Conversaciones

Luego de la certeza, las mujeres gestantes aprenden a ser pacientes. Celebrando su mes, compartimos los hermosos versos de la escritora y poeta Natalia Schapiro, que refieren a distintos aspectos de la maternidad, una de las dimensiones posibles en la vida de las mujeres.

Ilustración: Simone Noronha


Amanda


observa las palabras

deja que se posen 

en las pestañas en los hombros

hechas rocío o

lluvia fresca de verano

y que los sonidos aniden

en su pecho.

Palabras dedicadas 

robadas otras,  

la enredan. 

Ella las saborea

las demora las sopesa

se cuelan como hormigas

hunden sus granos

en tierra ávida

dibujan con palitos. 

Las aprieta en su mano

sabe tantas como sus dedos 

no las dice

aunque la madre insista

guarda nombres

galletitas en la boca.

La merienda 

desarma sus migas

es un sol viejo.

Algo vuela

se hace sonrisa

el viento sopla desde la punta 

de un dedo 

ella abre el silencio

del interior de una corola 

su voz durazno arma la fiesta

señala el vaso transparente

y dice.




  Living


Pido hundirme 

en un monte de silencio y luz
para corregir poemas en la compu
solo puedo hacerlo así:
sin sueño, hambre ni obligaciones.
Pero mi hijo también está luminoso, 

dibuja con un amigo en el living

se deslizan entre murmullos de lápices de colores
una cápsula de risas vuela sobre la mesa.
Los dos viven en el papel, los lápices son ramas 

de un refugio donde solo caben ellos.
También al más grande 
lo trajo su deseo 
de acariciar la guitarra en el sillón
exprimirla como a una fruta rara.
Renuncio una vez más

asombrada miro los sonidos, 

van cayendo sobre todas las cosas
en una lluvia suave.




 Las tardes con Felipe


de a ratos cada uno 

él mata zombies en la compu

yo atiendo un paciente

descuelgo doblo guardo ropa

le digo cortala 

y dibuja luchas diminutas

sacan chispas las vocecitas. 

Se estira como gatos

en sus rincones la presencia

del otro, una forma 

de la calma. 

Sirvo un licuado de banana y pera

con almendras gordas 

remojadas para la ocasión.

Antes de salir a inglés 

y hacer la maldita tarea  

nos acomodamos en el sillón

el último rato de sol 

antes que se enoje 

y se rompa la tarde 

buscamos la liana de algún libro

una costura invisible

de pájaros y voces

se meten en el cuerpo

llevándonos  a un bosque

que nos sostiene en el aire

en el aire. 




     Oleaje

 

No son momentos de zambullirse

como cuando te leía un cuento de chico

vas y venís con la compu

armás tu caverna portátil, impenetrable, 

habitada por luces y voces. 

Voy bordeando los costados

a pasos de cangreja

pendo de algún comentario 

que milagrosamente asoma en tu boca.

Te preparo un licuado, galletas de manzana

volvemos al principio:

al hilo silencioso de la nutrición

que sobrevive como una roca 

el oleaje de tu adolescencia.




Te llevo a una fiesta lejana 

intento sacar temas
como un mozo que lucha
una propina
tus monosílabos
cierran uno a uno 
los frascos de las conversaciones
mi voz te es ajena
peor si se acerca.
Esas son las probabilidades del humor: 
nubarrones de indiferencia
chubascos de ira.
Me ciño al rol de chofer
-cocinera y bancaria será otra vez-
hundiéndome en las aguas 
de la incondicionalidad,
agrias de este lado.
Mejor que la radio ocupe 
nuestro desierto,
al fin alguien me habla.
Te dejás llevar 

por la luz de tu celu          

mientras recorremos  

los pedacitos 

del camino
que nos queda.




Hablábamos


la conversación iba
bordeando una zona neblinosa
como quien tantea un río
donde pronto
no hace pie.
Algo contaste de la pelea con Juli
te dije cosas

las rechazaste
después, te oí decirlas.
Las murallas fueron perforándose
en ciertos huecos
me deslizaba hacia vos
sin rozar las partes sólidas.
En esas condiciones, hablamos
te volviste chiquito
terriblemente herido
no de un raspón en la rodilla
no de un problema en la escuela.




Natalia Schapiro nació en Buenos Aires. Se recibió de psicóloga y asistió al taller literario de Laura Devetach. Algunos de sus libros son Lucía y la varita china, Cuentos callejeros, A la vuelta del mundo, A salto de cangurito, Diario de dragones, Una tertulia inolvidable, ¿Alguien anda ahí?, Dorotea cumple mil, 100% fútbol, Cumpleaños a golazos. Además de escribir le gusta trepar montañas, andar en bici y comer torta de manzana.   

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre