Félix Bruzzone: “Tardé en entender a la literatura infantil como literatura”

En esta primera parte de la charla que Félix Bruzzone mantuvo con Mario Méndez, el escritor invitado habló de su breve experiencia como maestro, de sus primeras conexiones con la literatura infantil a partir de los cuentos narrados a sus hijos, de su trabajo como editor y de la publicación casi en simultáneo de sus dos primeros libros: 76 en la pequeña Tamarisco, editorial de la que formaba parte, y Los topos en Random House, uno de los grupos editoriales más poderosos.



Mario Méndez: Buenas tardes. ¿Cómo están? Vamos a empezar ya, porque Félix vive lejos, y tiene que irse a las siete. Después, en todo caso, la lectura final que hacemos siempre, la hago yo.

Félix Bruzzone: Me parece perfecto que decidan todos por mí, porque nací para eso. (Risas).

MM: Ese ya es un título para la nota: “Nací para que decidan todos por mí”. Siempre empezamos brevemente por la  biografía. Yo tengo algunas cosas anotadas, de uno de los últimos libros, Las chanchas. Feliz Bruzzone nació en 1976, año emblemático para la historia argentina reciente y para su literatura también. Escritor, editor, piletero (de eso vamos a hablar), estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Sos maestro. Acá no lo dice pero me he enterado. ¿Ejerciste?

FB: Ejercí tres años y medio hasta que renuncié.

MM: No fue una experiencia grata…

FB: Para mí, no. Entiendo que en muchos casos es increíble, pero en mi caso no funcionó. Reconozco que era una mala época mía. Por ahí tendría que haberle dado más chances, pero la vida…

MM: Es un oficio difícil. Lo digo como colega. Yo soy maestro. Ya no ejerzo pero el primer día que di una clase dije que eso no era para mí. Y le di una oportunidad más. Pero bueno, ejerciste tres años y pico…

FB: Tres años y medio. Con suplencias y todo habrán sido cuatro.

MM: ¿En Provincia o en Capital?

FB: En Capital.

MM: Ya que eso nos da el primer pie (después sigo con la biografía), ¿te conectaste con la literatura infantil ahí?

FB: Ahí tuve un primer contacto inicial. No era lo que a mí más me interesaba en aquel momento. Yo estudiaba Letras, en la Universidad de Buenos Aires. No entendía a la literatura infantil por cómo entendía a la literatura en aquel momento. Tardé en entender a la literatura infantil como literatura. En ese momento estuvo el germen, porque me acuerdo de que en la biblioteca de la escuela en la que trabajaba había libros de Roald Dahl, me acuerdo, y ahí me parecía que había algo de lo que yo entendía por literatura, más allá de lo puramente infantil, porque Roald Dahl tiene libros que no son infantiles. Creo que radicalmente la entendí como literatura bastante después, casi, te diría, cuando empecé a producirla yo. No tanto en libros, sino básicamente al contársela a mis hijos. Ese fue mi inicio en la literatura infantil: contarla a mis propios hijos. Ahí empecé a ver que si podía hacerlo con ellos y  entendían, que había algo artístico en esos relatos que contábamos a la noche, evidentemente había algo de lo literario que es tan difícil de definir, pero que estaba ahí, funcionando. La cuestión para mí era cómo desarmar eso para convertirlo en literatura, más allá de esos relatos que contábamos en la noche.

MM: Esto de contar para los hijos es bastante habitual, se ha repetido en muchas de las entrevistas de autores de literatura infantil, que cuentan eso. Que empezaron contándoles cuentos a sus hijos. Y después se pusieron a escribir. Empecé por este lado, porque este es un ciclo que se inició con autores identificados con la literatura infantil y juvenil, y este año convocamos a autores que no se identifican con eso, pero que la han recorrido. Vos tenés dos, por ahora. No sé si habrá en proyecto…

FB: Hay un tercero, pero fue publicado en Uruguay.

MM: Ah, mirá. ¿Cómo se llama?

FB: Julián es un pulpo.

MM: ¿Qué editorial te lo publicó?

FB: Topito.

MM: ¿Acá no hubo posibilidad?

FB: Fue una de esas descompensaciones del mundo editorial que suelen ocurrir. Yo ahora publico en Pípala, que es una editorial bastante cuidada, y que no tiene demasiados títulos por año. Le mandé varios Julianes a mi editora, y ella publicó primero Julián en el espejo, pero también le había mandado Julián es un pulpo, y algún otro más. En el medio me llamó el editor uruguayo de Topito, que es medio amigo mío, me pidió algo y yo le dí ese. Esa desprolijidad terminó en que lo publicaran ellos antes que Pípala.

MM: ¿No se enojaron en Pípala?

FB: Un poco, sí.

MM: Claro, pero cuando uno recién empieza me parece que esas cosas pasan, ¿no?

FB: Esas cosas pasan y está bien que pasen, porque también las editoriales son desprolijas. Y a uno lo tienen un poco colgado, a la espera de sus propios proyectos. Este tipo de cosas no me habían pasado con mis otros libros… o un poco sí… En realidad son cosas que siempre me suceden. En el mundo editorial, pasa eso. Y acá volvió a suceder. Se ve que es algo que me pasa a mí.

MM: No, es habitual, como vos decís, en el mundo editorial.

FB: Como yo no tengo un proyecto demasiado sólido como autor, nunca pensé que en Pípala podía hacer una carrera.

MM: ¿Lo decís en general, o como infantil y juvenil?

FB: En general.



MM: Pero tenés una obra importante, libros premiados internacionalmente, traducidos… ¿Por qué decís que no es sólida?

FB: Porque no es algo que está pensado, es algo que va sucediendo y que tiene estos desajustes. Sería lindo, realmente, que Pípala tuviera todos los Julianes… No sé si seguirá publicando Julianes… o no, pero bueno… Pasó esto.

MM: Lo que decís de los tiempos es bastante notorio. La asimetría entre autores y editores. Ellos manejan los tiempos como se les ocurre o como quieren o pueden, y los autores tenemos que acomodarnos a eso. Y vos también sos editor…

FB: Era editor. Era maestro y era editor.

MM: ¿Tamarisco no funciona más?

FB: Tamarisco, no. En 2014 declaramos el cierre.

MM: Ese es un proyecto interesantísimo, porque si no estoy equivocado, publicaban solo primeras obras…

FB: La idea era esa. No sé si fue solo de primeras obras, tendría que revisar el catálogo, pero la idea era esa sí, la de las primeras obras. Funcionó bastante tiempo, porque empezamos en 2006 y en 2014 cerramos… ocho años. Pero claro… fueron años en los que éramos cuatro editores, cada uno creciendo hacia lados un poco diferentes. Al final, lo único que nos unía era la editorial, y más allá de la bancarrota económica que vino en ese momento, había una cuestión de crecimiento personal, de cada uno, que obligaba a tomar una decisión sobre qué hacer con Tamarisco. Si hubiéramos pensado en seguir, habríamos terminado haciendo cuatro editoriales, en las que cada uno habría seguido publicando lo que le interesaba, porque era muy difícil ponerse de acuerdo. Me parece que eso tiene que ver con que cuando arrancamos éramos muy jóvenes, y cuando cerramos teníamos un camino recorrido cada uno. Y cada uno siguió más su camino que el de algo colectivo.

MM: ¿Alguno de tus compañeros es escritor, además?

FB: Sí. Hernán Vanoli, que tiene dos novelas y dos libros de cuentos, Sonia Budassi, que se dedicó más bien a la escritura de libros de crónicas, y es editora de la revista Anfibia, y Violeta Gorodischer que se dedicó también a escribir y es editora de La Nación.

MM: Sigo con la biografía que corté por la mitad. Decíamos que cofundó la editorial Tamarisco en 2005, dedicada a publicar a escritores nuevos. En 2008 salió el libro de cuentos 76, y la novela Los topos, en el mismo año. 76 acaba de ser reeditado con dos cuentos más, en Momofuku. ¿Cómo fue pasar de no tener nada publicado a tener dos libros el mismo año?

FB: Fue una experiencia que coincidió con un momento de la literatura joven argentina, en el que había como una necesidad de publicar cosas nuevas, publicar acá, y autores argentinos. Por toda una serie de cuestiones de coyuntura que había en ese momento. Por ejemplo, el precio del papel. Facilidades para publicar, costos granes a la importación de libros, lo cual ayudaba a que los mismos libreros, que siempre están deseando que no les entren más libros, como en ese momento importar era muy caro, había facilidades para que editoriales argentinas pudieran tener ahí sus libros, aun siendo muy pequeñas. Estar en vidriera, y esas cosas que son bastante importantes. En ese contexto nacen una serie de editoriales independientes que persisten hasta el día de hoy, aparecen nuevos autores, aparecen antologías de nuevos escritores que ni siquiera teníamos libros publicados. Normalmente, por lo menos hasta ese momento en la historia de las editoriales argentinas, cuando se antologa algo, son antologías de autores medianamente conocidos, consagrados incluso. Incluían no solo a autores argentinos, sino de otros países. Un concepto bastante distinto al que surgió en ese momento, que fue el de publicar antologías de autores nuevos. En ese contexto aparecieron muchos autores, entre ellos yo mismo, con algunos cuentos en algunas de estas antologías. Y eso generó un semillero en el que quedaron dadas las condiciones para que aparecieran estos dos primeros libros que mencionabas. Están escritos casi a la par. Los topos es una novela, pero empezó siendo un posible cuento, de este otro libro que es 76. Sale 76, por Tamarisco, justamente, y casi en paralelo sale Los topos, que era un libro que Tamarisco no podía producir, porque teníamos dificultades de financiación. Y como cae la posibilidad de hacerlo con Random House-Mondadori, que en aquel momento era Sudamericana, salieron casi a la vez. Esa fue mi experiencia, pero en ese momento hubo muchas experiencias muy parecidas de muchos autores, incluso de mis compañeros de editorial. Hernán Vanoli publicó por esa época su primer libro de cuentos, su primera novela… Violeta, lo mismo. Sonia ya había publicado su primer libro de cuentos hacía unos pocos años. Los domingos son para dormir, se llama. Lo sacó Entropía, que es otra de estas editoriales que nacían en aquel momento. Pienso en los años 2004, 2005, 2006, por ahí. Tuvo que ver con eso. Y pasar de ser autor inédito, a ser un autor con libros en la calle, era un poco lo que uno esperaba, pero un poco en contrario de lo que esperaba por su formación. Porque yo me formé en los noventa y a comienzos del siglo XXI, y era un poco inesperado. Después de la crisis uno pensaba que no publicaba nunca nadie más. Ni jóvenes, ni viejos ni nadie. Y sin embargo, en este universo, fue algo casi opuesto. Hubo muchísimas oportunidades, y así fue que aparecieron muchas escrituras, realmente. Inesperadas, ¿no?

MM: ¿Podríamos decir que formaron una vanguardia?

FB: No sé si una vanguardia, porque no sé si fue en los términos en los que uno piensa, cuando piensa en una vanguardia histórica. No había un proyecto estético detrás, ni nada, pero había ciertas ideas sobre qué hacer y qué no hacer. No había ningún manifiesto atrás. Son cosas que fueron surgiendo. Lo que sí pasaba, es que en lo que era narrativa (que en los noventa había quedado relegada por la poesía, porque a las editoriales grandes no les interesaba publicar autores nuevos) los narradores decidimos copiar el modelo de las editoriales de poesía de los noventa, para hacerlo por nuestra cuenta, ya que las editoriales grandes no nos daban bola. Funcionó a tal punto que las editoriales grandes terminaron asumiendo que era necesario publicar autores nuevos. Lo hicieron, y aun hoy lo siguen haciendo. Yo no sé cuáles son hoy los cupos para autores nuevos, pero veo que salen. En las grandes.

MM: Sí, no solo en Eterna Cadencia o en Entropía, es verdad. Bueno, Los topos sale en Random en ese contexto. Seguiste publicando en Random. Las chanchas es de 2014…

FB: Sí. Supongo que cuando una editorial apuesta a un autor…


MM: Tiene que sostenerlo, claro. Hay mucha queja, igual, con autores nuevos o jóvenes, acerca de la desaparición en las bateas de las librerías en poquísimo tiempo. He escuchado a colegas que dicen que a veces no conviene publicar en las grandes, por el escasísimo tiempo de exposición en las librerías. ¿Vos sentís que te han apoyado, que han estimulado tu carrera?

FB: Yo creo que hay que publicar en todos los lugares donde se pueda.

MM: Tipo Aira…

FB: Claro. Aira sería un extremo absoluto. Por esto que vos decís. Hay editoriales que te sostienen en el tiempo, y te mantienen visible. Con la visibilidad acotada que tiene una editorial chica. Y hay otras que te dan gran visibilidad en un momento preciso, pautado, de dos o tres meses y después te hacen desaparecer. Conociendo eso, uno tiene que tomar algún tipo de decisión. Este año, por ejemplo, saqué un libro con Excursiones, que es una editorial muy chiquita, de crónicas de mi trabajo como piletero, que se llama Piletas

MM: Acaba de salir…

FB: Salió hace poquito, sí. Yo estoy contento con eso, porque conozco a las editoras, soy amigo, prácticamente, entonces entiendo que va a haber un cuidado que en Random House no está. También soy amigo de mi editora en Random, pero entiendo que ella tiene otras obligaciones más urgentes en lo económico que poner a Bruzzone ahí o a cualquiera de sus autores de literatura, en general.

MM: Yo hablaba de si había vanguardia o no… Había una mirada bastante novedosa en los autores nuevos. Y se lo señala mucho en 76. Es una mirada diferente sobre un tema fuerte en la historia argentina y en la literatura argentina, que es el tema de la dictadura, la represión y los desaparecidos. ¿Vos sentís que tu mirada es diferente de la tradicional?

FB: Sí. Empecé a ver que era diferente cuando lo releí para la revisión hace un par de años. Porque en el momento en el que lo escribí y lo publiqué, pensé que era algo tan íntimo… Es un libro que si bien no es autobiográfico, tiene mucho material de mi experiencia como hijo de desaparecidos. No entendía bien cuál podía ser la lectura, más allá de mi propia experiencia como escritor, por haber escrito eso. Empecé a entenderlo cuando lo releí para la reedición, donde se agregaron dos cuentos, además. Hubo que volver a pensar todo el libro y yo estaba en otro momento como escritor. Creo que hoy no volvería a escribir ese libro, básicamente. Lo pude leer con cierta distancia, y entendí por qué se lo había mirado como a algo distinto con relación al tema de la dictadura. Hoy creo que si incurriera otra vez en trabajos literarios alrededor de estos temas, creo que todo eso estaría sujeto a la propia necesidad y mi experiencia de este momento, que a lo que yo pueda percibir de cómo funcionaría eso, para un lector hipotético de todo el conjunto de obras relacionadas con la dictadura militar. De hecho, ahora por ejemplo estoy trabajando sobre Campo de Mayo, que es como un imán que hay en mi vida, que es una guarnición militar donde funcionaron cuatro centros de exterminio. Todavía no está resuelto como obra literaria, pero ya lo hemos llevado a escena. Funciona como una conferencia performática, que cada tanto hacemos, y creo que el día en que logre redondearlo (no estoy muy lejos de hacerlo), va a tener mucho que ver con todos estos años en los cuales estuve viendo ese lugar, pensando en ese lugar, trabajando sobre eso, más allá de lo que implique en el mundo en general, de lo que significa Campo de Mayo para la historia reciente. Y para la historia actual. En realidad, a mí me interesa Campo de Mayo ahora. Qué me pasa a mí con eso. Lo que pueda significar para el resto, para la literatura en general, no es algo que me tire, digamos, para ningún lugar.

MM: Para los que no lo conocen (calculo que la mayoría, sí), Campo de Mayo es un monstruo gigantesco, que atraviesa un par de partidos del conurbano. ¿Vos vivís por ahí cerca?

FB: Yo vivo muy cerca, sí. Para mí es algo muy inquietante, interesante, muchas cosas. Siempre está la pregunta de para qué está, qué va a pasar ahí con eso, qué piensa la gente de eso, qué le gustaría que pase a la gente con eso. Muchas preguntas que organizan esto que estoy tratando de hacer con Campo de Mayo. Todavía no está cerrado, pero calculo que en algún momento se cerrará.

MM: ¿Creés que va a ser una novela?

FB: Hay una novela en camino con eso, está esta pequeña obra teatral que hacemos cada tanto, hay un documental en marcha, Es como un gran núcleo que todavía no sabemos bien para dónde va. Digo “sabemos” porque es la primera vez que no es algo que hago yo solo, La obra de teatro la hicimos con Lola Arias y con un actor amigo mío que se llama Lucas Balducci, el documental lo estamos haciendo con otra gente… Es un espacio un poquito más colectivo que lo que uno hace cuando se sienta a escribir una novela.

MM: ¿Y en esa performance actuás, leés, qué hacés?


FB: Doy como una especie de conferencia performática.

Comentarios

  1. Excelente entrevista. Tuve la oportunidad de conocer a Félix en Mar del Plata durante el Festival FILBA, la edición nacional que se llevó a cabo en Abril de 2015.

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  2. Resulta interesante "volver a escuchar" la entrevista que tuve la suerte de escuchar en La Nube

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