Bioy centenario

A quien hizo de la precisión discursiva una de las características distintivas de su estilo, un sello de calidad, y una identidad del relato latinoamericano, ¿es posible no celebrar? A cien años del nacimiento de Adolfo Bioy Casares (1914 - 1999), Libro de arena propone recorrer algunos aspectos de su vida y de sus textos a través de artículos, notas y comentarios que se publicarán a lo largo de esta semana a modo de homenaje.




La precisión y prolijidad de los mundos fantásticos que en su obra fue elaborando, la organización lógica, calculada, ajedrecística y geométrica que componen los universos ficcionales de Bioy Casares convienen seguramente a su figura y su estampa. Esta conexión tan poco probable como cualquier otra que vincule la obra de manera directa a una cualidad o aspecto de la personalidad del autor resulta, sin embargo, no una forma de explicar los textos sino una forma de lograr una imagen que ajuste al escritor a sus textos. Por algo se lo reconoce a Bioy como el escritor latinoamericano de elegantes relatos fantásticos. En el despliegue de sus argumentos insisten ciertos temas específicamente fantásticos que, por supuesto, hacen eje en lo inexplicable, en la superposición imposible de objetos o espacios, en la confluencia de temporalidades, o realidades mutuamente excluyentes pero concurrentes, siempre tramadas según un orden opuesto a la razón exaltado aún más por la construcción de una organización verbal exquisita, cuidada, irrefutable. Esa insistencia es precisamente, bajo la forma retórica de la paradoja, la que se impone al lector como una fuerza discursiva que obliga a aceptar el orden de las cosas. Quizá no siempre fue o es aun hoy un escritor justamente conocido, es por eso que alientan las iniciativas para renovar ediciones y acercarlas a distintas franjas de lectores, en formatos atractivos, como la que propone la editorial Emecé con la excusa de este aniversario y es noticia en estos días. El mundo de los círculos culturales que frecuentaba lo unió a su pareja literaria y esposa, Silvina Ocampo, y su amigo Jorge Luis Borges, con quienes produjera la famosa Antología del cuento fantástico (1940). Con su mujer escribió en colaboración Los que aman, odian (1946). Con los seudónimos de B. Suárez Lynch, H. Bustos Domecq, B. Lynch Davis y Gervasio Montenegro, Bioy y Borges se dieron el gusto de publicar sus conocidas obras en colaboración: Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), Dos fantasías memorables (1946), Un modelo para la muerte (1946), Crónicas de Bustos Domecq (1967), Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977) y también a dos guiones cinematográficos, Los orilleros y El Paraíso de los creyentes (ambos de 1955).  En su libro Borges quedan las anécdotas más íntimas y la relación de amistad al desnudo que unió a ambos escritores. La producción narrativa de Bioy Casares fue tanto original como prolífica y le vale su reconocimiento en nombre propio. Cuentan entre sus novelas y libros de cuentos los siguiente títulos: La invención de Morel (1940), Plan de evasión (1945), El sueño de los héroes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969), La trama celeste (1948), El lado de la sombra (1962), Historias desaforadas (1986); fue Premio Cervantes en 1990.

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