María Cristina Ramos: “La escuela sigue siendo el espacio que nos va a permitir construirnos como una sociedad diferente”.

Acá está la  primera parte de la entrevista a María Cristina Ramos, primera parte de una charla maravillosa. Un  lujazo que nos dimos en el mes dedicado a la poesía en el Laboratorio de Análisis y producción de LIJ  y que empezamos por la poética locura de fundar una pequeñísima editorial (Ruedamares, por supuesto) en plena Patagonia… ¡Con un libro de poesía! Recorrimos, desde ya, muchos otros temas: la emoción de ser publicada por primera vez, los proyectos editoriales, la formación de lectores, el rol fundamental de la escuela y la memoria de Carlos Fuentealba y de Rafael Nahuel, porque la lucha también es poesía.


Mario Méndez: Buenas tardes. ¿Cómo están? Vamos a empezar con el show del lugar común: se viste de gala La Nube para recibir a mi amiga María Cristina Ramos. Gracias Cris.

María Cristina Ramos: Bueno, yo estoy feliz; siempre vengo muy poco tiempo a Buenos Aires. Y siempre tengo ganas de venir a saludar a Pablo, y no vengo. Además, hay otro problema, y es que en general, los lunes no estoy. Vengo a mitad de semana, me quedo el fin de semana y el lunes ya no estoy, así que este fue un viaje especial que hice, porque me gustaba mucho la invitación. Desde el año pasado que está insistiendo Mario…
MM: Antes… (Risas). Hace mucho tiempo…
MCR: Veo que es un insistidor serial… (Risas).
MM: Tal cual. La verdad es que es un lujo, pero María Cristina vive en Neuquén, y hemos tenido pocas oportunidades de traer escritoras y escritores del interior, porque no tenemos más recurso que el de la amistad y la buena onda. Así han venido Laura Escudero, por la Feria del Libro, Sandra Siemens, Mempo Giardinelli y bueno… esta vez María Cristina vino especialmente. Así que vamos a empezar con la parte “seria”, que es la biografía, y después largamos con las preguntas. María Cristina Ramos es escritora y editora, es mendocina, pero residente en Neuquén hace cuarenta años más o menos. Ha publicado más de sesenta obras de literatura para niños y jóvenes, algunos de sus libros fueron traducidos al inglés, portugués, chino y coreano. Eso debe ser raro…
MCR: En cualquier momento les recito algo, total, no van a entender. (Risas). 
MM: Ha recibido distinciones nacionales e internacionales. En 2016, por su trayectoria le fue otorgado el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, que en la Argentina solo obtuvieron Laura Devetach y María Teresa Andruetto, además de ella. Coordina talleres de escritura y de capacitación docente. Ha formado parte, como capacitadora, de Planes de Lectura nacionales y regionales. Ha dado conferencias y talleres en la Universidad Nacional del Comahue, en la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco, en la Universidad Nacional del Sur, en la Universidad Pontificia de Santiago de Chile, en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, de Valencia y en la Complutense de Madrid, entre otras. En 2002 la Fundación El Libro le otorgó el premio “Pregonero” a Especialista, por su tarea promoción de la literatura infantil. Ha publicado también en Colombia, Perú, Chile, Brasil, Brasil, México y España…
MCR: A saber. Porque por ahí derivan los libros, y no sabés. Una vez, con Cuentos de la Buena Suerte pasó, en Alfaguara, que vendieron cuatro mil ejemplares a Bolivia. Yo todavía no fui a Bolivia. Me parecía muy conmovedor pensar en chicos bolivianos leyendo un libro mío. Muy extraño y muy conmovedor a la vez…
MM: ¿Y cómo te enteraste?
MCR: Porque me dijo el editor. Pero como nunca viajé, quedó siempre en esa nebulosa de maravilla. 
MM: Y vas a ir.
MCR: Ya voy a ir.
MM: Bien. Entre otros libros Azul la cordillera, Ruedamares, pirata de la mar bravía, La luna lleva un silencio, Dentro de una palabra, Mientras duermen las piedras, La escalera, Duraznos, Gato que duerme, El mar de volverte a ver, Desierto de mar y otros poemas, son algunos de sus títulos. Para docentes y mediadores de lectura Aproximación a la narrativa y a la poesía para niños, y la colección La casa del aire, literatura en la escuela. Voy a empezar por ahí.  La dirige desde 2002 y es toda una osadía. Tener una editorial lo es, pero tenerla en el interior del país, en Neuquén, es increíble. 
MCR: Cómo seremos de pequeños, que cuando hablan de editoriales pequeñas en el país, no nos mencionan, así que somos lo más pequeño de lo más pequeño. (Risas). 


MM: Y Ruedamares, ¿Cuántos libros tiene publicados ya? 
MCR: No sé bien. Alrededor de cuarenta.
MM: Uy, ¡mirá quién viene! Por ahí después narra algo tuyo… Ana Padovani…
MCR: ¡Gracias, Ana!
MM: Nos seguimos dando lujos. Estábamos hablando de la editorial, que tiene ¿cuántos años?
MCR: La abrimos en el 2001, que era una época muy propicia para abrir una editorial. (Risas).
MM: Una locura completa. 
MCR: Ya es lugar común, pero en general cuento que en realidad mi empecinamiento era publicar poesía muy ilustrada para chicos. Teníamos este material ilustrado (muestra Maíces de silencio), poemas para pequeños lectores, teníamos armada la maqueta del libro, y la ofrecí a las editoriales que me estaban publicando en el momento. Les encantaba el proyecto, les sacaron fotocopias a algunas de las ilustraciones y poemas, los ponían en las paredes de las editoriales, pero no me editaban. No eran momentos en los que les sedujera publicar poesía. Y yo estaba segura de que esto andaba, porque he trabajado mucho con chicos en talleres, y he sido docente de chicos de distintas edades de la primaria. Entonces sabía qué pasaba con la poesía. En mi familia decidimos publicarlo a pesar de todo, y a la hora de armar el libro y decidir publicarlo se nos ocurrió ponerle nombre de editorial. No fue un proyecto de editorial. Fue un libro que abrió la posibilidad de un proyecto. 
MM: O sea que salieron con un solo libro. La idea era heterodoxa…
MCR: Es que era eso. Una cosa rarísima, pero bueno, fue así. Y yo lo celebro porque esta es la cuarta edición, que ahora está remozada, porque la anterior era un poquito más grande. Hemos vendido más de diez mil ejemplares, siendo pequeñitos, de esos que no aparecemos en las encuestas. Quiero mucho este libro…
MM: Es excelente Maíces de silencio
MCR: Y no sabés… salió en SM España, el año pasado.
MM: Ah, mirá, ¡muy bien! ¿Y SM de acá no te lo quiso publicar?
MCR: Es que sigue editado en Ruedamares. Cecilia Repetti me pidió otro material. Pero cuando me dieron el premio en 2016, presentamos todo el material, y me pidieron este para España, así que está allá. 
MM: ¿Renovaste ilustración, o siempre fue la misma?
MCR: En la edición de acá, el ilustrador es el mismo, Carlos Juárez, un ilustrador cordobés que vive en Neuquén. Hicimos algunas intervenciones de diseño con viñetas y colores. Además, para remozarlo un poquito agregué algún poema nuevo, la dedicatoria, que está linda… ¿Quieren escucharla? 
MM: Si, claro que sí.
MCR: Hoy estuve en una escuela primaria, con chicos que habían leído libros míos, y les leí esta dedicatoria y les gustó. “Para nuestras niñas,/ solcito en la viña./ Para los pequeños, /piratas de sueños. /Para los mayores, /vestidos de amores. A los de la escuela,/ que escriben que vuelan./ A las escondidas,/ y a los escondidos. A los apenitas/ salidos del nido./ Aquí estos poemas, /maíces sin pena,/ palabras y trazos./ Aquí este silencio,/ con que los abrazo.” (Aplausos).
MM: Qué  lindo. Una maravilla. 
MCR: Y acá tengo una biografía: 
Que se llama María, que le dicen Cristina,
que se pinta de blanco con lluvia y harina, 
que hace ramos de sombra con eclipses perdido,
 que es autora de mundos, que es lectora de libros.
Que se llama Cristina, también Cris, también Ramos.
 y vive, casi siempre, en un reino cercano. 
(Aplausos).
MM: Cuánto lujo va a ser esta tarde. Ya que vamos a ir variando de tema, porque estamos hablando de Ruedamares, de ese ilustrador cordobés que vive en Neuquén, del ninguneo a una editorial pequeña que no es mencionada ni entre las pequeñas… ¿Cuán difícil es trabajar desde el interior del país aún hoy, a pesar de la tecnología?
MCR: Yo, realmente, no lo vivo tan así. Sé que es difícil comparado con otras experiencias, pero yo siempre viví en el interior, y para ser oriunda del interior me ha ido siempre bien. No sé por qué. Si han sido las circunstancias (no todo depende de uno), los contextos, los editores… En realidad, el primer libro fue Un sol para tu sombrero, que publicó Graciela Montes en Del Quirquincho. Después publiqué Cuentos de la Buena Suerte, en Alfaguara. Yo había presentado cuentos en Alfaguara, con un director editorial que había en un momento, y nunca me habían contestado. Una vez, vino un gerente comercial, a recorrer el interior, a contactar a la gente de Bibliotecas Populares, donde yo trabajaba y cuando me enteré de que era de Alfaguara le conté que yo había mandado una carpeta hacía bastante tiempo. Ahí me dijo que había cambiado el director editorial, me pidió que le diera la carpeta de nuevo, él la llevaría. Se trataba de Jorge Sartori. Le di la carpeta y la trajo. Poco después se comunicaron para preguntarme si tenía más material; eso ya me movió el piso. Estaba trabajando con docentes en San Martín de los Andes, en un Plan provincial de lectura, había ido sola: Hablé a casa y mi hijo me dijo que habían llamado de Alfaguara para que me comunicara. En ese tiempo, cabina telefónica. Llamé; y me dieron con Juan Martini. Juan Martini, un gran escritor de literatura para adultos, me dijo que les había gustado, y que además Elsa Bornemann había leído el material, y le había parecido altamente recomendable. Elsa Bornemann puso una frase en la contratapa recomendando mi libro. Eso no lo hace cualquier escritor. 
MM: ¿Trabajaba Guillermo Saavedra, en esa época? 
MCR: Claro. El tema es que me llama Juan Martini, que era muy formal, y me dice: “Hemos decidido publicar su libro. Elsa Bornemann nos va a respaldar…”. Yo colgué y me pregunté a quién le contaba. Estaba en una ciudad casi desconocida. Entonces llamé a mi hija, no estaba. Mi otra hija, no estaba. (Risas). Mi hijo, mis amigos… No había nadie. Entonces, había una persona coordinando las actividades del encuentro, y le cuento: “Marta… me van a publicar en Alfaguara”. “Ahá”, me dijo seriamente. (Risas). Claro. ¿Quién dimensiona una cosa así? Tuve que esperar a volver a mi casa para que hubiera festejo. 


MM: Qué momento. Que emoción… ¿Qué hiciste cuando viste tu primer libro publicado?
MCR: Es medio íntimo lo que voy a contarte. Era Un sol para tu sombrero: Yo, maestra. Me dijeron que me lo mandaban, y les dije que por Expreso Oliva, que era el más conocido en ese momento. Oliva se tomó algo así como veinticinco días, así que el libro no me llegaba. Fui a la librería, como hacía frecuentemente, y lo veo en vidriera. Por primera vez. 
MM: Te lo compraste…
MCR: Sí. Me petrifiqué; entré… era 28 del mes; yo, maestra… (Risas). La librera me conocía. Me dice a cuánto me queda con el descuento. Le pregunté si podía llevarle lo que faltaba esa tarde. Dijo que no, que me lo guardaba. Voy a la tarde, lo compro y la buena señora dice: “Ella es la autora del libro. Agregale unos señaladores”. (Risas). Eso puede pasar en el interior o en cualquier lugar. Hay también gente así. El tema fue la frustración de no poder tener el libro. Ahora lo recuerdo y suena divertido, pero no saben la desesperación. Bueno, ya les conté cosas íntimas. 
MM: Ruedamares no solamente publica poesía, sino que ha lanzado una colección que se llama La casa del aire, que está dedicada a la didáctica de los talleres literarios y de la literatura en la escuela. Son una maravilla, y querría que nos cuentes un poco cómo surge La casa del aire, cuál es la idea. 
MCR: Yo tengo mucho recorrido en escuelas, como maestra, trabajando como profe… además de que durante años coordiné talleres con chicos, de manera que sentía que tenía muchas respuestas. Y empezaron además, a pedirme las ponencias de los congresos. Así armé el primero, el de Lugar Editorial. Y después empecé con esto de decantar la experiencia en líneas didácticas. A mí me desespera la soledad de muchos chicos en la escuela. Hay docentes que están trabajando maravillosamente. Y hay otros que no recibieron suficiente formación en literatura infantil, y por alguna razón es un tema que va quedando relegado. No solo la poesía, la literatura en general. Y sabemos que para formar lectores, el camino maravilloso es el de la literatura. Una literatura bien transmitida, bien leída, con apasionamiento, con la cercanía que te da compartir mundos ficcionales, con el enamoramiento de la palabra poética, de esa manera se forman lectores. Y hemos tenido en contra la vorágine de pseudolibros para docentes, que circularon en un momento, hechos por no profesionales. Porque ahora hay buenos materiales circulando, no todo, pero hay. Tenemos esa “pesada herencia” (Risas) de las carpetas didácticas y el material pseudodidáctico, para trabajar la literatura. Una de las maneras fue la de empezar a traducir a palabra escrita lo que se hacía en los talleres. En realidad iba a ser un solo libro, pero me pasó como con Ruedamares, pirata de la mar bravía: cuando iba por la página cincuenta y siete me di cuenta de que no era un cuento. Acá iba por la doscientos y pico, iba a ser un libro enorme, iba a tener que redondear cosas… así que preferí tomarme tiempo y fue saliendo en tres volúmenes. 
MM: Y lo dividiste.
MCR: Sí, en Inicial y Primer Ciclo, que es el primero, donde está toda la fundamentación escrita para los enemigos. ¿Vieron que a veces hay directoras o directores, padres o madres que preguntan si lo único que hicieron los chicos ese día fue leer? (Risas). Acá tenés toda la fundamentación, desde la psicología, desde la lengua, desde la literatura, desde la necesidad de ficcionalizar y desde la formación del lector. Todo puntualizado. O sea, dejás con la boca abierta al que venga a oponerse. Es que yo fui docente y sé de este reclamo, de cómo es que no tiene nada en el cuaderno. Y luego consideré la otra urgencia del docente: qué hacer después de la literatura, que yo creo que es un nudo ideológico. El que necesita desesperadamente hacer algo después, es porque piensa que leer no fue suficiente. Y si pasó eso, puede ser por varias razones: porque elegiste mal el material, porque lo comunicaste mal, porque a vos no te convence y no encontrás el tono que convoque, por alguna otras razones. Empezar a instalar que la lectura bien hecha, de cabo a rabo, de corazón a corazón, es lo que abre el camino lector. Es material recomendado en muchos profesorados de Neuquén y Río Negro, en algunos lugares de Mar del Plata. Tiene buena respuesta, no es de venta masiva pero no importa. Siento que es mi aporte, porque la escuela sigue siendo el espacio que nos va a permitir construirnos como una sociedad diferente, y a veces el docente está muy solo, y el bibliotecario o la bibliotecaria están muy solos. O con los remanentes negativos de malas experiencias. Si vos le ofrecés al docente una estrategia que le permita recibir respuestas compensatorias, y le abrís el camino, lo conseguís para siempre. Es esto: que tengan respuestas compensatorias al trabajo cotidiano, a los malos sueldos, a las circunstancias adversas. Eso para mí es mi aporte. La literatura también, pero yo sigo apostando a la escuela. 
MM: Qué bueno. Ya tengo todos los títulos para la entrevista. ¿Por qué muchos maestros y maestras se sienten obligados a trabajar después de leer, además de por una cuestión ideológica? Con la poesía eso se duplica, se hace más fuerte…
MCR: Sí, pero además hay algo que quiero agregar. Podemos conversar después de la lectura, releer fragmentos, compartir lo que nos gusta, lo que no entendemos. Y podemos compartir juegos que se acerquen a lo literario, no a la Lengua, no a las Ciencias Naturales; que se acerquen a lo literario; buscar en el texto el pie para seguir con lo imaginario. Para mí, un buen camino es la escritura creativa. Entonces, en estos libros  hay muchas líneas de escritura creativa y de trabajo con el imaginario. Necesitamos que los docentes se planteen a sí mismos, búsquedas, recorridos, imaginarios a partir de un texto, que no invaliden lo literario, que lo complementen, lo enriquezcan y lo fecunden. Además, los chicos son un hervidero de imaginarios. Por ahí, el problema lo tenemos los adultos; es un hilito que tirás, y los chicos te responden; es la manera. Yo preparo mucho a los mediadores de lectura, y en uno de los talleres estuvimos en una biblioteca,  en una zona muy al oeste de Neuquén, muy humilde, que está cerca de unos hornos de ladrillo. Son asentamientos; hay chicos que van a la escuela junto con chicos de otros barrios. Fuimos a la biblioteca y leímos poesía. Y los chicos mediadores han aprendido a leer muy bien. Leyeron maravillosamente. Luego de leer un poema se hizo un silencio, y uno de los chicos dijo: “Es un suspiro”. Eso. Conseguir eso. No hace falta preguntarle cuántas estrofas tiene, quién es el personaje, de qué color era el sombrero, no. Lo denotativo, no. La idea es ver cuál es el sentido profundo del texto poético, y que los chicos lo reciben si nosotros no exigimos otra cosa, si no nos desligamos del apasionamiento.
MM: Y en la página de tu editorial, ¿das sugerencias para los docentes? ¿Pensás que eso sirve?
MCR: En la editorial, no, pero tengo un grupo en mi página, para docentes y mediadores. Y ahí comparto material. También está empezando, no tengo tanto tiempo; es un tema. Uno por ahí está muy contento por abrir espacios, pero te faltan horas.
MM: Es que hacés muchas cosas, porque seguís dando los talleres…
MCR: Sigo dando los talleres, escribo, me ocupo de la editorial, soy abuela, madre, amiga… Ustedes saben que cuesta mucho, pero todo cuesta mucho. 
MM: Editora, y editora militante, ¿no? Este bellísimo libro que circuló poco por una cuestión de dinero, se llama La memoria de las tizas, y es un homenaje que se le hizo al maestro Fuentealba…
MCR: A los diez años de su asesinato. Yo no lo conocía a Fuentealba; lo conocí después. Lo conocí por el relato de sus alumnas y alumnos, dije que no era un asesinato sino un magnicidio. Porque Carlos Fuentealba trabajaba en las zonas más difíciles de Neuquén. Y el recuerdo, la recuperación del maestro que hacían los chicos de segundo año, era enternecedora. Fue un golpe muy duro. Hicimos esto, en el que están Mario Méndez y Mercedes Pérez Sabbi, que hoy está con nosotros también. Porque la propuesta fue armar una antología (el título lo puso mi hijo). Conseguimos la portada de Pablo Bernasconi. Los autores y Pablo ofrecieron el material gratuitamente. Nuestro trabajo desde la editorial también. Hicimos un libro precioso. Elegimos cuentos y poemas que tuvieran que ver con la temática de lo social, y otros que tuvieran que ver con la experiencia de la vida de cada día, genuinamente, para que no fuera sofocante para los chicos lectores. Hay un vaivén de cosas; estamos muy contentos. No se distribuye porque la edición la financió el gremio, ATEN, de manera que nosotros no podemos distribuir el material. Y se distribuyó gratuitamente a los maestros de Neuquén. Yo traté de convencerlos de que hicieran otra edición, para vender, pero viste que es difícil a veces. 
MM: Acá hubo mucho pedido también.
MCR: Sí, es una pena, pero se hizo lo que se pudo. Está lindo el material. Y ya que estamos en la línea de la mirada social, yo necesito leer un poema. 
MM: Cómo no…
MCR: Vieron que en el año 2017 asesinaron a Rafael Nahuel, en Villa Mascardi. Le disparó la Prefectura. Dijeron que había sido un enfrentamiento, que había armas. Todo mentira. 
Asistente: Ahora confirmaron que no había casquillos que pertenecieran a la comunidad. 
MCR: ¿Y por qué liberaron al responsable?
Asistente: No lo sé, pero hubo un cambio en la carátula.
MCR: Te agradezco la información; ojalá cambie esto, porque me pasó como con Carlos. Cuando lo conocés al pibe, un pibe de origen pobrísimo, había una foto en la que estaba con anteojos protectores, manejando un taladro, los maestros le estaban enseñando un oficio para que se ganara la vida. Él está con mameluco en esa foto.
Asistente: Él trabajaba con el colectivo Al Margen.
MCR: Exactamente. Además, se llamaba Nahuel. Saben que Nahuel es la figura mítica del pueblo mapuche. En los relatos que lo muestran, se preguntan si será hombre o mujer. Porque se supone que era un yaguareté, el tigre americano. Y aparecía para ayudar a los mapuches, sobre todo en la época de la llamada Conquista del Desierto.  Hay muchos relatos que lo ubican ahí. Por ejemplo, si un mapuche se perdía, aparecía el Nahuel y lo acompañaba hasta su rancho. Muy enternecedor. Le temían por el respeto religioso hacia lo desconocido, pero era su figura de defensa, de protección. El poema se llama “Se llamaba Nahuel”. Y dice: 
Se llamaba Nahuel
como el tigre que vino
 a cuidar cada paso
que daban los Antiguos.
Anduvo suelto a veces,
 suelto y desguarnecido,
después se arrimó a un sueño,
 pequeñito racimo.
 También algo de escuela
y escuelas del oficio
 de pensar un trabajo
y bracear el olvido.
 En la nada, hay maestros
 en el temblor, amigos.
 Él descubrió en el hierro
 la fragua de sí mismo.
 Andaba simplemente
 callado en su camino,
 pero el que calla guarda
 retazos de infinito.
 Maquinarias de muerte
 horadaron el frío,
 el bosque se asfixiaba
 de pájaros heridos.
 ¿Cómo ganar la vida
 cuando impera el abismo?
Está quieto en un sueño
 pero no está dormido
(Aplausos)
MM: Hermoso. ¿Va a ser publicado, Cris?
MCR: Son esas cosas que no sabés, Mario, porque, por ejemplo, Radio Calf lo grabó. Lo grabó una periodista, con música de fondo, pero ¿dónde lo ubicás? No sé. Lo he publicado en Facebook, en mi página, lo voy a volver a publicar porque ahora se cumple un nuevo aniversario. Pero no sabés qué hacer. Te acordás que cuando les dispararon a los chicos de la murga, armamos una publicación, Hasta la vida, pero si no es algo así, en conjunto, no sé. Está ahí. Yo necesité escribirlo.
MM: Como necesitamos escribir cuando la murga fue baleada, y nos juntamos para eso también. 
MCR: Esa es la literatura que nos sostiene. Yo le llamo “tejido de sostén” a la literatura, porque es lo que en momentos muy adversos nos sostiene, nos da aire, nos hace encontrar al que está suspirando por lo mismo. Es algo que se agradece siempre. 
MM: Y entre tantas cosas que hacés, ¿en qué estás ahora, Cris?
MCR: Se supone que estoy por publicar varias cosas. Tengo material inédito, quiero ver dónde lo presento. Si lo publico yo,  tengo que esperar para que sea posible económicamente. 
MM: ¿Poesía?
MCR: Poesía y novela. Y lo que sería el número 4 de La casa del aire. Le pedí a mi hijo que no lo anunciara, porque estaba muy cansada del ensayo; estoy con ficción ahora. Pero a la vez, no puedo conmigo, y mi hijo me insistió. Cada vez que tengo un encuentro con docentes hay preguntas que me orientan hacia dónde ir, qué preguntas siguen dando vueltas. Y entonces llego a casa, y me pongo a escribir. Terminé dos o tres textos y le dije e Pablo: “¿A que no sabés qué empecé? La casa 4”. (Risas). Sigo muy entusiasmada formando mediadores en Neuquén y Río Negro, con el apoyo de la Fundación SM de España. Y si no es con ese apoyo, buscaría otro, pero mi sueño siempre fue trabajar con docentes y no cobrarles. Eso es lo ideal. Lo que pasa es que yo también tengo que vivir, entonces, en la medida en que encuentro un respaldo económico que me permita hacerlo, soy feliz. 
Asistente: ¿Ese trabajo con los docentes lo hacés solamente en Neuquén, o en otros lugares?
MCR: Sí, Neuquén y Río Negro, por ahora, por el tema de los traslados. Somos un equipo, entonces no voy yo sola. Abrimos un programa en Junín de los Andes, y nos vamos a la cordillera a fin de mes. Hemos trabajado en Valle Medio de Río Negro, con docentes y bibliotecarios, en Lamarque, Luis Beltrán y en Choele Choel. Terminamos un seminario el sábado; lo hicimos en mi casa. Y a la vez, SADOP, el gremio de docentes privados, nos pidió mediadores para trabajar con su gente. Entonces una parte del equipo fue a trabajar con gente de SADOP (me parece maravilloso que nos pidan), y yo me quedé en casa. Y después, cuando terminé, salí corriendo para el lugar en donde estaban reunidos, y cerramos todos juntos. Hay gente que te pregunta si tiene que ser dentro de la institución, porque les gusta pero no saben dónde van a estar el año que viene. Como institución nos viene bien el respaldo, pero a la vez convocamos a docentes y bibliotecarios que estén interesados, hacemos la formación y los vamos acompañando. 
MM: Hablando de apoyos, ¿hay Plan de Lectura en Neuquén?
MCR: Hay una experiencia acotadísima. Hay gente interesante que sale a dar talleres al interior, pero hay una sensación de quiebre de comunicación, según en qué lugares del interior la información no llega, entonces se desplaza un equipo y van siete personas. Algo falta, no sé qué, porque no estoy ahora…
Mercedes Pérez Sabbi: Coordinación...
NCR: Sí; además reconozcamos que este año y el año pasado han sido caóticos en todo sentido, de manera que eso se siente. Veremos si hay cambios ahora. 
MM: Coordinación, dijo Mercedes Pérez Sabbi, ¿vas a volver a coordinar el Plan de Lectura?
MPS: No, no. 
MM: Vamos a volver.
MCR: Te queremos, Mercedes. 
MM: Yo estuve una vez invitado en la Feria de Neuquén, y la charla se dio en la sala “María Cristina Ramos”. Sos todo un personaje en la Provincia. ¿Qué pasaría si vos presentás un proyecto?
MCR: No tengo mucho tiempo. A veces me llaman de Extensión de la Universidad, y estoy muy bien. De hecho el taller de este sábado fue respaldado por Extensión. Quizá el año que viene continúe.
MM: ¿Estás trabajando en algún profesorado ahora?
MCR: No, soy una pobre jubilada. (Risas).
MM: Está muy bien. Hubo un libro que tuvo reseña de acá, del Laboratorio, que es uno de tus más recientes, Francisco Solar Madriga, con Istvan, al que le mandamos un abrazo. Contanos cómo surge y qué te parece este libro tan bello. 
MCR: A mí me gustan mucho los romances, por eso en mis libros aparecen con frecuencia. Por ejemplo, en Encantado dijo el sapo, y leo permanentemente romances. Jugando apareció Francisco Solar Madriga, que en realidad se llamaba Solar Madriga cuando lo conocí. Digo que lo conocí porque (creo que esto ya le he contado) yo en mi escritorio tengo, además de muchos libros, miniaturas, que a mí me encantan. Tengo un juego de tacitas de porcelana muy chiquititas, animales muy pequeñitos… Mi hija sabe, entonces me trae pequeñeces. Y a veces pasan cosas, como el sol que entra por la ventana y le da determinada luz a un objeto, y me genera la posibilidad de crear algo. Y nunca sé cómo, pero Solar Madriga es un hombrecito chiquitito, y me lo imaginé dentro de una de las tacitas de porcelana, durmiendo despatarrado. Y pensé que ese fulano que se llamaba Solar Madriga, tenía que tener un nombre. Y me encantó Francisco. Porque si bien volvió a usarse hace poco tiempo, era un nombre de nuestra época. Nombre de tío. Y yo tengo una historia entrañable con muchos tíos y abuelos y demás. Así que empecé a escribir ese texto, que es medio desopilante. Y tiene muchas transgresiones. Yo pensé que no me lo iban a editar. Pasó el tiempo, y una vez que viajamos con Istvan, le dije que tenía un material, que se fijara si le gustaba. Me dijo que tenía muchísimo trabajo pero que sí. Se lo llevó y quedó en ilustrarlo. Pasó un año, pasaron dos (Risas), al tercero me dijo que lo hacíamos antes de fin de año. Y lo debe haber hecho rápido, porque es un trabajo enorme. Es muy fácil trabajar con Istvan; en mi experiencia, con algunos ilustradores me ha sido difícil. Sugerir cambios, compartir impresiones en momentos del proceso…
MM: ¿Cómo autora o como editora?
MCR: Las dos cosas. En general, como autora, si lo publica otra editorial, no me meto. Pero en la editorial he tenido algunas cuestiones que para mí son un mundo. Hay gente que tiene más cintura. Decirle a un creador que algo no me termina de gustar, a mí me cuesta. Y por suerte con Istvan tengo una buena relación, y le dije que el personaje no se veía. (Risas). Al principio no se veía bien. Él me lo agradeció; una grandeza enorme, y entonces hizo uno que se veía. (Risas). Además, tiene una gracia y un movimiento lindísimos. ¿Quieren escuchar uno?
MM: Sí, claro.
Lectura de MCR:

La vidala del pez

Francisco Solar Madriga
un día se encontró un pez,
un pez cantando vidalas
sentadito en un pehuén.
Francisco Solar no entiende
ese canto de quién es,
porque es un canto que sabe
por las ramas descender.
Ave que canta en lo alto,
plumaje debe tener.
Pero cuando alcanza a verlo
no ve plumas sobre él
sino un brillito de escamas
y unas aletas también.
—Ay, pez —le dice Francisco—,
plumas debieras tener,
para volar por el aire
con donaire y altivez.
Cuando el pez escucha “aire”
cae a la cuenta de tres,
porque recuerda, a la una,
que es del río su esbeltez,
y a las dos, que el aire apaga
todo el brillo de su piel,
y a las tres, que no respira
porque pájaro no es.
—¡Ay, Francisco —dice el pobre—,
por favor ayudamé!
y se desmaya cayendo,
porque cae junto a sus pies.
Francisco Solar Madriga
lo levanta con su red
y se lo carga en el hombro
para llevarlo con él.
El río no está muy lejos,
cuarenta pasos tal vez,
que Francisco hace corriendo
para fortuna del pez.
Al llegar a la orillita,
lo libera de la red
y el amigo besa el río
y siente el agua otra vez,
a lo largo de su cuerpo
que se moría de sed.
Francisco Solar Madriga
saluda a su amigo pez
y vuelve para su casa
cantando la pequeñez
del canto que era vidala
y, ahora, vidala es
de cantarla en el camino,
porque es muy alto el pehuén.
(Aplausos).

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