María Fernanda Maquieira: “Roald Dahl prioriza siempre a los niños y las niñas, siempre está del lado de las infancias”

En el mes en que Bibliotecas para armar y el laboratorio de análisis y producción dedicamos a homenajear a Roald Dahl, uno de las momentos más destacados (y más gratos) fue el de la entrevista a la editora del autor en Argentina, María Fernanda Maquieira. Una entrevista que, en gran parte, fue una charla entre viejos amigos alrededor de la obra del gran galés, y la admiración que esa obra nos suscita, desde luego. 



Mario Méndez: Realmente es un placer invitar a una amiga a charlar a este ciclo. Amiga que ya me acompañó presencialmente en La Nube, alguna vez. Una editora que conozco hace ya veintidós años: María Fernanda Maquieira. Bienvenida, Fer.


María Fernanda Maquieira: Hola Mario. Me encanta charlar con vos. Lo hacemos siempre y ahora también frente a testigos. 


MM: Frente a testigos y con un  tema.


MFM: Con un tema, sí. Nos conocemos hace muchos años. Éramos muy jóvenes, Mario. Eras maestro, Tenías muchos rulos y una barba negra, muy tupida. Bajabas de Sierra Maestra.  (Risas). Yo era como una colegiala de pelo negro, largo, y flequillo. Nos conocimos en los inicios de mi trabajo en lo que era Alfaguara, hoy Loqueleo. Así que tenemos una vida de trabajo juntos. 


MM: Me emociono… Bueno… Antes de dar rienda suelta a los recuerdos les cuento la parte más seria. María Fernanda Maquieira es licenciada y profesora en Letras, egresada de la U.B.A. Tiene un Máster en Edición en la Universidad de Salamanca, ha dado muchos talleres para niños y adultos. Fue miembro de la Comisión Directiva de ALIJA, de la que somos miembros también, ahora, Claudia Cadenazzo, que está aquí presente, y yo. Y trabaja como editora, directora de colecciones en Loqueleo, desde el año ´97. Tenemos muchos años de trabajar juntos. Mi primer libro en Alfaguara salió en el año ’98. Así que nos conocimos a los pocos meses de que estuviera allí. 


MFM: Un libro premiado, además. Te acordás… 


MM: Entré con el pie derecho a Loqueleo. Con Cabo Fantasma. Hace un año y medio más o menos encontré y te mandé la carta de presentación que te había hecho. Yo había publicado dos novelas, que estaban en el Quirquincho, y te llevé Cabo Fantasma. Tuve la suerte de ganar el premio Fantasía.


MFM: En esa época nos mandábamos un fax y nos escribíamos  cartas  manuscritas a veces. Venían los originales anillados. Te dejaban los manuscritos en mesa de entradas, con una carta muy formal. Así era esa época.


MM: Así lo hice yo. Dejé el manuscrito anillado ahí, en mesa de entradas. Posiblemente estuviera Laurita, que ahora está en Contables. Dejé el sobre con la carta formal que guardé. Al año esa novela fue publicada y obtuvo el premio Fantasía. Fue una enorme felicidad. Hubo una comilona increíble, ¿te acordás? 


MFM: Esa reunión era como en un hotel de lujo. 


MM: Frente a la Plaza San Martín. En Florida. 


MFM: Ahí estábamos nosotros, que no entendíamos nada. Había unas señoras que hablaban raro, además. 


MM: Eran norteamericanas, y eran las que daban el premio. Estaba Itsvan, también, que había ganado dos premios. Yo no lo conocía tampoco. Fue muy divertido. 


MFM: Éramos como los infiltrados en una reunión de señoras. Parecía la reunión de las brujas en ese hotel. 


MM: Habría que ver si alguna no se rascaba la cabeza…


MFM: Sí, lástima que no observamos ese detalle. 



MM: Vamos a entrar en el tema. Ya diste el primer paso. Las brujas, una de las novelas más bellas y más provocadoras que tiene Roald Dahl. Al interpelar al chico diciéndole: “La maestra que te está leyendo esto quizá sea una bruja…”


MFM: Una maravilla. Bueno, Roald Dahl es uno de nuestros autores favoritos. Digo “nuestros” y me interpelo, porque así lo es. Podemos decir algo respecto del autor. Que como todos saben nació en Gales, en un pueblito, en 1916, hace cuatro años fue el centenario de su nacimiento. Tuvo una vida muy particular, muy intensa, con muchas tragedias familiares, y por lo que se ve y lo que se lee en sus memorias, con una experiencia bastante traumática en la escuela. Él fue internado en un colegio inglés, de esos muy estrictos, y eso se observa claramente en muchas de sus obras. Esa experiencia de haber atravesado la escolaridad como pupilo, internado en un colegio tan estricto, donde a los chicos les pegaban, los maltrataban, estaban lejos de sus familias. Después tuvo una vida muy ajetreada, con muchos viajes. Vivió en muchos lugares del mundo. Y participó incluso de la Segunda Guerra Mundial, como piloto a los veintipocos años. Finalmente se casó, tuvo cinco hijos, se divorció y se volvió a casar… Tuvo una vida muy movilizada, vivió en muchos lugares del mundo. Y sobre todo en las décadas del ’60 y el ’90 es cuando produce lo más fuerte de su obra, tanto para niños como para adultos. Y falleció en el ’90, a sus setenta y cuatro años. Esa obra es maravillosa, y seguramente, Mario, vas a querer que charlemos un poquito de algunos de ellos. Podemos empezar por Las brujas, que es el que estábamos mencionando. Quiero mostrar esta edición. A lo mejor la gente más mayor, como nosotros, Mario, que ya no somos aquellos jovenzuelos, hemos conocido esta edición de Alfaguara, los naranjitas. Son ediciones de los años ’80. La primera edición de Las brujas es del ’83. Y es el primer libro de Dahl que yo leí en mi vida. Lo leí antes de empezar a trabajar en Santillana y me maravilló. Me resultó increíble que un autor escribiera estas cosas de manera tan irreverente, tan políticamente incorrecta. Como dice Mario, le dice al lector que quizás la  maestra que les está leyendo el texto es una bruja, un libro en el que no hay un final feliz, hay un final bastante fuerte. No quiero spoilear, seguramente todos y todas han leído este libro. Saben que hay una conversión de este chico, el personaje principal, en un ratón. Y se queda ratón. A diferencia de las versiones de las películas, que probablemente muchos de ustedes también hayan visto. El cine no se banca la irreverencia de Dahl, hace una vuelta de tuerca y vuelve a convertir al ratón en niño. Yo creo que para los chicos es deslumbrante e increíble leer este libro. Da miedo de verdad cuando describe a las brujas, cuando dice los conjuros que las brujas tienen, los planes que tienen estas brujas respecto de la infancia… realmente da miedo al leerlo. Y tiene un mecanismo interesante, porque rápidamente da vuelta ese miedo, porque Dahl prioriza siempre a los niños y las niñas, siempre está del lado de las infancias. Es muy crítico de los adultos, del sistema escolar, de las familias convencionales, de la sociedad de consumo, y siempre está del lado de la infancia. Esto hace que pueda trabajar el miedo que generan estas brujas, y captar al niño o a la niña. No sé qué te parece, Mario. 


MM: Coincido plenamente, creo que asusta, que maneja ese tema del miedo, sobre todo en el principio, cuando narra la historia de las amiguitas de la abuela que desaparecieron. El último Premio Nacional de Literatura Infantil de Sergio Aguirre es un homenaje a esa novela. La nena que queda para siempre en el cuadro. 


MFM: Es muy perturbador…


MM: Sí. Esos padres nunca más van a volver a ver a la nena, que se va a quedar viviendo en el cuadro. Terrible, y sin embargo la novela se puede leer tranquilamente con un chico de un cuarto o quinto grado. 


MFM: Creo que es por esa empatía que tiene con los chicos y las chicas. Además no son edulcoradas. Porque cuando tiene que hacer críticas a ciertos niños o ciertas niñas también las hace. Como en Charlie y la fábrica de chocolates o Matilda. Y con las abuelas también, es muy curioso. Puede mostrar una abuela como la de Las brujas, que fuma puros, que le cuenta esas historias terroríficas a su nieto y a la vez es súper amorosa y tierna y acepta a su nieto siendo ratón. Lo quiere y hace planes con él acerca de qué harán en el futuro para combatir a las brujas y lo ayuda. Tiene una cosa tremendamente desoladora y tierna, y es que ella es muy anciana, y el niño sabe que su abuela va a morir pronto, que no le quedan tantos años de vida. Y se ponen contentos porque saben que los ratones tampoco viven tantos años. Que probablemente coincida el momento de la muerte del ratón con el de la muerte de la abuela. Y eso los hace tremendamente felices: poder morirse juntos. Uno se imagina que esa es una imagen muy perturbadora para un niño o una niña. Pensar en la muerte de la abuela, pero pensar en la muerte propia, pensar en que no va a volver a ser niño nunca más, que va a seguir siendo un ratón… Recordemos que además es un niño huérfano, que sus papás murieron en un accidente de coche muy trágico. De modo que Dahl presenta un escenario no edulcorado, absolutamente incorrecto. Y estos son textos de los ’70, de los ’80… ¿Qué pasó en todo este tiempo? ¿Quién agarró ese guante, o qué pasó? ¿Qué pasa que estamos tan trabados ahora, que estamos pensando si esto es correcto, si esto no es correcto… Si esto va a lastimar a un chico, lo va a lastimar, lo va a preocupar, si hay que explicar las cosas para que no se perturbe. ¿Qué Roald Dahl hay hoy?


MM: Eso me abre varias líneas. Acá quería hacer un comentario Paola sobre cuando vivió en un orfanato… Que no sé si era un orfanato…


MFM: No, era un internado. Un colegio británico internado. Hay un libro de Dahl que se llama Boy, que no sé si han leído, que cuenta justamente sus años de infancia. Es hermoso ese libro. Y cuenta esa experiencia en ese colegio. Cuando él era muy chiquito, creo que tenía seis o siete años, se mueren una de sus hermanas y su papá. Y su mamá decide internarlo en esa escuela, no era un orfanato. Pero sí me parece que su propia orfandad, su experiencia de vida, la muerte de su hermana, la permanencia en esa institución escolar tan traumática… Como sabemos que eran las escuelas inglesas en esa época…


Paola: Hubo una sola cosa buena de ese internado para él, que fue la visita de la fábrica de chocolates Cadbury, que en ese momento plantó la semilla de Charlie y la fábrica de chocolates. Fue increíble el refugio que tuvo, desde esa corta edad, para después volar y escribir lo que escribió. 


MFM: Exactamente. Creo que mucho de lo que él vivió en esa escuela está en Matilda, que es otro de sus libros más hermosos. Cuenta estas historias escolares, estas perversas directoras, y niños tremendos, y a la vez la presencia de la señorita Honey, que le salva la vida a Matilda con la lectura, con la contención, con el dejar que ella sea como es, hasta que finalmente se hace cargo de ella. Está la bibliotecaria, otro personaje que la ayuda un montón. A conocer la literatura, a leer. Creo que acá muestra eso, esos mundos adultos. Los padres de Matilda que son terribles. Me parece que es justo lo que vos estás contando, Paola, que es su experiencia vital como niño huérfano en Las brujas, y como niño dentro de esa escuela terrible en Matilda



MM: Y también tiene mucho que ver con esto de los límites, y con lo de la corrección, o no. Esos padres entregan a su hija en el final, mientras esperan la sirena de la policía que los viene siguiendo porque el padre es un estafador, y entregan la hija sin ningún problema. Quizá sea el único gesto bueno que tuvieron para con su hija fue que firmaron los papeles para la adopción, pero los padres se van sin ningún problema. Ella tampoco quiere quedarse con ellos…


MFM: Se van y la dejan. Y ella se salva. El tema del abandono me parece que está muy presente en su obra. Se lo puede ir rastreando. Y el humor es algo muy destacado. Más allá de ciertas cosas terribles de las que hablamos recién, tiene un humor, un sarcasmo, una ironía… Tiene un libro que a mí me encanta que se llama Cuentos en verso para niños perversos. Acá tengo una versión en inglés. Es un libro increíble, porque acá lo que hace es re versionar ciertos clásicos de la literatura universal, Caperucita, Blancanieves, Jack, Ricitos de oro y los tres ositos… Es directamente desopilante lo que él plantea en este libro. Y en verso además, se toma el trabajo de hacerlo en verso, de re versionar clásicos y buscarles siempre un lugar humorístico y sarcástico e irónico. Sabés, Mario, que este fue uno de los libros más complejos de editar. Cuando yo entré en Santillana, obviamente los libros de Roald Dahl ya estaban en el catálogo de Alfaguara, a fines de los ’90. El trabajo que yo hice fue hacer crecer ese catálogo, porque no estaban todos los libros, entonces fuimos trayendo más títulos para completar la obra de Dahl dentro del catálogo de Alfaguara, para Loqueleo. Y hace unos años, las traducciones de estos libros se hacían desde la casa central, desde España. Iban los archivos a los países de América Latina y cada país decidía qué poner en su catálogo. Lo que nosotros  hicimos fueron algunos ajustecitos a las traducciones españolas con los originales en inglés, para darle cierto matiz, cierto color. Porque a veces las traducciones españolas tienen un lenguaje un poco ajeno al nuestro, con otros modismos. Y el más complicado fue Cuentos en verso para niños perversos, porque no podías tocar mucho los versos porque se te movía la métrica, o no rimaba… Era muy difícil hacerlo. Así que fue un trabajo en equipo de varias personas que hicieron esa curaduría, ese cuidado de la traducción, esa revisión, y creo que quedó muy bien. Pero es muy difícil hacer ese trabajo. Y siempre es una adaptación, una lectura, un recorte.


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