Las Brujas

Cerramos nuestro mes de homenaje a Roald Dahl, ese escritor genial cuya obra siempre da para que sigamos diciendo, para que sigamos descubriendo, disfrutando. En esta ocasión, una reseña acerca de una de sus novelas más famosas y más bellas, que fue llevada al cine -recientemente- por segunda vez.

Por Laura Inés Gutman*


“Da igual quién seas o que aspecto tengas mientras alguien te quiera”

Roald Dahl. Las brujas.


La bruja, la malvada de los cuentos de hadas, es esa horrible hechicera con sombrero en forma de cucurucho, de nariz ganchuda y dedos con uñas larguísimas, sedienta de agarrar niños inocentes con siniestros fines mágicos.

Sin embargo, algunas investigaciones sobre la brujería basadas en un cuidadoso estudio antropológico de los registros oficiales de los procesos por brujería en Gran Bretaña mencionan que el culto de la brujería era la supervivencia de un culto a la fertilidad que pudo haberse desarrollado antes en Egipto. Es decir que las brujas y las hadas, particularmente en Europa occidental, eran la representación de culturas primitivas que permanecieron ocultas por la acción de invasiones de culturas posteriores.

En la novela Las Brujas, el escritor Roald Dahl transforma a la bruja en un personaje en constante crisis con el mundo que la rodea. El personaje de la bruja está lleno de toques humorísticos y sufre transformaciones como cuándo ella intenta transformar a sus víctimas, los niños, en ratones. Las hechiceras adquieren un disfraz humano, la mayoría convertidas en buenas ancianas defensoras de la infancia.

La voz del narrador es la de un niño inglés de ocho años que nos cuenta su descubrimiento sobre las brujas, junto a su abuela, a partir de la trágica pérdida de sus padres en un accidente de auto. 

Tenemos que creerle, esa es la verdad, ya que él, habiendo sido convertido en un astuto ratón es la clara representación de que las brujas existen. 

Con mucho sentido del humor y algunos condimentos del género de terror y suspenso, el autor propone una aventura fantástica y resuelve los conflictos con momentos repletos de ternura.

Mediante los recursos narrativos se va desplegando la vida misma, con sus sinsabores y sus injusticias; sin embargo el amor entre la abuela y su nieto logra superar los peligros y enfrentar los horrorosos planes que La Gran Bruja impone en el Congreso anual de Brujas para exterminar a los niños.

En la novela se describe con detalle como reconocer a una bruja, cosa que no todo el mundo sabe.

Por eso y por muchas otras razones, entre otras, las magníficas ilustraciones de Quentin Blake, les recomiendo leer Las Brujas de Roald Dahl. 

A mí me la recomendó mi nieto, y me alegra mucho haber podido compartir con él esta aventura.

La bruja como personaje en la literatura infantil-juvenil se encuentra siempre en el contexto de una historia que ayuda a generar experiencias. 

Al heredar el término bruja se heredan, generación tras generación, todas las representaciones, ideas, o símbolos que sobre el personaje han existido y seguirán existiendo.  


* Laura Inés Gutman, Intérprete titiritera y de música popular. Licenciada por la UNA en Artes del Movimiento. Egresada del Teatro Colón en Regiè y de la Escuela de titiriteros del Teatro San Martín. Docente universitaria en la Licenciatura en Musicoterapia UBA.



Las brujas

Roald Dahl

Loqueleo, 2015.


 

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