Opus nigrum
La imaginación sin límites de Leonardo da Vinci inauguró no solo un modo de producción artística y una visión del hombre sino también un universo de fantasía sobre la ciencia y la técnica. Algunas de sus máquinas soñadas se hicieron realidad, como la máquina de volar. Pero también su genio ha inspirado otras artes como la escritura. En la novela Opus nigrum, de Marguerite Yourcenar, la conexión con la figura de Leonardo es el motor de la historia. Libro de arena presenta un artículo en donde Belén Leuzzi desarrolla algunos de los puntos principales que anudan la literatura, el conocimiento científico y el arte plástico.
Por
Belén Leuzzi
La
novela Opus nigrum (1968) de Marguerite Yourcenar tiene como
protagonista a Zenón, un médico alquimista de los Países Bajos en
el siglo XVI. Al igual que en otras de sus novelas históricas, dicho
personaje se encuentra inspirado en hombres célebres del período
tales como Paracelso, Miguel Servet, Campanella y ciertos aspectos de
la personalidad de Leonardo da Vinci. Es en éste último que voy a
detenerme por encontrar los rasgos más desafiantes de los que se
apropia Zenón. Yourcenar suele tomar datos reales que adapta a la
ficción para dar un aire de verosimilitud al relato. Incluso, se
vale de reseñas históricas contemporáneas del personaje en
cuestión para exponer los sentimientos o pensamientos de la época y
lograr una coherencia en el contexto del siglo XVI. Es por ello que
muchas de las reflexiones de Zenón fueron extraídas de Leonardo da
Vinci.
En
cuanto al orden temporal, si bien Zenón -quien se supone nació en
1510- hubiera tenido nueve años cuando el viejo Leonardo se apagaba
en su exilio de Amboise, se acerca bastante en la cronología, señala
la autora. En un plano más íntimo del personaje, agrega que la
sospecha de sodomía (y en ocasiones su realidad, oculta en lo
posible y negada cuando es preciso) ocupó también un lugar en la
vida de Leonardo da Vinci. Yourcenar lo describe en la vida
imaginaria de Zenón. Y si bien Zenón es investigado por estos
asuntos por un Tribunal, su ardua persecución se convierte en una
realidad a nivel político y religioso, que surge del vínvulo con
sus escritos e investigaciones oscuras. Las ideas de Zenón se
encuentran aún marcadas por la escolástica, aunque paradójicamente
reaccione contra ella, y a su vez, guardan una fuerte impronta de
rebeldía alquimista que se desarrolla entre un empirismo
materialista práctico y una imaginación casi visionaria. Se apoya
igualmente en auténticos filósofos y hombres de ciencia de su
época. Por otro lado, Leonardo constituye el prototipo del hombre
sediento de conocimientos, con ansia de saber y de experimentar, lo
que lo lleva al estudio de las más variadas disciplinas. Tanto
Leonardo como Zenón se han adelantado en varias generaciones a sus
coetáneos. El
Zenón ficcional se ha dedicado minuciosamente a los escritos de los
clásicos de la Antigüedad, pues ha recibido en su juventud una
educación formal, y a las concepciones cabalísticas, sin dejar de
lado los conocimientos medievales, para luego hacer su propio camino
de conocimiento. Sin embargo, el Leonardo autodidacta pone en tela de
juicio la extendida creencia de autoridad de los autores de la
Antigüedad, pues se considera –y se lamenta por ello- ser un “uomo
senza lettere”, ya que ha tenido una formación meramente
práctica, sin preparación en las artes liberales. Es
así que Leonardo se dedica a la exactitud matemática de la
antropometría comprobando empíricamente sus dibujos, lo cual se
relaciona con el gran respeto de que gozaban por entonces las
ciencias exactas y, con ellas, las mediciones y la geometría. Los
artistas y teóricos del Quattrocento como Leonardo intentan de este
modo elevar el arte al estatus de ciencia exacta. Pero no se acota
solamente a sus estudios de proporción, anatomía y fisiología del
cuerpo humano, sino que también se ocupa de proyectos en nada
relacionados con las artes plásticas, como las máquinas de guerra y
bocetos sobre aparatos voladores. Asimismo, Zenón aparece desde su
juventud ligado a inventos de máquinas que le traen no pocos
problemas. Los proyectos hidráulicos del filósofo, sus utopías
mecánicas, especialmente los dibujos de máquinas voladoras se
inspiran en Da Vinci y en otros investigadores del siglo XVI. Tales
recursos son utilizados por Yourcenar, como especifica en su nota de
autora, pues “ejemplifican la curiosidad y las investigaciones de
un tipo de talentos que abundaban en la época, pero que atravesaron
subterráneamente el Renacimiento, más cerca tal vez de la Edad
Media y de los tiempos modernos, y que presienten ya nuestros
triunfos y nuestros peligros”. Pareciera ser que a Yourcenar le
interesaba más la faceta científica de Da Vinci que la plástica,
dado que su personaje es un médico y filósofo, pero para Leonardo
su arte estaba íntimamente vinculado a sus conocimientos anatómicos.
El tema principal del arte de la Edad Media tardía y del
Renacimiento, tiempo en el que se desarrolla la novela, es la figura
humana. Por lo tanto, los trabajos anatómicos de Leonardo tienen que
ver con sus intereses tanto artísticos como científicos, ya que la
forma de mejorar la representación de la figura humana se lograba a
través de la exploración del cuerpo humano. Pero Zenón se ocupa
del cuerpo humano desde una perspectiva médica y con una profundidad
filosófica.
Según
la autora, las investigaciones científicas de Zenón fueron
imaginadas en gran parte leyendo los Cuadernos de Leonardo;
también se basa en él especialmente para las experiencias sobre el
funcionamiento del músculo cardíaco. Es en el funcionamiento de
este músculo en el que Zenón se detiene, en los últimos instantes
de su vida, a dedicar sus pensamientos de una manera casi
desesperante para el lector y a su vez atractiva en su descripción.
Cada avance y comprobación de sus hipótesis sobre el aparato
circulatorio, lo acercan más a su fin. La
fórmula alquímica “Opus nigrum” con la que Marguerite
Yourcenar titula su novela, designa en los tratados alquímicos la
fase de separación y de disolución de la sustancia. Del mismo modo,
pareciera que Zenón se separa y se diluye en aquellos hombres que
han marcado su época, los oculta y los evoca.
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