Viaje dentro de un viaje
Se termina marzo y se termina el tema de la literatura de viajes en Libro de arena. Cerramos el mes con esta nota en la que Ángeles Durini cruza los viajes personales con los viajes de las hermanas March, su familia literaria preferida.
Viaje dentro de un viaje
Por Ángeles Durini
Zambullirme dentro de la familia March me da el mismo placer que los encuentros con viejos amigos, con los que nos vemos muy de vez en cuando porque no vivimos en el mismo país, pero que al vernos nos sentimos como si nunca nos hubiésemos despegado. A la familia March le pasa lo mismo conmigo. Se meten en mi casa como yo me meto en la suya. La familia es consciente de mi presencia como yo soy de la suya. Así me siento con ellos, así se sienten ellos conmigo. A aquel que no crea que los March son conscientes de mi presencia, le pregunto: ¿cómo hacen, si no, para contenerme, alegrarme, conversar conmigo? ¿Por qué acudo a ellos cuando hay algún dolor que quiero olvidar? Ellos viven, de alguna manera, en una estantería de mi casa. Cerca pero lejos. Como los países vecinos, cerca, pero con cruce de fronteras. Olvidar por ejemplo que mi hijo se volvió a Australia después de una visita, seguir pensándolo todavía acá, cerca, oír su voz, sus chistes, su alegría. Zambullón en la familia March que me contiene, sí, lo compruebo, me da alegría saber de sus vidas, me distraen. Aunque haya entre las cosas que me cuentan, algunas muy tristes. Yo los consuelo también. Así, coinciden varios viajes: la ida de mi hijo al país lejanísimo, mi cruce del charco y el encuentro de mañana en el casamiento de María en Montevideo con amigos y parientes con los que hace dos años o más que no nos vemos, pandemia y vida mediante, pero que sé que en cuanto nos veamos será como si no nos hubiésemos dejado de ver, y el viaje por las páginas de Aquellas mujercitas, de Louisa May Alcott, que transito ahora en la playa, y que me cuentan de un viaje, el de Amy, a Europa. Me encuentro, me vuelvo a encontrar, con un cambio de expectativas, no solo para los personajes sino también para los lectores. Todos habíamos imaginado, incluso Jo, que la que iba a viajar sería ella. Y sin embargo la tía elige a Amy. Cuando era chica, todas las veces que leí Mujercitas Amy me pareció una superficial. Pero no me dio la misma impresión las veces que lo leí de adulta. Amy es quizá la más adelantada de su época, incluso a lo mejor, un poco más que Jo. Ella es la más adaptable a los cambios, es práctica, aventurera y, sobre todo, sabe disfrutar de lo que se le presenta. Y se le presentó el soñado viaje a Europa. Viaje de aprendizaje que le será fundamental para decidir los próximos pasos de su futuro, tanto en la pintura como en el amor. Y en el amor la envidio un poco porque se casó con Laurie. Viaje que Jo se pierde por no adaptarse a la manera de ser de las personas. Leer el viaje de Amy me distrae de la tristeza de pensar que mi hijo se fue tan lejos, a lo mejor es Australia para él lo que es Europa para ella. Como sea, la charla con los March me entretiene, me contiene como contienen las charlas con amigos que vemos cada tanto porque no vivimos en el mismo país, pero que cuando nos vemos las palabras fluyen como si nos hubiéramos visto ayer.
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