Historietas y naranjas
En este mes que en El libro de
arena quisimos dedicar a la historieta se nos ocurrió pedirle a amigos
vinculados con el género que escribieran algo acerca de ella: cómo les llegó,
qué hacen ahora, qué leen, que leían. Cucho Cuño nos mandó este bello relato:
queda claro que lleva la historieta grabada en la piel.
Por Cucho Cuño*
Mis primeros recuerdos sobre la historieta tienen un fuerte aroma
a naranja. Yo no leía de corrido todavía, pero me atrapaban las imágenes, esas
figuras heroicas de hombres y mujeres, los personajes oscuros, los animales y
los paisajes. Eran historietas con contenidos que hoy están muy lejos de lo
“recomendable para la edad lectora” y todas esta tendencia actual de cuidado.
Pero claro, como tenían “dibujitos” no había conflicto. Había sangre, muerte,
amor y violencia. Y eso me parecía bastante natural. La sombra y la luz en esos
cuadritos, esos colores empastados, sobreimpresos, eso era lo que me parecía
sobrenatural. En esa época adivinaba y completaba el contenido. Entendía a
medias el texto y la trama. Apenas leía, pero claro, las historietas de acción
narran sus historias con varios lenguajes juntos que se mezclan, se entrelazan
y se complementan, y por cualquiera de ellos podés entrar, enganchar la punta
del hilo de la trama, reponer con la imagen lo que no se dice con el texto,
percibir el ritmo de la historia con la forma y el espacio de las viñetas, unas
largas o apretadas, otras totalmente verticales y claustrofóbicas, a veces
cortadas en diagonal o distendidas. Me atrapaba.
En mi casa de la infancia había pilas de libros, papeles y
publicaciones de todo tipo color y tema, y por todos lados. Yo tenía mis libros
para “niños” también, además de mi colección Sandokán de Robin Hood. Pero mi
podio de interés lo ocupaban las historietas de Nippur y Gilgamesh, que
compartían puesto con la enciclopedia de Ciencias Naturales de Bruguera.
Especialmente el tomo 1 Abed·Anim y el tomo 5 Chal·Estr que tenía ilustraciones
de dinosaurios. Sí, era un pibe raro.
Las Nippur, D’Artagnan, El Tony y Fantasía se imprimían en un
papel muy poco tratado y permeable, y la tinta podía transferirse. Con cáscaras
de naranja y unos recortes de Nippur, mi papá me enseñó a tatuarme. Aquí las
instrucciones:
1. Cortar una naranja en cuatro y comer los gajos con prolijidad,
sin dejar naranja en la cáscara.
2. Apartar las cáscaras.
3. Buscar y recortar las partes de historieta que se desee tatuar.
4. Arremangarse y frotar bien la parte exterior de la cáscara
sobre la parte de la piel que se desee tatuar e inmediatamente colocar el
recorte de la historieta sobre la parte frotada mientras esté húmeda.
Presionar, presionar un rato bastante largo, y con cuidado rociar un poquito
más del ácido cítrico de la naranja, apretando las cáscaras sobre el recorte.
5. Retirar con cuidado y ¡listo! Estamos tatuados.
Podría decir que tengo la historieta tatuada en la piel, si no me
hubiese bañado más desde los 7 años. Pero me bañe varias veces después de eso y
también volví a tatuarme con naranjas muchas imágenes de esas revistas. Creo,
estoy seguro que algo se me metió en el cuerpo.
Pasaron muchos años, y mi camino como ilustrador de literatura
infantil me llevó otra vez a la historieta. Y de todos los héroes me tocó hacer
la versión adaptada a historieta de Don Quijote. La saga de El Caballero de la
Mancha.
Con ésta historieta se me presentó un desafío, ya que hay
muchísimas versiones y además impone el respeto de ser un clásico de la
literatura universal. ¿Cómo hacer algo distinto, a la vez conocido y también
personal? Un verdadero dilema. Así que mejor no lo pensé mucho y me puse a
dibujar, total ya lo tenía en la sangre.
Mi quijote en historieta (nuestro Quijote, el guión es de María
Inés Falconi) no es Nippur, ni D’Artagnan, ni Gilgamesh, y tampoco puede ser
transferido a la piel, ya que por suerte está impreso en buen papel ilustración
y con tinta de calidad, pero lo que sí espero que pueda transferirse es el amor
por esa forma de contar historias en historieta, que es tan mágica como la piel
de las naranjas.
* Cucho Cuño Cucho Cuño, es autor,
ilustrador, y escritor de libros propios, ajenos y compartidos. Estudió
Medios de Comunicación, Diseño Gráfico, Ilustración, Humor Gráfico, Guión
Humorístico, Construcción de libros álbum, Literatura Infantil e Historieta.
Cuenta con más de una treintena
de libros publicados desde 2012 en Argentina, España, México, Puerto Rico y
otros países.
Entre sus publicaciones se
destacan la saga de El Caballero de la Mancha, adaptación a
historieta del clásico Don Quijote de la Mancha, López, López 2, Podría
ser Peor Pichón, Pasapalabras, Gato Pato, El hombre que compró un Planeta, Cómo
ser Famoso, Famosísimo antes del Sábado y Desplumado, entre otros. Algunos
de sus libros han recibido menciones nacionales e internacionales.
Links de interés:
http://a-d-a.com.ar/proyectos/cucho-cuno
El Caballero de la Mancha
María Inés Falconi y Cucho Cuño
Quipu, 2018.
El Caballero de la Mancha
María Inés Falconi y Cucho Cuño
Quipu, 2018.
El Caballero de la Mancha contra los molinos
María Inés Falconi y Cucho Cuño
Quipu, 2018.
María Inés Falconi y Cucho Cuño
Quipu, 2018.
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