Manzi, la vida en orsai

Una figura legendaria, actuaciones conmovedoras y los mejores tangos del repertorio popular. ¿Qué más se puede pedir para pasar un gran momento de teatro? Seguimos recordando a Homero Manzi. En este caso, con una nota que escribió Laura Ávila a propósito del estreno del musical Manzi, la vida en orsai.




Por Laura Ávila


Se apagan las luces y un foco azul, de luz de luna, revela la silueta de Jorge Suárez encarnando a Manzi. El clima, la expectación del público, el bandoneón que se escucha bajito, completan la ilusión. Es el propio Homero, consciente de ser un mito, el que llega al borde del escenario, nos sonríe, se acerca a nosotros y comienza a recordar pasajes de su existencia.


Esta es la línea narrativa de Manzi, la vida en orsai: un juego de evocaciones sostenido por la música. Es la puesta en escena de una leyenda que atraviesa décadas de nuestra Historia. Y no solo de la Historia que se cuenta en los libros. Homero es parte de la crónica cotidiana, la que se revive cada vez que se canta un tango suyo o se mira una vieja película argentina.


Con notable puntería, la directora Betty Gambartes impacta en el corazón de los espectadores, apelando a momentos escogidos de la vida del poeta –su relación con los radicales y su separación del partido en aras de sumarse al movimiento peronista, su pasado provinciano, sus amores turbulentos- para ilustrar, con pinceladas luminosas, aristas de este huidizo personaje, al que conocemos más por su obra que por su paso físico por esta tierra.


Porque Homero Manzi  fue mucho más que un letrista de tangos. Periodista, guionista, productor de cine, investigador,  hombre de la política, desarrolló esta impactante carrera en apenas cuarenta y tres años, antes de ser alcanzado por una enfermedad odiosa que terminó con su vida. Este musical se concentra en la pasional relación que lo unió a Nelly Omar, la cantante de tangos de gran brío, talento y belleza.


Manzi era casado, pero eso no impidió que escribiera sus mejores tangos para ella, que le hiciera el verso durante siete años, sin animarse a dejar nunca a la madre de sus hijos. De esos amores subterráneos, de los sentimientos de esa Nelly loca de amor, también se nutre esta puesta.



Jorge Suárez compone a Homero. Cumple una gran labor, amplificada por su performance musical, que genera una agradable sorpresa: el hombre tiene una voz recia, varonil, y sabe plantarla con elegancia.


Néstor Caniglia lo acompaña eficazmente, recreando sus fantasmas del pasado (Catulín, Troilo, Santoro). Pero la que se lleva todas las palmas es Julia Calvo. Su Nelly es increíble. Con una voz hermosa y una presencia cautivadora en el escenario, la actriz convence, divierte y enamora. Su versión de Tal vez será su voz hace brotar lágrimas conmovidas y aplausos que salen del corazón. Oír de sus labios esas canciones queridas es sencillamente emocionante.


El diseño de luces es de Gonzalo Córdova. El vestuario, sencillo pero muy logrado, corresponde a Mini Zuccheri. La dramaturgia es de Gambartes, Diego Vila y Bernardo Carey. La estupenda dirección musical también es de Vila. Con su piano, acompañado por Mariana Atamas en el violín y Gabriel Rivano en bandoneón, teje la trama musical que va encauzando las escenas.


Manzi, la vida en orsai, supone un homenaje, el recuerdo cariñoso a un hombre que atravesó nuestra forma de interpretar la cultura. Un hombre que luchaba por construir nuestra identidad. Un gran hombre.

 

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