El precio de ser libre. Sobre Virginia Woolf y Las horas

Ayer se cumplieron 80 años de la muerte de Virginia Woolf, una de las escritoras fundamentales de la vanguardia literaria británica. Su ensayo, Un cuarto propio, sigue siendo aún hoy un clásico de la literatura feminista. Sus novelas se caracterizan por la fuerte presencia de imágenes poéticas y por su manejo impecable de la técnica del fluir de la conciencia. A partir de La señora Dalloway, uno de sus grandes títulos, Michael Cunnigham escribió su novela Las horas, en la que además de un importante trabajo intertextual, aparece la propia Virginia como personaje de ficción. Esta novela fue llevada al cine por Sthephen Daldry. Belén González nos acerca su mirada  sobre esta película,  y la compartimos para conmemorar a esta gran autora inglesa. 



Por Belén González


La película Las horas es una adaptación de la novela homónima de Michael Cunningham publicada en 1998. Tanto la novela original como la película se desarrollan a través de una de las obras  más conocidas de Virginia Woolf, La señora Dalloway.

Comencemos con una breve sinopsis de la novela que servirá de anclaje para todas las historias de la película: La señora Dalloway sigue a Clarissa a través de un solo día en Inglaterra después de la Gran Guerra. Se nos hace una descripción detallada de su entorno a través de su propia conciencia, que se abre al lector para hacerle partícipe de sus sentimientos y los aspectos de su vida. Así también son tratados otros personajes que rodean a Clarissa: usando la perspectiva interior, Woolf se mueve hacia atrás y adelante en el tiempo, y dentro y fuera de la mente de varios personajes para construir una imagen completa, no sólo de la vida de Clarissa, sino de la estructura social de entreguerras.

La película toma el mismo formato: todo transcurre en un día, pero en épocas diferentes, de tres mujeres conectadas por esta novela. Son Virginia Woolf, Laura Brown y Clarisa Vaughn. Sus historias se encuentran fragmentadas entre sí, dándose paso una a la otra durante todo el filme. «La vida de una mujer en un solo día…y en ese día, toda su vida» decía Woolf.

A Virginia Woolf la veremos afectada por su trastorno bipolar en su residencia de Richmond, Inglaterra, en 1923, mientras escribe La señora Dalloway. Woolf, en la vida real y en la película, fue consciente de su problema y supervisada por médicos que, sabemos, no lograron tratar de manera efectiva su depresión. En Las horas su historia girará en torno a esta novela y se pondrán de manifiesto temas como la locura, la homosexualidad, la pareja y, por supuesto, el suicidio. Como en el libro, asistimos a su mundo interior cuando la vemos hablando sola mientras va a dar un paseo por la calle y decidiendo quién debe morir y quién debe vivir en su novela o, incluso, abstraída totalmente de una conversación con su familia que ha ido a visitarla, mientras toma decisiones acerca del modo en que desarrollará su historia.

Laura Brown es una mujer que vive en Los Ángeles durante 1951, aquejada por la depresión aunque, a diferencia de Virginia, no es consciente del problema. Se trata de una mujer que se ve imposibilitada para tomar decisiones, se encuentra perdida, sin un rumbo u objetivos y se siente sumamente asfixiada por su vida familiar. Durante su día Laura lee La señora Dalloway y, como en la novela, dedica su tiempo a organizar una fiesta de cumpleaños para su esposo.

Y Clarissa Vaughn, cuya historia se desarrolla en Nueva York en 2001, es un personaje que se encuentra dedicada a la enfermedad de SIDA que sufre su ex pareja y amigo, Richard. Clarissa viene a ser la representación del personaje principal de la novela de Virginia Woolf pero en el siglo XXI y, al final, representará la resignación ante la imposibilidad de hacer algo por evitar el suicidio de Richard. En este sentido, cabe indicar que los personajes de Clarissa y de Richard se identifican con los personajes centrales de la novela.

Hay un tema que vincula a las tres historias y es la libertad y el peso que conlleva conseguirla, que en estos casos involucra inevitablemente la muerte. En el relato (y vida real) de Virginia Woolf, termina su sufrimiento suicidándose luego de muchos años de luchar contra la depresión; Laura también contempla esa idea pero termina tomando el camino de abandonar a su familia y comenzar de nuevo; y Clarissa logra desvincularse de su dependencia hacia Richard cuando él mismo se suicida. Así las tres logran la libertad del mundo que las oprime y condiciona, pero a costos altísimos. 

Woolf escribió en 1929 el ensayo Un cuarto propio que supone una defensa de la independencia económica y creativa de las mujeres, definiendo la condición de la mujer a lo largo de la historia de la literatura, con el fin de intentar esclarecer y convencer sobre la necesidad de cambiar la historia, revelando de este modo la evolución de su pensamiento feminista. Podemos apreciar en Las horas esa lucha que mantuvo Virginia para tomar decisiones por sí misma, para crear y escribir historias, en contraste con la situación de Laura Brown, agarrotada y gravemente aquejada por su incapacidad para decidir, cuyo origen podría encontrarse en la relación que mantiene con su marido y más aún en los propios valores de la sociedad todavía predominantes en esa época. Pero donde realmente vendría a tomar una forma precisa esta idea, es en la historia de Clarissa Vaughan, que tal y como indica María del Mar Paul Arranz «es el prototipo de la mujer del siglo XXI: trabajadora, libre, independiente, tan libre y tan independiente que vive abiertamente su relación lésbica, si bien en un refinado y exquisito círculo intelectual». Clarissa, por tanto, nos da la clave para entender la evolución (pequeños logros que acercan a la mujer a una mayor libertad) que, en este sentido, se ha producido desde la época de Virginia Woolf hasta nuestros días.

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