Una imagen de Bioy

Libro de arena celebra en cada lectura la posibilidad que cada lector abre de pensar los textos a partir de sus impresiones. En este caso comparte el recorrido de Damián Dolcera sobre la algunos de los libros de Bioy Casares, el escritor homenajeado por el centenario de su nacimiento. 


Por Damián Dolcera

Trato de pensar en la imagen que tenía de Bioy antes de leer alguno de sus libros y creo que era de subestimación. No podría afirmar que es una valoración extendida en mucha gente, pero muchas veces se piensa que Bioy tuvo la difusión que tuvo por su cercanía con Borges. No sólo eso, sino que el hecho de haber pertenecido a una familia de mucho dinero (los Casares eran dueños de La Martona, una exitosa empresa tambera) y su fama de bon vivant hacen que su obra se pierda un poco de vista.
Sin embargo, me inclino a pensar que ese entorno, al margen de ayudarlo, también conspiró para que él sintiera la necesidad de demostrar de qué madera estaba hecho. Demostrar que no sólo era un mimado, un niño rico al que todo le salía bien porque contaba con todos los recursos, sino que era un gran escritor. Y Bioy era muy consciente del esfuerzo que esto conllevaba.
Hace unos días, de las múltiples notas que se publicaron en su homenaje, me sorprendió una que decía que Bioy había escrito seis libros antes de La invención de Morel (tenía 26 años al momento de su publicación), que nunca fueron reeditados, ya que él no los consideraba como parte de su producción. Seguramente allí sí podríamos estar en presencia del niño mimado, pero que sin lugar a dudas escribía por gusto. Es decir, evidentemente sí le importaba la escritura y cómo eran recibidos sus textos y tenía la clara imagen de que su estilo tenía que ser perfeccionado. De hecho, a conciencia, se preparó para ser un escritor profesional. Es conocido el episodio de su autoexilio en el campo de la familia en Pardo, provincia de Buenos Aires, por tres años. Por otro lado, en esa reclusión voluntaria de tres años dijo haber leído y reflexionado todo lo necesario pare ser un buen escritor. Volvió a Buenos Aires con La invención de Morel abajo del brazo.
Me imagino que Bioy debía sentir siempre el peso de demostrar: a Borges, a Silvina Ocampo, al público, a la crítica, que él era un escritor hecho y derecho. En el prólogo a El sueño de los héroes incluso mencionó que había escrito ese libro para demostrarle a su madre que podía escribir un buen libro después de La invención de Morel.
De los libros que leí de él, el primero fue La invención de Morel para el colegio. No recuerdo bien la impresión que me dejó, pero habiéndolo releído hace poco, me cuesta creer que en aquel momento haya podido valorar su profundidad. Una de las cosas que me gustan de Bioy (a imagen y semejanza de Borges) son las pequeñas reflexiones que cuela entre sus descripciones de situaciones o de personajes. Por ejemplo, en La invención de Morel, podemos encontrarnos con las siguientes:
Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Solo habría que buscar la conservación de de lo que interesa a la conciencia.”
O bien, “Tal vez, todo esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir”
El sueño de los héroes dejó en mi recuerdo una trama maravillosa, pero en un terreno diferente: el del Buenos Aires barrial, de los carnavales, las salidas nocturnas. El de la vida cotidiana y de lo excepcional en la monotonía. Fue de las cosas más expresivas y profundas que me tocó leer. Una de esas novelas que llenan más por el desarrollo que por el final. Y además, tiene uno de esos títulos irresistibles, que seguramente esté entre los más atractivos del mundo.
La última de sus novelas que leí es La aventura de un fotógrafo en La Plata. Realmente me encantó porque tiene una virtud maravillosa: ser una historia simple, pero con el suspenso suficiente para no poder dejar de leerla. Otra de las virtudes de la novelas de Bioy.
No sé si efectivamente Bioy se habrá sentido con el peso de demostrar algo a alguien. Pero como dice mi abuela, en la cancha se ven los pingos, y en sus novelas a mí Bioy me demostró que es un escritor excepcional.

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