700 años de la muerte de Dante Alighieri

Para conmemorar los setecientos años de la muerte de Dante Alighieri, Libro de arena les acerca esta nota en la que Camila Castro Chiesino recuerda sus primeras impresiones de lectura de La Divina Comedia

La barca de Dante o Dante y Virgilio en los infiernos, de Eugène Delacroix.


Por Camila Castro Chiesino

Dante Alighieri nació en Florencia en 1265 en medio de la transición social que derrumbó a la nobleza feudal y dio origen a la burguesía. Miembro del partido de los Güelfos Blancos, tuvo una activa participación política y fue un gran crítico de los católicos de su época que se preocupaban más por apoyar a uno u otro rey y por obtener ventajas y poder, en  lugar de dedicar sus energías al perfeccionamiento de las almas bajo las leyes del Evangelio.

En 1301 Dante fue detenido en Roma por el Papa Bonifacio VIII. Había sido enviado como embajador de Florencia para que mediara en un tratado de paz, que debilitara los intereses del Papa por tomar la ciudad y anexarla a los Estados Pontificios, de acuerdo con los intereses de los Güelfos Negros. Acusado de corrupción, fue condenado al exilio perpetuo. Murió, víctima de la Malaria, en 1321 en Ravena.

Sus obras más conocidas son: La vida nueva, en la que Dante expresa su amor platónico por Beatriz Portinaire, y La Divina Comedia, escrita entre 1304 y terminada poco antes de su muerte. Esta última es una de las obras maestras de la literatura italiana y universal.

Me auto regalé la La Divina Comedia para mi cumpleaños número veinticuatro. Venía de leer a Homero y a Virgilio y sentía que ese recorrido épico tenía que terminar en Dante. Al comenzar la lectura me encontré con un inconveniente: estaba obsesionada con relacionar todo lo que estaba leyendo con el contexto histórico y político en el cual había sido escrito; con su simbología y todo lo que sabía previamente sobre la obra y la vida de Dante. Cada vez que aparecía un personaje que no conocía, agarraba mi celular para averiguar de quién se trataba. La lectura se volvió súper lenta. No la estaba disfrutando; tuve que parar y preguntarme: ¿Cómo me voy a plantar frente a la lectura de una obra que carga con tanto peso?

Fue en ese momento que llegaron hasta mí estas palabras de Jorge Luis Borges: "Al principio debemos leer el libro con fe de niño, abandonarnos a él, después nos acompañará hasta el fin."

Me aferré a este consejo de Borges, me relajé y decidí atenerme al relato. Dejé que mi cuerpo se meciera en la lectura y al poco tiempo me di cuenta que no estaba más perdida que cuando leí por primera vez El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien o La saga de los confines de Liliana Bodoc.

Grabado de Gustave Doré ilustrando Canto VIII de la Divina Comedia, Inferno, por Dante Alighieri.
Título: Flegias ferries Dante cruzando la laguna Estigia.


Dante se presenta a sí mismo como a mitad de la vida, en medio de una selva oscura y sin saber cómo salir. Se encuentra con la sombra de Virgilio, el autor de La Eneida, y guiado por él cruza la puerta del reino de Lucifer e ingresa, al igual que los lectores, en un mundo fabuloso y macabro. Transita el Infierno donde conoce demonios, monstruos, personajes míticos e históricos; logra ascender al Purgatorio donde comparte su recorrido con las almas que esperanzadas buscan la redención, y luego de recorrerlo accede finalmente al Paraíso de la mano de Beatriz. Ese peregrinaje es también un recorrido por la propia interioridad, ya que Dante se interroga sobre el mundo, la fe, el conocimiento y  finalmente, sobre sí mismo.

La imaginación desplegada por el autor, las reflexiones que nos regala sobre el mundo sensible y el mundo corpóreo, compartamos o no su espiritualidad, dan cuenta de la generosidad de la obra y nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias búsquedas. Sobre el lugar que ocupamos en este momento y sobre las consecuencias, buenas o malas, que tendrán nuestras decisiones en el futuro.

Hay montones de análisis sobre la Comedia que pueden llegar a intimidarnos a la hora de plantarnos frente a su lectura. Van desde el estudio de la anatomía del poema, la teología y la numerología de la obra, entre otros. Pero no es un libro difícil de leer.

Los personajes, los hechos están ahí, al alcance de los lectores y lectoras. Solo hay que entregarse ciegamente a la lectura del poema. Dejar de lado el temor por  la complejidad que pueda encontrarse en sus entrañas. Hay que  permitirse la felicidad de una lectura ingenua y quizás, después de varias relecturas, descubran al igual que hice yo, que la obra de Dante nos despeja nuevos caminos; nos brinda un territorio de juego y que está muy lejos de ser el final de un recorrido.

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