Día del lector
Conmemorando el nacimiento de Jorge Luis Borges, -acaso el escritor argentino más importante del siglo XX-, se celebra cada 24 de agosto el Día del Lector.
Desde 2004 en Bibliotecas para armar trabajamos con lectores que se ponen en contacto con la literatura en diferentes contextos y que tienen, además, diferentes trayectorias personales de lectura. En el Programa hacemos hincapié en que esas diferencias sirvan como puentes y enriquezcan las actividades de promoción de la lectura que realizamos en distintas bibliotecas comunitarias de la Ciudad de Buenos Aires. Algunas reflexiones acerca de la lectura y los lectores, se relacionan fuertemente con nuestra búsqueda permanente en la manera de abordar la tarea. Es el caso de Graciela Montes, cuando en La frontera indómita, afirma:
"Pensemos por un momento en lo que ha sido la
lectura en nuestras vidas, sin dejar afuera ni al que somos ni al que fuimos.
Incluyamos (…) también al pequeño héroe que está atravesando el arduo bosque de
la alfabetización y avanza con una mezcla de audacia y de cautela sobre el
renglón escrito, sosteniéndose en el dedo para no caerse en el caos, topándose
con letras fáciles y con letras peligrosas, con señales que reconoce de
inmediato con una sonrisa y con otras que le envían mensajes confusos, que lo
sumen en el desasosiego, pero que por fin –arriesgando a veces una apuesta-
termina por conquistar, para su gozo. ¿Quién dijo que leer es fácil? ¿Quién
dijo que leer es contentura siempre y no riesgo y esfuerzo? Precisamente,
porque no es fácil, es que convertirse en lector resulta una conquista."
También
Borges, el homenajeado del día, ha dicho lo suyo sobre el asunto:
“Creo que la frase ‘lectura obligatoria’ es un
contrasentido; la lectura no debe ser obligatoria. ¿Debemos hablar de
placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, el placer es
algo buscado. ¡Felicidad obligatoria! La felicidad también la buscamos. Yo
he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y siempre les aconsejé
a mis estudiantes: si un libro les aburre, déjenlo; no lo lean porque es
famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo.
Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo; aunque ese libro sea
el Paraíso Perdido —para
mí no es tedioso— o el Quijote —que
para mí tampoco es tedioso—. Pero si hay un libro tedioso para ustedes, no
lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de
las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles
lectores de mi testamento —que no pienso escribir—, yo les aconsejaría que
leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores,
que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único
modo de leer.” (Borges
para millones)
En el
trayecto, aún en los casos en los que la lectura instala la tensión entre lo
trabajoso y lo placentero, intentamos que esto no sea un obstáculo para la llegada
a buen puerto de los lectores. Ese puerto puede ser una reflexión, una
actividad en otro soporte que haya partido de la lectura compartida, o
simplemente, la agradable sensación que se tiene al cerrar un libro que se
ha disfrutado.
La experiencia puede habernos resultado más sencilla o más trabajosa, pero la idea es que siempre podamos comprobar que ha sido enriquecedora para quienes realizan las experiencias directas en las bibliotecas y para los participantes que se acercan con expectativas, con deseo; y siempre con la voluntad de garantizar el acceso a la lectura.
Desde Bibliotecas para armar, saludamos en
este día a lectores y mediadores de bibliotecas comunitarias
y espacios de lectura, que semana tras semana y desde hace catorce años confían
en nuestras propuestas para realizar una parte de su recorrido por la
literatura.
Comentarios
Publicar un comentario