María Fernanda Maquieira y Valeria Sorín: "El libro para niños o adolescentes le tiene que gustar al editor primero que a nadie."

La seguna parte de la charla con Valeria Sorín y María Fernanda Maquieira ayudó a pensar la Literatura infantil y juvenil y reflexionar acerca de su lugar dentro del campo literario y la edición. La conversación, coordinada por Mario Méndez, retoma en el punto en que se discutía la relación del editor con el autor del libro y las negociaciones sobre el sentido, la escritura, el estilo de los libros que se van a publicar, como parte de la tarea que hay que estar dispuestos a hacer. Libro de arena comparte esta última parte en que se habló del público y sus edades, de los temas específicos que atrapan a los lectores según las etapas de la vida, del vértigo de las sagas o libros que salen en serie y la voracidad de los lectores.



Asistente:
¿Ustedes se sienten reconocidas por los autores con los que trabajan?

María Fernanda Maquieira: A veces, sí, y a veces, no. En general, sí. Es muy reconfortante. Podés tener malas experiencias con alguna gente con la que no te llevás bien, o que no se banca lo que vos le proponés. Somos todos humanos, y a veces los egos no te permiten ser tan abierto para escuchar que hablen mal de un libro tuyo, que es como tu hijo. Pero en general las experiencias son buenas y gratificantes.

Valeria Sorín: Hay de todo como en botica. En general he tenido buenas experiencias, pero manejo menos cantidad de autores que María Fernanda, y eso es una ventaja, porque tarde o temprano terminamos tomando una cervecita. Hace poco alguien me preguntaba cómo hacía la devolución. Y la verdad, es que con diferentes autores, hay estrategias diferentes. Está el que va a controlar letra por letra. Su original versus las correcciones. Está el que frente a eso se volvería completamente fóbico, y tiene la sensación de que hay más correcciones que las que uno sugiere. A mis alumnos de Edición, les recomiendo hacer dos copias, del material que sea. Una es sólo para nosotros, entonces somos totalmente libres. Como lectora, tengo mis deseos, mis opiniones, pero no necesariamente son las que luego le expreso al autor. Hago mi propio tamiz intelectual. Y luego, en general, en la mayoría de los casos en los que se pueda (porque trabajo también con gente a distancia y a veces es imposible), prefiero entregar una copia impresa con una carta previa en la que le digo qué cosas me encantaron y qué cosas me parece que no van. Luego, adentro, las justificaciones. Y todo eso, jerarquizado. Trato de hacer una estrategia de comunicación, para que ese autor lo reciba de la mejor manera posible, pero no todos los autores necesitan lo mismo. Está el que necesita mail y llamado, el que necesita original y cafecito… Es un trabajo muy basado en lo vincular.

Mario Méndez: Una pregunta odiosa nunca viene mal. ¿Qué pasa con esos autores, que los hay, no voy a dar nombres pero hay editores que me han dicho que a tal o cual no le podés tocar una coma? Y es gente de renombre. ¿Qué pasa?

MFM: Terminás tocándole la coma. (Risas). Al que te dice que no le cambies absolutamente nada, si tenés una justificación para la corrección que estás haciendo, porque es un error gramatical, o es algo de estilo y la corrección le va a mejorar su texto, nadie se va a negar.

MM: “Sin embargo le gustó” diría Les Luthiers. (Risas).

MFM: Salvo que haya una cuestión de contenido o de gusto o de estética. Eso puede pasar. Que a vos no te guste que el personaje haga tal cosa. O que no te guste el final. Tengo el recuerdo de un libro maravilloso de un autor, y que a mí no me gustó el final. Lo llamé, le dije que su novela me había encantado y que íbamos a publicarla, pero que no me bancaba el final. Y le expliqué los motivos. Y me dijo que no pensaba cambiarlo, y que si yo quería el libro, iba con ese final. Se puso muy duro. Y finalmente, respeté su decisión, de dejar ese final. Por supuesto, lo publiqué porque me parecía un libro espectacular, pese a que a mí me parecía que haciéndole un cambio, iba a ganar. Él estaba totalmente convencido, y no hubo manera. En ese caso, la última palabra la tiene el autor. Si vos le marcás que tiene una coma separando el sujeto de predicado y que eso no es correcto, o que una frase tiene muchos gerundios, y el autor te dice que lo quiere así, bueno, es su libro y su decisión. Hay un punto de inflexión. Es una negociación como todas.

MM: Otro tema de los que venimos hablando hace bastante y se los anticipé es el de la novela juvenil. Hemos tenido charlas con autores que consideran que la llamada “novela juvenil” es una invención de la industria editorial. Que no es un género en sí misma, sino que es una novela para adultos, que se ha publicado en este nicho que es el de la novela juvenil. Y hay otros que están convencidísimos de que la novela juvenil existe, y que tiene esa entidad. Yo creo esto último, ¿ustedes?

VS: Preferiría pensar que es literatura, y que la literatura permite ser leída por público desde dos años o desde otras edades. Preferiría pensar a la literatura infantil como un campo y no como un género. Y preferiría, en este caso, no pensar como un género a la literatura juvenil. El género ahí pasa por los tipos de narrativa. Sí, hay ciertas especificidades respecto del destinatario, y en esto las editoriales tenemos un peso alto. Hablábamos hace un rato de esos libros que uno no sabría clasificar. Te llega el original y no sabemos si pasa por María Fernanda o pasa por el editor de adultos de la editorial. En ese sentido, sí creo que es un poco más comercial, en el sentido de que sus efectos lo son. A los trece años, nosotros leíamos literatura que no estaba en una colección juvenil. Leíamos a Poe, a Bradbury o El señor de los anillos, antes de pensar que era juvenil. La tapa de una colección juvenil condiciona a que la mayoría de los adultos no se acerque a ese libro. Y que esté en el sector de adultos de la librería condiciona a la maestra o a la profesora a que nunca se acerque para usarlo para la escuela. O para pensar en compartirlo con sus alumnos. Los narradores, hacen cosas fabulosas. No hay tapa ni referencia. A un narrador le gustó la historia, y la narró. Me cuesta pensarla como género. Prefiero no pensarla como género.

MM: ¿Y vos?

MFM: A mí me gusta pensar en la literatura juvenil. Siento que es una literatura de ese momento particular de la vida, un poco como una bisagra entre la infancia y la adultez. Ese momento del medio, que es muy variable, no es igual para todas las personas. A veces empieza un poco antes, a veces termina muy tarde. El otro día estaba hablando con Eduardo González, que estuvo acá, un psicoanalista que se especializa en adolescencia, y hablaba de esa adolescencia tardía. Esa etapa que parecería que empieza a los doce y termina a los treinta y pico. Eso, que empieza antes o después, y que dura más que en nuestra época, y que es como un momento de transición, creo que va acompañado por cierto tipo de literatura. Por ciertos autores y cuestiones que tocan fuerte a esa edad. Esos libros a veces están en colecciones juveniles y a veces no. El señor de los anillos, o cuentos de Poe, Quiroga, Cortázar que todos hemos leído, han atravesado la adolescencia de muchísimas generaciones, ahora, en muchos casos, van “envasados” en colecciones juveniles, pero en definitiva son libros un poco móviles, y que también incluyen a los adultos. Muchos de estos libros son lo que se llama cross over. No es lo mismo leerlos ahí que leerlos después, es un impacto especial a esas edades de descubrimiento de un nuevo mundo. Te pegan de una manera especial, porque tocan ciertas fibras, de cuestiones que te pasan a esa edad, y que está buenísimo leerlos en ese momento. Como nombramos, El curioso incidente del perro a medianoche, o El inventor de juegos, de Pablo De Santis, o Los juegos del hambre que es una saga que ahora está muy en boga, maravillosa… Las ventajas de ser invisible, El cazador oculto… Nombro libros más nuevos y más viejos, pero que están en esa bisagra. Yo creo que hay una literatura para ese momento.



VS: Ustedes disculparán, me sale la vendedora de Feria. Nosotros publicamos ahora nuestro primer libro de Juvenil, que tiene que ver con este conflicto, porque es El jorobadito, de Arlt. ¿Le cabe al adolescente? Sí, le cabe a cualquier persona que trabaje sobre el merecimiento del amor. El tema de merecer el amor aparece fuertemente en la adolescencia, pero es un tema que nos acompañan.

MM: Yo diría ahí, para quedar bien con las dos, que si bien no se va, en un momento es más fuerte.

VS: Sí, es iniciático. Una de las cosas que nos pasaba cuando decidimos publicar El jorobadito, fue que, perseguimos durante dos años a Luis Scafati diciéndole: “Lo que quieras, a tus pies.” (Risas). Y un día nos llamó y nos dijo que tenía algo para nosotras, que estábamos rendidas, rogando por poder cumplir con sus deseos. Y él quería hacer El jorobadito, y quedó divino. Pero además de la ilustración de Scafati, que la hace pensando en los personajes de cierta época, el tema es cómo interpela esto al lector actual y a un lector adolescente. Arlt escribe en lunfardo, dialoga con la cultura popular de la época y de sus contemporáneos, o sea, con la ópera. El personaje del jorobado se llame Rigoletto por relación con la ópera. El texto habla de mitos griegos. En el conventillo todo eso era materia de todos los días. ¿Cómo hago yo, como editora, que no puedo tocar ese texto, porque además el autor falleció, y esto ha sido muy publicado... cómo hago para cuidar a ese lector? Algunas estrategias se nos ocurrieron. Hay una frase que decidimos marcarla en negrita, es una burla de mucha altura en la que el jorobado le dice al personaje principal: “Se nota que usted está hecho de la materia que están hecho los cornudos”. Decidimos incluir sólo dos notas, porque no era una edición anotada. Pero discutimos mucho qué notas. Y decidimos agregarle la letra de una canción que se llama “El jorobadito”, y que grabaron Ataque 77 y Los Auténticos Decadentes. Una forma de tratar de establecer esos vínculos con la cultura popular. Ahí es donde uno atiende fuertemente a que esto tiene un destinatario juvenil. Si tuviera un destinatario de cuarenta años, marcaría otras interpelaciones. Quizá Ataque 77 también le cabría. También, uno en el juvenil supone que hay un lector en desarrollo, por eso le cabe a todos los lectores en desarrollo. Hace poco recomendé ¿Quién soy? para una no lectora que buscaba un material sobre la dictadura, puntualmente motivada por la restitución del nieto 114. Le dije que tenía un libro que podía prestarle. Es un riesgo, de que no lo devuelvan nunca, pero bien será ese destino, para ese libro, que a mí me parece mucho más adecuado para un no lector, que lo que buscaba esta muchacha que era el Nunca Más. No quiere decir que no se encuentre con ese libro, pero el texto de Mario, o el de Iris, van a ser más amenos. Se trata de pensar en estos libros que empiezan en una edad, pero van para arriba. No dejan afuera al adulto. Cualquiera de nosotros que se acerca a un libro para niños o adolescentes maravilloso, nos va a gustar como lectores. Esa es una de las primeras cosas que hacemos los editores. Nos tiene que gustar a nosotros primero que a nadie.

MM: Aunque sea para primerísimos lectores.

VS: Por supuesto.

MM: Y ya que hablabas de ¿Quién soy?, en la serie azul de Alfaguara, recomendada desde los doce años, está publicada Rompecabezas, que es una novela que escribió María Fernanda. No voy a decir el final, pero está de entrada, este personaje, Oma, que es una Abuela de Plaza de Mayo, y en la novela estos temas circulan todo el tiempo. Puntualmente, la cuestión de las desapariciones y la búsqueda de la identidad. Además de otros muchos, porque aparece también Malvinas…

MFM: Porque la novela transcurre en el año ’82. La historia comienza en marzo, cuando empiezan las clases, y transcurre hasta septiembre u octubre de ese año, se cuenta la vida de una niña que es la protagonista de la historia, una niña que no tiene papás, que vive con Oma, y que siente que en su vida faltan algunas piezas. Ella no sabe algunas cosas de su historia familiar y trata de averiguarlas. Esa es la idea central.

MM: La novela es muy interesante. Les recomiendo que la lean. Pero la pregunta, además de como escritora, es como especialista y editora. ¿Cuán difícil fue presentarse a lectores especializados que no eran vos, con este libro?

MFM: Fue difícil. Hace dieciocho años que soy editora, y que ese es mi trabajo principal. Antes de eso fui docente en distintos ámbitos, trabajé en talleres literarios para niños en una librería… Siempre hice de todo un poco, pero siempre vinculado a los libros, a la literatura, y sobre todo, a la literatura infantil y juvenil. Pero quizá ese trabajo no me permitió el espacio de la escritura propia. Pero es un proyecto que tenía hace bastantes años. Me llevó cinco años escribir esta novela. Pero la tenía en mi cabeza hace unos cuantos más. Lo hice sin que nadie lo supiera, en los huecos de tiempo libre que tenía, que son pocos, y fui avanzando por una decisión de hacer algo placentero, y sin ningún objetivo de publicación. Pero cuando terminé de escribirla y la di a leer a algunas personas, me animaron a que diera ese salto. Para mí fue muy difícil, porque no sabía qué hacer. Lo comenté en la editorial en la que trabajo, y me dijeron si les permitía decidirlo a ellos. Me puse en las manos de compañeros y jefes, les di el libro y les dije que lo vieran como si el que lo hubiera escrito fuera “equis”. Se tomaron el tiempo y me citaron, como si fuera una escritora que venía de otro lado, a una reunión para hablar de la novela. Y me dieron la alegría de que la quisieron. Yo les había dicho que la leyeran sin ninguna obligación, y que ni siquiera sabía si quería publicarla. Que la mostraba porque alguna gente me había alentado a hacerlo. Y que, incluso si me decían que no les parecía ético que la dejáramos en la editorial, me la guardaba en mi casa o la llevaba a otro lado, que no tuviera nada que ver con Alfaguara, que ni siquiera fuera competencia. No quería que hubiera ningún ruido. Y ellos me dijeron que no me la llevara a ningún lado, y que la querían ahí. Fue una linda historia y me gustó hacerlo. Lo disfruté mucho. El libro salió el año pasado, y estoy en la etapa de empezar a recibir comentarios de lectores, algo muy reconfortante. Muy lindo.



MM: ¿Estás yendo a escuelas?

MFM: Sí, me están invitando. Los chicos me preguntan cosas, me dan sus opiniones. Son muy tiernos. Es muy placentero. Pero lo que más me gustó de todo fue escribirlo. Ese proceso fue muy interesante, y tuvo dos editoras maravillosas, y yo fui muy obediente. Es tan importante el lugar del editor, porque te hace ver cosas que vos no ves. Había cosas de las que no me había dado cuenta y las editoras me señalaron. Me hicieron comentarios muy ricos y muy positivos que tomé con muchísimo gusto. Para mí, es fundamental esa figura.

MM: Cuando una consagrada como Liliana Bodoc recibió el premio El Barco de Vapor, por El espejo africano, dijo públicamente que agradecía a sus dos editoras, porque ella está convencida de que los libros terminan en la edición. Por eso agradecía el trabajo. Desde una humildad y una lectura inteligente, de que realmente, el editor trabaja con otra mirada y enriquece.

MFM: Le aporta valor al texto que después se va a convertir en un libro. Porque le agrega un paratexto, unas ilustraciones que son otra cosa, otro lenguaje, y que siempre aporta otras lecturas al texto.

MM: Bueno, en el final, normalmente, los que quieran hacer preguntas que a mí no se me hayan ocurrido, es el momento.

Asistente: Yo quería saber si perciben que hay alguna demanda de alguna temática en particular. Algo que se reclame desde los lectores.

MFM: Hay algunas modas, corrientes, ciertos géneros, o temáticas que van circulando. Y últimamente, me parece que el foco está más puesto en el realismo. Hace un tiempo, había más demanda o producción de fantasy, de género fantástico en general, de distopías, y me parece que ahora hay necesidad de textos más realistas. Por lo menos, en lo que yo veo en el mercado y, principalmente, en juvenil.

VS: Otra cosa que pasa mucho en este momento, es que estamos atravesados por las series. Entonces, el lector va con cierto apetito de continuidad. Llamalas sagas, llamalas como quieras. El lector quiere que la cosa ya esté. Dos, tres, cuatro. Queremos la precuela y lo que pasa después. Y además, lo queremos todo ya. Creo que esa es la característica que ha cambiado desde hace quince años a ahora. Estábamos acostumbrados a que una telenovela o una serie se veía una vez por semana. Y nadie se moría en el medio. Y hoy, parece que si terminamos de ver el capítulo doce, y no tenemos el trece a continuación, no vamos a poder dormir en toda la noche. Ese consumo de las series que viene de la televisión, la computadora o el DVD, y que uno compra las cinco temporadas enteras, sin poder esperar una temporada de un año al otro (yo casi me muero el año pasado, cuando terminó la primera temporada de House of Cards, y tuve que esperar ocho meses para la segunda). Esto ahora está pasando con el apetito por la literatura. Sólo pude ser consciente de esto cuando empecé a revisar los Booktubers, que es el sitio en You Tube de los adolescentes que reseñan literatura. Agarro veinte, para una nota para la revista y está lleno se reseñas de sagas. Te das cuenta de que necesitan las sagas.

MFM: Es cierto lo que dice Valeria, de que se van acortando los tiempos. Parece que si a los dos o tres meses no sale el segundo y después el tercero no sé qué va a pasar con el público. Me parece que eso es cierto y que no hay que entrar en esa locura, porque es agotador. Nosotros publicamos los proyectos locales, y traemos los proyectos que se hacen en España. Muchos de los títulos juveniles vienen de afuera, como la saga Crepúsculo, que ya parece antigua porque salía cada dos años. Parece como de otra época. Ahora, a los dos o tres meses ya tiene que estar el segundo.

MM: Cuatrocientas páginas…

VS: Mil quinientas de Game of Thrones

Pablo Medina: Esto no es nuevo. Pasó con la serie de Mujercitas. Lo hace Atlántida, lo hace Kapelusz, y tiene que ver son los chicos que gustan de los libros. Yo tengo un club de lectores que tiene treinta años, y tengo lectores que empezaron a los diez, once meses con los libros de plástico. En algún momento, piden cosas que hoy no están en circulación. Es un gran abanico el de los lectores. Y las colecciones están y siguen estando. La colección Robin Hood había sacado la única colección de ciencia ficción. La leyó un abuelo, que le contó al padre, que le contó al hijo. Y hubo que prestarle una de las que tengo en la biblioteca. Es lo insospechado de los lectores. La lectura de las sagas, o de los libros de Salgari, por ejemplo. Con esta cuestión de Cortázar nosotros hicimos una Exposición en la Feria del Libro del Correo. Había videos de Cortázar, que cuenta cuando empezó a leer de chico a Julio Verne. Y entonces, de pronto una maestra te decía que quería saber más de ese libro que él había tomado como de cabecera. Y no lo consigue en ningún lado. Me parece que la función de la literatura, de las editoriales y de las librerías, provoca la pregunta del lector. Como decía Borges, que cuando no se preguntaba algo, dejaba, abandonaba. El asunto, la clave, me parece que está en cómo uno lo contesta y lo estimula. Todo sirve. Aún la peor literatura.

Asistente: Hay cosas que no se pueden separar. Por ejemplo, a Verne de su editor. Por la motorización que produjo el editor sobre Verne. Lo mismo pasa con el folletín y su continuidad. Esa presión de publicar a tiempo siempre existió.

MM: Acá está Mateo que quiere decirnos algo.

Mateo Niro: Bueno, si no queda ninguna pregunta, ante todo pido un aplauso, (Aplausos) y fundamentalmente quiero agradecerles por estar acá, y por reflexionar sobre estas cosas. Agradecer a las especialistas. Mario siempre propone hacer una mirada sobre el bosque, y después sobre los árboles que son los autores. Valeria y María Fernanda nos dieron la posibilidad de reflexionar sobre la literatura como campo, y además sobre la edición, y las distintas maneras de entrar en el tema. Agradecerle a Mario el trabajo que hace diez años hacemos juntos en el Programa Bibliotecas para Armar, y que quiere aportar un granito de arena a la promoción de la lectura. Y agradecerle a Pablo que nos permite estar en su casa, y pido un aplauso también para él. (Aplausos). También están los libros, y la revista Cultura LIJ, que pueden comprar. Los invito a acercarse al ciclo de Cine y Literatura que empieza pronto en Hebraica y que también está a cargo de Mario, que está cansado de ganar plata, y que en este caso, se llama Cine de Autor.


MM: Acá nos vemos de nuevo el lunes veinticinco. Y antes de despedirnos les pido nuevamente un aplauso para Valeria y María Fernanda. (Aplauso final).

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