Mujeres que dejaron huella y allanaron el camino

En este mes que en el Programa Bibliotecas para Armar dedicamos a la mujer, volvimos a pedirle a nuestra amiga Sandra Comino, escritora y especialista, que escribiera algo para El libro de arena. Pensamos que lo haría sobre una de sus especialidades: Mujercitas, de Louisa M. Alcott, pero Sandra nos sorprendió con esta nota, dedicada fundamentalmente a Fruitlands, un libro previo que ella considera fue inspiración del más famoso de los libros de Alcott.

  




Por Sandra Comino*


Dice Virginia Woolf que no hay obras maestras que nazcan aisladas o solitarias porque son el producto de muchos años de pensar en común, en montón. Menciona que Jane Austen debe agradecer a Fanny Burney, George Eliot a Eliza Carter y enumera mujeres pioneras. 

Charlotte Bronte escribía con el seudónimo de Currer Bell, Anne era Acton Bell, Emily, Ellis Bell. Manatine Aurore Luciel Dupin firmaba George Sand, Mary Ann Evans como George Elliot, también lo hizo Dickinson y la misma Austen ocultó su nombre en sus primeras novelas. 

Lo cierto es que la escritura ha salvado a estas escritoras que trataron de transmitir las cuestiones de su época y las ha hecho perdurar en temas que hoy revindicamos.

La mayoría de las novelas de estas autoras fueron catalogadas de literatura menor o en todo caso que abordaban temas “menores” que dejaban a la luz nada menos que cuestiones como -en la época de Austen- cuando heredaban solo los hombres y las hijas quedaban sin casa de la noche a la mañana como en Sentido y sensibilidad.

Durante mucho tiempo gran parte de la literatura escrita por mujeres fue “despreciada”, “subestimada” o catalogada como “literatura femenina”, “romántica” despectivamente incluso por las mismas mujeres. Y como si esto fuera poco los editores (casi todos hombres) les decían a las escritoras (en el caso que supieran que fueran mujeres) que si sus protagonistas no se casaban no les publicaban el libro. 

Fue así que Niles, le dijo a Alcott que casara a las Mujercitas en su segunda parte o matara a alguna “que era igual”. Detalle que la autora padeció tanto como al famoso editor que prefirió prestarle dinero a editarla. En 1862, Fields, editor del Atlantic Monthy, le recomendó a Louisa que dejara de escribir y le ofreció dinero para que abriera un jardín de infantes. Fields no estaba interesado en publicar sus cuentos. Era el editor de artículos que publicaba al padre y a los amigos de su padre. Louisa, en principio acepta, luego abandona el proyecto. 

Louisa Alcott nació un 29 de noviembre de 1832 en Germantown, un vecindario de Filadelfia, en Pensilvania. Su madre, Abigail (Aba) May, fue una de las primeras trabajadoras sociales remuneradas de Massachusetts. Su padre, Amos Bronson, era filósofo, amigo de Emerson, fundador del trascendentalismo, un movimiento literario, filosófico y político entre 1836 y 1860. Louisa y sus hermanas Anna, Lizzie y May crecieron con los ideales de este movimiento y del Romanticismo alemán, británico. Principalmente Louisa veía como su padre podía dejarlo todo para estudiar, escribir y publicar mientras su madre debía mantenerlas económicamente debido a la inestabilidad del trabajo de su padre. Abigail trabajaba la tierra, tenía su propio huerto y advirtió a sus hijas sobre la desigualdad que padecían las mujeres. En su madre Louise se inspiró para crear a Marmee en la novela Mujercitas aunque la vida de Abigail fue más dura que la de Marmee.

Durante treinta años la familia se mudó veinte veces. Pero la experiencia que más marcó a Louisa fue cuando vivieron en una comunidad, llamada Fruitlands donde estuvieron unos meses. Louisa tenía once años y nunca olvidó esa extrema pobreza. Tan importante fue esta experiencia que luego la volcó en un libro y constituyó una marca fundamental para la posterior escritura de Mujercitas

Louisa y sus hermanas no comían carne, se aseaban con agua sin calentar, no tenían luz artificial. Vivieron en una granja de un edificio en ruinas y un granero. Su padre era vegano. No les permitía usar otra tela que no fuera lino y tenían prohibido consumir azúcar, té, café, arroz o alimentos que necesitaran de la mano de los esclavos para las cosechas o el trabajo infantil, aspectos que reproduce en Mujercitas con las telas que usaban, por ejemplo. 

Fruitlands (Tierra de frutos) debió llamarse Apple Shump (Fosa de manzanas) sugiere la señora señora Lamb, personaje que crea Louisa para contar la historia que no es otra que la señora Alcott. 

Fruitlands es un relato que refleja a un grupo que creyó en ciertos ideales que fracasaron. A lo largo del siglo XIX fueron muchas las comunidades que eligieron este tipo de vida. Como Amos Alcott junto a Thoreau y Emerson. 

Treinta años más tarde Louisa escribe sobre esa vivencia de manera magistral, con humor e  ironía, resaltando la poca (o nada) experiencia agrícola de los hombres teóricos que hicieron mucho por aprender pero que no lo lograron y sobrevivieron gracias a las mujeres. Louisa vio cómo su madre trabajaba, tema que reflejó en Mujercitas con Marmee. Y en otras novelas donde la fuerza de las mujeres siempre es notable. 


Alcott fue abolicionista feminista. En 1853 en el United States Review salió un artículo que incitaba a los hombres a no dejar que las mujeres escriban. Hasta entonces había una dominación masculina en la Literatura (¿Hasta entonces?).

“Hombres y héroes no dejen la literatura en manos de unas pocas mujeres laboriosas”, decía el artículo y Louisa respondió con ficción.

Hay un narrador en la escritura de Fruitlands que desea que el lector tome partido: “Timon Lion proyectaba fundar allí una colonia de los Santos de los Últimos Días, que bajo su patriarcal ascendiente regeneraría el mundo y glorificaría por siempre su nombre… Cada miembro llevará a cabo las tareas para las que esté mejor dotado… -continuó diciendo el Dictador Lion-.” 

Fragmentos de los diarios de Louisa escritos cuando tenía 10 años podrían ser tranquilamente escritos por Jo o por cualquier protagonista femenina de su obra:

“Viernes 4 de agosto.

Después de desayunar he fregado los platos y luego he tenido clase. Padre y el señor Ray y el señor Lane ha ido donde los Shakers (los Shakers o cuáqueros es la denominación popular de la organización protestante llamada La Sociedad Unida de creyentes en la Segunda Aparición de Cristo),  y no han vuelto hasta tarde casi de noche. Después de las clases he estado cosiendo hasta la hora de comer. Cuando hemos acabado de almorzar me he dado un baño, y luego he ido a casa de la señora Willards. Al regresar a casa he estado jugando hasta que ha llegado la hora de cenar, y después de la cena he pasado un rato leyendo Oliver Twist y luego he reflexionado un poquito antes de meterme en la cama. He pasado un día bastante agradable.

Lunes 29 de agosto.

Me he levantado a las cuatro y media y me he bañado y me he vestido y he recibido mi lección de canto. Después del desayuno he ido a clase y después he ayudado con las cosas del almuerzo… Después de comer he estado jugando y leyendo.

Jueves 14 de septiembre.

Ha venido el señor Parker Pillsbury y hemos estado hablando de los pobres esclavos. Hemos tenido clase de música con la señorita P. Yo la odio, es quisquillosísima. Me he puesto a hacer carreras contra el viento y me he imaginado que era un caballo, y me lo he pasado de maravillas en el bosque con Anna y Lizzie. Éramos hadas, nos hemos hecho túnicas y alas de papel. Yo era la más alta, “volaba”. Cuando ha atardecido hemos estado hablando de viajes. Yo he pensado en padre yéndose a Inglaterra…

Jueves 12 de octubre

Después de las clases me he puesto a planchar. Todos hemos ido al granero a descascarillar maíz. Ha sido divertido. Hemos estado trabajando hasta las ocho con lámparas… Madre y Lizzie se marchan a Boston. Yo me quedaré muy sola sin mi querida Betty, y nadie será tan buena conmigo como Madre. He leído un libro de Plutarco. He escrito unos versos sobre la puesta de sol.

10 de diciembre

He ido a clase y he dado un paseo después del almuerzo. Padre nos ha leído un trozo de El progreso del peregrino, que tanto nos gusta. El señor L. está en Boston y nosotras tan contentas. Por la noche Padre y Madre y Anna y yo hemos tenido una larga conversación. Yo estaba muy triste y todos hemos llorado. Anna y yo hemos llorado luego en la cama, y yo le he rezado a Dios para que nos mantenga unidos a todos”.

Louisa pareciera contestarle a su editor con el final de la cuarta entrega de la saga de los March (Los muchachos de Jo):

“Y ahora, y después de haber hecho cuanto me ha sido posible para contentar a todo el mundo con muchos casamientos y pocas muertes y todas las prosperidades que las circunstancias permiten, deja, amado lector, que pare la música, que se apaguen las luces y baje el telón, para siempre, en la familia March”. 

En 1872 Louisa firma un panfleto que pide igualdad de derechos y en 1874 asiste con su padre a un debate sobre el sufragio femenino. Ese mismo año el Estado de Massachussets permite votar a las mujeres que pagaban impuestos en las elecciones municipales. Estas y otras cuestiones aparecen en Los Muchachos de Jo.

Dice Woolf:

Mujeres que no trataron de imitar la escritura de los hombres para que les publicaran. No adoptaron voces rezongonas, ni tiránicas, ni protectoras que pedían que las mujeres fueran refinadas. De hecho (lo digo yo) las heroínas de estas mujeres rompen los eternos estereotipos femeninos. 


*Sandra Comino Es escritora y docente. Ejerce el periodismo gráfico y cultural orientado en LIJ. 

Algunos de sus libros son: Así en la tierra, La bruja del laurel, Nadar de pie, Esto no es para vos, entre otros. Recibió el Premio Pregonero al Periodismo Gráfico en 2014.


Fruitlands. Una experiencia trascendental
Louisa May Alcott
Impedimenta, 2019.


Comentarios

  1. ¡Hola! Muy interesante el artículo de Sandra. Cuando volví a la biblioteca de la escuela, uno de los primeros libros que vi fue "Mujercitas". Desconocía la existencia del libro "Fruitlands". Me dieron muchas ganas de leerlo.

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