El pan de la palabra en la biblioteca "Por camino de Libros",del barrio Ramón Carrillo
Marzo, tiene el Mar en su nombre.
Pienso en la mar de mujeres que trabajan en el mundo día tras día y me detengo a mirar-escuchar-leer a dos de
ellas en una biblioteca popular "Por Caminos de los
libros", en el barrio Ramón Carrillo -Villa
Soldati, Ciudad de Buenos Aires. Trabajan con las palabras escritas, orales, leídas, escuchadas ; desde
el cuerpo –con el cuerpo-entre cuerpos, así trabajan: cuerpo humano-
cuerpo-libro.
Les presento a Claudia Stella. Lo suyo es “contar historias”. Pueden
ser narraciones de cuentos, poemas dichos a viva voz, lecturas, o palabras
hilvanadas en historias, y en diferentes formatos escritos: poesías, cuentos, novela.
En la oralidad o en la escritura, su huella es compartir historias.
“Contar la vida”, se llama el
taller que se desarrolla en la biblioteca. Un grupo de vecinas se reúnen los viernes a la tarde para
contar ,leer, escribir, pensar, aprender, narrar, reflexionar, mirar, escuchar,
crecer, compartir. La palabra es el motor.
Leen poemas, cuentos, crónicas,
relatos, libros- álbum . Escuchan historias de vida., miran fotos, juegan con objetos que habilitan la voz, la expanden. El taller
es un espacio-tiempo en la biblioteca para tomar
la palabra y hacerla propia. Para poder
decir y escuchar lo que duele: el amor, la alegría, lo perdido, el exilio, la
muerte, la injusticia, el pasado, el presente, el futuro, los sueños, el deseo.
Dice Úrsula Le Guin en uno de sus
poemas, que el amor no está allí inmóvil
como una roca. Que hay que hacerlo siempre de nuevo…como al pan…y rehacerlo
nuevamente todo el tiempo.
Claudia Stella, hace el pan con
palabras, de nuevo cada vez. Lo ofrece. Lo rehace, lo comparte y reparte. Y
cada una de las personas que asiste al taller se lleva esa masa-madre y con
ella crea su propio pan-palabra. Pan con mermelada, queso, cebolla, chicharrón
, ajo. Podrían ser los sabores en los
que se encuentran las voces de estas mujeres entrelazadas con las palabras que
fueron encontrando en las lecturas compartidas. Cada una agrega un condimento,
con la música de su voz. Y las geografías de los lugares de origen aparecen en
el ritmo del habla y aparecerán luego en el pan-palabra que se comparte cuando
se transforma esa masa en el pan crujiente del relato escrito u oral que ellas producen. Manjares exquisitos que convidan y la rueda
vuelve a comenzar. Gira el pan , de mano en mano, de boca en boca. El deseo de
volver a encontrarse para amasar juntas palabras-pan, se renueva.
Comparto un relato escrito
por Jesy Cayo, una de las integrantes
del taller:
Álbum de fotos
Salíamos a jugar en la vereda.
Éramos un grupo grande, no recuerdo cuántos, pero en los juegos en equipo
éramos muchos.
Los mismos amigos, los mismos
lugares, los mismos juegos y nunca nos aburríamos, no teníamos ganas de volver
a casa.
A veces surgían cosas nuevas como
esa vez que nos encontramos con inmensas montañas de tierra enfrente de
nuestras casas. Montañas de diversión.
En ese entonces estaban
construyendo el puente sobre la autopista. Subíamos y bajábamos corriendo. En
la cima de la montaña más alta gritábamos con fuerza, como si allá arriba el
grito sonara más fuerte.
No sé a quién se le ocurrió pero
de pronto juntamos cartones, nos sentamos sobre ellos y como en un trineo sobre
la nieve nos deslizamos cuesta abajo.
Todavía puedo sentir el viento en
la cara, el olor a tierra en el aire y los gritos entre las montañas.
Me
detengo a mirar-escuchar y leer a otra mujer en este mar. Una mujer
imprescindible en este espacio: María Inés Gómez , bibliotecaria . Desde hace veinte años
construye esta biblioteca extraordinaria.Genera-ofrece-difunde-crea-impulsa-diseña
infinitos proyectos “por los caminos del libro” abiertos a toda la comunidad.
Marinés lee cuando escucha atentamente a cada persona que llega a la bilbioteca.
Lee los silencios, los cuerpos, lee entre líneas y ofrece caminos posibles,
mapas de recorridos lectores. Inventa dispositivos, propone estrategias, piensa
y reflexiona sobre los modos de leer y compartir lecturas al alcance de todes.
Leer, narrar, escribir…
Marinés y Claudia también
comparten con la comunidad las palabras que se transforman en los textos
escritos por ellas.
Marinés detiene la mirada en la
práctica y escribe crónicas poéticas.
Aquí algunos retazos:
Pienso en cómo se acorta la mirada cuando por más que uno la levante sólo puede ver paredes muy cerca de la cara, si es que no se tienen las posibilidades de alargar la mirada en otros espacios. Esos otros espacios bien pueden ser el puente, las calles que se transitan cuando se sale del barrio….la escuela….la biblioteca.
En cada libro que se abre, el espacio se
extiende. A veces un espacio hecho sólo de palabras en el que se puede entrar
al leer una buena historia. A veces un espacio hecho de dibujos por los que se
puede pasar “del otro lado” de este mundo real, a transitar por lo infinito del
mundo imaginario que hace posible la literatura. A veces un espacio que se abre
en la fotografía de un libro y nos deja asomarnos a la selva, a la sabana, a
ciudades lejanas, al sistema solar…
Entonces sí, es posible abrir un
espacio de lectura allí donde el espacio físico es escaso. Posible y necesario.
(Julio 2014)
Claudia escribe cuentos, algunos
poemas y muy pronto podremos disfrutar de la edición de su primera novela El nombre de los caracoles. La voz que
cuenta la historia es la voz de una niña. Sus pensamientos giran y la habitan
pero no alcanzan a transformarse en voz, no logran alcanzar el aire propicio
para ser palabras dichas. Ocultamientos. Tiempo histórico y social de un
silencio que desaparece a la gente. Lo no dicho atraviesa toda la novela. Sin
embargo, la niña tiene dentro suyo un silencio que canta, que es música y cuerpo vital. Me recuerda aquel poema de Roberto Juarroz:
La campana está llena de viento, aunque no suene.
El pájaro está lleno de vuelo, aunque esté quieto.
El cielo está lleno de nubes, aunque esté
solo. La palabra está llena de voz, aunque nadie la
diga.
Toda cosa está llena de fugas, aunque no haya
caminos.
Todas las cosas huyen hacia su presencia.
Mientras esperamos El
nombre de los caracoles, comparto con ustedes un poema de la autora:
Pasamos la mañana
haciendo trámites
en formularios
completamos
fecha de muerte
nombre y apellido del
difunto
necesitamos tomar aire
antes
de volver a la casa en la que nadie
esperaba
esperaba
caminamos en medio de la plaza comenzó a llover
era verano
era verano
y unas gotas
grandes y redondas
chocaron sobre nosotras
comenzaste a gritar
gritabas girando la
cabeza
entonces dije:
mamá
pero vos gritabas
y mirabas
ciega
hacia un lado y hacia el
otro
no buscabas un lugar donde guarecerte
mamá
es sólo agua
y me miraste
como si la lluvia hubiera
descorrido
ese mechón de pelo que
nunca tuviste sobre la frente
dijiste:
sabés cuánto hace que no
me moja
una lluvia
una lluvia
te tomé del brazo para sostenerme
en frente estaba la ermita
en donde se casaron
vos de vestido corto
y él de corbata fina
y él de corbata fina
caminamos hacia la parada del colectivo
era verano
las gotas dejaban círculos
perfectos
perfectos
en nuestra ropa
y en la piel
y en la piel
Claudia Stella
CABA, 2019, (Inédito)
Cotidianamente, en ese trabajo
oral y/o escrito con la palabra nos ayudan a encontrar nuestra propia voz. Gracias
Claudia Stella, gracias Marinés Gómez
porque el mar que brindan en cada una de sus propuestas,
renueva-fortalece-enriquece cada zambullida!!!
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