez- un hombre de alta sociedad, pero no
la puede criar porque la obligan a dejarla en manos de él y su nueva mujer.
Ella se convierte en Sor Piedad, madre superiora de un convento al que con el
tiempo llega también como interna Fiamma, su hija. Todos terminan unidos, como
con suerte suele suceder en determinadas ficciones, y en la actualidad se
piensa en la remake de este gran éxito, pero protagonizado esta vez por Natalia
Oreiro. ¿Se hará realidad?
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