El gran Fitzgerald
El presagio de su propio derrumbe estaba escrito. No por el destino, no en las líneas de las manos, ni en otro soporte que no fuera su propia escritura. En sus obras, Scott Fitzgerald habla de sí mismo en el tono realista con que construye sus relatos, signados por las tensiones del "sueño americano", entre lo alto y lo bajo, entre la cumbre y el desmoronamiento. Alvar Torales escribe para Libro de arena una breve semblanza del escritor estadounidense en su natalicio.
Por Alvar Torales
"El amor a la vida es escencialmente tan incomunicable como el dolor"; "Evidentemente, la vida es un continuo proceso de deterioro"; "Y así vamos adelante, botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado".
Estas frases parecieran no pertenecer a un "bon vivant", a un dandy de la "belle-epoque". Sin embargo, fueron dichas por Francis Scott Fitzgerald, considerado el máximo intérprete de la llamada "era del jazz". Fitzgerald constituye una de las figuras más interesantes de lo que dio en llamarse "la generación perdida" junto con Hemingway, Faulkner y Dos Passos, entre otros. Su obra describe la alegría irresponsable de los años '20 y la problemática del escritor norteamericano. Tal vez su vida interior era muy diferente a la que expresaba en sus novelas y en su quehacer cotidiano. El fin de Zelda Sagre, el gran amor de su vida, esquizofrénica, internada en una clínica psiquiátrica y su propia temprana muerte, producto del alcoholismo, pueden dar una pista sobre estas contradicciones. Scott Fitzgerald tiene una visión tan interesante como particular del "sueño americano". No lo ubica tanto en el estado de bienestar que le permite a un individuo desarrollar sus facultades y alcanzar mejoras en su calidad de vida, sino más bien en un ser de baja calaña y escasa moral, que para triunfar utiliza cualquier medio a su alcance. Esto se ve reflejado ampliamente en el Gran Gatsby, su obra cumbre, donde cuenta la historia del éxito y posterior fracaso de un hombre inescrupuloso que consagra su vida y su dinero, producto del delito, a conseguir la mujer que ama. Con prosa realista y construcciones elegantes, describe, en su libro póstumo El jactancioso, su fin; narra con crudeza su propia caída y desintegración como hombre y escritor. La primera frase es tan clara que vale por un manifiesto: "Toda vida es un proceso de demolición". Scott Fitzgerald nació en Saint Paul en 1890 y murió en Hollywood en 1940.
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