Un espacio chico, una gran vocación
Por Dalia Ber
“Un día entró un chico de 7 años y me pidió un libro de Aristóteles”, cuenta entre risas Martín Dal Molín, y con un gesto quizás involuntario reproduce lo que seguramente hizo en aquella oportunidad: ir hasta el estante indicado y alcanzarle al socio el título que buscaba.
En la biblioteca Mariano Moreno, de la localidad correntina Mocoretá, con una población cercana a los 10 mil habitantes, siempre se busca satisfacer las necesidades de los socios.
Martín llegó un día a un taller de la biblioteca y se quedó para siempre. Hoy es el encargado de la atención al público de grandes, chicos y medianos que van en busca de algún libro para llevarse a su casa o leer en el lugar. “La biblioteca ocupa la mayor parte de mi tiempo, porque aunque este es mi trabajo estoy todo el día pensando en todo lo que hay para hacer acá, además me gusta la gente que viene, la paso muy bien”, dice con su habitual sonrisa.
Griselda Zandoná es una de las integrantes de la Comisión Directiva que desde hace cuatro años se hizo cargo del lugar. Escribana y abogada de profesión, al frente de la biblioteca por vocación, destina según dice “27 horas por día” a movilizar todo lo referido al funcionamiento de la entidad: desde lo administrativo, la reparación de los libros rotos, pasando por la selección y compra de títulos en la Feria del Libro de Buenos Aires, hasta la segunda edición consecutiva del Librobaúl, un desprendimiento del Programa por más lectores, de alcance nacional, dedicado en este caso a recorrer las escuelas rurales de la zona con un baúl equipado con 129 libros, lápices de colores y hojas para que los chicos dibujen sobre lo que leen. El material quedó 15 días en cada una de las 7 escuelas de la localidad que visitaron –la más lejana, ubicada a 30 kilómetros del pueblo- con la idea de acercar “un pedacito de la biblioteca” a chicos que quizás de otra forma no tendrían acceso a ella. “Se ponen contentos ya con que los visiten –cuenta Griselda-, valoran que les llevemos libros, que les contemos cuentos. El niño que vive en el pueblo sale de la escuela y pasa por la biblioteca, el que vive en el campo no tiene esa posibilidad”, agrega, y dice que en las escuelas rurales siempre les piden que vuelvan. “La idea es que ellos también se sientan parte”, define. “A mí me apasiona esto, es una vocación de servicio”, dice Griselda.
Cuando van a encuentros nacionales para bibliotecas populares, dice Sergio Niz, presidente de la comisión directiva, llama la atención del resto la juventud de los responsables de la Mariano Moreno. Quizás en parte por eso, el lugar se volvió punto de reunión para adolescentes seguidores de las historietas, novelas y sagas de literatura juvenil. “Pasó algo impresionante con el libro Colegio maldito, de Gabriel Korenfeld –cuenta Sergio- empezaron a leer los libros de la saga y se volvieron fanáticos. Ahí me di cuenta cómo se puede llamar la atención de los adolescentes con personajes que tienen sus mismos códigos, que viven situaciones de terror y suspenso dentro de la escuela. Me impresionó el entusiasmo que generó el libro. En nuestro canal de Youtube, un booktuber de acá recomendó esa saga, era la primera vez que se mencionaba. Ahora se compra todo lo de Korenfeld para la biblioteca, porque ya se volvió un escritor querido acá”, dice Sergio.
Con especial énfasis en el público infantil, pero cada vez más también orientada hacia el juvenil, sin descuidar a los adultos -lectores de novelas, biografías y libros periodísticos, entre otros géneros- que se acercan día a día hasta el lugar, la biblioteca amplía su llegada a la sociedad gracias a los espacios que les brindan en distintos puntos del pueblo para pasar películas o realizar talleres destinados a los chicos. Aunque el local en el que funciona actualmente es reducido, las proyecciones a futuro son grandes. Con un apoyo comunitario en aumento, aspira a seguir creciendo cada vez más como punto ineludible de referencia cultural y recreativa de la comunidad.
Comentarios
Publicar un comentario