La luz de Clara
A caballito entre el fin
de un febrero dedicado a la historieta y el comienzo de este marzo que en
Bibliotecas para armar hemos dedicado a la mujer, compartimos este sentido
homenaje que Delius le hace a una artista que fue inspiradora y guía: la
gran historietista Claire Bretécher, quien nos dejara el 10 de febrero a sus
casi ochenta juveniles años.
Por Delius*
Mi papá, entre otras cosas, era librero, así que con mis hermanas crecimos rodeadas de bibliotecas repletas.
Las revistas para adultos que daban vueltas por la casa (apiladas en alguna mesita, en el comedor o en el baño) y despertaban nuestra atención eran capturadas, investigadas y disfrutadas sin la supervisión de nuestros adultos. Ese botín supo estar conformado mayormente por ejemplares de "Humor", también "SuperHumor", "SexHumor", "Fierro" y más tarde "El Péndulo". Me parecía fantástico poder acceder a lecturas de grandes, aunque entendía la mitad y lo cierto es que las notas no llamaban mucho mi atención: lo que adoraba eran los dibujos, las historietas y los chistes. Amaba "Vida interior" de Tabaré y Meiji, Grondona White me daba risa, Limura impresión y entendía las vistosas ilustraciones de tapa solo a medias.
Y también adoraba a Claire Bretécher, claro. ¡Me parecía brillante! Veía a mi mamá en esas viñetas, a mujeres de trazo suelto, despeinadas y normales (no carilindas con cuerpazos exuberantes), señoras (y señores también) trajinando sus historias, ella se reía de sus problemas con mucha gracia, con estilo.
Las revistas para adultos que daban vueltas por la casa (apiladas en alguna mesita, en el comedor o en el baño) y despertaban nuestra atención eran capturadas, investigadas y disfrutadas sin la supervisión de nuestros adultos. Ese botín supo estar conformado mayormente por ejemplares de "Humor", también "SuperHumor", "SexHumor", "Fierro" y más tarde "El Péndulo". Me parecía fantástico poder acceder a lecturas de grandes, aunque entendía la mitad y lo cierto es que las notas no llamaban mucho mi atención: lo que adoraba eran los dibujos, las historietas y los chistes. Amaba "Vida interior" de Tabaré y Meiji, Grondona White me daba risa, Limura impresión y entendía las vistosas ilustraciones de tapa solo a medias.
Y también adoraba a Claire Bretécher, claro. ¡Me parecía brillante! Veía a mi mamá en esas viñetas, a mujeres de trazo suelto, despeinadas y normales (no carilindas con cuerpazos exuberantes), señoras (y señores también) trajinando sus historias, ella se reía de sus problemas con mucha gracia, con estilo.
Yo inmediatamente me sentí representada en su universo: no sólo por adivinar que esas encrucijadas narradas sin pudor eran las que me esperaban cuando creciera, sino por la enorme alegría y alivio que significaba que ella (¡una autora mujer!) existiese. Sabía en lo más profundo que quería hacer historietas, ser autora, publicar, vivir de eso, como Quino, Caloi o Fola, o cualquiera que hubiera leído antes, pero ellos eran todos hombres y el panorama hubiera resultado mucho más extraño y oscuro sin la luz de Clara.
Ella fue la contundente confirmación de que mi deseo era posible para mí.
* Mi nombre es María Delia y mi seudónimo es "Delius"; nací en Buenos Aires en 1974. Dibujo desde mi infancia, hago historietas desde mi adolescencia y publico ilustraciones e historietas en libros y revistas desde mis 20 años.
Formé parte del colectivo de historietistas "El Tripero" y hoy formo parte de "Chicks on Comics", también doy clases en la F.A.D.U. UBA.
He publicado los libros: “No puedo vivir sin música” (2017); “Mi cuaderno de dibujos y viñetas” (2014); “Chiquilín de Bachín” (2007) y “Crecí hasta volver a ser pequeña” (2006) en coautoría con Adela Basch.
Vivo y trabajo en Buenos Aires con mi hija, mi gata y muchas plantas.
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