Breviario
Por Laura Ávila
Es una alegría que las editoriales se atrevan a publicar libros en formatos novedosos. Este es el caso de Breviario, una auténtica perlita, chiquita, cuadrada y elegante, de fondo blanco y dibujos a dos colores. En principio no se sabe si es un libro para niños, pero al abrir la primera página nos desafía un texto breve y profundo, en el que vale sumergirse hasta el fondo, cualquiera sea nuestra edad.
Breviario consiste en un puñado de microrrelatos graciosos, truculentos, cortazarianos, en donde a una marcada vocación por narrar se suma un juego de palabras delicioso y muy cuidado. El amor, la espera, el miedo, la incertidumbre, el vértigo que debe sentirse antes de volar, están presentes en los textos y nos estimulan la imaginación.
Bibliotecas para armar dialogó con su autora, Silvina Rocha, para saber cómo fue la génesis del proyecto:
– Escribí estos microrrelatos hace un montón, ocho o diez años atrás. Los escribí de un tirón, todos juntos, en un rapto de inspiración. Me gusta mucho el formato de microrrelato, me parece que tiene ciertas características en donde estoy cómoda, como es obviamente la brevedad, pero es también el campo en donde más se exprime el lenguaje, casi como en la poesía. Cada palabra está elegida especialmente, aunque, a diferencia de la poesía, el microrrelato necesita un componente sorprendente, tiene que provocarte algo en un brevísimo tiempo de lectura. Te tiene que meter en una historia, tenés que entender qué es lo que pasa y también tiene que pasar algo determinante en tan corto tiempo.
– ¿Cómo fue la construcción de los microrrelatos? ¿Partiste desde el humor?
– No, no todos tienen humor. Algunos son bastante trágicos, como el de Más allá, el que habla de la muerte. Igual reconozco que en mi escritura hay dos grandes líneas: la poética y la del humor, así que de alguna manera apelé a esas dos, dentro del formato del microrrelato.
– Te estás revelando como una autora prolífica, con muchos frentes literarios. Libros para pequeños lectores, novelas, y ahora Breviario…
– Sí. Aunque yo me siento cómoda en los formatos cortos. Por eso el microrrelato me sale, se me da. La novela me cuesta más. Me cuesta decidir cómo se va dando la información, cómo se va ordenando. En cambio, en lo corto me manejo más libremente y mejor. Tal vez a algunos escritores les pase al revés, les cueste lo corto, pero a mí es lo que más me sale. Tal vez porque está emparentado con la poesía, con la reducción del lenguaje.
– Las ilustraciones acompañan los textos de una manera impecable.
– La elección del ilustrador la hizo la editora, para mí fue una pegada, un golazo. Yo que normalmente participo mucho en la elección del ilustrador, —cuando no armo directamente un proyecto con un ilustrador—, en este caso no tuve nada que ver y eso también me gustó, fue una experiencia nueva para mí. No estar involucrada con las imágenes. De todas maneras me parece que ese maridaje que se armó entre los textos y las ilustraciones de Cachimba son un acierto de la editora, de Caro Musa, que es la editora de Libros Silvestres, con esa visión que tiene ella tan ajustada de todo. Me parece que fue una elección excelente y la verdad es que estamos muy felices. Caro me dijo que ella quería trabajar con Cachimba, pero que estaba esperando que le llegara el texto justo para poder ofrecerle. Y cuando leyó los microrrelatos dijo “estos son para él”. Fue ella la que nos conectó, con esa mirada aguda de editora que tiene, y me parece que fue una pegada total.
– Es un hallazgo publicar pequeñas historias solo para leer, por el placer lúdico de la lectura, sin pensar en para qué edad está dirigido el libro. ¿Cómo resolviste el tema a la hora de buscar editorial?
– Pensé que me iba a costar mucho conseguir editor. De hecho pasaron unos años hasta que lo conseguí, pero no anduve todo el tiempo buscando. Yo sentía que los relatos estaban buenos pero que tal vez la dificultad, y es un riesgo que asumió la editorial, es que están al límite de una edad lectora, donde no se sabe quién va a leer. A mí me gusta explorar el límite de la edad lectora, jugar en ese lugar en donde no se sabe si es literatura para adultos o para niños, como me pasó con la novela del conejo (El conejo, la reina, la niña y los verdes imberbes, de Dinamita, proyecto editorial de la autora). Pensaba que iba a ser muy difícil que alguien me publicara, y tal vez el género de microrrelato no sea el que más se venda, pero ahí están.
– Es una alegría, Silvina. El libro es hermoso.
– Me sentí muy acompañada en la edición. Fue un trabajo que hizo Caro con mucho preciosismo, porque ella es poeta y además trabaja con las manos, tiene mucha idea del libro como objeto. Tuve esa suerte divina de que fue una edición recontra cuidada en todo sentido, desde las correcciones del texto, que como ella me dijo, fueron mínimas, pero muy ajustadas, muy atinadas y entonces, en esos casos, el trabajo fluye y el resultado es genial. Hay un entendimiento del editor, que lo que hace es sacarle lustre a eso que vos tenías en la cabeza. Además los escritores siempre necesitamos la mirada de un editor, que está por fuera de nuestro mundo, porque nosotros siempre estamos muy pegados al texto y muchas veces nos cuesta darnos cuenta de cosas, por más trabajados que estén.
– Son cuentos poéticos, pero también muy visuales, en cierto modo.
– Ahora que lo pienso, los textos fueron disparados con un personaje en una escena. En una pequeña escena donde sucede algo.
Caro me hizo notar que cada uno de los textos tiene como un arranque, en esta cosa tan concreta que tiene el microrrelato, donde hay un personaje que hace acciones. Margarita deshoja, Pedro construye una pared… Todos tienen ese formato de acciones, de cosas que suceden. Es una de las características del microrrelato, tienen que pasar cosas en un breve tiempo, tienen que entenderse y tienen que tener un guiño además.
Estoy muy contenta de que esto se haya transformado en libro porque me permitió a mí mostrar otro tipo de escritura. Por ahí la gente no me tiene asociada con esto, me conoce más por libro álbum y esto me permitió mostrar otras habilidades que tengo, como este formato de microrrelato.
Breviario es un soplo de libertad, un poema hecho cuento e imágenes. El tiempo de su lectura nos permite perspectivas nuevas, formas de dar vuelta la realidad, de ponerla de cabeza para que ésta se parezca a un sueño.
Silvina Rocha. Ilustraciones de Max Cachimba.
Libros silvestres, 2022.
Felicidad total por pronto poder leerlo.
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