El amor después del desamor



"-Escuche, los niños de la noche, que bella música-“
 Bela Lugosi en "Drácula" de Tod Browning- 1931

Por Ernesto Hollmann*

El canto de amor de las bestias nocturnas… Este epígrafe remite a un tema mítico: la sensualidad de los humanos que aman más allá de los límites impuestos por los dogmas sociales. El amor freak, ese deseo profundo, misterioso y ancestral, que va más allá de nuestra propia especie, que quizá haya devenido de las estrellas, de seres que forjaron hace milenios nuestros universos y que también nos hayan dejado esa semilla de búsqueda insaciable. 

La desmesura del deseo por los objetos eróticos o meramente "bellos" con los que  nos deleitamos hasta el éxtasis, el amor carnal (en muchos casos real) del bestialismo, el regodeo placentero que ejercemos con nuestra mascota o aquel amor devoto, sincero y que traspasa las barreras de la propia muerte por individuos que no son de nuestra condición… ¿Quién determina los límites, la moral o a quién debemos amar? ¿Quiénes imponen esas limitaciones a nuestra existencia? Mucho  se ha escrito y dicho sobre el tema: las viejas historias sobre lobizones, vampiros, la mujer pantera, la víbora que sedujo a Eva y tantas otras llegadas de las mitologías de diferentes culturas.  Dualismo cristológico  o vinculación amorosa con esa esencia que se quiere negar permanentemente; se afirma que nadie puede morir de amor por alguien que no pertenezca a su propia especie. 

Qué gran mentira, que hipócrita y mezquina visión del alma humana y del alma animal, ¿O vamos negar a esta altura de la civilización que los seres llamados irracionales carecen de un "ánima"; de deseos, de placeres y dolores? 

Antes de comenzar a analizar una novela maravillosa de Susanna Tamaro que se llama Luisito, una historia de amor (Seix Barral, Buenos Aires, 2008), quiero hacer referencia a dos textos imprescindibles a la hora de especular con los amores freaks y la psicología que en gran medida es la responsable de determinar las conductas humanas.

Uno de ellos se llama Alma de animales y es de Fernand Méry, un reconocido veterinario francés. Allí se plantea esta disyuntiva del amor entre humanos y animales a lo largo de una vasta experiencia vivida. De los cientos de casos que presenta hay uno que encierra una elección amorosa incuestionable. Una joven, Roche, que vivía en la pobreza de la posguerra, había salvado de la calle y el hambre a una gatita, que con el tiempo fue convirtiéndose en su alma gemela. Todos los días metía a Fanchon, (así la había bautizado), en su canasto de mimbre para pasar con ella toda una tarde de juegos en el parque. Así fue durante años, hasta que un día nefasto Fanchon cayó dentro de una trampa de conejos y murió. Al día siguiente, con el cadáver destrozado de su amada dentro de su canasta, Roche buscó un lugar tranquilo para darle sepultura. Después del llanto y de las honras fúnebres; ya serena se dirigió a su cuarto tomo la correa de Fanchon, abrió todas las llaves del gas y se acostó para no despertar más. 

El otro es un texto más poético pero no menos deslumbrante El gato y las tibiezas de Odín Fleitas. Se trata de relatos breves que nos hablan del alma recóndita de esa especie que muy lejos en la antigüedad fue un ser sagrado, capaz  de entregarnos todo su amor y de mantener toda su independencia en una misma e invaluable relación. 

Ante todo el amor es personal y único; ese rasgo caracteriza nuestra independencia, nuestra libertad. El día que abrimos una puerta y encontramos un ser que nos busca, ¿quién elige a quién? ¿El que sale al encuentro de lo desconocido o ese otro que más allá del umbral nos espera? El amor es intransferible, el que dibuja su obra, el poeta que ama su canto y el amante que ama el objeto de sus deseos. No importa que este sea amoroso u hostil: siempre amaremos ese ser elegido por la vara mágica que circunda nuestra individualidad.

Muchas leyendas de la antigüedad describen con detalles los amores entre individuos y animales: cretenses, griegos, celtas, mayas, egipcios...

Sin ir tan lejos en el tiempo, tenemos esa maravillosa obra de arte que es King-Kong, ese erótico y descomunal mono que se enamora perdidamente de su objeto del deseo y que es capaz cruzar mares y continentes para morir a los pies de su amada aunque luche contra toda una civilización que se lo impide.

La pequeña nouvelle que escribió Susanna Tamaro es una joya poética de supervivencia, de un amor único que nos transporta a un mundo en el que sólo rige el amor como camino de salvación.

Su protagonista es Anselma, una maestra jubilada, viuda, con hijos grandes y nietos que no la tratan muy bien. Sus años de docencia los ejerció en una época en la que el respeto era lo principal. Un día encuentra un maltrecho papagayo en un tacho de basura. El animal le pide ayuda con un sonoro “krak”. Desde ese momento su vida cambia radicalmente, No volverá a considerar qué comportamiento es socialmente correcto, aunque sus hijos evalúen si deben internarla en un instituto para mayores.

El amor se va instalando en el hogar que Anselma crea para Luisito. Le abre las ventanas de su pequeño departamento para que tome sol; él se pone cada día más hermoso y sus colores brillan. Cuando desayunan el pájaro le dice “krak” y le picotea suavemente la mejilla. Ella piensa: “Eso fue un bello beso…” y recuerda su noviazgo, su casamiento, la guerra y los maltratos de su marido.

Anselma es feliz después de años de pesadumbre conyugal y liberada ya de las extenuantes jornadas escolares quiere festejar con sus amigos y vecinos esta relación nueva. Organiza una gran reunión para sus viejas amistades. Luisito recibe a los invitados como dueño de casa. Los amigos y vecinos, estupefactos asisten a la reunión con ese extraño pajarraco que revolotea y picotea el jamón glacé. Los recelos no se hacen esperar: denuncian a Anselma por cobijar a un exótico animal en un departamento y en muy poco tiempo la felicidad se convertirá en tragedia, cuando la guardia nacional llegue para poner las cosas en su sitio y se lleve al animal.

Anselma queda devastada, el mundo que había elegido como suyo le ha sido arrebatado por su propio entorno afectivo. Deja de comer, y apenas si se mueve; la desesperación la paraliza hasta que se propone buscar y encontrar a Luisito. Recorre los medios y hace una campaña pública.

Como consecuencia un Instituto de Fauna Silvestre le envía una carta avisándole que tiene un día por mes para visitar animales secuestrados. El reencuentro no puede ser más horrible: Luisito está en estado desesperante, su pecho no tiene plumas, sus colores han desaparecido. Anselma lo acaricia y le murmura palabras de amor. Es demasiado tarde: el pájaro será, dentro de poco un puñado de cenizas y ella deberá tomar el tren para regresar a su casa. Mientras el tren se aproxima a la estación, la mujer piensa si el  regreso a una vida sin amor tiene el menor sentido.

Esta nouvelle de gran belleza poética narra la gran historia de amor de esta mujer que en una larga vida de dolores no había encontrado un lazo afectivo que la colmara, que la hiciera sentirse viva desde su adolescencia. Y choca con una sociedad que destruye a sus criaturas, que  le arrebata ese último instante de verdadero amor. En definitiva puede afirmar que  en la sociedad no hay  lugar para el Amor con mayúscula cuando sale de lo previsible, aunque el destino de los amantes sea la mayor desgracia.



*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones. 

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