"Forma parte de mí escribir". Entrevista a Carolina Tosi, autora de La red del miedo

Con mucha alegría compartimos una primera producción crítica del Laboratorio de análisis y producción de literatura infantil y juvenil contemporánea, una reseña de La red del miedode Carolina Tosi y una posterior entrevista realizada a la autora a propósito de su novela.



Por Sandra Becchia*

“El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el tipo de miedo más viejo y poderoso es el miedo a lo desconocido” H. P. Lovecraft.

“No les tengo miedo a las computadoras. A lo que le tengo miedo es a la falta de ellas”. Isaac Asimov.


En el año 2275 la Tierra ya no es como la conocemos.
Luego del “Temblor”, hace diez años, las personas no necesitan preocuparse por el clima ni los peligros de la vida. Están conectados durante catorce horas a “la Red”, donde trabajan o “van” a la escuela. Todos viven en “Ciudad Virtual”. Todo su mundo está perfectamente controlado y cuidado por el ingeniero Odeim.
Los únicos humanos de carne y hueso con los que tienen un mínimo contacto son su familia más cercana: padres y hermanos. Y hasta por ahí nomás.
Pero no siempre fue así. Algunos, como Xul, nacieron en la superficie aunque ya no se acuerden de nada. En cambio otros, como su hermana Suyai, lo hicieron bajo tierra.
Es común escalar una montaña durante el recreo y más común que sus avatares (ése es su “cuerpo” la mayor parte del tiempo) se visiten virtualmente en “la Red”.
Un día, todo cambia para Xul y Suyai cuando el médico que los visita trae carta de su papá que sólo ellos tienen permitido leer. Ni siquiera su mamá puede enterarse.

¿Qué pasaría si, de repente, estás en otro lugar y todo lo que sucede es muy distinto a lo que te habían contado tus mayores?
La escritora Carolina Tosi, se pone en la piel de estos personajes que nunca vieron el sol ni saben cómo respirar oxígeno sin equipos de alta tecnología. No conocen un árbol ni una iguana. Un día deben tomar una decisión. ¿Será el miedo más fuerte que dejarse abrazar o sentir el sol en el cuerpo?

¿Cómo empezaste a escribir? ¿Para qué escribís?

Siempre me recuerdo escribiendo. Desde chiquita me apasionaron los libros, leer, imaginar como mundos posibles y concretarlos escribiendo. Luego, de adolescente, se concretó un poco más. Empecé a ir a talleres, a las ferias del libro y hablar con los autores… Después, cuando terminé el secundario tenía que elegir una carrera y estaba entre varias. Me volqué por Letras porque tenía que ver con todo esto que me gusta a mí. Después seguí trabajando como editora, correctora, siempre todo relacionado con los libros.
No te puedo decir por qué escribo o para qué. Es una vocación, una pasión. No puedo estar sin escribir. Cuando sucede algo en la vida cotidiana y no puedo escribir estoy hasta como de mal humor. Es algo visceral, lo necesito. Por eso no te puedo explicar racionalmente por qué escribo y para qué escribo. Creo que tiene que ver con eso, con mi vocación. Cada uno tiene la suya. Es algo que forma parte de mi subjetividad, algo indisociable. Forma parte de mí escribir.

¿Siempre supiste que querías escribir para chicos?

Mirá, lo que me pasa a mí es que no pienso en que escribo para chicos, o que hago literatura infantil, porque para mí es literatura y punto. Después, los destinatarios que se acerquen a los textos es otra cosa. A mí por ejemplo me ha pasado con varios textos. Uno es El sol escondido que lo leen chicos de toda la primaria, del secundario y hasta muchos adultos. Lo tienen ahí como libro que les gusta mucho por la temática, por lo que plantea la historia. Y eso que es un libro álbum, que a veces está este prurito o prejuicio de que como tiene poco texto es para chicos. Entonces me parece que escribo y los lectores se van apropiando de esos textos. Después se puede pensar en un posible destinatario. Es ahí donde las editoriales van catalogando en función de si es para chicos, para primaria, secundaria, etc. Para mí es muy flexible. Siempre pongo esta metáfora: escribir es como tirar una piedra al agua. Después no sé lo que va a pasar, qué ondas va a generar en el agua. A veces pasa con un libro, que lo lee un chico en el colegio y después lo va recomendando. Otras veces vienen las abuelas a decirme que les lleve el libro, que les gustó. O algún tío. O los padres. Trascienden un poco las edades. Ahora por suerte se aflojó un poco con ese prejuicio. Hasta hace unos años se pensaba en este sentido peyorativo de que la literatura para chicos es para “nenitos”, que no es pensada como un hecho estético. Ahora creo que se corrió de ahí. Es literatura que puede leer cualquiera, le puede gustar a cualquiera y puede emocionar a cualquiera. Obviamente va a depender de cada texto. Cada lector se conecta con el texto de determinada manera. De una manera diferente, siempre, uno con otro.

¿Cómo llegaste a escribir ciencia ficción?

A mí, en realidad, la ciencia ficción siempre me gustó mucho. Uno de mis primeros autores, que leí de chica, fue Julio Verne. Luego llegaron Asimov y Bradbury. Fueron los primeros autores que leí y quizás los que más me marcaron en ese sentido. Siempre le tuve mucho respeto a la ciencia ficción. No digo miedo sino respeto, porque es bastante complejo hacer una historia de ciencia ficción. ¿Por qué? Porque una tiene que pensar un mundo nuevo que va a suceder en determinada cantidad de años. Siglos. A veces busco características absolutamente particulares de ese contexto, entonces necesito pensarlo muy bien. Cuando empecé a imaginar la historia de La red del miedo, siempre cuento que lo primero que hice fueron gráficos. Tenía que contextualizarme yo primero y familiarizarme con ese nuevo espacio que estaba armando. Por eso hice diferentes zonas en un gráfico, como un mapa. Yo dibujo muy mal... Por suerte Pablo Zerda después lo pudo rearmar y es uno de los planitos que figura en el libro. Como la ciencia ficción siempre me gustó, se me ocurrió la historia y dije “bueno, obviamente esta historia que estoy pensando se ajusta a las pautas o el género de ciencia ficción”. Pero tampoco lo tomé así como muy concientemente. No pensé “voy a hacer ciencia ficción distópica”, no, para nada. Me surgió la historia. Primero la pensé muy bien. Hice estos gráficos y después me senté a escribirlo. Es más, creo que había hecho primero el índice como para estructurarme un poco. Para ordenarme. Porque a veces, cuando hago una historia sobre un mundo conocido, tengo ciertas certezas o ciertas precisiones que puedo manejar. Me parece un poco más tranquilo. Eso no quita que tenga que investigar, obviamente, sobre lo que escribo. En ciencia ficción pasa que soy la creadora de ese mundo. Por eso tengo que estar atenta a todos los detalles. ¡Porque los lectores de ciencia ficción son muy exigentes! Me pasa con los chicos. Muchas veces me hacen preguntas muy concretas. Investigan sobre ciertos datos que yo coloco. Por eso lo que te decía antes sobre el respeto por el género y el respeto por el lector.

¿Quiénes fueron o son tus referentes del género y por qué?

Como dije antes, hay muchos escritores. Mencioné tres para hacerlo más simple: Verne, que es para mí el pionero de la ciencia ficción, Asimov (me marcó muchísimo el cuento El racista. Fue un antes y un después) y Bradbury. Los considero pilares de la ciencia ficción. Lo que sucede es que muchas veces la ciencia ficción como género está subestimada. Para mí no tiene nada que ver. Yo creo que hay que ser muy cuidadoso cuando uno escribe ciencia ficción y es tan difícil como cualquier otro género.

¿Cómo fue que escribiste “La red del miedo”?

La estuve pensando bastante. Fueron algunos elementos los detonantes de esta escritura. Por un lado fijate que fue editada en el 2012. En esa época estaba todo este tema de que iba a finalizar el mundo y la profecía maya. Eso fue un desencadenante que estaba asociado a muchos otros fenómenos naturales que también pasaron ese año: un tsunami muy fuerte, terremotos. Entonces todo eso también me hizo pensar y construir el “Temblor”.
Después, relacionado con el tema de las redes, justamente, hacía poquito que me había sumado a facebook y me había impactado mucho eso de las redes sociales. Que alguien te considere amigo cuando ni te conoce, cuando nunca te vio. Luego hubo una noticia también ese mismo año. Creo que era un chico japonés que estuvo encerrado en la casa como dos o tres años. “Conectado”. Sin salir de la casa. Eso también me impresionó mucho.
Esto me hizo pensar. ¿Qué pasaría si los seres humanos debiéramos vivir así, “conectados”, aislados? Fueron dos años que este chico se perdió de ir al colegio, de estar con amigos. También pensaba en cuál fue el rol de los padres que se lo permitieron. Creo que eso fue lo más importante, digamos, los elementos que me influenciaron a escribirla.
También fue como una especie de desafío imaginarme a estos personajes, tanto Xul como Suyai principalmente, que nunca estuvieron en la superficie de la Tierra. Cuál sería la reacción que ellos tendrían al ver por primera vez un árbol, una iguana, respirar el oxígeno, recibir los rayos del sol.
Para mí eso fue una experiencia linda de escritura porque me tuve que poner en la piel de otro. Es lo que muchas veces hago con los personajes. Pero esto es algo que nunca viví. Necesitaba imaginarlo. ¿Cómo sería la primera vez que alguien ve determinada cosa? Me gustó mucho hacer ese ejercicio. En los colegios los chicos siempre me cuentan que les gustó esa idea. Entonces también los invité a hacer ese esfuerzo con otras experiencias: sensoriales, estéticas, etcétera.

Y si me lo preguntás a nivel editorial, Edebé me había pedido una novela. Entonces fui a María del Carmen Caeiro, la gerenta, quien me había convocado, a decirle esta idea que tenía en la cabeza (todavía no la había escrito ni nada), de ciencia ficción. En las editoriales muchas veces te dicen que hay que ver si entra en la currícula y ése era mi miedo. Porque ciencia ficción creo que se ve en sexto grado y esto era una novela que después la ubicaron para chicos un poquito más chicos, para quinto grado (diez años, tampoco tanto). María no tuvo ningún prurito con eso. Le gustó la idea y me apoyó para que la escribiera y después para editarla. Y como dije, es una novela que se ve en diferentes años.

¿Te ves como una autora de ciencia ficción o hay algún otro género que te interese más?

Por ahora no me encasillo en ningún género. Digamos que las historias se me van ocurriendo. Las escribo y después se verá en qué género entran.
He escrito de aventuras, de fantasía, cuentos cortos, libro álbum como El sol escondido que lo hice con Carolina Pratto, o algún otro cuento también, como El pirata Maremoto, que fue hecho con otro ilustrador. También escribí poemas, obras de teatro, cuentos históricos.
Trato de que no me limite el tema del género. También es cierto que me están pidiendo hace bastante la segunda parte de La Red. Igual no sé si la voy a hacer porque todavía no me “nace” hacerla, pero bueno, veremos... Entonces, quizás si hago esa segunda parte pueda seguir con el género. O por ahí en algún momento tenga otra idea en la cabeza y pueda escribir alguna otra obra de ciencia ficción. Por ahora no, por ahora estoy escribiendo historias que se ajustan o entran en otros géneros.

* Sandra Becchia es Diseñadora Gráfica en la UBA y ha cursado algunas materias de Edición. Realizó diplomaturas en LIJ en la UNSAM y el curso de posgrado en Gestión Cultural en la UNC.
Ha participado en muestras colectivas de ilustración como miembro del Foro de Ilustradores y con grupos independientes.
Actualmente se desempeña como Asistente General de la Asociación de Dibujantes de la Argentina y forma parte del equipo de coordinación de las Jornadas Profesionales para Ilustradores de la Feria del Libro.



La red del miedo
Carolina Tosi
Edebé, 2012.

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