Ángeles Durini: “Para escribir un cuento de terror o fantástico, acudimos mucho a las leyendas”

En esta segunda parte de la entrevista a Ángeles Durini, con la que cerramos el ciclo dedicado a literatura de terror dentro de la LIJ, Ángeles comenzó por hablarnos de los cuentos de Espíritus perdidos y Embrujos, sus dos títulos de la colección Tren Fantasma, para luego seguir con los cuentos tradicionales y las leyendas, y el influjo que tienen sobre su literatura, en particular sus cuentos del género, que ella considera más bien fantásticos, y no tanto de terror. Al final, nos regaló la lectura de tres bellas poesías, que compartimos.




Mario Méndez: Bueno, hemos hablado mucho de Demetrio y de Drácula, pero ya es hora de que nos enfoquemos en a estos dos libros, que sorteé la otra vez y alguno se ganó, donados por la editorial Guadal. Espíritus perdidos y Embrujos. Una colección muy particular, porque la editora, Silvina Díaz, que estaba en Guadal, inventa una colección que se llama Tren Fantasma, y no nos pide, a los que participamos, cuentos de terror en general, sino cuentos referidos a un particular lugar del terror. Por ejemplo, los fantasmas, los espíritus perdidos; o las brujas y brujos. ¿Te costó tomar ese pedido editorial?

Ángeles Durini: Fue un pedido motivador. Primero fue el de las brujas. Imaginate cuentos en los que aparezcan brujas y brujos de alguna manera, pero que no sean en la antigüedad, sino que sean cuentos que pueden pasar ahora. Son esas cosas que te van motivando; porque a veces te piden para un libro de texto o un manual, pero con tantas restricciones que no es tan motivador. Esto era más libre. Después tenés que contarme qué te pasó a vos. Y entonces, yo podría haber sido hija de los hermanos Grimm. Ellos no me hubieran aceptado, pero yo a ellos como padres, sí. Porque los quiero mucho. A todos los que nos dejaron los cuentos tradicionales, a Perrault también. Pero espacialmente los hermanos Grimm, por esta cosa del bosque. Los bosques son lugares muy inquietantes, porque ocultan. Y un poco el fantástico y un poquito el terror o lo siniestro, juegan con eso. Con que veas una puntita de algo terrible, a lo mejor, en tu propia casa. Algo que se te revela en lo cotidiano…

MM: Esa puerta entreabierta.

AD: Estas cosas te llevan a buscar leyendas, y a buscar esos cuentos tradicionales, que como eran orales tienen mucho de esa cosa, arrastran algo que uno no sabe ni qué es. Te muestran algo, pero debajo hay un montón. Vení, entrá al bosque a ver qué hay. Y ahí empezás a descubrir. Y hace rato, que en la Feria del Libro me compré un tomo con los cuentos de los hermanos Grimm, que parece muy verdadero, porque es de la editorial Antroposófica. Como los antropósofos vienen de Alemania, le dan mucha bolilla a los cuentos tradicionales. Y respetan mucho las versiones, dentro de lo posible, más verdaderas. Yo los leí de una traducción, así que eso nunca se sabe, pero me compré el libro gordo de los Grimm, y me encontré con cuentos que nunca había leído en mi vida. Y eso es un placer, porque escuchar cuentos tan fuertes que nunca escuchaste…

MM: ¿Está editado por la Fundación Antroposófica?

AD: Sí, sí. En general está en la Feria, no me acuerdo si este año los vi. Es de tapa azul. Y encontré uno, por ejemplo, que es una especie de Barbazul, por lo que pasa en el cuento, pero en realidad sucede en el bosque y es un brujo que se roba chicas. Él va a una casa en el pueblo, pide un mendrugo de pan, y cuando la chica se lo alcanza, apenas lo roza se mete en la canasta del brujo como por arte de magia, y el brujo se la lleva. En medio del bosque la saca y le muestra su casa, una casa espléndida, comodísima, y le dice que va a ver si se casa con ella. La chica está ahí, puede hacer uso de toda la casa que es maravillosa pero un día el brujo le dice que tiene que irse y que le deja un manojo de llaves. Le pide que por favor, una llavecita no la use, y le da un huevo y se va. Entonces la chica empieza a recorrer la casa, a abrir las puertas, hasta que ve una puerta con una cerradura muy chiquitita. Prueba la llavecita, y cuando abre se encuentra cuerpos despedazados de mujeres, un desastre. Del susto se le cae el huevo, y hace una mancha. Intenta limpiar y no sale, no sale. Y cuando vuelve el brujo y le devuelve las llaves, el brujo ve la mancha… y... el hacha. Dice que esa no le sirve de esposa, y va a buscar a otra, a la hermana. Lo mismo. Recién la tercera, que es la más bella, a la que le dice lo mismo, que le deja el huevo y las llaves, cuando él se va, empieza a revisar, abre y ahí ve a sus hermanas despedazadas. Entonces, muy rápido les junta los miembros, las arma de nuevo, las chicas abren los ojos, reviven. Ella, astutamente, había dejado el huevo apoyado en un estante. Así que cuando viene el brujo, ahí está todo. Él dice que es la chica de sus sueños, que van a casarse, y ahí ella empieza a dominar. Y le dice que está perfecto, pero que entonces él tiene que mandarle algo a sus padres. Había un cuarto lleno de oro y joyas, y ella le dice que en esas canastas tiene que mandarles oro y joyas a los padres de ella. El brujo dice que está bien. Entonces esconde a las hermanas en las canastas, las llena de oro y le dice que se las lleve. El brujo va, las canastas están pesadas. Mientras tanto, la chica se unta con miel, y se pasa unas plumas, y se disfraza de pájaro. Pone una calavera en la ventana. Y se va. En el camino el brujo se la cruza. Invitó a todos los amigos del brujo a la boda. El brujo se la cruza y le pregunta adónde va y ella dice que es de la casa del brujo, que la dejaron salir y que va a anunciar la boda… Vienen todos los brujos, la chica se trae a todo el pueblo y queman la casa. Yo pensé que no podía desaprovechar eso. Entonces me robé al brujo con su canasta. Y aquí va a pesar eso; es un lenguaje más moderno, pero el brujo se va a raptar una chica y la va a llevar a su casa en su canasta. La va a tener encerrada ahí, pero ella va a buscar astutamente una manera para volver al pueblo, se va a esconder en una de las canastas. Y va a volver con la gente del pueblo para intentar que no rapten más chicas. Ahí son varios que quieren tener una novia como ella, entonces van a ir a robar chicas. Y va a haber una pelea.

MM: Ese es “Canastas”.

AD: Sí, es que esas canastas son maravillosas…

MM: La idea es muy buena. Los Grimm sabían un poco del tema. Después hay otro que me interesó mucho también, que se llama “Niños”, y ahí tomaste a la bruja de Hansel y Gretel. Pero con un cambio. ¿Qué es lo que hiciste ahí?

AD: Ahí está la tía solterona a la que los sobrinos van a ver para que los aloje porque están muertos de hambre. La madre le manda una carta en la que le pide que los reciba, porque ella vuelve en unos días. Y la tía se da cuenta de que están muertos de hambre, y estos chicos le molestan. Prepara unas papas y le preguntan si no hay carne. Y ella les dice que no, que es jubilada, que encima teje para hacerse unos manguitos más. Y piensa que ahora, en lugar de poder comprarse chocolate va a tener que darles de comer a esos chicos. Entonces decide buscar un orfanato cerca, para tratar de ubicarlos ahí e ir a visitarlos. Los chicos son insaciables, siempre preguntan si no hay nada más. Y ella les dice que no y que se vayan a dormir. Y en un momento en el que la tía decide prepararles una cena, prende el horno, y mientras está con eso vuela una mosca y el mayor se la come. La hermana le dice que no vale, que siempre se las come él porque es el más grande. Él le pide que se calle. Mientras la tía está ahí metida en el horno, hay un empujoncito de los nenes… (Risas).


MM: Y se comen a la tía.

Asistente: Ese día comieron bien…

AD: En una parte del cuento la tía les dice a los sobrinos que la madre le había mandado una carta anunciándole que los chicos iban para su casa porque ella tenía que irse por un tiempo, pero los chicos le dicen que ellos habían mandado la carta porque la madre no volvía y tenían hambre.

MM: Ahí queda picando que se comieron a la madre también.

AD: Y el padre parece que había muerto antes, o andá a saber. (Risas).

MM: Son bastante siniestros esos cuatro personajes. Son cuatro los hermanos, ¿no?

AD: Son cuatro y todos se llaman de la misma manera. Es un poquito exagerado en ese aspecto.

MM: Pero está bueno. En Espíritus perdidos había que escribir sobre fantasmas…

AD: Sí. Tomé cosas de leyendas. A veces hay lugares que quedan marcados de alguna manera, cosa que me pasó también con Playa de almas; es una playa que yo quiero mucho, donde no se sabe bien si hay personas que vivieron en otra época, van, vienen… Si bien en la novela es una playa “x” yo tengo un pueblito y una playa muy fijos para poder seguir el recorrido, además, porque si los personajes empiezan a moverse por ahí, es mejor tener un plano en la cabeza, porque si caminan, salen y entran está bueno para que el lector tampoco se pierda. Además te viene una imagen. En general son imágenes de lugares que uno conoce. Espectra, por ejemplo, es una mezcla de imágenes que me dispararon este cuento. Es una chica que llega a una gran ciudad y quiere ser actriz, y hace frío… Una vez fui a Nueva York, y para mí, es una ciudad así. Y el espectro que aparece, es una especie de Fantomas, por lo menos, de la historieta que aparecía en El Tony.

MM: Yo ese no lo leía, la verdad es que no me acuerdo.

AD: Vos eras muy chico…

MM: ¡Claro! (Risas). Acá me gustaría que cuentes la historia del “Hotel Boutique”.

AD: Ah, bueno. El de la negra muerta me lo contaron en Hernando, Córdoba, donde hay una laguna a la que la llaman así, la laguna de la negra muerta. Fui a un colegio y me contaron la leyenda. En la época de la colonia, había una esclava que no se sabe por qué fue a la laguna, si porque se estaba escapando para conseguir su libertad, o porque iba a encontrarse con algún amante. La cuestión es que se ahogó allí, y dicen que se ve la cara de la negra. Entonces aparece acá.

MM: Está bueno, porque en tu cuento la negra se muere supuestamente porque la pica una víbora. No es un mal espíritu…

AD: No, es que yo tampoco pienso que ellos crean que la negra muerta que está en esa laguna es un mal espíritu.

MM: Esta ayuda al pescador…

AD: Sí, es que los espíritus no son malos. No pueden hacerte nada… (Risas).

MM: Pueden molestar. En el hotel molestan…

AD: Asustan un poco, pero bueno… Acá hay uno que yo le contaba Mario que se lama “Hotel Boutique”, y es sobre una mujer que tiene un hotel chico, en el que hay un fantasma que anda rondando: Monseñor. Y yo le contaba a Mario que una amiga y el marido, hace ya unos años atrás, se compraron una casona en Palermo, una casa vieja, que tiene ocho habitaciones, la arreglaron y pusieron un hotel boutique. Y antes vivía un monseñor. Era una casa de la Curia, y ese monseñor incluso tenía huérfanos. No queremos enterarnos de la historia de este monseñor. (Risas). Y mi amiga, que no cree ni en su mamá, decía que monseñor seguía dando vueltas por ahí. A la gente que duerme en el cuarto donde él dormía le duele la cabeza… Decía que ella lo sentía. Terminó llamando a un espiritista para echarlo. Según ella, monseñor se fue. Y ella siguió relacionando las historias. Decía que era una casualidad que habían comprado una casa en la que vivían huérfanos y que el papá de ella se había quedado huérfano muy chiquito. Parece ser que cuando se murió su papá, la madre se suicidó y entonces el padre de ella y su hermana quedaron huérfanos. Unas historias armó ella… Pero bueno, esta es más en broma que en serio.

MM: Es un poco un homenaje a El fantasma de Canterville. Recuerdan que el fantasma se siente invadido, y al principio los quiere aterrar. Lo que pasa es que la familia Otis lo vence.

AD: Claro, eran americanos, bien prácticos, en esa casa inglesa. Y sí. Creo que todos los escritores hemos pasado en algún momento por El fantasma de Canterville.

MM: Es que es un clásico, una genialidad.

AD: Cuando era chica intenté escribir una novela tan parecida a El fantasma de Canterville que bueno… (Risas).

AT: El fantasma se termina rindiendo…

MM: Sí, termina siendo un personaje querible. ¿Leés terror, en general?

AD: Ahí… Hoy justo leí en el Facebook que Mariana Enríquez (que me encanta, me encantan esos cuentos tan inquietantes), decía en una nota que Stephen King tendría que ser el Premio Nobel. Yo lo odio a Stephen King, no me gusta como escribe. Da terror, pero no me gusta cómo escribe.

MM: Yo no leí mucho…

AD: Yo tampoco. Sí he visto películas de terror, con fascinación en alguna época de mi vida. Después lo perdí un poco. Pero mi primer marido,  que no se asustaba con nada, con las películas de terror se aterraba. Y era muy lindo ver películas de terror con él, (Risas) porque yo había visto tantas, que no me creía cualquier cosa.

MM: Sabés lo que va a venir.

AD: Y a él le daba tanto miedo, que entonces te asustabas. Te contagiabas. Después abandoné lo de las películas de terror. Mi hija menor veía siempre con sus amigos, y les fascinaba. Hay una edad en la que te enganchás mucho.

MM: Es interesante. Es difícil el terror. Porque está tan transitado que el lector espera que pase tal o cual cosa. Y uno trata de querer sorprender.

AD: Sí, y lo que pasa también en la literatura para chicos, es esa cosa, que creo que ahora está más abierta, de dosificar un poco, meter humor porque “a ver si el chico se asusta”. Creo que ahora está más abierta. Yo te agradezco un montón esta invitación, pero yo nunca digo que escribo terror. Sí, fantástico. Se me dispara para ese juego, me gusta la cosita siniestra. Me gusta mucho el extrañamiento, los autores que juegan con eso, como Felisberto Hernández, o incluso Hebe Uhart, que te está contando algo cotidiano, pero desde una mirada tan particular, que la cosa más simple te la hace rara. Disfruto mucho con eso, con la mirada particular que pone sobre lo que te está contando. Esa cosa del extrañamiento que Hoffmann hace en sus cuentos. Vos no sabés si es la psicología del personaje que se está volviendo loco, o si realmente las cosas sucedieron así. En ese juego a veces salen cosas muy lindas de lo extraño y de lo ambiguo. El fantasma de Canterville juega con eso, porque los americanos lo miran de una manera práctica.

MM: Los ingleses se desmayaban con las manchas de sangre… De Hebe Uhart alguien había escrito una crítica que decía que ella tenía una mirada de marciana. Que miraba las cosas como si fuera alguien de otro planeta. Las cosas más comunes. Esa era su genialidad. Una mirada más extrañada, imposible.



AD: Una cosa de lo más común que te cuenta otro, contada por ella no era nada común.

MM: Vos hiciste taller con Hebe…

AD: Muy poquito tiempo. Una pena. No me quedaba “cómodo” en ese momento… esas cosas prácticas, decir que al año siguiente retomaba y nunca llegó el año que retomé. Después ya no aceptaba más gente porque tenía su edad y todo, pero era una persona muy interesante.

Asistente: Hay un libro muy bueno, que escribió una alumna de ella; es hermoso ese libro…

MM: ¿Qué libro es?

Asistente: Es sobre sus clases…

AD: Sí, el de Liliana Villanueva. Lo editó Blath y Ríos. Que además es una editorial barata.

MM: Bueno, tenemos dos cosas todavía. Sorteos, la kermese… y si hay alguna pregunta del estimado público, antes de que Ángeles nos lea. Le pedí que nos trajera algo para leer.

AT: Un comentario. Cuando al principio, cuando hablabas de que estudiabas y que tenías una materia que era Folklore, me estaba acordando de que con Belén estamos haciendo un trabajo con mito y leyendas, y era una curiosidad para mí, que no sé del tema. Hay dos o tres chicos colombianos, un peruano, y uno paraguayo. Y casi que las historias son una sola, con algunas variantes, algunas particularidades, pero cómo se universaliza eso, ¿no?

AD: Me acuerdo de que veíamos eso. Al principio, más de folklore europeo, pero después el argentino o el sudamericano. Y las historias se parecían mucho.

MM: Sobre todo con estos personajes aterradores, porque me parece que los miedos son iguales para todos. El monstruo que chupa sangre (para volver al vampiro), o el que se transforma en lobo, o el gigante, lo vimos la otra vez con el Ucumar, o Pie Grande o el Yeti. En distintas geografías, la misma historia.

AD: Por algo, para escribir un cuento de terror o fantástico, acudimos mucho a las leyendas.

MM: Más vale. Lo decíamos en la primera clase, a modo de apertura, que hay escritores, como Ana María Shua o Lucía Laragione, que han desarrollado muchos de sus libros que son investigación de leyendas poco conocidas que después ambientan. Un poco lo que hiciste con Embrujos o con Espíritus… Que las ambientan en lo contemporáneo, con un lenguaje actualizado, pero son monstruos o seres míticos que no conocemos. ¿Alguien quiere hacer otra pregunta? ¿Marcela?

Marcela: Yo quería preguntarte por la saga. ¿Va a tener una continuidad? El último no lo leí…

AD: Ya son tres, éste es el tercero, y no. Ya tres es un número mágico, no quiero que me echen de todos lados por seguir con Demetrio.

Marcela: El primer año con Demetrio fue bárbaro. Pero el segundo año había una mamá que era de una de esas religiones raras, entonces se lo di primero para que lo viera y obviamente no le gustó, mandó una carta…

AD: Debe haber sido muy interesante esa carta; me encantaría leerla. (Risas).

Marcela: Lo que pasó es que no logró su cometido, porque lo que ella quería era que no lo leyera nadie. El resto de los padres y madres no le dieron bolilla (después me pidió disculpas). Y además, su hijo tuvo el deseo de leerlo. (Risas).

AD: En algunos colegios protestantes no les gustan mucho los seres mágicos. Pero cuando hacía poco que había salido, tuve una experiencia que fue extraordinaria en el Maimónides. Los chicos eran rapidísimos. Las preguntas, ágiles. Yo tenía que pensar qué responder, una cosa impresionante esos chicos, eran de un cuarto grado. Y la maestra, re piola, me dijo que cuando la bibliotecaria se lo había propuesto a ella le había gustado. Y cuando se lo dieron a los padres, primero se negaron, porque no querían libros que hablaran de la muerte. Se ve que eso creó una intriga porque las preguntas de los chicos fueron impresionantes. A veces esas cosas vienen muy bien porque agilizan la curiosidad.


Marcela: Yo le di la posibilidad a ella porque sabía como venía, pero jugó sucio, porque lo que en realidad quería era que no lo leyera nadie.

AD: Evidentemente ella estaría muy convencida de sus creencias.
Asistente: No me parece que se someta a la voluntad de los padres lo que se va a trabajar en el aula. Porque si es por obediencia a una religión, no leés nada…

AD: No, en mi caso, la bibliotecaria y la maestra dijeron: “Se lee este libro”. Cuando los padres se enteraron de que aparecía la muerte dijeron que no querían, pero la maestra y la bibliotecaria se mantuvieron firmes.

MM: A veces hay planteos. A veces hay escuelas adonde sabés que no entra, por ejemplo, una escuela ortodoxa. Pero en la escuela pública en general puede haber planteos, en general se los escucha, y se puede charlar…
Asistente: Estábamos todos locos, porque la Ciudad lo había mandado el año anterior de regalo.

AD: Si era un tema de creencias iba a ser difícil de convencer…

MM: Vamos a hacer así: primero vamos a hacer el sorteo, y después terminamos con tu lectura.
(Se sortean los libros, hubo, por supuesto, muchas risas y algunos reclamos en tono de broma).

AD: Voy a leer algo inédito, que no sé si algún día voy a conseguir alguien que me lo publique. En realidad son poesías alrededor de los cuentos de los hermanos Grimm. Como ya les conté el de los brujos, ese no. Voy a leer otro. Con los más conocidos jugué más, para que no fueran tan narrativos. Los menos conocidos son más narrativos, entonces voy a leer el de Blancanieves, que lo conocen. Estoy haciendo pruebas con esto. Para el título tomo una frase sacada del cuento, y después juego un poco. Ojalá algún día fuera un libro. Se llamaría Los Deseos. Parto siempre del deseo de algún personaje de ese cuento; el deseo está. También aparece el bosque.

Blanca como nieve, roja como sangre, negra como el ébano

Si pudiera tener una hija
tan roja como sangre
si pudiera tan blanca
tan negra

y si muero
quién hará crecer
ramas de bosque en sus brazos

quién arrojará la suerte
a sus ojos espejo
y vendrá después de mí
a llenarle la cabeza
de tinta invisible

Quién le soltará la mano
en el bosque más negro

Encontrará una casa
mi niña tan blanca
una sopa
un sorbo de veneno

      por su espalda una vela de ébano
      cruzará el río
      siete manos de cristal remarán el viento

      Sobre una almohada con pasos de caballo
 mi niña espera,
       a quién,
 con sus labios
 de risa roja

Kivit, kivit, qué lindo pajarillo soy yo

Hay una mujer
que desea un hijo
rojo como la sangre
blanco como la nieve
debajo del enebro,
toma el aire
se alimenta de los frutos
y espera.
Los meses deshacen el invierno
son verdes las ramas del bosque
la mujer espera
debajo del enebro,
las bayas en su boca
le explotan la vida
da a luz a un niño
blanco como la nieve
rojo como la sangre
ella muere
debajo del enebro.

El esposo llora
y toma a otra mujer.
Al tiempo, nace niña Marlenita.
Afuera el enebro se cubre de niebla
adentro, como árbol roto,
       una caja de manzanas.
Madrastra esconde un diablo
entre el pelo y su corona:
-¿Quieres una, niño rojo?
-Mamá, pones una cara que me asusta,
si, quiero una manzana.
      La voz del diablo le hace decir a madrastra:
      -Ven conmigo.
       Y levanta la tapa de la caja
       El pequeño se inclina,
       madrastra diablo
       de un golpe brusco cierra la tapa
       corta en redondo
       cabeza roja de niño:
       manzana fresca
       a llenar el arca.
       Un poco se arrepienten
       la madrastra y su diablo,
       coloca cabeza roja
       sobre cuello con bufanda
      de paño blanco niño muerto
      lo sienta delante de la puerta
      con manzana en la mano.

Niña Marlenita lo mira,
      hermanito está muy blanco,
-Dame un bocado
soy tu hermanita,
niño rojo y blanco.
Toca la cabeza blanca roja,
la bufanda no sostiene,
rueda (Marlenita no respira)
a los pies del enebro
-Ay mamá, he cortado
la cabeza de mi hermano.
Madre revuelve puchero:
-Silencio,
que no se entere tu padre,
lo coceremos en estofado.

Tanto llora niña hermana
sobre el puchero
que lo sala sin salero.
Viene padre, sirve madre
-¿Y mi hijo?
-Se ha ido a ver parientes,
no llores Marlenita
ya volverá tu hermano.
Ellos comen, tiran huesos
debajo de la mesa
-Mujer, qué buena está la comida.
Niña envuelve los huesos
en pañuelo de seda
entre hierba del enebro
llora lágrimas de sangre

Brota un pajarillo
Kivit kivit
debajo del enebro
La madre me mató
Mi padre me comió
Y mi buena hermanita
mis huesesillos guardó
Vuela pajarillo
Kivit kivit
alrededor del enebro
La madre me mató
qué lindo pajarillo soy yo
sobre cabeza de madrastra
suelta piedra de molino,
aplasta cabezastra:
un dibujo en el camino.

Desde la tierra el enebro
sopla vapor
aparece hermanito
rojo en flor
toma de la mano
a padre y Marlenita,
se sientan a comer
como debe ser.


MM: ¿La madre le corta la cabeza? ¿”El enebro” se llama?

AD: Sí, se llama así. La madre le corta la cabeza y la hermana junta los huesecillos debajo de la mesa y lo entierra debajo del enebro.
Asistente: ¿Es un cuento de los hermanos Grimm?



MM: Es tremendo.

AD: Sí, aunque no lo puedas creer. Hay cuentos que tienen muchas versiones y encontrás cosas así.  Los cisnes salvajes” también es muy lindo. Andersen tiene una versión; los Grimm tienen otra.

MM: Hagamos el tercero, con el número mágico.

AD: Vamos con éste, que es entre divertido y terrible. En realidad se llama La Canción de Rolando; yo lo había leído cuando era chiquita. Y hay unas gotas de sangre que hablan. Vos me habías criticado mucho El enano maldito (Risas) porque había unas gotas de sangre que hablaban; y viene de acá. Cuando yo era chica no había tanta censura. Y este cuento evidentemente me llegó en alguno de los libros que tenía de los cuentos de los hermanos Grimm, y después me lo olvidé, porque no lo volví a encontrar hasta grande. Después me lo olvidé. Este sería solo el principio del cuento. Están la madre con su hija verdadera y con su hijastra. Por supuesto, la hijastra es la buena, la que hace todo, tipo Cenicienta. Y la hija es la malcriada, que quiere el delantal que tiene la otra. La madre le dice que no se preocupe, que esa noche la deje dormir en la cama y se corra contra la pared, que la hermanastra quede del lado de afuera y que ella se encarga. La otra se queda dormida, y como la hijastra había escuchado, se pone en el otro lugar, la empuja y ahí la madre se equivoca. Entonces la hijastra huye a buscar al novio, Rolando, con el que pasan un montón de cosas; es un cuento muy largo.

Un lindo delantal

Una era
mala y fea
verdadera lija.
Otra,
buena, hermosa,
lijastra hacendosa.
Madre bruja manda
a buena a la cocina,
a mala a la vitrina.
Fea mira, señala lo que ronda
el cuerpo de la hermosa:
-Madre, yo quiero el delantal
que usa mentirosa,
yo soy la verdadera,
ella es engañosa.
-Calla niña mía,
tú también lo tendrás.
-Es tan puro, tan blanco,
tan de verdad,
insiste hija latosa.
-Calla mi quejosa,
tuyo será el delantal.
Tu hermanastra
merece la muerte,
la merece por su mal.
Mal nos mira mal nos habla,
con el hacha morirá.

Olas de endivia hierven
en ollas de agua con sal,
hijastra cuece las habas
verdadera cuece el mal,
madre bruja se contiene,
mece el tiempo en su percal.
-Calla niña, solo duerme,
calla niña, tú tendrás.
Arrincónate en la cama,
ve y empuja a la embustera,
yo me encargo de afilarla
con el hacha bien certera.
Tú empuja y duerme,
el resto me concierne.

Hijastra ojerosa
gime entre los ajos,
los humos y las habas,
oye,
revuelve las envidias
se seca en delantal,
sobre una calabaza
sueña otro final.

En la noche la madrastra
entra al cuarto sin piedad,
corta un cuello una cabeza
y se va en la oscuridad.

Madrastra madre se equivoca
a cada una da lo que le toca:
desangra ala hija gota
                                       a gota
                                                     agota
huellas de hule ala sombra

Huyen huellas de hijastra
a los brazos que bien nombra:
                amado
                                                   amadísimo Rolando.
El delantal. Oh, el delantal.


AD: Ese es el principio Estaba toda la cosa de escribir de “tú” que es algo que no hago,  pero como son cuentos tradicionales, acá me despaché.

MM: Bueno, Ángeles, muchas gracias.

AD: Gracias, Mario, por la invitación. Muy lindo. Gracias por haber sido tan pacientes en las escuchas, y gracias también por los comentarios.

APLAUSO FINAL

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