Donoso sin límites



Durante su estancia en la casa del escritor Carlos Fuentes, en México, José Donoso escribió El lugar sin límites, cuando estaba obsesionado por concretar El obsceno pájaro de la noche. En es desvelo surgió el personaje La Manuela, el travesti protagonista de una historia repleta de máscaras en donde nadie es quien quiere ser. Libro de arena publica un comentario de lectura como cierre de la semana dedicada al escritor chileno, en el aniversario 90 de su nacimiento.


Por Karina Ferreyra*



De casualidad entré en un lugar del que no tenía noticia. Entré por el título que de inmediato me atrajo. No sé si la casualidad existe pero me gusta pensar que esas palabras, que esa combinación, fueron las que me llevaron a conocer El lugar sin límites. Estaba ahí solito el libro, reposando en un estante ajeno, de una biblioteca ajena, y cuando lo tomé mi tía, que era la dueña, rápidamente se apresuró a recomendar y prestar. Ya hace mucho tiempo de este encuentro. Me preguntaba qué serían los límites, ¿de qué tratarían? ¿Se trataría de un concepto abstracto, de la falta de control, de una idea de eternidad, de un tormento sin fin, de un infierno interminable? Algo de eso encontré en su lectura. La novela de José Donoso presenta un mundo loco en que se mezcla el deseo de poder de personajes que ambicionan más allá de lo posible y que se parecen demasiado a personajes de lo más reales, de los que conocemos de la vida social y política de la historia latinoamericana. Como en el burdel donde La Manuela se trasviste para quitarse el lastre de ser el Manuel González que no quiere ser, toda la historia juega de otras maneras a trasvestir, por ejemplo con una naturaleza que se agarra de los personajes hasta devorarlos. Los personajes son comparados todo el tiempo con animales, con perros, mulas, gatos, gallos, pollos, burros que caracterizan sus actitudes o comportamientos, y que representan el temor o el poder según la necesidad, la sumisión o el control, la masculinidad o femeneidad supuestas, las versiones que de estas nociones tienen los personajes y con las que se identifican o de las que se niegan. Los extremos y los opuestos están trabajados también desde las calificaciones del reino animal. Hay en esta historia fascinante, de convergencia de pesonajes que exhiben las cualidades que se contraponen, una búsqueda de trascender los límites. Fascinante es el término, uno se encariña con El olivo y sus habitantes, con La Manuela, como con la Japonesita, uno quiere que sus realidades cambien, que sus sueños se concreten, que llegue la luz, o las obras viales, que prosperen, que se diluya el gobierno de los “dueños” del poder local. Todo eso pasa cuando leemos el libro de Donoso. Albergamos una tibia esperanza, imaginamos que el final tendrá una oportunidad para la felicidad y la alegría, que igual ya sospechamos nunca llegarán. El lugar sin límites es el lugar en donde todos los personajes desean más de lo que son, más de lo que les corresponde o más de lo que es posible. Y quizá ese sea el desborde mayor, como el de los sueños que se tornan inalcanzables y hasta infernales. El libro nos gana, nos conquista, nos puede.



El lugar sin límites

José Donoso

Barcelona, Alfaguara, 2011











*Karina Ferreyra: es profesora de inglés, trabaja con chicos en escuelas e institutos y aprovecha cada oportunidad para leer literatura.

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