50 años de la muerte de Giovanni Guareschi
El 22 de junio se cumplen
50 años de la muerte del escritor y periodista italiano Giovanni Guareschi.
Participó de la Segunda Guerra a pesar de no haber apoyado a Mussolinni. Fue fundador y director de la revista satírica Cándido, que
representaba a la Democracia Cristiana. Fue autor de la saga narrativa
realista Don Camilo, que tiene como personaje principal a un
párroco de pueblo, que confronta permanentemente con un alcalde comunista. Libro
de Arena comparte una mirada sobre esta saga.
Por Ernesto Hollmann*
Giovanni Guareschi fue el creador de uno de los personajes más apologistas del cristianismo, ortodoxo: Don Camilo. El propio Cristo que le habla desde la cruz; tratando de apaciguar sus arrebatos impetuosos contra todo lo que no lo satisface.
"Don
Camilo" fue publicada en 1948, los años de posguerra en una Italia
devastada por la cruenta lucha Europea en aras de una mayor libertad y
convivencia entre pueblos. Cualidad que la historia no ofreció como alternativa
de supervivencia (más allá del euro y la unificación del continente).
Don Camilo es la personificación de la intolerancia hacia el otro, hacia el diferente, con la mención imprescindible que el autor hizo del cura de campiña, un ser lleno de defectos pero, extremadamente humano, querible y del cual no se puede prescindir en situaciones extremas, tanto buenas como malas.
Don Peppone es su antagonista y su amigo de infancia; un letrado (Camilo) y un iletrado (Peppone). Un católico avalado por el saber que le da su magisterio clerical y un obrero mecánico que tiene por estandarte un saber anclado en la supervivencia existencial, que lo convierte en el intendente de ese pequeño mundo imaginario y marginal. Y a quien el Partido Comunista transforma en la encarnación de la lucha social de un conglomerado de desclasados.
Ese es el núcleo central de la mayor novela satírica que Guareschi proporcionó a las letras italianas de la primera mitad del siglo xx. La obra es sin la menor duda, una toma de conciencia política desde la derecha italiana frente lo que vendría años más tarde.
Guareschi narra y tiene además una gran capacidad descriptiva de situaciones. Es impecable el capítulo de la vieja maestra que es enterrada, acompañada por Don Camilo y Don Peppone envuelta en la bandera de la monarquía. Hay un buen trabajo, además, con los personajes secundarios, y las historias paralelas a la principal: el enfrentamiento entre el vecino rico y el vecino pobre; la historia de amor, al mejor estilo “Romeo y Julieta”. No por nada ha sido una de las historias más llevadas al cine en todos estos años. Hay incluso una versión cinematográfica del siglo XXI.
Como paradigma de la narración cinematográfica de un texto literario, su versión suprema ha sido la que Julier Duvivier filmo junto al insuperable Fernandel interpretando al belicoso e irascible Don Camilo en 1953, con guion del mismo Duvivier y René Barjavel. Se puede ver en internet en versión original con subtítulos, en óptimas condiciones.
Lo que ha salvado del olvido y del tiempo a esta novela es la trascendencia de nuestras pequeñas y mezquinas luchas cotidianas contra nuestras propias intolerancias. Aquellas que no nos permiten ver en el otro una diferencia constructiva. Esa es sin duda uno de los mayores logros de esta obra que debe leerse en el presente como un goce visual y como un perdón a nuestros propios pecados residuales.
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